San Agustín: Conceptos Clave, Influencia y Contexto Histórico

San Agustín: Nociones Fundamentales

Noción I: Escepticismo Académico y Certeza de la Propia Existencia

El escepticismo académico niega la posibilidad de alcanzar cualquier tipo de conocimiento: no hay ningún criterio de verdad absoluto, y no hay nada de lo que podamos estar absolutamente seguros. Los criterios de verdad sólo pueden estar basados en razones subjetivas, pero nunca en razones objetivas. Por este motivo, los escépticos afirman que las cosas pueden ser razonables, pero nunca ciertas o verdaderas. Esta postura se deriva del dualismo platónico y se opone frontalmente a la consideración del cristianismo como una verdad absoluta.

San Agustín, en su obra Contra académicos, tratará de demostrar que es posible alcanzar conocimientos verdaderos, absolutos e indudables. Sin recurrir a la fe, sólo mediante el uso de la razón, podemos alcanzar tres verdades que contradicen la postura de los escépticos:

  1. Existo.
  2. Conozco que existo.
  3. Amo la existencia y el conocimiento.

Nada podrá ponerlas en duda. El punto de partida es: si fallor, sum; es decir, aunque me engañe acerca de mi existencia o de cualquier otra cosa, no podré dudar de que, por el mero hecho de engañarme, estoy existiendo. Estas verdades son alcanzadas por la mente en sí misma, mediante autoconsciencia o autorreflexión, sin necesidad de recurrir a los sentidos. Según su teoría de la iluminación, San Agustín dice que el conocimiento de las verdades eternas también puede ser alcanzado mediante la luz de la razón. Desde uno mismo, las verdades eternas se presentan ante nosotros por iluminación divina. Al tener su origen en Dios, el conocimiento de estas verdades se implican mutuamente.

Noción II: Amor a la Existencia y Amor al Conocimiento

El amor a la existencia y al conocimiento es una de las tres verdades irrefutables que San Agustín argumenta en contra de los escépticos:

  1. Existo.
  2. Conozco que existo.
  3. Amo mi existencia y mi conocimiento.

El amor a la existencia es un impulso natural compartido por todos los seres. Todos tenemos la tendencia a seguir existiendo y huir de la no existencia. Si se nos ofreciera la posibilidad de elegir entre vivir eternamente siendo infelices o dejar de existir, escogeríamos la primera opción. Incluso los seres inertes tienden a permanecer siempre en el mismo estado.

El amor al conocimiento es propio y exclusivo de los seres humanos. Amamos conocer y odiamos ser engañados. Preferimos estar cuerdos e infelices antes que locos y felices, conocer y sufrir antes que ignorar y no sufrir. El resto de seres, también participan en el mismo a través de su naturaleza física: interactúan con la realidad, y pueden ser conocidos o contemplados por el ser humano.

San Agustín considera que la naturaleza humana se compone de cuerpo y alma. El alma es la parte superior, su naturaleza es espiritual y tiende a buscar la sabiduría. El único camino para alcanzarla está en la interiorización, la autorreflexión y la autoconciencia: sólo el conocimiento radical de uno mismo. Este camino hacia la interiorización, o sentido del hombre interior, hace posible que tengamos la certeza de conocer y amar nuestra existencia.

El Hombre como Imagen de Dios

Según la idea de la creación cristiana, Dios crea el mundo desde la nada de acuerdo con las Ideas Eternas. Hablamos de un Dios único y creador, pues es causa formal o ejemplar del mundo y hace a su imagen y semejanza al hombre.

En la concepción agustiniana de la creación están presentes las Ideas que Platón utilizó para explicar la formación del mundo. El mundo está ordenado por grados, siguiendo el modelo plotiniano de la perfección de los seres, por el cual el ser humano es el más perfecto de todos. Dios permanece fuera del orden cósmico, pues en él todo es perfección. En Dios está el fundamento del universo y de su orden físico, intelectual y moral. Para San Agustín, el hombre es el gran milagro de Dios, que lo ha creado para que tenga conciencia y semejanza del creador. El hombre ocupa un lugar intermedio en el cosmos.

