Vida y Filosofía de Nietzsche: Vitalismo, Muerte de Dios y Superhombre

Vida y Obra de Nietzsche

Friedrich Nietzsche nació en Röcken. A los cinco años, perdió a su padre, un sacerdote protestante, y fue criado por su madre y sus hermanas. Estudió filología y, a una edad temprana, fue nombrado profesor de griego en una universidad. Admiraba a Wagner por expresar las creencias de la cultura alemana de la Antigüedad. Se dice que se enemistó con él por la influencia de la esposa de Wagner y por su acomodación al exilio. Comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza y abandonó la docencia después de escribir El nacimiento de la tragedia. Residió en distintas ciudades buscando un clima favorable para su enfermedad. Pasaba los veranos en Suiza, donde ascendía diariamente a la cima de un pico cercano a su casa. Se enamoró de la novia del poeta Rilke, una aristócrata rusa. Durante estos años, escribió sus obras y vivió de una pensión. En Turín, presenció la caída de un caballo exhausto por la carga excesiva. Nietzsche intentó defenderlo; lo llevaron a su casa y fue cuidado primero por su hermana y luego por su madre. Finalmente, murió en 1900. En 1901, su madre publicó textos inéditos bajo el título engañoso de Voluntad de poder. Su hermana haría campaña a favor de su hermano dentro del partido nazi.

El Vitalismo de Nietzsche

Todo el mundo considera a Nietzsche un vitalista, es decir, un defensor de la filosofía que sostiene que la vida es irreductible a cualquier otra categoría, y que enfatiza el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional y la fuerza para la subsistencia. La filosofía de Nietzsche puede entenderse como el intento más radical de hacer de la vida lo absoluto: la vida como creación y destrucción, como juego, como ámbito de la alegría y el dolor.

Apolo y Dionisos: Dos Dimensiones de la Realidad

En su obra juvenil El nacimiento de la tragedia, Nietzsche señala que el pueblo griego antiguo supo captar las dos dimensiones de la realidad sin ocultarlas, expresándolas de forma mítica a través del culto a Apolo y Dionisos. Apolo, dios de la belleza y las artes, es también, según Nietzsche, el dios de la luz, la claridad y la armonía, y representa al mundo como una totalidad ordenada y racional. Frente a lo apolíneo, los griegos opusieron lo dionisíaco: Dionisos es el dios del vino, las cosechas, las fiestas presididas por el exceso, la embriaguez, la música y la pasión. Según Nietzsche, es el dios de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, los instintos y la disolución de la individualidad. Con el inicio de la decadencia occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentaron ocultar esta faceta dionisíaca inventando un mundo de legalidad y racionalidad, un mundo puramente apolíneo como el que fomenta el platonismo.

La Decadencia Occidental y la Muerte de Dios

Para Nietzsche, el inicio de la decadencia se manifiesta claramente en Eurípides, Sócrates y Platón. El platonismo es la creencia en un mundo verdadero, objetivo, eterno, racional e inmutable, incluso bueno, y el desprecio por las categorías de la vida como el cuerpo, la sexualidad, el tiempo y el cambio. El platonismo da lugar al cristianismo, que es el platonismo para el pueblo, y así comienza la moral de los esclavos, que perdura hasta la Edad Moderna, cuando se inicia la crisis del cristianismo. La propia filosofía prepara la muerte de Dios; ya en el siglo XIX, el materialismo muestra el carácter ilusorio de las creencias anteriores. Nietzsche encuentra en la muerte de Dios la crisis necesaria para la aparición de una nueva forma de estar en el mundo, para la aparición del hombre nuevo.

La filosofía nace con el paso del mito al logos y con la superación del mito por descripciones racionales, precisas y objetivas, como las de la física cuántica. La tesis de Nietzsche es que en el mundo no existen esencias, no existe un rasgo de identidad ni siquiera en los objetos, pues esto es una consecuencia de nuestro modo sustancialista de representarnos la realidad. La raíz moral (inmoral, dirá Nietzsche) que motivó la aparición de la filosofía platónica fue el temor al cambio, la muerte y la vejez. La metafísica platónica y occidental es un síntoma de resentimiento ante el único mundo existente, es un signo de vida decadente y contrario al espíritu griego anterior.

La muerte de Dios es la tesis que señala simplemente que la creencia en Dios ha muerto y, a su vez, expresa el fin de toda creencia en entidades absolutas, todo aquello que pudiera sustituirle, como el progreso, la ciencia o la revolución. Cuando Nietzsche declara que Dios ha muerto, quiere indicar que los hombres viven desorientados, que está avanzando el nihilismo. Para Nietzsche, con dicha muerte se da la condición para la aparición del superhombre, que sea capaz de vivir sin lo absoluto en la inocencia del devenir. El superhombre es el hombre nuevo que aparece tras la muerte de Dios; Nietzsche lo concibe como el individuo fiel a los valores de la vida, al sentido de la tierra. Su caracterización es a veces ambigua, abierta a peligrosas interpretaciones, incluida la nazi, al llegar a atribuir al superhombre rasgos terribles como la falta de compasión, el desprecio por los débiles, la crueldad, el gusto por la acción, el combate o la guerra.

