Riqueza Natural de España: Explorando sus Recursos y Desafíos Ambientales

Naturaleza y Recursos

Todos los bienes y materias que las personas toman de la naturaleza y aprovechan para satisfacer sus necesidades vitales o mejorar su calidad de vida se definen como recursos naturales. España es un país que cuenta con una gran biodiversidad y un rico patrimonio natural. Presenta una amplia variedad de recursos, aunque carecemos de algunos tan importantes como los hidrocarburos y otros están desigualmente repartidos.

Recursos Alimenticios

Una de las necesidades básicas del ser humano es la alimentación, función biológica que cubrimos mediante la agricultura, la ganadería y la pesca. En España, la agricultura ha ocupado tradicionalmente las zonas llanas del litoral y de los principales valles fluviales. Actualmente, se tiende a introducir nuevos cultivos en un proceso de diversificación productiva unido al aumento del nivel de vida. Las tierras menos aptas para la agricultura (de suelos pedregosos, fuertes pendientes y altitud elevada) se han destinado a la práctica ganadera. El recurso de la pesca, muy importante en otras épocas, se enfrenta hoy a graves problemas que exigen un proceso de reconversión en el sector.

Recursos Hídricos

El agua dulce es otro de los elementos imprescindibles para el desarrollo humano. El agua se usa, en primer lugar, para el consumo. La actividad agraria es la que consume más recursos hídricos en España, fundamentalmente la agricultura, ya que se amplía continuamente la extensión del regadío buscando una mayor rentabilidad en unas tierras que, por razones climáticas, se han dedicado tradicionalmente a cultivos de secano. En las zonas residenciales y en las industrias, el agua también se usa como medio de evacuación de los desechos, lo que provoca su disminución y deterioro. Otros usos del agua no implican su consumo o disminución de su volumen, como los usos recreativos y, en lugar destacado, la producción de electricidad mediante presas. El agua también se utiliza en las centrales térmicas convencionales y nucleares para su refrigeración.

El consumo de agua en España ha ido aumentando a medida que aumentaba su población.

El problema hídrico más grave no es la disponibilidad, sino la irregularidad estacional y el desigual reparto espacial de los recursos. La solución a la irregularidad de las precipitaciones en la mayoría de nuestro país ha venido dada por la construcción de infraestructuras, como las presas y los canales.

  • Las presas crean embalses donde se almacena el agua en las épocas de abundancia de lluvias.
  • Los canales permiten llevar el agua a las ciudades o tierras de labor donde se utiliza.

Problemas Medioambientales y Políticas Aplicadas

Deforestación y Erosión del Suelo: La Desertificación

La deforestación (o pérdida de la cubierta vegetal) y la erosión (o destrucción del suelo) son dos de los problemas más graves que afectan a España.

El primero de ellos, la deforestación, está provocado fundamentalmente por el factor humano y no tanto por factores naturales. La degradación y destrucción de la vegetación natural comenzó con el descubrimiento de la agricultura y la ganadería. Sin duda, el uso del suelo para estas actividades competía desde un principio con los espacios poblados por los bosques, que en España ocupaban en otras épocas más de un 85% del territorio y que en la actualidad se reduce al 30%.

Las roturaciones para la agricultura fueron incrementándose a medida que la presión demográfica aumentaba y a la par que las innovaciones técnicas hacían posible la ocupación de tierras antes improductivas o de difícil cultivo.

El sobrepastoreo y la necesidad de carbón vegetal y madera de los bosques (como combustible, material para la construcción de barcos y entibados de minas, fabricación de papel, etc.) han contribuido igualmente a la deforestación.

Por otra parte, los incendios forestales, tan frecuentes en la región mediterránea, parecen incrementarse en estas últimas décadas. La mayoría de los incendios son causados por el ser humano.

Las formaciones vegetales más afectadas por los incendios son, precisamente, las de repoblación: el pino y el eucalipto, que arden con mayor facilidad.

El segundo de los problemas, la erosión y la destrucción del suelo, es particularmente grave en nuestro país. Las regiones más afectadas son las más áridas y las del litoral mediterráneo.

Los suelos mediterráneos se ven afectados de forma natural por la erosión, puesto que las lluvias de carácter torrencial, las fuertes pendientes y las numerosas tierras de carácter arcilloso desprovistas de vegetación hacen muy vulnerables a estos suelos.

Ambos fenómenos (la deforestación y la erosión) conducen a la desertización o pérdida de la cubierta vegetal y suelos, que favorece la evolución bioclimática de esa región hacia un desierto.

