Balance hídrico en España: recursos, demanda y problemas

El balance hídrico es la diferencia entre los recursos y la demanda de agua. En España, se puede decir que es positivo en cantidad (55.000 Hm3 disponibles frente a un consumo de 40.000 Hm3), pero este superávit es engañoso porque esconde déficits territoriales en algunos momentos del año. Además, oculta dos grandes problemas: la calidad y la localización.

Calidad del agua

En cuanto a la calidad del agua, pese a la política de construcción de depuradoras, sigue siendo mediocre debido a la contaminación y a la sobreexplotación. Un estudio de Greenpeace denuncia que tan sólo el 22% de las aguas superficiales alcanza el nivel que exige la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea. La mala calidad de nuestras aguas deriva de la irregularidad de las precipitaciones (estiajes), pero sobre todo de los vertidos industriales y urbanos sin depurar. La eutrofización es la contaminación causada por el aumento de nitrógeno y fósforo en las aguas, con el consiguiente desarrollo de algas y otros vegetales que consumen el oxígeno, reduciendo la calidad del agua.

Localización de recursos hídricos

El otro gran problema es la localización. Existen tres zonas claramente diferenciadas:

  1. En el Norte y Noroeste, la regularidad de las precipitaciones y la menor evaporación hacen que se cuente con excedente hídrico.
  2. En el centro peninsular, las grandes cuencas dependen sobre todo de las precipitaciones en la cabecera de los ríos principales y sus afluentes, que se nutren de los aportes de la cordillera Cantábrica (Duero) y Pirineos (Ebro). La aridez es más intensa en las cuencas medias de estos ríos.
  3. En la zona mediterránea, destaca la escasez e irregularidad de sus recursos (sequía estival y gota fría) y la pequeñez de las cuencas, a lo que se suma la alta presión agrícola, urbanística y turística. El mayor desnivel hídrico se alcanza en el litoral de Murcia y Almería. En la zona mediterránea, la carestía de agua ha llevado a la sobreexplotación de acuíferos y de aguas subterráneas, ocasionando graves impactos ambientales.

Las Comunidades Autónomas con balance hídrico negativo son: Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana, Cataluña, Islas Baleares e Islas Canarias. Las desigualdades entre territorios son grandes, por lo que resulta difícil lograr pactos que armonicen los intereses de las distintas cuencas. La situación se complica por las diferentes posturas de los partidos políticos ante el importante recurso del agua.

Obras hidráulicas

La diferencia entre los recursos y la demanda de agua se tratan de solucionar por medio de infraestructuras creadas para regular los recursos hídricos y para mejorar la calidad del agua. Para regular los ríos se han construido numerosos embalses, canales y trasvases.

Embalses

Los embalses son grandes extensiones de agua almacenada artificialmente mediante la construcción de una presa (barrera transversal a la corriente). España destaca por el número de embalses, más fáciles de ejecutar en un medio montañoso. La política de embalses tiene detractores debido al impacto sobre el caudal natural del río y al impacto social debido a la inundación de valles y desplazamiento de población. El agua embalsada se utiliza fundamentalmente para el riego, la obtención de energía hidroeléctrica y el abastecimiento de los núcleos urbanos. El Plan Hidrológico prevé la construcción de nuevos embalses siempre que esté plenamente justificada su viabilidad técnica, ambiental y económica. Algunos embalses destacados de Aragón: Mequinenza, El Grado, Mediano, Yesa, etc.

Canales

Los canales han servido para distribuir agua. Así, el Canal Imperial de Aragón se asoció al regadío de Aragón y al abastecimiento de agua a Zaragoza; el Canal de Isabel II se construyó para abastecer de agua a Madrid.

