1. Los usos agrarios del espacio rural.
Los usos del espacio rural son aún principalmente agrarios: agricultura, ganadería y explotación forestal. ·La superficie ocupada por estos usos en España se reparte entre tierras de cultivo, que tienden a decrecer, prados naturales y pastizales, que se mantienen estables, y terreno forestal, que se ha incrementado.No obstante, crece el porcentaje ocupado por otras superficies debido a la implantación de usos no agrarios en el espacio rural y a la extensión de los espacios naturales protegidos, aunque hay marcadas diferencias entre comunidades autónomas.·La contribución de cada uso a la producción final agraria (PFA) ha evolucionado desde un claro predominio de la producción vegetal sobre la animal. Pero existen variaciones anuales debido a circunstancias meteorológicas y marcados contrastes entre comunidades autónomas.
1.1.La actividad agrícola.
La agricultura tradicional se basaba en el policultivo, utilizaba técnicas atrasadas y sistemas de cultivo extensivos, que ocasionaban bajos rendimientos. Como consecuencia, la producción se orientaba al autoconsumo o a la venta de excedentes en el mercado nacional.Por otra parte, la agricultura actual he experimentado grandes transformaciones en cuanto a su estructura y producción, que han permitido incrementar los rendimientos y orientar la producción a la venta en el mercado.
1.1.1 La estructura agrícola y sus transformaciones recientes.
a) La agricultura tiende a especializarse en los productos mejores de cada región.
b) El cultivo incorpora técnicas modernas:
-Se utilizan semillas seleccionadas y productos transgénicos o manipulados genéticamente para dotarlos de ciertas propiedades e incrementar los rendimientos.
-El consumo de pesticidas y fertilizantes ha crecido también, especialmente en los regadíos.
-El uso de maquinaria se ha incrementado desde la década de 1960, alcanzando niveles aceptables. Aunque parte de ella se encuentra ya envejecida, e infrautilizada, dado el reducido tamaño de muchas explotaciones y la escasa extensión de su uso colectivo a través de cooperativas o de empresas de servicios. Por eso, en la actualidad se fomenta su renovación por máquinas más eficaces.·Se emplean diversas técnicas para superar los condicionantes naturales. El acolchado cubre el cultivo con bandas de plásticos, y los invernaderos, con estructuras fijas de plástico o cristal, creando un microclima cálido y húmedo, que permite anticipar y multiplicar las cosechas anuales. El enarenado prepara el terreno con una capa de estiércol y otra superior de arena, la cual filtra la humedad y el estiércol la retiene y la devuelve poco a poco a las plantas, actuando además como abono. El cultivo hidropónico sujeta la raíz de las plantas con grava, arena o ceniza, y las alimenta con soluciones de sales inorgánicas. Esta última de utiliza sobre todo para el cultivo de flores.
c) La agricultura intensiva gana peso respecto a la extensiva gracias a la disminución del barbecho en los secanos y a la ampliación del regadío.El barbecho se entiende como una práctica agrícola tradicional que consiste en dejar descansar la tierra un tiempo variable. Durante este tiempo, hay que arar el terreno para que recoja mejor el agua de lluvia y eliminar las malas hierbas, que, a su vez, sirven de abono al suelo. Las tierras en barbecho rotan con las cultivadas, permitiendo la fertilidad del suelo.La superficie de barbecho ha disminuido en España debido a la generalización del medio de barbecho, que consiste en reducir el periodo de descanso sembrando un cultivo primaveral de ciclo corto, que se recoge antes del verano; también contribuye a su reducción la utilización de fertilizantes y la extensión del regadío. Sin embargo, esta tendencia se ha interrumpido en los últimos años por las exigencias comunitarias de dejar superficies adicionales en barbecho para ciertos cultivos.
La distribución espacial del barbecho muestra claros contrastes entre su escasa incidencia en el norte peninsular y sus elevados valores en, por ejemplo, Aragón.
La ventaja principal del barbecho consiste en que permite el descanso natural de la tierra, pero tiene el problema de reducir la producción agrícola en las áreas afectadas.
El regadío se entiende como una práctica agrícola que consiste en aportar a los cultivos agua adicional a la proporcionada por las precipitaciones, procedente de aguas superficiales o subterráneas. Para ello, se emplean diversos sistemas como el riego por gravedad, por aspersión o por goteo. Los regadíos pueden ser extensivos o intensivos.
-Regadíos intensivos, al aire libre o en invernaderos, proporcionan varias cosechas anuales, entre las que destacan por su interés económico las extratempranas y tempranas. Se dedican a las frutas y hortalizas y, en algunos casos, a cultivos tropicales.
-Regadíos extensivos. Proporcionan una sola cosecha en la misma época que la de los secanos vecinos. Se dedican a idénticos cultivos que estos, aunque con un rendimiento mucho mayor, y también a cultivos industriales y forrajeros.
La superficie regada ha conocido un notable incremento gracias a la realización de obras estatales de gran importancia como embalses, canales y trasvases. Actualmente, el Plan Nacional de Regadíos contempla extender la superficie regada y crear regadíos sociales en zonas deprimidas para evitar su despoblamiento. Pero el interés se centra sobre todo en la consolidación y mejora de los regadíos existentes mediante el mantenimiento de las redes y el ahorro de agua, utilizando los sistemas de riego menos consumidores y el agua procedente de la desalación y de la depuración urbana.
La distribución del regadío en España muestra claros contrastes entre su escasa incidencia en el norte peninsular húmedo y su importancia en el área del clima mediterráneo, de precipitaciones escasas e irregulares. Dentro de esta última se diferencian dos zonas:
-En el litoral mediterráneo predomina el regadío intensivo, que se beneficia de condiciones favorables, tanto físicas como humanas.
-En el interior peninsular destaca el regadío extensivo, que se beneficia del agua aportada por los grandes ríos peninsulares, de la mecanización total que permiten sus cultivos y de la creciente demanda de cereales-pienso y de determinados productos industriales. Sin embargo, existen también importantes áreas de regadío intensivo a orillas del Ebro y del Guadalquivir.
Las ventajas del regadío, sobre todo el intensivo, son numerosas. En el terreno económico estabiliza la producción al independizarla de los ciclos de sequía e incrementa los rendimientos y las rentas de los agricultores y del país, dada la importancia de sus productos en las exportaciones. En el terreno social, mejora el nivel de vida y la dotación de servicios y el bienestar de la población. En el terreno demográfico, contribuye a fijar a la población, al romper la tendencia emigratoria de muchas comarcas y provocar incluso la inmigración de personas para trabajar en las tareas agrarias, la transformación industrial de la producción y los servicios y los servicios de mantenimiento del riego. En el terreno cultural, mejora la preparación técnica y profesional, aumentando los titulados profesionales y universitarios.
De entre los problemas del regadío destacamos la sobreexplotación de las aguas superficiales y subterráneas, la utilización de sistemas despilfarradores de agua(riego por gravedad), el conflicto por el uso del agua con la demanda urbana, industrial y turística, y la alteración medioambiental, relacionada con el aumento del consumo de fertilizantes y con las estructuras de plástico de los invernaderos, que ocasionan una modificación poco estética del paisaje.