Las políticas aplicadas para resolver estos problemas medioambientales se desglosan en un amplio abanico de actuaciones encaminadas a:

  • La protección del suelo contra la erosión y la desertificación.
  • La defensa frente a la sequía y las inundaciones.
  • La preservación y mejora de los ecosistemas forestales.

Cumpliendo con el compromiso firmado en la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, España desarrolló, a comienzos de los ochenta, el proyecto LUCDEME (Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo).

El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino aprobó, en agosto de 2008, el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación y se ha puesto en marcha el II Plan Nacional de Recuperación de Suelos Contaminados.

Contaminación Atmosférica

Todos los contaminantes son nocivos para la salud según su grado de concentración, pero además provocan cambios en las condiciones del medio ambiente.

  • Calentamiento global: En los últimos años se ha constatado un aumento de la temperatura media del planeta. El calentamiento actual parece estar directamente relacionado con el incremento de gases de efecto invernadero, producidos por las personas, sobre todo al quemar combustibles fósiles que extraemos del interior de la corteza terrestre. Dado que el consumo de energía es un indicador de desarrollo, la respuesta a este problema ha de ser aumentar el grado de eficiencia en los procesos productivos para reducir su consumo sin disminuir la calidad de vida. El problema del calentamiento global se ha abordado a escala mundial en el llamado Protocolo de Kyoto. Para ajustarnos a nuestro compromiso, nos veremos obligados a comprar a otros países sus derechos de emisión.
  • Lluvia ácida: Al quemar carbón y derivados del petróleo, se produce dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno. Estos compuestos son los principales responsables de la lluvia ácida, ya que, al entrar en contacto con el agua de la atmósfera, reaccionan formando ácidos muy corrosivos con efectos nocivos para el medio ambiente. En los bosques afectados por la lluvia ácida, los árboles ralentizan su crecimiento. Los suelos también se ven afectados por este problema. El Protocolo de Gotemburgo de 1999 se acordó en Ginebra en el Convenio sobre la Contaminación Atmosférica Transfronteriza a Gran Distancia.
  • Capa de ozono: Filtra las radiaciones ultravioletas procedentes del sol. Se encuentra a unos 20 km por encima de la superficie terrestre, formando una capa que rodea la Tierra. El peligro de destrucción de la capa de ozono por culpa de gases como los CFC (clorofluorocarbonos) y los halocarburos ha llevado a la práctica erradicación de estos gases, que eran empleados como refrigerantes. El acuerdo internacional por el que se limitó la fabricación de estos gases fue el Protocolo de Montreal, al que se han ido añadiendo enmiendas.
  • Contaminantes no gaseosos: Tanto la naturaleza como el ser humano liberan a la atmósfera partículas sólidas y líquidas. Estas partículas generan problemas respiratorios cuando se alcanzan grandes concentraciones. La sustitución de calderas de carbón y gasóleo por calderas de gas natural, así como la incorporación de catalizadores en los motores de automoción y el uso del transporte público, pueden mitigar en parte este problema.

Contaminación y Sobreexplotación de las Aguas

El vertido de desechos a las aguas de escorrentía superficial y subterránea provoca su degradación y contaminación.

La contaminación acuática procede principalmente de las actividades agrarias y ganaderas, de las industrias y también de las actividades urbanas.

En gran medida, los responsables de la contaminación de las aguas son los vertidos diluidos de fertilizantes y productos fitosanitarios. Las consecuencias son la degradación o deterioro de la calidad del agua y la contaminación de los suelos, junto con la muerte de los seres vivos que en ellos habitan.

La contaminación también afecta a las aguas marinas. El Mediterráneo es un mar amenazado, puesto que recibe vertidos urbanos, turísticos e industriales de una numerosa población. Además, los mares son vías de un intenso tráfico, lo que agrava aún más su contaminación, a la que en ocasiones se suman las materias tóxicas que, por accidentes, se vierten a sus aguas, como sucedió con el buque Mar Egeo o el Prestige.

Otro problema relacionado con el agua es la sobreexplotación, consecuencia directa de un consumo superior a la capacidad de recarga de los recursos hídricos disponibles. También se ha constatado un descenso alarmante del nivel de muchos acuíferos y la salinización de los mismos debido a las intrusiones del agua del mar, como sucede en el litoral mediterráneo y Canarias.

En sintonía con la política de aguas comunitaria, la DMA (Directiva Marco del Agua), desde julio de 2007, se ha iniciado un nuevo ciclo de planificación hidrológica.

Entre otras estrategias, está en marcha un Plan Nacional de Calidad de las Aguas.