La concepción agustiniana de Dios es la de tres personas divinas y un solo dios verdadero, el dogma de la Trinidad, la distinción de tres personas divinas en una sola y única esencia. La idea central de San Agustín es la siguiente: somos, conocemos y amamos a nuestro ser y a nuestro conocimiento. El alma humana es como el Padre, y de su ser engendra la inteligencia de sí misma que es como el Hijo, y la relación amorosa de este ser con su inteligencia es como el Espíritu Santo. El hijo proviene del padre, y el espíritu santo proviene del padre y del hijo. Las tres personas de la Trinidad aparecen reflejadas en el alma humana de la siguiente manera: ser (Padre), conocer (Hijo) y amar (Espíritu Santo). Así mismo, el alma humana posee tres facultades: memoria, inteligencia y voluntad. La memoria, la inteligencia y la voluntad constituyen una sola vida, una sola mente y una sola esencia. Así confluyen en la antropología de San Agustín la concepción bíblica del hombre como imagen de Dios y la corriente griega del homo rationalis.

Según Agustín de Hipona, la creación es una acción de la voluntad divina en la que se crea todo lo que existe, todo lo que existió y todo lo que existirá. La creación es un acto de amor. Todos los seres se crearon en el momento de la génesis. El ejemplarismo es una característica de toda la escuela agustiniana durante la Edad Media: el mundo es destello del divino modelo, reflejo de las Ideas divinas, las cosas creadas tienen sus Ideas o rationes en Dios. Las esencias están presentes en la mente divina desde toda la eternidad.

Las ideas divinas son formas o modelos arquetípicos o razones estables e inmutables, que están contenidas eternamente en la mente divina y son siempre iguales. Ni nacen ni perecen, sino que todo cuanto nace o perece se forma según ellas.

Sabiduría e Iluminación

El planteamiento agustiniano está dirigido por su afán de alcanzar a Dios, su conocimiento y los niveles que se presentan antes de llegar a él. El punto de partida en la teoría del conocimiento de San Agustín es la autoconciencia o autorreflexión, que también se le considera el instrumento inicial para alcanzar la verdad.

En esta teoría agustiniana podemos distinguir 3 tipos de conocimiento:

1. Conocimiento sensible: es el que percibimos por medio de los sentidos. No es un conocimiento verdadero puesto que sólo nos ofrece opinión, que es el grado más bajo de conocimiento. Según Agustín, hay conocimiento de dos clases de cosas: de aquellas que la mente percibe a través de los sentidos corporales y de aquellas que la mente percibe por sí misma. Las primeras son objetos materiales (del mundo sensible) y las segundas son el mundo inteligible al que la mente humana conoce independientemente de la experiencia sensorial.

2. Conocimiento racional: está dirigido a la acción. Parte de los datos de la sensación y emite juicios sobre los objetos que conoce a través del conocimiento sensible, comparándolos con los modelos eternos (ideas, formas, rationes) que residen en la mente de Dios.

3. Conocimiento contemplativo o sabiduría: en él se contemplan los verdaderos modelos de las cosas; las verdades necesarias, inmutables y eternas. Es el ideal de sabiduría contemplativa. Al conocimiento de esas ideas, formas o rationes no puede llegar nadie sin la intervención de Dios, sin la ayuda de Dios a través de la iluminación. Dios está presente en todos los grados de conocimiento y el hombre lo necesita y depende de él. La iluminación es una gracia divina que Dios otorga al hombre para poder superar las limitaciones de la mente humana (finita, temporal…) y poder alcanzar estas verdades inmutables y eternas. Se dice que la verdad está en el interior del hombre, de modo que el camino para llegar hasta Dios está en uno mismo.

En la teoría de la iluminación hay claras influencias del pensamiento de Platón y del neoplatonismo. El amor orienta la vida del cristiano hacia ese Dios personal, para ello el hombre debe realizar esa búsqueda interior para alcanzar la trascendencia: ese movimiento se llama interiorización. En el proceso de interiorización encontramos tres momentos correspondientes a los tres tipos de conocimiento señalados:

  1. Aversión al mundo sensible.
  2. Introversión, descubrimiento de las Ideas como modelos eternos.
  3. Trascendencia, la unión con Dios como fundamento último.

Sólo los hombres que se esfuercen y desplieguen su interioridad serán dignos de alcanzar la gracia divina: sólo por iluminación alcanzamos el conocimiento último de las cosas, la verdad de todo, la existencia de Dios y su creación. El hombre, sin la gracia divina, es incapaz de cumplir la ley: la imposibilidad del hombre de elegir entre el bien y el mal. El hombre es responsable de sus acciones, aunque la gracia le empuje hacia el bien. San Agustín identifica el mundo inteligible con la mente divina, las ideas arquetípicas. Las ideas o formas están dentro de la mente divina y la iluminación es la concepción agustiniana del conocimiento.