Las Tres Transformaciones del Espíritu

En Así habló Zaratustra, Nietzsche nos habla de tres transformaciones del espíritu: cómo el espíritu se transforma en camello, el camello en león y el león en niño. El camello representa la esclavitud; el león, al hombre crítico; el niño representa al hombre que conoce la inocencia, inventa valores y toma la vida como un juego, aprendiendo a perder. Como afirmación, es el sí frente a la negación.

El Eterno Retorno

Nietzsche reivindica la tesis del eterno retorno como signo de vitalidad. Según esta tesis, todo se repetirá un número infinito de veces. Para defender esta extraña teoría, que ha hecho correr ríos de tinta, Nietzsche alega el siguiente argumento: la cantidad de fuerza que hay en el universo es finita y el tiempo infinito, luego todo está condenado a repetirse. Sin embargo, esta tesis tiene una vertiente ética: haz lo que quieras, pero siempre con el deseo de que eso que haces retorne eternamente. Nietzsche no piensa en las pequeñas satisfacciones, en aquello que harías una sola vez.

La Voluntad de Poder

Nietzsche no entiende por voluntad de poder el aumento del dominio ni la voluntad de ser más, sino la expresión de un fondo primordial que pugna por existir. Pero esta fuerza no puede identificarse con un ser personal, sino que se trata de un cúmulo de fuerzas que compiten entre sí, como muestra la tragedia griega: el héroe, por ejemplo, Edipo, pretende escapar del destino, intenta ser un dios diferente llevado por la furia de la hybris, pero está condenado a morir; el poder no es del yo, sino de la vida. Nietzsche desemboca en el pesimismo cuando parece que la voluntad de poder es solo voluntad de soportar. El eterno retorno traería solo resignación y repetición.

Teoría Ética de Nietzsche

Para Nietzsche, el dogmatismo moral defiende la objetividad y universalidad de los valores morales, como el imperativo categórico kantiano, y lo mismo ocurre con la Ley Natural de Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, Nietzsche sostiene que se equivocan, pues los valores son creados por las personas, son proyecciones de nuestras pasiones e intereses; existen porque los hemos creado nosotros. Nietzsche afirma que todas las tablas de valores son inventadas, pero hay unas mejores que otras, según el criterio de la fidelidad a la vida. Para él, la moral tradicional es antinatural, pues sus leyes van en contra de la vida, en contra de los instintos, y eso se evidencia en la obsesión por limitar el papel del cuerpo y la sexualidad. Además, el dogmatismo moral implica la idea del pecado y de la culpa, que es la idea más enfermiza de la cultura occidental.

Crítica a la Religión Cristiana

Nietzsche se enfrenta a los siguientes elementos de la religión cristiana:

  • Primero, que el cristianismo es el platonismo para el pueblo, que separa la realidad en dos mundos para encontrar un consuelo fuera de este.
  • Segundo, que la moral cristiana es la moral de los esclavos, de la humildad, la pobreza y la debilidad, frente a la moral de los nobles. Nietzsche atribuye a los judíos la sustitución de la moral de señores por la moral de los esclavos. En esa inversión, los buenos se convierten en malos y los vulgares se convierten en buenos.
  • En tercer lugar, Nietzsche no valora tan negativamente la figura de Jesús, revolucionaria y anarquista, como la de San Pablo.
  • En cuarto lugar, el politeísmo es falso, pero expresa mejor la riqueza de la realidad que el monoteísmo, como se muestra en el mundo de los dioses olímpicos.

El Superhombre y la Moral

El superhombre no se puede identificar con una clase social ni con una raza, sino que lo reconocemos a partir de su conducta moral. Para empezar, rechaza la moral de esclavos: la prudencia que esconde la cobardía, la paciencia, la castidad. Rechaza la conducta gregaria, detesta la moral del rebaño. Crea valores e inventa las normas a las que él mismo se somete, y estas normas expresan su personalidad. Vive en la finitud, es dionisíaco. No oculta las dimensiones terribles de la existencia. Le gusta el riesgo, no está preocupado ni por el placer ni por el dolor. Es duro consigo mismo y con los demás. Es contrario al igualitarismo, ama la exuberancia de la vida. Ama la intensidad de la vida: el amor sexual, la belleza, el entusiasmo. En conclusión, es la afirmación de la vida, un espíritu libre, es creador y dueño de sí mismo.