Importancia económica y potencial turístico de España

A. Importancia económica de la actividad turística

El ranking internacional del turismo por el número de visitantes como por el volumen de divisas. España se coloca en el tercer lugar, después de Francia (11%) y de EEUU (9%) aunque la dependencia económica del sector turístico es mucho más fuerte.

La trascendencia socio-económica:

  • Los ingresos procedentes del turismo exterior contribuyeron al desarrollo económico de los años sesenta.
  • Las divisas ingresadas por turismo vienen a financiar el 150% del déficit comercial.
  • Fuente fundamental de ocupación de la población activa.
  • En el conjunto de España totaliza un 8,5% de la población activa española.
  • Fomento de la actividad constructora a que ha dado lugar, la creación de industrias complementarias en torno a la construcción.

Efectos negativos. Contrapartidas económicas. Incrementado el índice de inflación.

B. El potencial turístico de España

1. La variedad de los recursos turísticos españoles

a. Los recursos naturales

España es una especie de continente en pequeño, dada su gran variedad de medios físicos, y esto le proporciona fuertes atractivos turísticos. El aspecto más valorado por los turistas extranjeros y españoles fue la abundancia de sus costas. Por otro lado, cada vez se aprecia más el clima atlántico. Actualmente tiene también gran atractivo la diversidad paisajística unida a un relieve de montaña, donde se pueden practicar deportes.

– Los recursos culturales: Caudal cultural muy importante, patrimonio artístico, que se concentra en las ciudades patrimonio de la Humanidad, en los cascos históricos y en multitud de museos provinciales, destaca el Museo del Prado. A ello se suman determinadas rutas como la del Camino de Santiago. También hay muchas ciudades que disponen de fiestas muy características como la Semana Santa, las Ferias de Sevilla, los Sanfermines, etc.

2. Factores que permiten el aprovechamiento de los recursos potenciales

a. Factores económicos

España se convirtió en los años sesenta y setenta en un país turístico para Europa Occidental y para los propios españoles debido a la elevación del nivel de vida de la población. En la actualidad, el diferencial de precios se va recortando, pero la oferta turística sigue careciendo de competidores en relación al turismo masivo. Para el turismo de calidad media o alta, España sigue teniendo un atractivo todavía grande, aunque ha de aumentar la variedad de actividades turísticas y el nivel cualitativo de su oferta.

b. Factores técnicos

Hacen posible el transporte y el alojamiento de los turistas:

  • El gran desarrollo durante los años sesenta de los medios de transporte, en función de una buena red de carreteras y de la aviación comercial.
  • La dotación de infraestructuras de alojamiento, tanto de plazas hoteleras como viviendas en alquiler, campings.
  • La existencia de tours operadores extranjeros, que facilitaron la llegada de turistas a España.

c. Factores de situación

La proximidad de los países más desarrollados. Este factor sigue actuando actualmente asegurando la vuelta de los turistas a lo largo de los años, creando el hábito en sus hijos y contribuyendo a que bastantes se conviertan en residentes permanentes al jubilarse y adquirir un alojamiento propio en España.

C. La diversidad de espacios turísticos

1. Las áreas tradicionales

a. La polarización espacial del turismo en las áreas tradicionales

Fuerte polarización en un reducido espacio del arco mediterráneo desde la frontera francesa hasta Gibraltar. La costa cantábrica, el turismo de montaña o el rural presentan una intensidad y una continuidad mucho menor.

Esta localización tan restringida de las zonas turísticas obedece, sobre todo, a factores físicos. Ahora bien, la mayor o menor densidad turística dentro de tales zonas se debe a factores humanos: falta de autopistas, aprovechamiento de suelos áridos, la propia tradición turística anterior.

b. La diversidad dentro de las áreas tradicionales

Pero dentro de las zonas turísticas -con una cierta continuidad espacial- o de los lugares turísticos -referidos a sólo un municipio- hay que diferenciar tipos diversos según su duración, la función específica y el propio tipo de la demanda.

– Zonas de temporada, sobre todo estival, que son aquellas más cercanas a Europa, pero cuya temperatura invernal es algo más fría que en las zonas meridionales. Baleares, La Costa Brava y la Costa Dorada (en torno a Tarragona).

– Zonas estabilizadas, con una ocupación turística a lo largo de todo el año tanto puntuales como prolongadas.

– Refugios de la “jet”, adonde acude un abigarrado conjunto de aristócratas, artistas, etc., para cumplir con lo que se denomina el turismo-exposición. Es el caso de Ibiza o de Marbella.

– Espacios de ocio del turismo nacional, con dos modalidades: fines de semana y veraneo.

2. Los otros espacios turísticos: espacios emergentes y espacios potenciales

a. Nuevos modelos turísticos

Entre los factores que están contribuyendo a la emergencia de estos nuevos modelos se pueden citar los siguientes: Un turismo más exigente, que desea un medio natural más rico, diversificado o pintoresco, o que demanda una oferta cultural cada vez más depurada en su contenido histórico, artístico o cultural; unas mayores exigencias en cuanto a condiciones de habitabilidad y actividades complementarias de las visitas turísticas, un deseo de proximidad al espacio natural originario en una especie de búsqueda de la naturaleza perdida y los temores en relación con los inconvenientes naturales que produce el sol excesivo sobre la piel.

Surgen así nuevos modelos turísticos que aún distan de alcanzar la importancia del turismo tradicional. Así, frente al turismo de playa mediterránea, se extiende el turismo de costa cantábrica. En el turismo de interior destaca cada vez más el turismo de montaña. Finalmente se está desarrollando, sobre todo en el interior, aunque no en exclusiva, el turismo rural y el ecoturismo.

b. Las áreas no turísticas y su capacidad de atracción turística

Dentro de las áreas no turísticas existen espacios con una atracción potencial que podría hacerse realidad si se les dota de los recursos necesarios: organización, infraestructura de alojamiento, comunicaciones y equipamientos adecuados, además de la publicidad. Estos espacios pueden pertenecer tanto al medio rural como al urbano.

En el caso del medio rural, éste puede resultar atractivo para los habitantes urbanos que buscan el contacto con la naturaleza. Para ello sería necesario que, además de las infraestructuras señaladas, se extienda socialmente la valoración de la diversidad de combinaciones entre elementos naturales, humanos e históricos que los paisajes rurales representan, tanto en sus espacios productivos como en sus núcleos de población más o menos originales.

Por otro lado, al tratarse de una oferta turística dispersa se haría necesaria la coordinación entre núcleos cercanos tanto para darse a conocer como para organizar actividades lúdicas o culturales que puedan resultar atractivas a capas más amplias de población.

La potencialidad turística de los núcleos urbanos no situados en las áreas turísticas está desarrollándose en gran medida, pues una gran parte de ellos cuentan ya con planes estratégicos de desarrollo que integran el conjunto de sus cascos históricos como fuentes de dinamización de su economía urbana y como reclamos publicitarios. Ello debería completarse con una gama lo más amplia posible de actividades culturales y artísticas, así como con una plantilla de guías y rutas que completen los aspectos culturales con los gastronómicos.

También los espacios de alta montaña, unidos con frecuencia a espacios naturales protegidos, presentan una gran potencialidad para un determinado tipo de turismo, tanto el amante de la naturaleza, como el que practica el esquí, si bien en este último caso la buena organización espacial es fundamental para evitar que con las aglomeraciones se produzcan daños en los medios naturales. Por ello se trataría de otro tipo de turismo, menos masivo y que ocuparía el espacio de forma discontinua.