Nihilismo, Ideal Ascético y Superhombre: La Filosofía Vitalista de Nietzsche

La esencia de la cultura occidental es el nihilismo, fruto de una actitud de rechazo hacia esta vida.

La moral del ideal ascético es la moral que nace de una actitud de rechazo a esta vida. ¿Por qué se rechaza esta vida?

La respuesta es obvia: la vida se rechaza por lo que tiene de dolor. ¿Y qué puede hacerse para aliviar ese dolor? El ideal ascético nos da una respuesta: sufrimos para alcanzar el premio en la otra vida. Nietzsche dice que el valor del ideal ascético proporciona un falso consuelo, al dar un sentido falso al dolor humano. En el ideal ascético, el hombre anhela un mundo que no existe. El ideal ascético es un ideal nihilista.

El Ideal Ascético en la Cultura Occidental

La gnoseología del concepto exige una ontología dualista que distingue entre ser y devenir. El meollo de la exposición es el ideal ascético, fundamento de todo lo demás. Nietzsche no vacila al responder que el ideal ascético se manifiesta en absolutamente todos los ámbitos de nuestra cultura:

  • En la religión occidental, pone lo valioso más allá de esta vida.
  • En la filosofía occidental, pone lo valioso más allá de este mundo, ya sea en el ámbito trascendental o en el ámbito inmanente.
  • En la ciencia occidental, Nietzsche afirma que la ciencia comparte con la religión y la filosofía el ideal ascético, he aquí sus motivos:
    1. La ciencia, al igual que la filosofía idealista, cree en la objetividad.
    2. La ciencia reproduce en su seno la diferencia entre lo sensible y lo suprasensible. Las leyes que la ciencia pretende describir están más allá de la información que los sentidos nos proporcionan, son leyes suprasensibles.

El Resentimiento y la Inversión de Valores

¿Quién rechaza esta vida? La respuesta es: los débiles, que Nietzsche describe con la metáfora del camello. Los débiles detestan a los aristócratas del espíritu. De ese odio hacia los aristócratas nace el resentimiento, que se expresa en lo que Nietzsche denominaba la inversión de valores.

La mayoría de los hombres necesitan, para vivir, encontrar un sentido al sufrimiento que conlleva la vida, y este sentido se lo proporciona el ideal ascético.

La moral del ideal ascético pone el sentido de esta vida en otra que está más allá. Se apoya en Dios: hay otra vida y un alma irracional porque creemos en Dios. Por tanto, para reivindicar esta vida es menester anunciar la muerte de Dios.

Para Nietzsche, si Dios ha muerto, no está todo permitido, porque su muerte se anuncia precisamente para afirmar la vida. La de Nietzsche es, por lo tanto, una filosofía vitalista, pues hace de la vida y su plenitud la categoría fundamental del bien moral.

El Superhombre y el Eterno Retorno

¿Qué hacer ante la desorientación que provoca el descubrimiento de la esencia nihilista de nuestra cultura? Para afrontar el desafío de la metáfora del eterno retorno, y salir airoso del mismo, hay que ser un héroe, un superhombre. El superhombre es aquel que es capaz de querer el sufrimiento como parte de la belleza de la vida. Una vida plena tiene dos rasgos:

  • Es aquella que no se dirige a nada ni a nadie.
  • Es aquella que se vuelca en exprimir el presente para que dé de sí todo cuanto sea posible.

Ahora bien, esta afirmación de la vida es, también, la afirmación del dolor y del sufrimiento que conlleva.

El doble sentido del dolor pone en tensión las virtudes heroicas: su sensibilidad para reconocer la belleza de la vida y su fuerza de voluntad para no dejarse llevar por el abatimiento.

Es un espectáculo, es el espectáculo de la naturaleza como voluntad de poder eternamente creadora y destructora de formas. Es tanta la belleza de la vida que la afirmamos sin asomo de duda ni recelo. Afirmar así la vida ha de ser la actitud del superhombre.


La Crítica a la Moral de Esclavos

Los débiles detestan a los aristócratas del espíritu. De ese odio hacia los aristócratas nace el resentimiento, que se expresa en lo que Nietzsche denominaba la inversión de valores. Entre estos valores se incluyen todos aquellos sentimientos morales que tienden a igualar a los seres humanos. De ahí que cualquier ideal que tienda a la igualdad del hombre sea antiaristocrático.

¿En qué se apoya la creencia en esa otra vida que permite el rechazo de esta, la única existente? Se apoya en Dios, por tanto, para reivindicar esta vida es menester anunciar la muerte de Dios. Ahora bien, los débiles tendrán una actitud que Nietzsche critica duramente, pues considera que sigue siendo propia del esclavo, del débil, del que se deja llevar por el resentimiento victorioso, incapaz de tensarse a sí mismo con virtudes heroicas. Para Nietzsche, si Dios ha muerto, no está todo permitido, porque su muerte se anuncia precisamente para afirmar la vida.

Voluntad de Poder y la Afirmación de la Vida

El hombre es voluntad de poder. Antes que teórico, el animal humano es precisamente eso, animal, es decir, viviente. Nietzsche afirma: la ocupación primordial de todo viviente es vivir.

Ahora bien, el ser humano no solo tiene voluntad de poder, sino que es voluntad de poder: esta es la esencia que constituye al ser humano como viviente, el anhelo por el que desea todo lo demás. Lo que busca Nietzsche es una metáfora con la que la existencia pueda vivirse cada instante en su plenitud. Ahora bien, si el instante presente va a repetirse una y otra vez, ¿no sería lógico intentar que cada instante fuera de euforia y alegría para que lo que ha de repetirse sean estos estados de ánimo y no la resignación y la pesadez de espíritu? Para afrontar el desafío de la metáfora del eterno retorno, y salir airoso del mismo, hay que ser un héroe, un superhombre. Ello exige una actitud, una voluntad y una sensibilidad antitéticas con las propias de los esclavos del ideal ascético.

El Arte como Expresión de la Voluntad de Poder

El artista, como la voluntad de poder, expresa su poder en la producción constante de nuevas formas. El artista es la actividad humana más alta: la única capaz de convertir el sufrimiento en espectáculo, el dolor en sueño de los poetas.

El superhombre es aquel capaz de querer el sufrimiento como parte de la belleza de la vida. Ello exige una actitud, una voluntad y una sensibilidad antitéticas con las propias de los esclavos del ideal ascético. Los atributos distintivos del superhombre:

  • Sensibilidad para reconocer la belleza que preside lo que acontece.
  • Voluntad para asentir gozosamente al devenir del cosmos.
  • Actividad: la del artista, capaz de convertir el sufrimiento en espectáculo.

Nietzsche engloba estos atributos bajo el nombre: amor fati. El que ama la vida con amor fati es como el jugador que acepta, con todos sus riesgos, el juego al que se entrega. De este modo, el superhombre se nos aparece en la metáfora de Nietzsche como un niño que danza, juega y ríe sobre las aguas eternas del sagrado río de la vida. Los superhombres armonizan su voluntad con la del cosmos. Hasta ahí alcanza el poder del ser humano.