Contextualización de San Agustín

San Agustín (354-430) nace en Tagaste (Argelia). Es ordenado sacerdote y más tarde obispo auxiliar de Hipona. Su pensamiento se sitúa dentro de la patrística, en la Filosofía Medieval, los padres de la Iglesia establecen los principales dogmas del cristianismo. El neoplatonismo le libera de las cadenas del materialismo maniqueo y le facilita el conocimiento de una realidad inmaterial. Durante los años 413 al 416 escribe La ciudad de Dios.

En las obras de San Agustín encontramos una formulación completa del pensamiento cristiano. Entre sus obras más importantes podríamos citar las siguientes:

  1. Confesiones. Obra autobiográfica donde explica el camino que ha seguido hasta alcanzar el conocimiento de Dios.
  2. Contra académicos. Obra donde combate el escepticismo y defiende la posibilidad de alcanzar un conocimiento verdadero y cierto.
  3. La ciudad de Dios. Es la síntesis más completa del pensamiento filosófico, teológico y político de San Agustín.
  4. La Trinidad. Principal obra dogmática donde desarrolla todo su pensamiento acerca del misterio de la Trinidad.

La ciudad de Dios es una obra escrita por San Agustín con el deseo de defender a los cristianos de las críticas de los paganos. La obra consta de 22 libros compuestos, a su vez, por varios capítulos cada uno. Los diez primeros libros versan contra los errores paganos. Los 12 restantes exponen los principios fundamentales de la fe cristiana. Para San Agustín, la fe y la razón, conjunta y solidariamente, tienen como misión comprender la verdad cristiana. La razón tiene un papel preparatorio, la fe ayuda e ilumina al hombre en la búsqueda de la verdad cristiana y la razón aclara y explica los contenidos de la fe.

El texto que comentamos corresponde a los capítulos 26 y 27 del libro XI de La ciudad de Dios. El capítulo 26, titulado “Imagen de la soberana Trinidad”, habla del hombre como la criatura más perfecta de Dios por haberlo hecho a su imagen y semejanza. Esta semejanza se ve reflejada en la correspondencia existente entre las tres personas de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y las tres facultades del alma humana (ser, conocer y amar). El capítulo 27 trata del amor a la existencia.

San Agustín pertenece a la tradición filosófica platónica. San Agustín adapta las formas o Ideas platónicas: las Ideas o formas que están en la Mente de Dios, como dice ahora San Agustín. Las formas (o Ideas) habitan en Dios y todo cuanto existe ahora estaba antes en la mente de Dios. Mediante el ejemplarismo divino Dios ilumina al hombre para que pueda alcanzar su conocimiento. La conciencia religiosa de los neoplatónicos no se satisfacía con el concepto de emanación. Dios creó el mundo mediante un acto de bondad y generosidad. El mal no existe como forma, tan sólo se entiende como una privación de bien.

San Agustín debate con los escépticos de la Academia Nueva. Los escépticos decían que no es posible conocer con certeza verdad alguna y que para la vida práctica basta con la probabilidad. San Agustín afirma lo contrario: podemos conocer la verdad. El hombre puede alcanzar la verdad desde su interior. La autoconciencia se extiende a toda la trinidad humana: conozco que existo, conozco que conozco y conozco que amo. El pensamiento de San Agustín marcará la Edad Media hasta el siglo XIII, donde Santo Tomás, a partir de la filosofía de Aristóteles, elabora la segunda gran corriente del pensamiento cristiano. Muchos de los principales dogmas de la Iglesia fueron planteados, discutidos o elaborados por San Agustín, cuyo pensamiento ha llegado a tener un peso enorme en todo el Cristianismo. Más tarde, en el Renacimiento, habrá un interés renovado por el neoplatonismo agustiniano. Y al comienzo de la Edad Moderna, Descartes expondrá su filosofía a partir de la misma certeza que había planteado San Agustín: “cogito, ergo sum” (pienso, luego existo); es decir, la autoconciencia de uno mismo a partir del pensamiento es la base y el fundamento de cualquier otro conocimiento.

Locke: Conceptos Clave

Noción II: Ley Natural y Leyes Establecidas

La ley natural es la regla de conducta que debemos seguir por el hecho de ser personas. Es la ley que rige el estado de naturaleza previo a cualquier organización social o política. Forma parte de nuestra naturaleza humana y tiene una existencia objetiva. Locke la entiende como un mandato de Dios, una regla de la razón y una ley contenida en todas las cosas tal y como éstas son. La ley natural tiene su fundamento en el derecho natural: un conjunto de leyes surgidas de la propia naturaleza. Se trata de una ley moral que establece los límites a la conducta y la conciencia de las personas: siendo todos iguales, ninguno puede dañar a otro en su libertad, salud, vida o propiedad. La ley natural está escrita en el corazón de las personas y es prueba de la igualdad de los seres humanos como seres racionales.

