Tomás de Aquino: Fe, Razón y la Ley Natural en la Escolástica

Contexto Histórico, Sociocultural y Filosófico

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) vivió el momento de máximo esplendor de la escolástica, la enseñanza y el saber según una tradición originada en las “escuelas” catedralicias y monacales del siglo IX, tras el renacimiento carolingio. Se desarrolló un cuerpo unitario de doctrina, métodos, géneros literarios y cuestiones comunes, reflejando el espíritu colectivo de la Edad Media, similar a la construcción de catedrales, obras de generaciones.

Estas escuelas dieron lugar a las primeras universidades en el siglo XII, como Bolonia, París, Oxford, Cambridge, Palencia y Salamanca. Eran corporaciones de maestros y alumnos, con privilegios, programas e independencia.

El desarrollo económico del siglo XIII favoreció las universidades y el auge de las ciudades, debilitando el feudalismo y dando paso a la burguesía. El arte gótico floreció en edificios civiles y eclesiásticos, especialmente catedrales. Las monarquías centralizaron su poder.

La cultura medieval, marcada por el cristianismo, buscaba comprender la revelación divina, generando debates sobre la creación, el conocimiento de Dios y la relación entre fe y razón.

El mundo musulmán influyó en la escolástica, recuperando obras de Aristóteles a través de pensadores como Avicena y Averroes, y la Escuela de Traductores de Toledo. Tomás de Aquino defendió la compatibilidad del aristotelismo con la fe cristiana, sintetizando corrientes agustinianas y platónicas.

Las órdenes mendicantes, como franciscanos y dominicos (a la que perteneció Tomás de Aquino), reformaron la Iglesia, enfocándose en la formación intelectual y la predicación, con gran presencia en universidades.

Las obras de Tomás de Aquino incluyen comentarios a Aristóteles, Quaestiones (tratados sobre temas específicos), opúsculos y las Summa contra Gentiles y Summa Theologiae, exposiciones sistemáticas de su pensamiento.

Pensamiento

Fe y Razón

La existencia de Dios puede conocerse por fe o razón, ambas originadas en Dios. Fe y razón, expresadas en teología y filosofía, no se contradicen, sino que se complementan. Cada una tiene su ámbito, pero comparten conocimientos como la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y los preceptos de la ley natural.

Demostración de la Existencia de Dios

Tomás de Aquino rechaza la prueba ontológica de San Anselmo, argumentando que la existencia de Dios requiere demostración empírica. Propone cinco “vías” basadas en la experiencia (movimiento, causalidad, contingencia, grados de perfección y orden del mundo), aplicando el principio de causalidad para concluir en la existencia de Dios como motor inmóvil, causa incausada, ser necesario, ser perfectísimo e inteligencia ordenadora.

Conocimiento de Dios

Se conoce a Dios por analogía con el mundo, afirmando sus perfecciones de modo pleno (vía de la eminencia), negando sus limitaciones (vía de la negación) y reconociendo similitudes (vía de la afirmación). Dios es el ipsum esse subsistens (el acto de ser subsistente), a diferencia de las criaturas donde esencia y existencia no se identifican.

Conocimiento Humano

El conocimiento inicia en los sentidos, permitiendo a la inteligencia abstraer conceptos. No hay ideas innatas: “no hay nada en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos“. Se puede conocer la esencia de las cosas y la ley natural.

Ley Natural

La ley natural, criterio de moralidad, se basa en que el fin es el bien (ética teleológica). Dios establece leyes naturales (ley eterna), y la ley natural es la participación de la criatura racional en esta ley. Los preceptos de la ley natural corresponden a las inclinaciones humanas: conservación de la vida, procreación y conocimiento de la verdad. La ética es teleológica y eudaimonista, buscando la felicidad en Dios.

La ley natural es universal, inmutable y cognoscible racionalmente.

Antropología

El hombre es “animal racional” y “animal social”. El alma es la forma sustancial del cuerpo, rechazando el dualismo platónico. El alma es espiritual, incorruptible e inmortal, creada por Dios. La perfección humana se alcanza en sociedad, siguiendo los preceptos de la ley natural. Las leyes positivas deben derivar de la ley natural, buscando el bien común.