San Agustín y Santo Tomás de Aquino: Fe, Razón y la Existencia de Dios

San Agustín: Dios, Hombre y Alma

La Creación y la Naturaleza Humana

La filosofía de San Agustín se fundamenta en la idea de la creación del mundo por parte de Dios. Esta concepción, que encuentra su base en el prólogo del Evangelio de San Juan, presenta al hombre como resultado de la acción creadora de un ser supremo, el Dios trinitario del cristianismo. Este enfoque patriarcal sostiene que la revelación se manifiesta a través de la encarnación del Hijo de Dios y su relación con el Espíritu Santo, originándose todo a partir de la nada. Se rechaza, por tanto, la noción griega del origen del mundo a partir del Caos, ya que se afirma la omnipotencia de esta divinidad suprema.

Tras la creación del universo y del hombre, las ideas presentes en la mente divina se proyectan sobre este último, quien, a través de ellas, es iluminado para alcanzar la verdad. San Agustín considera al hombre un ser natural superior dentro de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios y dotado de tres facultades: memoria, entendimiento y voluntad. Sin embargo, un punto crucial en su pensamiento, heredado del dualismo pitagórico y platónico, es la distinción entre cuerpo y alma como dos sustancias diferentes. El alma, semilla de Dios, es inmortal y resucitará tras separarse del cuerpo en el momento de la muerte, a diferencia de este último, que es mortal. No existe una unión sustancial intrínseca entre cuerpo y alma como proponía Aristóteles. Para San Agustín, el alma es superior al cuerpo, ya que forma parte del espíritu de Dios y, a través de ella, cada ser humano recibe la iluminación divina.

Teoría de la Iluminación

La teoría del conocimiento de San Agustín, inspirada en el prólogo del Evangelio de San Juan, postula que el alma, originada en Dios, desarrolla el conocimiento de la verdad y del mundo de forma gradual, a través de distintos grados:

  1. Conocimiento sensible: Percepción de imágenes a través de los sentidos.
  2. Memoria: Recuerdo de lo observado por los sentidos.
  3. Razón inferior: Conocimiento proporcionado por la inteligencia o entendimiento humano.
  4. Razón superior: Conocimiento que proviene de la razón superior, identificada con Dios.

La iluminación divina, por tanto, es un don que Dios concede directamente a cada individuo al nacer. Esta teoría se aproxima a las concepciones religiosas del pensamiento presocrático de origen pitagórico e hindú, relacionadas con la reencarnación.

Santo Tomás de Aquino: Escolástica y la Existencia de Dios

El Auge de la Escolástica

La escolástica, que abarca un extenso período dentro de la Edad Media europea, desde el siglo IX hasta el XII, se caracteriza por la decadencia de la tradición religiosa y bíblica, influenciada por las traducciones de las obras de Aristóteles. El apogeo escolástico se sitúa entre finales del siglo XI y la muerte de Santo Tomás de Aquino (1274), marcando la culminación de un proceso de defensa del monoteísmo cristiano. La base de esta filosofía radica en la demostración de que la fe cristiana y la creencia en Dios son el fundamento de la creación del mundo.

La teología, como ciencia dedicada al estudio de la divinidad revelada y sus manifestaciones en los libros sagrados como la Biblia, se convierte en un pilar fundamental de este período.

Filosofía, Teología y el Problema de la Existencia de Dios

Durante el siglo XIII, la proliferación de traducciones de textos griegos, a menudo acompañadas de comentarios del pensamiento árabe y judío, genera un cambio significativo en el panorama intelectual. Estas obras, que dominaban la cultura y los centros educativos europeos, llevan a la prohibición de las obras físicas o naturales de Aristóteles. Las universidades, bajo el control de la Iglesia, se enfrentan a un dilema: los textos aristotélicos contradecían los principios de la fe y la revelación judeocristiana.

Este conflicto entre religión y ciencia o filosofía (fe y razón) se convierte en uno de los principales desafíos para la Iglesia y para Santo Tomás de Aquino, quien se propone resolverlo. El averroísmo de París, que defendía la separación entre las verdades de la fe y las de la filosofía (teoría de la doble verdad), representa una de las principales fuentes de este enfrentamiento.

Santo Tomás se encuentra en una encrucijada entre las ideas del averroísmo latino y el fideísmo de las corrientes cristianas tradicionales, fieles al pensamiento de San Agustín. Su visión filosófica y política se basa en el monoteísmo cristiano y en la moral evangélica tradicional, con una tendencia moral de sentido neoplatónico y agustiniano que distingue entre regímenes considerados malos y positivos. Sin embargo, su principal preocupación es la idea de que la existencia de Dios da sentido al mundo. Desde esta perspectiva, Santo Tomás dedica su vida a explicar que el universo gira en torno a Dios, su creador, quien se ha revelado a través de su Hijo. Su labor teológica culmina con el intento de demostrar racionalmente la existencia de Dios a través de las famosas “Cinco Vías”:

  1. Vía del movimiento: La observación del movimiento en el mundo nos lleva a la necesidad de un primer motor inmóvil, que es Dios.
  2. Vía de la causa eficiente: La existencia de causas eficientes nos conduce a la necesidad de una causa incausada, que es Dios.
  3. Vía de la contingencia: La contingencia de los seres implica la existencia de un ser necesario, que es Dios.
  4. Vía de los grados de perfección: La observación de diferentes grados de perfección en el mundo sugiere la existencia de un ser perfecto y supremo, que es Dios.
  5. Vía de la finalidad: La finalidad observada en los seres inorgánicos, que carecen de inteligencia, requiere de un ser inteligente que los dirija hacia su fin, que es Dios.