Lo contrario a la ley natural son las leyes establecidas. Las leyes establecidas son un código establecido por los hombres para regular la vida en sociedad. Por este motivo, las leyes establecidas deben respetar a la ley natural. Una vez descubierta por la razón, la ley natural se nos muestra como el mejor camino para alcanzar la felicidad de todas las personas y evitar todo tipo de conflictos. En el estado de naturaleza no existe ningún tipo de organización social o política capaz de obligar a todo el mundo a cumplir y respetar la ley natural, de manera que algunos individuos pueden violar los derechos y libertades de los demás. Algunas personas ni siquiera serían capaces de descubrir con su razón aquello que dice la ley natural, y otras, simplemente, no querrán respetarla. Esa es la razón de que necesitemos unas leyes establecidas que muestren a todo el mundo por igual cuáles son los derechos y obligaciones contenidos en la ley natural.

Noción I: Estado de Naturaleza y República

El Estado de Naturaleza es la situación previa a la sociedad y a la política, anterior a la agrupación de las personas en un Estado. Representa la condición original de toda la humanidad en su estado más primitivo, antes de la invención de cualquier forma de organización social. En el Estado de Naturaleza todos los individuos son absolutamente libres e iguales, y cada uno tiene un poder ilimitado para disponer de sí mismo y su propiedad. Las relaciones entre individuos se rigen por la ley natural que cada uno puede descubrir por medio de su propia razón. Esta ley natural establece una serie de derechos fundamentales que tienen todos los individuos: derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad privada y al castigo. Si estos derechos fueran respetados por todos los individuos, el Estado de Naturaleza sería pacífico y ordenado.

Los principales inconvenientes del Estado de Naturaleza son los siguientes:

  1. Ausencia de una ley establecida y conocida por todos que nos permita interpretar adecuadamente la ley natural.
  2. Inexistencia de un juez imparcial capaz de decidir cuándo se incumple la ley y qué castigo corresponde a cada delito.
  3. No hay un poder organizado que asegure la aplicación y el cumplimiento de las leyes.

La palabra “república” proviene de la expresión latina “res publica”, que podemos traducir como la cosa pública, el Estado o la sociedad política. Para Locke, la República es el Estado elegido por los ciudadanos que son gobernados, está regido por leyes y su objetivo es el bien común de toda la sociedad y la garantía de las libertades individuales. La República (o Estado) es una institución social establecida a partir de la siguiente división de poderes: legislativo (poder para hacer las leyes), ejecutivo (poder para hacer cumplir las leyes), judicial (poder para juzgar y castigar) y federativo (poder para regular las relaciones exteriores de la sociedad).

Las personas se unen en una República (o Estado). Cada individuo cede una parte de sus poderes a la República, por ejemplo, el poder de castigar o el poder para interpretar y aplicar la ley natural: estos poderes quedan en manos de la República (o Estado), quien se encargará de ejercerlos. Conocida la existencia en el Estado de Naturaleza de la ley natural, basada en la razón, ésta es quien hace posible la convivencia social pacífica mediante un voluntario sometimiento de las libertades individuales a un poder superior para que éste las proteja: el Estado.

Tema I: Derecho Natural y Pacto Social

El derecho natural es el conjunto de derechos que tiene cada persona por el hecho de ser humano. El derecho natural contiene las leyes naturales que rigen en el estado de naturaleza y que podemos descubrir mediante la razón. La existencia de estos derechos es defendida por una postura llamada iusnaturalismo. El derecho natural más importante, según Locke, es el derecho de propiedad. Tenemos derecho a ser propietarios del fruto de nuestro trabajo El límite de la propiedad está en el límite del esfuerzo y el trabajo que podamos llevar a cabo; es decir, sólo seré propietario de aquello que pueda conseguir por mí mismo. La única excepción está en el derecho de herencia, ya que Locke considera que también existe un derecho natural a heredar la propiedad sin necesidad de haber trabajado antes. El derecho natural de propiedad puede verse alterado por el uso del dinero. Con el dinero se pueden acumular riquezas sin necesidad de que haya un trabajo previo, pudiendo provocar desigualdades entre los individuos a la hora de ejercer este derecho. Estas desigualdades serían cada vez mayores, por lo que se hace necesario regular el régimen de propiedad con el fin de controlar esas situaciones.

