1. Sentido de la Reflexión Filosófica sobre la Realidad
1.1 La Necesidad de una Ciencia Primera
Las ciencias positivas, tal y como se expuso en la unidad 1, adoptan unos postulados a partir de los cuales formulan hipótesis que luego han de verificar en la experiencia y convertir en leyes y teorías. Por ello, puede afirmarse que la ciencia que parta de las premisas más universales, necesarias y evidentes alcanzará los conocimientos más ciertos y verdaderos. Así, cuanto más universal o general sea una premisa, a mayor número de casos se extenderá y será más fiable cuanto más necesaria sea; menor será la posibilidad de error y, en la medida en que sea evidente su verdad, se advertirá sin necesidad de demostración y no dependerá de otras premisas previas. De hecho, todo el edificio de las ciencias dependerá de la solidez de su cimiento más básico: un saber que dote de premisas necesarias, universales y evidentes a todos los demás saberes. Aristóteles denominó a este saber ciencia primera.
1.2 Doctrinas Filosóficas sobre la Ciencia Primera
No siempre, sin embargo, se ha aceptado la existencia o la necesidad de una ciencia primera o un saber que fundamente a todas las demás ciencias. Así, el escepticismo duda de la existencia de una verdadera realidad y afirma que, aun en el caso de que exista, nunca estaremos seguros de que sea como la conocemos. Otra corriente de pensamiento, el voluntarismo, sostiene que el fundamento último del saber es la voluntad. La importancia de una ciencia no radica en que ayude a conocer la realidad, sino en que contribuya a asegurarnos el dominio de nuestra voluntad sobre todo lo que nos rodea, sean personas o cosas. El pragmatismo mantiene que admitimos como válida una teoría solo en la medida en que resulte útil. El empirismo, por su parte, admite la validez y objetividad del conocimiento científico, pero afirma que su fundamento no es un saber universal, necesario y evidente, sino solo la experiencia, que es particular y probable. El idealismo trascendental, así, según Kant, las ideas de alma, mundo y Dios no pueden extraerse de nuestra observación empírica, pues no vemos nuestra alma, ni al universo en su totalidad, ni a Dios. Ahora bien, sin esas mismas ideas, señala Kant, no podríamos encontrar un sentido a la vida. Desde finales del siglo XIX hasta nuestros días han predominado tres corrientes enfrentadas respecto a la fundamentación del saber humano: a) la irracionalista, que niega la existencia de una verdad objetiva y de una ciencia válida; b) la ilustrada, heredera de Kant, que valora la verdad de una ciencia en función de su utilidad; c) el realismo metafísico, que sostiene la existencia de verdades objetivas.
2. La Metafísica como Ciencia Primera
2.1 La Metafísica es la Ciencia del Ente en Cuanto Ente
Como se vio antes, las ciencias están organizadas jerárquicamente de manera que los saberes más universales, necesarios y evidentes aportan sus propios conocimientos como premisas de otras ciencias. Así, el entero conjunto del saber científico habrá de depender de una ciencia que posea esas tres características en grado máximo. Las diversas corrientes filosóficas expuestas hasta aquí ponen en duda la existencia de tal saber. Sin embargo, el realismo metafísico identifica esta ciencia primera con la denominada tradicionalmente filosofía primera o metafísica, que estudia la realidad en sí misma y no una parte o aspecto de ella, como las ciencias particulares.
2.2 La Metafísica es la Ciencia de los Primeros Principios
El punto de partida de la metafísica, como acabamos de ver, es evidente: la realidad. Podemos conocer con verdad y hacer ciencia porque somos capaces de conocer la realidad. Ahora bien, solo conceptos no sabemos si lo pensado tiene solo la realidad de un pensamiento o si tiene una realidad propia, independiente. Estos juicios primeros se denominan primeros principios y son objeto propio de estudio de la metafísica; por eso, la metafísica se define también como la ciencia primera. El primero de estos principios, el básico y prioritario, es el llamado principio de no contradicción. Este principio es evidente; además, es un principio necesario, por último, universal. Existen otros principios, denominados primeros principios: a) el principio de identidad: cada ente es lo que es, por tanto, es idéntico a sí mismo y no se diferencia de sí. b) el principio de tercero excluido: entre el ser y el no ser no hay un tercero; por ello, de todo puede afirmarse o bien que es o bien que no es. c) el principio de causalidad: lo que es por sí mismo es por otro; en consecuencia, todo lo que podría no haber sido tiene una causa de que sea.
3. La Estructura Radical de la Realidad
3.1 El Sujeto y las Categorías
Toda realidad ha de ser algo a lo que se puede atribuir un determinado modo de ser. Ese algo se denomina en filosofía sujeto. Ya Aristóteles observó que en el mundo físico unas cosas son distintas de otras y que cada una de ellas constituye una unidad en sí misma. A la vez, constató que esas realidades poseen una serie de propiedades que se pueden perder o ganar sin dejar de ser ellas mismas. A las realidades que son sujetos las denominó sustancias y las características inherentes a ellas. La sustancia y los accidentes son los géneros máximamente universales en que pueden clasificarse las dos posibles maneras de ser de un sujeto. No hay nada en el mundo que no pueda clasificarse bajo los géneros a los que Aristóteles denominó categorías. De este modo, la sustancia puede describirse como el modo de ser que es en sí mismo, es decir, aquel que es un sujeto y no existe en otro; por ejemplo, caballo. En cambio, ser negro o castaño son modos de ser que se dan en el caballo: de ahí su carácter de accidentes inherentes a la sustancia. Se distinguen 9 tipos de accidentes: cualidad, relación, acción, pasión, donde, posición, cuándo y hábito.
3.2 La Sustancia de la Naturaleza
Al principio e intrínseco de la realidad de cada sustancia que determina su modo específico de obrar se le denomina naturaleza.
3.3 La Realidad del Cambio
Aristóteles advirtió que las realidades cambiantes tienen en presente un modo de ser determinado, pero además tienen la capacidad de llegar a ser de otro modo, perfeccionándose, es decir, haciéndose. De las primeras perfecciones se dice que el sujeto las tiene en acto; de las segundas, que las tiene en potencia. Por lo tanto, se denomina potencia a la capacidad real de recibir una perfección. El sujeto está en potencia respecto a perfecciones concretas que pueden llegar a darse o no. En cambio, actualmente un sujeto es de un modo determinado, es decir, tiene un acto, una potencia o capacidad concreta y no otra. Así, el cambio es el paso de ser en potencia al ser en acto. Un sujeto cambia porque pasa a adquirir una perfección que tenía en potencia. Hay dos tipos fundamentales de cambio: A) cambio sustancial: una sustancia se transforma en otra diferente a ella; B) cambio accidental: permaneciendo la sustancia, cambia alguna de sus propiedades o accidentes.