Nietzsche: La Voluntad de Poder, el Eterno Retorno y el Superhombre

1- Dionisios o la exaltación de la vida

Nietzsche describe la vida como el fondo originario y profundo del que surge todo lo concreto, individual y cambiante. El arte constituye el mejor instrumento para interpretar la vida como realidad radical y la intuición se revela como el método de comprensión. Tradicionalmente, Grecia se nos presenta como expresión de armonía, luz y racionalidad, pero esta visión es completamente superficial. Nietzsche hace una descripción del desarrollo de la cultura griega a través de metáforas; por ello, resume las metáforas para explicarnos cómo ha sido la verdad griega y la contraposición entre lo apolíneo y lo dionisiaco, interpretando la vida como un juego trágico.

1.a- Lo apolíneo y lo dionisiaco

Nietzsche considera que el arte griego nace de dos impulsos contrarios y, al mismo tiempo, complementarios que hallan su perfecta unión en la tragedia.

1- Lo apolíneo

Representa los valores de la razón y es el símbolo de lo ordenado, coherente y racional.

2- Lo dionisíaco

Representa los valores vitales y es el símbolo de la alegría desbordante de vivir, del desorden y del caos. El espíritu dionisiaco caracteriza preferentemente a las artes temporales y rítmicas como la poesía y la música. En la tragedia ática antigua es donde se unifican ambos elementos, surgiendo el fenómeno de lo trágico.

La voluntad de poder

La mayor originalidad de Nietzsche radica en abrir un nuevo plano desde el que interpretar lo existente y desterrar definitivamente aquella visión según la cual el pensamiento occidental vio en la racionalidad la medida de todas las cosas.

La voluntad de poder

La voluntad de poder es una expresión de Nietzsche que no debe interpretarse psicológicamente, sino desde la perspectiva vital. No constituye una facultad psicológica, sino algo orgánico y biológico. Ello impone establecer una distinción entre voluntad de vivir, expresión de carácter psicológico en Schopenhauer, y voluntad de poder. Nada tiene que ver con el complejo de poder que caracterizaría a un dictador, ni tampoco con el afán de dominio sobre los demás.

La voluntad de poder constituye una fórmula por medio de la cual Nietzsche expresa su visión de la vida. Define e identifica con la vida misma como realidad radical, siendo la esencia íntima del ser vital: “Donde he hallado vida, he encontrado voluntad de poder”. La voluntad de poder es la tendencia de la vida a afirmarse, a expresarse, a crear nuevas variaciones; en ese sentido, constituye un impulso vital. Representa la lucha de la vida que tiende a superarse a sí misma y determina todo lo existente.

2- El eterno retorno

La voluntad de poder introduce la noción de tiempo y la idea del eterno retorno. La doctrina del eterno retorno supone una concepción según la cual la vida y el mundo son creados como eterno retorno de los mismos acontecimientos. Todo muere y vuelve a florecer. “Eternamente rueda la rueda del ser”. El eterno retorno constituye un medio de probar su fortaleza para decir sí a la vida tal cual es, con todas sus consecuencias: dolor, lucha, sufrimiento, destrucción, caos…; manifiesta la voluntad de Nietzsche de aceptación del mundo.

Nietzsche introduce la noción de eternidad sobre el “devenir”, anula la dicotomía de los dos mundos y recupera el “sentido de la tierra”. El universo nace y aparece en una sucesión continua y cíclica, según una creación y destrucción constantes. El eterno retorno introduce la noción de circularidad: el tiempo no es lineal. En una concepción lineal del tiempo hay una perspectiva para el presente y el futuro, y el pasado es irreversible. Nietzsche plantea que ese delante y atrás en el tiempo constituye una mera ilusión que la voluntad de poder puede hacer desaparecer. En el instante quedan anulados el pasado y el futuro. Cada momento es, al mismo tiempo, origen y final. Implica una concepción cíclica del tiempo. Nietzsche suprime la diferencia entre pasado y futuro. Lo que hay que amar es el instante, no dejarlo pasar. Un momento feliz justifica el pasado y el futuro.

La muerte de Dios y el nihilismo

Dios representa todo aquello que en el curso de la historia se revela como obstáculo para la afirmación de la vida, justificada en base a Dios y no al hombre. Dios debe morir para que viva el hombre. En Dios se hallan concentrados tres mundos ideales construidos por el hombre y representa los valores sobre los que se ha edificado la cultura europea. “Dios ha muerto” implica el derrumbamiento de los pilares sobre los que se ha asentado la tradición, la historia y la cultura occidental. Es la idea reguladora de todo el proceso de limpieza y destrucción que Nietzsche pretende llevar a cabo. Por ello, se presenta como aniquilador por excelencia. Supone la liberación definitiva de un gran peso que abruma al hombre, a saber, la idea de un más allá. El suceso marca: 1) el final de una larga etapa y 2) la promesa de una etapa nueva edificada sobre nuevos valores.

La muerte de Dios tiene dos peligros y abre dos posibilidades:

  1. Ateísmo superficial
  2. Proyección consciente de nuevos ideales creados por el Superhombre: Sustitución de la idea suprema de Dios por otros valores como razón o progreso como garante del orden moral.

Nihilismo

Es una consecuencia de la muerte de Dios. Supone:

  1. Movimiento histórico: Conlleva la decadencia de una cultura.
  2. Proceso psicológico: Desasosiego y desorientación. Conlleva el peligro de que el hombre no sea suficientemente fuerte para soportar esta verdad, para aceptar este hecho.

La muerte de Dios es un acontecimiento dramático aunque necesario.

Hay dos tipos de nihilismo:

  1. Pasivo: Desesperación y pesimismo se apoderan del hombre, que se apresura a sustituir unos ídolos por otros, sumergiéndose en un nuevo engaño.
  2. Activo: Aniquilador. En este sentido, el nihilismo es concebido como una catástrofe, pero necesaria y condición de posibilidad de la aurora de una nueva edad. El superhombre es el ideal que Nietzsche crea con el efecto de salir del nihilismo, que representa la autosuperación de la moral (engaño).

Superhombre

Después de la muerte de Dios llega el superhombre como salida libertadora del nihilismo. El superhombre se halla caracterizado por una nueva tabla de valores. A él es a quien corresponde llevar a cabo la nueva inversión de los valores y la superación del hombre. El hombre no constituye algo terminado, se halla sometido a un proceso evolutivo constante que le hará ir hacia especies superiores de hombre.

Características:

  1. Mundanidad: Tiene su mirada fija en la tierra. La tierra viene a constituir valor y su creador es el superhombre.
  2. Vitalidad: Se caracteriza por su vitalidad superabundante, por la afirmación dionisiaca del mundo y de lo vital, por los valores vitales que expresan la alegría de vivir.
  3. Creación de nuevos valores: Supone la destrucción de los antiguos. El superhombre es portador de una nueva moral, no sometida a ningún precepto moral.

Como ser inocente, el superhombre es un niño o un bailarín.

  1. Un niño porque no tiene prejuicios, es inocente. Un niño cuyo máximo placer se encuentra en el juego que practica: el juego de la vida en etapas (camello, león y niño).
  2. Un bailarín porque hace del juego un riesgo permanente. Se pasea por la cuerda floja del devenir, haciendo de la vida un continuo experimentarse a sí mismo.