Economía y Sociedad en la Restauración Española: Transformación y Desafíos

La Economía Española durante la Restauración

En la Restauración, España estaba económicamente atrasada. Muchos países la aventajaban en potencia y desarrollo económico. La industrialización y la modernización económica fueron lentas debido a factores geográficos e históricos como la deficiente estructura de las comunicaciones, la lentitud en el despegue demográfico, el bajo nivel cultural, la escasez de recursos financieros y las pocas fuentes de energía.

A pesar de ello, en 1875, la red de ferrocarriles se había extendido, la población creció desde 1880 (especialmente desde 1910) y hubo un aumento de capital, especialmente en 1898 con la repatriación de los capitales establecidos en Cuba. El carbón (poco y de mala calidad) se sustituyó por petróleo y electricidad. España creció económicamente de forma constante, aunque no tanto como otros países. El sector agrario era muy importante, pero entre 1910 y 1920 la industria creció. La agricultura daba empleo a dos terceras partes de la población laboral y proporcionaba un tercio de la renta nacional, por eso se protegía y se inició una tecnificación.

Una Sociedad Dual

España era una sociedad dual: pocas áreas industrializadas y un interior agrario atrasado por la escasa relación con la industria. Las bajísimas rentas dificultaban la industrialización. La política económica se centró en dar buena imagen al exterior y en no entender las necesidades de la población.

Áreas Económicas a Finales del Siglo XIX

Había tres grandes áreas económicas a finales del siglo XIX en España:

  • Áreas agrarias del interior: Dedicadas a cultivos extensivos de gran consumo (como cereales) con bajo rendimiento. Resistían a la competencia extranjera gracias al proteccionismo.
  • Áreas periféricas mediterráneas: Consumían del interior y vendían parte de sus productos hortofrutícolas, aceite y vinos (fundamentalmente) al exterior, lo que permitía la importación de materias primas y bienes de equipo para la producción industrial.

Demografía y Migraciones

En el último tercio del siglo XIX creció la población de 16 a 18 millones, un crecimiento lento por la alta tasa de mortalidad debido a epidemias como el cólera, aunque la tasa de natalidad también era alta. La esperanza de vida no superaba los 35 años.

La población se incrementó por encima de sus recursos, lo que provocó la migración a Sudamérica (como en otros países europeos). Entre 1882 y 1914 emigraron un millón de españoles, entre los que destacan canarios, gallegos, cántabros, asturianos, vascos y catalanes.

También hubo movimiento dentro del país, de zonas rurales a zonas con nuevas actividades económicas. Por ejemplo, a Barcelona llegó mucha gente de Murcia y Aragón. Las más solicitadas eran Bilbao, San Sebastián, Valencia y Madrid. Estas ciudades se adaptaron al crecimiento descongestionando sus cascos antiguos y edificando nuevos barrios en la periferia.

Urbanización y Desarrollo Urbano

En el último tercio del siglo XIX, el proceso de urbanización se aceleró desigualmente. Por ejemplo, Barcelona lo hizo más rápido que Madrid. La estructura se quedó pequeña y fue necesario un ensanchamiento para alojar a las nuevas muchedumbres. Esto supuso otros desafíos urbanísticos como frenar la especulación del suelo, incorporar la naturaleza en la ciudad y evitar la segregación de las clases sociales más desfavorecidas.

Barcelona destacó como modelo urbano por el ensanchamiento que tenían los barrios con unos rasgos comunes y confluían viviendas, talleres y fábricas con vías y estaciones de ferrocarril. Además, tenía unos barrios promocionados por la burguesía industrial, en manzanas cuadrangulares y con edificios de arte modernista catalán.

La España rural del interior no se convirtió en el mercado de las nuevas industrias debido a los elevados costes del transporte y la insuficiente red viaria, los elevados costes del carbón asturiano y la escasa producción energética, los elevados costes de la producción industrial y los bajos salarios que no permiten ampliar el mercado nacional.

Sectores Clave de la Economía

España iba notablemente retrasada en comparación con Europa. La minería era el sector más positivo, apoyado por la inversión de capital de Alemania, Francia y Gran Bretaña sobre todo, interesados en el hierro bajo en fósforo del norte de España para sus hornos Bessemer, del que les llegaba el 90%. En 1890 aumentó la producción y la demanda nacional y extranjera. Extranjeros se adueñaron de minas de mercurio, plomo, carbón y hierro. La extracción carbonera de Asturias no destacó hasta 1890 al usar carbón inglés para los hornos vascos.

Gracias a la mecanización mejoró nuestra industria textil. El textil catalán predominó gracias a esto, excepto en la producción de lana. Mientras, Valencia tuvo una crisis por la competencia de Lyon. A finales del siglo XIX había mejorado mucho y se convirtió en la cuarta mayor potencia textil europea.

La siderurgia tardó en llegar debido a la fuerte demanda exterior de hierro y a que era más rentable importarlo. La exportación del mineral de hierro permitió la creación de una industria siderúrgica vasca, lo que permitió invertir en los ferrocarriles y la nueva industria eléctrica.

La industria siderúrgica encontró en la construcción naval y ferroviaria un sustituto de sus exportaciones a Gran Bretaña, destacando los centros de producción naval en Santander y Bilbao y que se completara el tendido ferroviario español.

En 1888 se celebró la Exposición Internacional de Barcelona, donde se mostró el progreso de España, destacando el acuerdo entre la AEG alemana y empresas españolas para traer la electricidad a España.

Se desarrollaron nuevos sectores (como el vino) y se incrementaron las exportaciones (destacando entre 1855 y 1885). La estabilidad política ayudó a la economía, pero no logró superar a Francia y Gran Bretaña.