Trasvases

Los trasvases son transferencias de agua entre cuencas excedentarias y deficitarias. Destaca el trasvase Tajo-Segura. Desde hace años se habla del trasvase del Ebro. Este proyecto de trasvase ha desatado una fuerte oposición en las comunidades afectadas por la cesión del agua a causa de los efectos perjudiciales que ocasionaría en el delta del Ebro y en el regadío, sobre todo en Aragón. El actual Plan Hidrológico Nacional sustituye el trasvase del Ebro por el proyecto AGUA, que supone la transferencia de 928 hm3 anuales de agua a Barcelona, a la Comunidad Valenciana, a la Región de Murcia y a Almería.

Para regular y utilizar otros recursos hídricos como lagos, acuíferos y aguas marinas se han realizado diversas obras: algunos lagos pirenaicos se aprovechan para producir energía hidroeléctrica. Los acuíferos se aprovechan mediante pozos y galerías, se recurre a ellos en momentos de escasez. En el sureste peninsular han proliferado las minidesaladoras para uso agrario que utilizan aguas salobres subterráneas. El agua del mar se aprovecha mediante la desalinización. España ocupa el primer lugar de la UE en la producción de agua desalada, las instalaciones se localizan en las zonas donde hay mayor escasez de recursos hídricos.

Para mejorar la calidad del agua se realizan obras hidráulicas como las plantas potabilizadoras y las plantas depuradoras. La Unión Europea obliga a instalar depuradoras en las poblaciones de más de diez mil habitantes.

Política hidráulica

La política hidráulica tiene como fin regular y gestionar los recursos hídricos, e intentar paliar los problemas de déficit y deterioro de las aguas. La regulación se lleva a cabo mediante la Ley de Aguas (estatal), que establece que todas las aguas superficiales y los cauces por los que circulan pertenecen a la nación. Existe también una ley de aguas de Aragón del año 2014.

La gestión de los recursos se realiza mediante políticas hidráulicas cuyos objetivos son:

  • Aumentar los recursos / prevenir las inundaciones
  • Mejorar la calidad del agua (depuradoras) / disminuir la demanda con medidas de ahorro y reutilización
  • Impulsar la investigación

Otros instrumentos de la política hidráulica son:

  • Los planes hidrológicos de cuenca determinan las obras necesarias en cada cuenca. Son elaborados por las Confederaciones Hidrográficas (hay una por cada río importante) o por los gobiernos de las comunidades autónomas. Luego son remitidos al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que los somete a la aprobación del gobierno.
  • El Plan Hidrológico Nacional (PHN) de 2005 coordina los planes de las cuencas e indica las actuaciones para regular sus recursos hídricos. Tiene previsto hacer inversiones en actuaciones medioambientales y en mejora de la calidad del agua en consonancia con la Directiva Marco del Agua.

Los defensores de la Nueva Cultura del Agua, que la definen como un activo eco-social, son partidarios de no intervenir sobre el caudal de los ríos y de no trasvasar los recursos a donde estén las demandas, sino de adecuar las demandas a los recursos disponibles. Defienden la política de unidad de cuenca, la mejora de la gestión y la búsqueda de un consumo más eficiente. No obstante, las regiones deficitarias siguen reclamando más cantidad de agua como motor de su desarrollo y de su política de inversiones en agricultura de exportación y turismo.

Río Ebro y sus afluentes

El río Ebro es el río más caudaloso de la Península y el segundo en longitud (928 Km de longitud y 83.093 km² de cuenca). Recorre su cuenca en dirección NO-SE. Se trata de una cuenca disimétrica, ya que la margen derecha es mucho menor que la izquierda. Su nacimiento se fija en Fontibre (Cantabria). Discurre por Miranda de Ebro, Haro, Logroño, Tudela, Alagón, Zaragoza, Caspe, etc. Desemboca en Tortosa (Tarragona), formando un delta.

Sus afluentes son:

  • Los que proceden del Pirineo son: el Ega, Aragón-Arga, Gállego, Segre-Cinca.
  • Los de la derecha tienen sus cabeceras en el sistema Ibérico y son el Jalón, el Martín y el Guadalope.