El pacto social es un acuerdo o contrato entre individuos que deciden organizarse en sociedad. Se trata de un pacto entre iguales que supone el paso del estado de naturaleza al estado civil (República o Estado). La organización política es algo natural en el ser humano, ya que sólo así puede garantizarse la defensa y conservación de los derechos naturales. Mediante el pacto social, cada individuo acepta la voluntad de la mayoría y renuncia a una parte de su libertad, y a cambio recibe seguridad y tranquilidad. Así mismo, mediante el pacto social se establecen una serie de leyes que hacen posible la libertad de los individuos y el respeto a sus derechos. Es necesario establecer un poder político que garantice la protección de los derechos naturales de los individuos. El pacto social se produce entre los gobernados y el gobierno: el gobierno hace posible el bienestar de los gobernados y cuida sus derechos. Los gobernados ceden una parte de sus derechos, dejándolos en manos del gobierno. Así es como quedan regulados los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial depositados en el Estado. Gobernantes y gobernados adquieren una serie de obligaciones entre sí. El pacto social no implica una sumisión absoluta. Si el gobierno abusa de su autoridad o viola los derechos de los gobernados, éstos últimos tienen el derecho de protestar, desobedecer.

Tema II: Teoría del Poder Político

La teoría política de Locke forma parte de la tradición liberal y está basada en la conservación de la propiedad privada individual, entendida como el derecho natural más importante. Se trata de un fundamento racional que cuenta con el acuerdo de todas las partes implicadas. Si no quiere volver al estado de naturaleza, eso significa que acepta las reglas sociales de la sociedad política. El Estado debe contar con el voto de los ciudadanos y, a cambio, garantizar su seguridad y bienestar. El poder proviene del pueblo. El gobierno tan sólo debe responder a la voluntad de ese poder. La sociedad civil tiene predominio sobre el Estado. En el primitivo estado de naturaleza, todos los hombres son libres e iguales. La ley natural es la que gobierna y guía a todos en el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de sus semejantes. El Estado, por lo tanto, no es algo natural sino elegido para evitar los problemas que puedan surgir en el estado de naturaleza.

El poder legislativo es el poder supremo de toda comunidad política. Su principal función consiste en proteger la vida, la libertad y la propiedad. Todos los demás poderes estarán supeditados a éste. Pero el poder legislativo no es un poder absoluto y debe cumplir con las siguientes condiciones:

  1. Las leyes promulgadas serán iguales para todos, sin excepción.
  2. Las leyes estarán inspiradas en el bien del pueblo.
  3. Las leyes serán promulgadas y aceptadas por el pueblo, y no dictadas por decreto o de manera imprevisible.
  4. El poder legislativo sólo recae sobre aquellas personas en las que el pueblo ha depositado su confianza, de manera que no puede ser transferido a nadie sin contar con la voluntad del pueblo.

Además del poder legislativo, existen otros tres poderes: el ejecutivo, encargado de que las leyes se cumplan; el judicial, encargado de juzgar y castigar; y el federativo, que representa a la comunidad ante cualquier agente exterior a ella. Todos los poderes dependen de la voluntad de los ciudadanos. Esta división de poderes es muy importante para evitar la aparición de un poder absoluto: al quedar repartido no hay peligro. El gobierno debe proteger a los individuos. A cambio, los individuos se comprometen a mantener al gobierno mediante el pago de impuestos.

Cuando un gobierno abusa de su poder, los ciudadanos tienen derecho a rebelarse contra él. Si el gobierno pone sus intereses por encima de los intereses de la comunidad, la comunidad está en su derecho de reestablecer el interés por el bien general de todos. Las principales formas de gobierno que podemos señalar son:

  1. La democracia, que es el gobierno de la mayoría.
  2. La oligarquía, que es el gobierno de unos pocos.
  3. La monarquía, que es el gobierno de uno solo. Puede ser heredada o electiva.

Cada comunidad puede crear otras formas mixtas de gobierno combinando estas tres. Locke rechaza el origen divino del poder de los reyes, ya que aceptar esto implicaría que los hombres no son libres e iguales por naturaleza. La elección del soberano no depende del derecho divino sino del contrato social. Además, una monarquía absoluta sería contraria a la teoría política de Locke.

Iglesia y Estado deben quedar separados. La conciencia no se puede reprimir porque la fuerza es ineficaz contra la fe. Por otro lado, la verdad no puede ser monopolizada por unos pocos en perjuicio de otros. La libertad religiosa necesita que el Estado y la política queden secularizados, así como también establece una diferencia radical entre lo civil y lo religioso.

