Impulsores Clave de la Revolución Industrial: Carbón, Salarios y Tecnología

El Impacto del Carbón y los Altos Salarios en la Revolución Industrial Británica

¿Por qué fue tan importante el desarrollo de una economía de altos salarios en Gran Bretaña y el uso del carbón mineral para el estallido de la Revolución Industrial?

Es crucial considerar el problema que existía en Gran Bretaña con los altos salarios, resultado del éxito de la economía atlántica inglesa y las leyes de navegación (proteccionismo). Otros países, como China y Holanda (líder a finales del siglo XVIII), compartían algunas de estas condiciones, pero carecían del acceso al carbón mineral.

La Ventaja del Carbón Mineral en Gran Bretaña

Gran Bretaña aprovechó la economía mineral más eficazmente que China. Los chinos, al no enfrentar la presión de pagar salarios altos, podían beneficiarse de la mano de obra barata sin necesidad de invertir en tecnología para reducir costes. Sin embargo, esta decisión implicó renunciar al progreso que el uso del carbón mineral podría haber impulsado.

La Revolución Industrial británica fue un proceso de continuidad, cambio y, en parte, azar. El uso del carbón mineral fue fundamental para cubrir las necesidades básicas de una población en crecimiento, evitando crisis por escasez de recursos. Esto permitió un crecimiento sostenido del PIB per cápita y de la población.

Otra ventaja del carbón mineral fue su capacidad para producir energía en cantidad suficiente y concentrarla en un mismo punto. Esto fue esencial para el desarrollo de nuevos sectores, permitiendo la creación de bienes de equipo que, a su vez, facilitaron la elaboración de bienes de consumo de manera más rápida y rentable.

La Máquina de Vapor: Un Catalizador Tecnológico

La tecnología clave para concentrar esta energía fue la máquina de vapor, inventada por Thomas Newcomen en 1712. Este dispositivo utilizaba carbón mineral para calentar agua y generar vapor, que movía un pistón. Este diseño fue posteriormente mejorado por James Watt.

Inicialmente, las máquinas de vapor se utilizaron para drenar agua en las minas, donde el consumo elevado de carbón no representaba un problema.

El Hierro y la Siderurgia

En la siderurgia, la máquina de vapor no se aplicó directamente. En 1709, Abraham Darby desarrolló un método para fundir el hierro utilizando carbón mineral. La calidad del hierro dependía de su pureza; el hierro de Somorrostro en Bilbao, conocido por su pureza, facilitaba la fundición a menor temperatura.

Existían dos tipos principales de hierro: el hierro colado, resistente pero no flexible, ideal para fabricar vías férreas, y el hierro dulce, menos resistente pero maleable, adecuado para la fabricación de maquinaria.

El problema era que el alto horno no permitía fabricar hierro dulce, lo que llevó a Henry Cort a desarrollar el horno de reverbero en 1784. Este nuevo método hizo posible la producción de hierro dulce a gran escala. Con el auge del ferrocarril, el hierro colado recuperó importancia debido a la alta demanda.

La Industria Textil y el Algodón

En la Europa de la época, los tejidos predominantes eran el paño y la lana. El algodón tenía poca relevancia hasta que los ingleses comenzaron a importar productos de la India, como el té y la lana.

El algodón ofrecía varias ventajas sobre los paños de lana: era más cómodo, fresco y asequible. Esto impulsó la importación de tejidos de algodón de la India.

Para proteger las industrias locales, se implementaron leyes del algodón en varios países europeos, incluyendo Francia y España, para restringir la importación de tejidos de algodón. Sin embargo, la demanda de los consumidores persistió, lo que llevó a cada país a establecer sus propias fábricas de tejidos de algodón, a menudo en sus colonias, tras superar la competencia de los productores indios.

La calidad del tejido dependía de la cantidad de hilo utilizado. Sin embargo, el proceso de hilado era lento y requería muchas horas de trabajo.

Innovaciones en el Hilado y Tejido

A finales del siglo XVII y principios del XVIII, los ingleses se enfocaron en desarrollar la industria del algodón en Europa, buscando mano de obra barata para ser competitivos. En 1760, James Hargreaves inventó la ‘Spinning Jenny’, una máquina que permitía hilar más rápido al combinar varios husos en una misma hiladora, multiplicando la producción por cuatro o cinco. Curiosamente, esta técnica ya era utilizada en China.

Posteriormente, Richard Arkwright desarrolló la ‘Water Frame’, que utilizaba energía hidráulica, aunque solo combinaba un hilo. Samuel Crompton creó la ‘Mule’, un híbrido entre la ‘Water Frame’ y la ‘Spinning Jenny’, que combinaba varios hilos, aumentando aún más la velocidad de producción. Para el tejido, John Kay inventó la ‘lanzadera volante’, propulsada por energía humana.

En 1800, se conectaron la ‘Mule’ y el ‘telar’ a una máquina de vapor, dando origen al ‘Factory System’. Este sistema redujo la necesidad de personal y aumentó la rentabilidad, permitiendo que la industria algodonera inglesa se volviera altamente competitiva.

El Ferrocarril y el Transporte

El ferrocarril tuvo sus orígenes en las minas, donde se utilizaba para transportar el carbón desde las galerías hasta la bocamina. En 1825, se inauguró el primer ferrocarril terrestre con una línea que conectaba Liverpool y Manchester, facilitando el transporte de algodón desde el puerto de Liverpool hasta las fábricas de algodón en Manchester.

La aplicación de la máquina de vapor a los barcos enfrentó desafíos iniciales debido a la baja eficiencia de las primeras máquinas, que requerían mucho combustible y limitaban la capacidad de carga.