Análisis de la Estructura Socioeconómica y el Mercado Laboral en España

1. LA ESTRUCTURA SOCIOECONÓMICA DE LA POBLACIÓN

A la estructura demográfica por edades se yuxtapone una estructura socioeconómica, que expresa la composición de una población respecto a la actividad económica.

6.1. Población Activa, Empleo y Paro en España

En los momentos actuales se pueden señalar dos rasgos significativos en relación con la población activa. Uno es el crecimiento de la población activa desde los años 70, sobre todo en términos absolutos (crecimiento que se detiene desde la crisis económica de 2008). El otro lo constituyen las elevadas cifras del paro de la población española.

a. Crecimiento de la Población Activa, Sobre Todo Femenina

Se entiende por población activa aquella que está en edad laboral (16 o más años) y participa en la producción de bienes y servicios –o está disponible para hacerlo–. La población activa se subdivide en población ocupada (la que tiene un empleo retribuido) y población parada (la que no trabaja, aunque desearía hacerlo –busca empleo activamente y no lo encuentra–). La población inactiva es la que no tiene ni busca trabajo remunerado. Incluye a los jubilados, los estudiantes, las amas de casa, los incapacitados, rentistas, retirados…

La actividad de una población se mide mediante la tasa de actividad o porcentaje de la población activa respecto a la población potencialmente activa (todos los mayores de 16 años).

La tasa de actividad en España se sitúa en el 60 % (23 millones de activos), una cifra que se ha incrementado de forma importante en las dos últimas décadas, aunque es todavía inferior a la de los países europeos (65 %). Este crecimiento es debido en buena parte a la incorporación creciente de la mujer al mercado laboral y a los recientes aportes de la inmigración.

Por sexos, existe un predominio de la tasa de actividad masculina (66 %) respecto a la femenina (54 %).

Esta situación ha vivido un importante cambio en los últimos años. La tasa de actividad masculina, que había ido descendiendo en España a lo largo del siglo XX –con la emigración exterior, la prolongación de la escolaridad obligatoria y la generalización de la jubilación pagada y su adelantamiento a edades más tempranas–, se incrementa desde los años noventa con el cambio de ciclo económico y la llegada de importantes contingentes de inmigrantes.

Pero el rasgo más destacado es el crecimiento de la tasa de actividad femenina, por numerosos factores: la creciente terciarización de la economía (que facilita el empleo femenino), la buena marcha de la economía en los últimos años, los cambios ideológicos de la sociedad española y los cambios en los hábitos de fecundidad. Sin embargo, la tasa de actividad femenina todavía no ha alcanzado las cifras de otros países desarrollados y aún está lejos de la masculina.

Las tasas de actividad presentan diferencias regionales, que reflejan a su vez diferencias en la estructura por edades y en el grado de dinamismo económico. Las tasas de actividad más elevadas (en torno al 65 %) se dan en los focos industriales –que recibieron una fuerte inmigración (Madrid, Cataluña)– y en el litoral mediterráneo y Canarias por el turismo. Las más bajas (en torno al 55 %) corresponden a las regiones más envejecidas (Asturias, Galicia y Castilla y León) y a las de menor dinamismo económico (Extremadura).

b. Una Tasa de Paro Muy Elevada en la Actualidad

La tasa de paro relaciona la población en paro con la población activa.

El paro se ha convertido en uno de los principales problemas de la sociedad española, con notables implicaciones económicas y sociales.

El paro evoluciona según los ciclos económicos, ya que depende preferentemente de la marcha de la economía más que de la estructura por edades:

  1. Hasta 1975, la tasa de paro en España era muy baja (no superaba el 3 % de la población activa), debido a la emigración a Europa y a la débil incorporación de la mujer al mercado laboral.
  2. Esta tasa se dispara desde la segunda mitad de los setenta, alcanzando el 21 % en 1985 (casi tres millones de parados) debido a la destrucción de empleo durante la crisis económica y posterior reconversión industrial de los años setenta y ochenta y al aumento del número de “activos” con la llegada a edad laboral de la generación del baby boom y el incremento de la presencia de la mujer en el mundo laboral.
  3. La fase de recuperación económica posterior (1985-1990) hace disminuir el paro, pero no de forma substancial, pues no desciende del 15 % en 1990, a pesar del crecimiento económico experimentado durante ese período.
  4. El paro vuelve a repuntar con la recesión económica reiniciada en 1991, elevándose de nuevo las cifras de paro a cotas más altas en 1994 (el porcentaje de parados se acerca al 25 %).
  5. A partir de 1995, la conjunción de desarrollo económico y entrada en el mercado laboral de generaciones menos numerosas lleva la tasa de paro a sus mínimos de los últimos treinta años (8 % en 2007).
  6. Desde mediados del 2007, se produce un gran deterioro del mercado laboral, como consecuencia de la crisis económica, que lleva la tasa de paro española al 27 % de la población activa, con 6,2 millones de parados (EPA, 1º trimestre de 2013). A partir de ese momento, la tasa de paro inicia una progresiva reducción (23,7 %, con 5,5, millones de parados a fines de 2014).

La raíz de las elevadísimas cifras de paro españolas, muy por encima de la media europea, hay que buscarla en la estructura productiva de la economía española, especializada en actividades que utilizan mucha mano de obra (construcción y servicios de bajo nivel), lo que explica en buena parte tanto la creación de empleo en la época de bonanza económica como la caída tan rápida e intensa del empleo durante la crisis. Estas cifras están también con un mercado laboral con una elevada tasa de temporalidad, que facilita la rápida destrucción de empleos.

El paro experimenta variaciones importantes en función de aspectos como la edad (el paro afecta más a los jóvenes), el sexo (la tasa de paro es ligeramente mayor entre las mujeres que entre los hombres, aunque en números absolutos sea mayor el número de hombres parados que de mujeres), el nivel de instrucción (más paro cuanto menor cualificación) o la época del año (paro estacional, que aumenta en invierno, con la menor demanda del sector turístico).

España presenta, además, una distribución espacial bastante desigual, reflejo de las diferencias en la estructura por edades y en el desarrollo económico de las regiones españolas. En los niveles más bajos de paro (en torno al 15 %) se sitúan País Vasco, Navarra y La Rioja. Las mayores tasas de paro (por encima del 30 %) aparecen en Andalucía y Canarias. El menor desarrollo económico, una estructura de población más joven y un mayor deterioro del mercado laboral en las regiones que tenían mayor dependencia del sector de la construcción y del sector servicios (principalmente el turismo) explican las mayores tasas de desempleo.