Contextualización de Locke

El texto objeto de comentario es un fragmento del Capítulo 9 del Segundo tratado sobre el gobierno civil, del filósofo inglés John Locke (1632- 1704). La obra se divide en diecinueve capítulos subdivididos, a su vez, en diferentes parágrafos. El tema central de esta obra es el origen y fundamento del poder político y de la autoridad, que Locke sitúa en el pacto voluntario entre los súbditos: las relaciones de poder no dependen ni de la voluntad de dios ni del derecho de herencia, sino del acuerdo entre gobernantes y gobernados. Al hilo de esta temática, la obra aborda otras cuestiones de filosofía política entre las que podemos destacar las siguientes: estado de naturaleza y derecho natural; leyes naturales y leyes establecidas; división de poderes; derecho a la propiedad privada; derecho a la sublevación contra los gobiernos injustos…

El Segundo tratado sobre el gobierno civil forma parte de los Dos tratados sobre el gobierno civil, publicados en 1690, donde John Locke defiende los intereses del liberalismo a la luz de las reformas liberales introducidas a lo largo del Siglo XVII.

Otras obras del autor que guardan relación con las ideas expuestas en estos dos tratados son:

  • Ensayos sobre la Ley de la Naturaleza, donde Locke defiende la existencia de unas leyes naturales que afectan a todos los hombres. Estas leyes pueden ser descubiertas mediante la razón.
  • Ensayo sobre el entendimiento humano, investigación sobre los límites y las facultades de nuestro conocimiento.
  • Tratado sobre el gobierno civil, dividido en dos partes. En el primer tratado niega la legitimidad del derecho divino de los reyes, ya que aceptarla implicaría aprobar la desigualdad entre las personas. En el segundo tratado desarrolla una teoría del pacto social como origen del Estado.
  • Carta sobre la tolerancia, diversos escritos acerca de la separación entre la Iglesia y el Estado, un requisito que este autor considera imprescindible para toda sociedad democrática.

El pensamiento de Locke queda encuadrado dentro de la Filosofía Moderna. Los filósofos de este período centrarán sus reflexiones en el valor del conocimiento y la razón, dando una mayor importancia al individuo como sujeto de conocimiento. Locke formará parte de la corriente empirista, que se desarrolla entre los Siglos XVI y XVIII, junto a otros autores como Hume, Bacon o Berkeley. En el Siglo XVIII, Kant formulará magistralmente una síntesis entre Empirismo y Racionalismo que, en sus formas fundamentales, ha perdurado hasta nuestros días.

En el terreno de la filosofía política, Locke es uno de los principales representantes del liberalismo clásico. El liberalismo, con su tendencia naturalista, se enfrentará al absolutismo de origen divino. Así mismo, las ideas liberales representan las exigencias de una burguesía emergente que ve en las antiguas formas de poder un obstáculo para su desarrollo económico, al mismo tiempo que quiere acceder al poder político que, antiguamente, sólo estaba en manos de la nobleza y el clero.

El pensamiento de Locke ha influido en multitud de autores posteriores. Su teoría del conocimiento fue recogida por Hume, quien la tomó como punto de partida para desarrollar su empirismo escéptico. Leibniz elaboró su propia teoría del conocimiento partiendo de una crítica a las ideas de Locke: restó importancia a la experiencia sensible y postuló la existencia de ideas innatas (aquellas que ya están en nuestra mente desde el momento de nacer). Las ideas políticas de Locke fueron recogidas por Rousseau en su obra El contrato social. También ejercieron una gran influencia en Montesquieu, quien llevó las ideas de Locke desde las islas británicas hasta el continente europeo. Adam Smith, Stuart Mill, David Ricardo o John Rawls, por poner sólo unos cuantos ejemplos, son otros de los autores que recibieron la influencia directa de las ideas de John Locke.

Hume: Conceptos Clave

Noción I: Impresiones e Ideas

Todo contenido mental es, para Hume, una percepción. Estas percepciones se dividen en dos: impresiones, cuando son el resultado de sentir, e ideas, cuando son el resultado de pensar. Esto supone una novedad con respecto a otros autores anteriores que, como Descartes o Locke, llamaban idea a cualquier contenido de nuestra mente, de modo que la distinción entre aquellas ideas que proceden de la experiencia y aquellas otras que proceden del pensamiento no quedaba del todo clara.

a) IMPRESIONES. Son los datos de nuestra experiencia: los sentidos (impresiones de sensación), las emociones y las pasiones (impresiones de reflexión). Llegan a nuestra conciencia con mayor fuerza y vivacidad que las ideas, de un modo más claro y directo. En ellas encontramos el origen de nuestro conocimiento, ya que para Hume, como buen empirista, todo conocimiento procede de la experiencia.

