Relación entre el Cerebro y la Mente: Explorando el Dualismo y el Materialismo

1. Mente, Cuerpo y Persona: El Enigma Cerebro-Mente

El ser humano se compone de dos dimensiones fundamentales: el cuerpo y la mente. A lo largo de la historia, el debate sobre la relación entre estas dos dimensiones, conocido como el «problema cuerpo-alma», ha generado diversas respuestas y soluciones. En la actualidad, este problema se plantea como el enigma de la relación entre el cerebro y la mente.

Sabemos que el cerebro es esencial para explicar el funcionamiento del psiquismo humano. Sin embargo, recibimos mensajes muy distintos sobre esta cuestión. Los avances en inteligencia artificial comparan el cerebro humano con un ordenador potentísimo, mientras que la ingeniería genética plantea la posibilidad de modificar la información genética de los embriones, lo que implica la capacidad de programar cambios en las características de una persona antes de nacer.

Estas ideas nos llevan a cuestionarnos si nuestra mente es únicamente una manifestación del cerebro, determinada por la información contenida en nuestros genes, o si existe algo más allá. Las diferentes creencias religiosas y espirituales plantean la posibilidad de la existencia de un alma, una entidad independiente de nuestro cuerpo que podría sobrevivir a la muerte física.

2. Teorías sobre el Cerebro y la Mente

Las investigaciones sobre la relación entre el cerebro y la mente se pueden clasificar en tres grupos principales:

2.1. Monismo Materialista

El monismo materialista, con raíces en Demócrito y Epicuro, sostiene que los fenómenos mentales se explican únicamente por su base material, localizada en el cerebro. Dentro de esta corriente, encontramos diferentes perspectivas:

2.1.1. Materialismo Fisicalista

El fisicalismo, defendido por pensadores como José Ferrater Mora y Paul Feyerabend, afirma que las actividades mentales son simplemente procesos fisicoquímicos o neurofisiológicos.

2.1.2. Materialismo Cibernético

El materialismo cibernético, representado por figuras como Alan Turing, compara el cerebro con un ordenador complejo. Según esta visión, la actividad mental no es más que la actividad combinada del cerebro, un sofisticado procesador de información.

2.1.3. Materialismo Emergentista

Investigadores como Mario Bunge proponen el materialismo emergentista, que sostiene que lo mental, aunque no se reduce a lo físico, emerge evolutivamente de la materia. Según Bunge, solo existe una sustancia, la materia, pero con diversas propiedades que surgen a través de la evolución. La materia se organiza en diferentes niveles de complejidad: químico, biológico, y finalmente, el nivel mental.

Para los emergentistas, el cerebro es un biosistema con propiedades resultantes (propias de sus componentes individuales) y propiedades emergentes (propias del sistema en su conjunto). Las propiedades emergentes, como la conciencia, la sensación y el pensamiento, no están presentes en las células nerviosas individuales, sino que surgen de la interacción compleja de todas ellas.

2.2. Teorías Dualistas

Las teorías dualistas postulan que el ser humano no puede reducirse únicamente a la materia o al espíritu, sino que es una combinación de ambos. A lo largo de la historia, han surgido diferentes formas de dualismo:

2.2.1. Dualismo Platónico

Platón concebía al ser humano como un compuesto accidental de cuerpo y alma. Para él, el alma es inmortal, inmaterial y preexistente al cuerpo. El alma es el principio vital y su función principal es el conocimiento. El cuerpo, por otro lado, es material y mortal, una prisión que limita al alma y la distrae de su verdadera naturaleza.

2.2.2. Hilemorfismo

Aristóteles, en contraste con Platón, propuso el hilemorfismo, que considera al alma y al cuerpo como dos principios inseparables de una única sustancia: el ser humano. El cuerpo (hyle) no puede existir sin una forma (morphé) que lo organice, y el alma proporciona esa forma al ser humano, dotándolo de vida, sensación, pensamiento y lenguaje.

Aristóteles tuvo dificultades para conciliar la inmortalidad del alma con su teoría hilemórfica. Para resolver esto, distinguió dos aspectos del nous (mente o intelecto): el intelecto paciente (mortal y receptor de información sensorial) y el intelecto agente (inmortal, capaz de abstraer ideas universales).

Tomás de Aquino, influenciado por Aristóteles, adaptó el hilemorfismo al cristianismo. Para él, el alma es la forma del cuerpo, pero también puede existir de forma separada tras la muerte, hasta el día de la resurrección, cuando se unirá a un nuevo cuerpo glorioso.

2.2.3. Dualismo Cartesiano

René Descartes (1596-1650) propuso un dualismo radical basado en la distinción entre dos sustancias: la sustancia extensa (cuerpo) y la sustancia pensante (alma). Descartes creía que la glándula pineal era el punto de conexión entre estas dos realidades.

2.2.4. Dualismo Interaccionista

John Eccles, en el siglo XX, defendió un dualismo interaccionista que reconoce la importancia tanto del cerebro como de la mente. Según Eccles, el cerebro por sí solo no puede explicar la experiencia consciente. Propuso que la interacción entre la mente y el cerebro ocurre en las sinapsis neuronales, específicamente en las dendronas (agrupaciones de dendritas) y las psiconas (unidades hipotéticas de la actividad mental).

Para Eccles, la mente (o alma) es una entidad no material que interactúa con el cerebro a través de mecanismos bioquímicos, bioeléctricos y cuánticos. Esta interacción da lugar a la experiencia consciente y al sentido del yo.

En conclusión, la relación entre el cerebro y la mente sigue siendo un misterio complejo y fascinante. Las diferentes teorías, desde el materialismo hasta el dualismo, ofrecen perspectivas valiosas para comprender este enigma. A medida que la ciencia avanza, es posible que se revelen nuevos conocimientos que arrojen luz sobre la naturaleza de la conciencia y la relación entre nuestra mente y nuestro cerebro.