Nietzsche: Crítica de la Cultura Occidental y Voluntad de Poder

Teorías de Nietzsche: Crítica a la Cultura Occidental

El Error de la Racionalidad

Según Nietzsche, la cultura occidental está viciada desde su origen. El error más peligroso consiste en intentar instaurar la racionalidad a toda costa. El error de la filosofía griega fue la invención del “estatismo del ser” (Parménides) y del “bien en sí” (Platón).

Nietzsche interpreta la visión griega del mundo como un síntoma de decadencia. Es decadente todo aquello que se opone a los valores del existir instintivo y biológico del hombre. Para eliminar los errores de base, hay que criticar a Platón. Se trata de una crítica total a los tres mundos inventados por el hombre occidental, síntomas de su decadencia:

  • El mundo racional
  • El mundo moral
  • El mundo religioso

Crítica a la Moral

En La Genealogía de la Moral (1887), Nietzsche critica la moral vigente a partir de un análisis genealógico de los valores morales. Observó que en las lenguas antiguas, “bueno” significaba noble y artístico, contrapuesto a “malo” como simple, vulgar, plebeyo. Dos denominaciones (bueno y malo) creadas por la nobleza, ostentadora del poder. Con el tiempo, esta distinción clasista se transformó en una valoración moral.

Según Nietzsche, el origen histórico de dicha transposición vino determinado por la rebelión de los considerados “malos” (la mayoría), quienes se autodenominaron “buenos” y dominaron a los nobles, ahora llamados “malvados”.

La moral surge del resentimiento de los esclavos. El resentimiento creó los valores de Occidente y es responsable de la aparición de una civilización enemiga de la vida y de un hombre mediocre. En resumen, el resentimiento causa el nihilismo que amenaza a Occidente.

Solo la inversión de los valores morales, cuando el hombre asuma la vida en su finitud y belleza, situándose más allá del bien y del mal, podrá recuperar la primitiva inocencia y aparecerá el superhombre anunciado en Así Habló Zaratustra.

La Muerte de Dios y el Nihilismo

La crítica a la cultura occidental, tanto metafísica como moral, alcanza su máxima expresión en la idea de la muerte de Dios. Dios ha dejado de ser un concepto necesario para justificar la conducta moral o la organización política. Para Nietzsche, Dios significaba el triunfo del “otro” mundo sobre “este” mundo. Muerto Dios, desaparece el sustentador de las contraposiciones metafísicas (mundo real/mundo aparente) y morales (bueno/malo).

El tema de la muerte de Dios constata un hecho: el ataque de la Ilustración a los dogmas teológicos destronó a Dios y puso a la Razón como guía de la acción humana. La secularización ha marginalizado la importancia de Dios en la vida.

Nietzsche considera que ha llegado el momento de extraer las consecuencias de la muerte de Dios “a nuestro favor”. Para quienes no crean sus propios valores, la muerte de Dios significa quedarse sin nada, ya que los valores basados en Dios pierden su fundamento. Nietzsche llama “nihilistas” a estos huérfanos.

El nihilismo es el destino de Occidente, que, por la muerte de Dios, se ha quedado sin sentido. Aun así, el nihilismo puede ser positivo: tomar conciencia de las razones del nihilismo occidental y empezar a valorar este mundo y al hombre.

La Voluntad de Poder

La voluntad de poder está ligada a la concepción de Nietzsche de la realidad como combinación de fuerzas en tensión. Los cuerpos no son estáticos, sino el resultado de un juego de fuerzas en continua búsqueda de equilibrio. Nietzsche llama «voluntad» a esta relación inestable de fuerzas.

Así como los objetos son una combinación de fuerzas en desequilibrio, el ser humano es también una voluntad de poder. En toda «voluntad» actúan fuerzas que dominan (activas) y fuerzas dominadas (reactivas). Todas, incluso las dominadas, quieren su poder, aunque sea insuficiente para dominar.

Cuando dominan las fuerzas activas, tenemos una voluntad activa, creadora de valores positivos. Cuando dominan las fuerzas reactivas, tenemos una voluntad reactiva, pasiva, débil y enferma.

La voluntad de poder es la capacidad de crear, la fuerza creadora de la vida, del mundo y de los valores. Actúa en todos los ámbitos, tanto físicos como humanos. Crea valores y, en última instancia, lo juzga y valora todo.

El hombre es voluntad de poder, creador de valores y el único más allá del bien y del mal. Determina qué es bueno y malo, y no puede ser sometido a valoración. El problema es que, hasta ahora, una voluntad reactiva ha valorado y despreciado este mundo. Es el momento de que una voluntad de poder activa valore y afirme la vida.