Hay dos tipos de impresiones:

  1. Impresiones de sensación. Son los elementos de la experiencia externa. Se perciben por los sentidos y tienen su origen en el mundo exterior. En ellas incluimos todo tipo de sensaciones: calor-frío, dolor-placer, colores, sonidos, sabores, texturas, tamaños, formas… Estas impresiones van dejando en nuestra mente huellas o copias del original que, más tarde, nuestra memoria y nuestra imaginación serán capaces de recrear, dando lugar a las correspondientes ideas de calor-frío, dolor-placer, colores…
  2. Impresiones de reflexión. Son los elementos de la experiencia interna. Son las emociones y las pasiones que se despiertan en nuestra mente cuando pensamos en algo. Las ideas de calor-frío, por ejemplo, no nos calientan ni nos enfrían pero sí pueden despertar en nosotros el deseo de calentarnos o refrescarnos. Se trata de la mente percibiéndose a sí misma.

b) IDEAS. Son copias de las impresiones, imágenes o huellas debilitadas que van quedando en nuestra mente como un rastro de la experiencia.

Al igual que ocurre con las impresiones, también existen dos tipos de ideas:

  1. Ideas de la memoria. Son reproducciones fieles de las impresiones, que aparecen en nuestra mente tal y como se dieron en la experiencia.
  2. Ideas de la imaginación. Se forman por asociación o alteración de nuestras ideas de la memoria.

Básicamente, la distinción entre impresiones e ideas se corresponde con la diferencia que existe entre la percepción del dolor cuando nos damos un golpe y la percepción de ese mismo dolor cuando recordamos, más tarde, el golpe que nos hemos dado.

Tanto las impresiones como las ideas pueden subdividirse en simples y complejas: las impresiones e ideas simples son aquellas que no pueden descomponerse en otras impresiones e ideas más sencillas; las impresiones e ideas complejas, por su parte, estarían formadas por la suma de dos o más impresiones o ideas simples. Para explicar esto, establece tres principios o leyes de asociación entre ideas:

  1. Semejanza. Asociamos ideas que tienen cierta semejanza entre sí.
  2. Contigüidad espacio-temporal.
  3. Causalidad. Entre las ideas también existe una relación de causa y efecto, de modo que el recuerdo de una puede conducirnos a la otra.

Noción II: Límite del Pensamiento y Principio de Copia

La experiencia es la única fuente válida para el conocimiento. O, dicho de otro modo, no podemos conocer nada que esté más allá de la experiencia. Así, la experiencia es a la vez origen y límite del conocimiento, ya que sólo conocemos a partir de ella y nunca más allá de ella.

Cada idea que hay en nuestra mente, ya sea simple o compleja, tiene su origen en una impresión determinada. Incluso aquellas ideas complejas que provienen de la asociación de distintas ideas simples (recordemos que las ideas se asocian entre sí siguiendo los principios de semejanza, contigüidad espacio-temporal y causalidad) proviene, en última instancia, de las impresiones simples que dieron origen a dichas ideas simples. Cuando esto no es así, cuando una idea determinada no tiene su correspondiente impresión previa, nos encontramos ante una palabra vacía, un término metafísico, una abstracción sin contenido real, una ficción que no nos aporta ningún conocimiento.

Este planteamiento es lo que se conoce como principio de copia, y será empleado por los empiristas como criterio para determinar si un conocimiento tiene o no alguna validez. Una idea es válida sólo cuando podemos determinar qué impresión está en su origen. En caso contrario, la idea no tendrá validez epistemológica y quedará reducida a simple ficción metafísica. Por lo tanto, las impresiones son los átomos que componen la materia de nuestro conocimiento.

Hume aportará dos argumentos para defender este principio:

1) Es imposible tener ideas que no provengan de la experiencia. Las ideas innatas no existen. Incluso cuando tenemos ideas compuestas muy elaboradas y alejadas de su correspondiente impresión compuesta, éstas siempre se pueden analizar en ideas simples que tienen su origen en impresiones simples.Las ficciones, por lo tanto, al margen de su falta de validez como conocimientos, también tienen su origen último en la experiencia.2) Las ideas siempre son copias de impresiones. Si una persona carece de un sentido, es imposible que adquiera las ideas propias de ese sentido (una persona ciega no puede tener ideas de colores o formas). Así mismo, si alguien nos habla de un objeto que jamás hemos visto o experimentado no seremos capaces de hacernos una idea acertada de dicho objeto. Y por último, tampoco somos capaces de tener ideas correspondientes a sentidos o facultades propias de otra especie.

CONTEXTUALIZACIÓN DE DAVID HUME (2012) OBRAS David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711 y murió en Londres, en 1776. Aunque inicialmente se dedicó al comercio, mostró un gran interés por la literatura y la filosofía, trasladándose a Francia para estudiar en el mismo Colegio que Descartes. Allí elaboró su Tratado de la naturaleza humana (1739), considerada en la actualidad su obra más importante, aunque sin buena acogida en su época. Por eso, en 1748 reelabora la primera parte de dicha obra bajo el título Investigación sobre el conocimiento humano (1748), escrito al que pertenece el texto que estamos comentando. En esta obra, se propone fijar los límites del conocimiento humano con un programa crítico que desemboca en un escepticismo moderado, consecuencia última de la tesis empirista.Hume obtuvo un prestigio como ensayista e historiador. Los seis volúmenes de su Historia de Inglaterra abarcan desde los reinos sajones hasta la Revolución Gloriosa de 1688, y se vendió mucho en su época. Asimismo, el ensayo de Hume De la superstición y la religión estableció las bases del pensamiento laico. Aunque su producción intelectual fue extensa, sus obras más importantes son:* Tratado sobre la naturaleza humana: Un intento de introducir el método de razonamiento experimental en las cuestiones morales.(1739–1740)Libro 1: “Del entendimiento”  es un tratado que comprende desde el origen de las ideas a su división.Libro 2: “De las pasiones” es un tratado de las emociones.Libro 3: “De la moral” abarca las ideas morales, la justicia, las obligaciones, y la benevolencia.Hume esperó a ver si el Tratado alcanzaba el éxito, y de ser así lo completaría con libros dedicados a la política y a la crítica. Sin embargo, no lo logró, así que nunca lo completaría.* Investigación sobre el entendimiento humano (1748)Contiene revisiones de los puntos principales del Tratado, Libro 1, con la adición de material sobre el libre albedrío, milagros, y el argumento del diseñador. Es la obra que estamos comentando.* Investigación sobre los principios de la moral (1751)Otra revisión de temas tratados en el Tratado con un enfoque más didáctico. Hume lo consideró el mejor de sus trabajos filosóficos, tanto por sus ideas filosóficas como por su estilo literario. En esta obra expone su teoría del emotivismo moral.* Diálogos sobre la religión natural (1779)Publicada póstumamente por su sobrino, también llamado David Hume. Es una discusión entre tres personajes de ficción que esgrimen argumentos para probar la existencia de Dios.


INFLUENCIAS El empirismo es una corriente filosófica que comienza con Francis Bacon y se extiende a lo largo de los siglos XVII y XVIII, hasta Hume, coexistiendo con el racionalismo. La tesis empirista considera que la experiencia es la fuente de todo conocimiento humano y niega la existencia de cualquier idea innata en la mente. Esto implica que la razón es dependiente y limitada a la experiencia, y vacía antes del primer contacto con esta. Los empiristas dan prioridad al método inductivo y consideran que el conocimiento sobre el mundo es sólo probable. El contexto filosófico del empirismo del siglo XVIII, donde se sitúa Hume, está determinado por dos factores fundamentales. En primer lugar, la Universidad de Oxford, dedicada a la observación y a los problemas concretos, y en la que se forman los precursores del empirismo. En segundo lugar, la Ilustración, una etapa cultural, sociológica y política que se desarrolla entre dos revoluciones: la Revolución Gloriosa inglesa de 1688-89 y la Revolución Francesa de 1789. Se caracteriza, según Kant, por ser el paso hacia la mayoría de edad del hombre, que se hace dueño de sí mismo mediante la razón. Sapere aude! (¡atrévete a pensar!) es el lema del Siglo de las Luces, una época marcada por una gran confianza en el progreso de la humanidad.Para elaborar su filosofía, Hume se basa en la física mecanicista de Isaac Newton y en el empirismo inglés del siglo XVII, tomando de Locke conceptos como el de tabula rasa, impresiones e ideas y la crítica al innatismo; y de Berkeley la negación del mundo material.La lectura de Hume despertó a Kant de su sueño dogmático (racionalista); y los “positivistas lógicos”, del siglo XX, continuaron su proyecto empirista incorporando los nuevos avances científicos.En su obra Investigación sobre los principios de la moral (1751), Hume expone su teoría del emotivismo moral, que será continuada en el siglo XX por Russell y Ayer, entre otros. La crítica de Hume a los valores universales será desarrollada posteriormente por Nietzsche y Sartre.En 1953, Gilles Deleuze le dedica una monografía titulada Empirismo y Subjetividad.El estudio de Hume ha oscilado entre los que enfatizan la vertiente escéptica de Hume (como es el caso del positivismo lógico), y los que, en cambio, consideran más importante la vertiente naturalista.