El Arte de la Oratoria en la Antigua Grecia: Orígenes, Tipos y Maestros Atenienses

Definición y Distinción: Oratoria vs. Retórica

Podríamos definir la oratoria como el arte de crear bellos discursos con la intención de persuadir. El término “oratoria” se confunde a veces con el de “retórica”, pero no son exactamente lo mismo: la retórica es el arte teórico del discurso, mientras que la oratoria es su aplicación práctica.

La Oratoria como Género Literario en Grecia

Puede resultar extraño que se eleve la oratoria a la categoría de género literario. Sin embargo, esto no era así en Grecia, donde desde mediados del siglo V a. C. se convirtió plenamente en género literario. Aspiraba en cierto modo a sustituir a la poesía, en la medida en que tanto la poesía como la oratoria se dirigen al oyente en nombre propio y procuran convencer de la propia manera de pensar por medio de la belleza literaria.

Orígenes de la Oratoria Griega

Ya en la Ilíada hay varias muestras de esto y los propios héroes reconocen que a unos los dioses les dieron la cualidad de luchar bien en la guerra y a otros la de defenderse hábilmente en la asamblea; hasta tal punto era así, que un héroe, el anciano Néstor, en otro tiempo valeroso guerrero, destaca en su vejez como hábil orador.

Por otra parte, el Himno a Hermes nos ofrece ya un buen ejemplo de argumentación retórica; y en el teatro, también encontramos alguno en Esquilo y, sobre todo, en Eurípides. Si hubiera que señalar un solo origen concreto, diríamos que fue la manera de vivir de la sociedad griega la que produjo la oratoria: la vida en la polis requería la participación del pueblo en su gobierno o la necesidad de defender los intereses privados ante los tribunales. Esto lo prueba el hecho de que la oratoria se desarrolló más que en ninguna otra parte en Atenas.

Tipos de Oratoria en la Antigua Grecia

Se distinguían principalmente tres tipos de discursos:

  • Forense (δικανική)

    Discursos pronunciados ante los tribunales. Hay que tener en cuenta que el acusado había de defenderse personalmente en el juicio, sin la representación de un abogado, por lo que dependía muchas veces de su habilidad para salir airoso o sufrir una condena. Los que no tenían esta habilidad recurrían a un experto (logógrafo) para que les compusiera los discursos y luego ellos se los aprendían de memoria y los pronunciaban ante el tribunal.

    El discurso, por su parte, solía estar dividido en cuatro partes: prólogo (προοίμιον), exposición (διήγησις), prueba (πίστεις) y epílogo (ἐπίλογος). Además, para persuadir al auditorio era necesario cumplir con algunos requisitos:

    • ἦθος (ethos): Carácter moral o la credibilidad del orador ante el público.
    • πάθος (pathos): La emoción o habilidad del orador para crear en la audiencia un efecto emocional favorable.
    • λόγος (logos): La argumentación lógica y racional, el más importante de los tres.
  • Política (συμβουλευτική)

    Enseñaba el arte de deliberar en la asamblea. Se comprenderá su importancia si se tiene en cuenta que en Atenas todos los ciudadanos participaban de una u otra forma, por sorteo o por elección, en las instituciones.

  • De Exhibición (ἐπιδεικτική)

    Tenía un fin más teórico que los anteriores. Se utilizaba en los discursos pronunciados ante grandes multitudes en las fiestas; derivó luego en mera exposición pedante en banquetes, en discusiones filosóficas o en la literatura. Alcanzó su momento culminante en la Segunda Sofística (siglo II d.C.).

Grandes Oradores Atenienses

Finalmente, tenemos que señalar las figuras más importantes de la oratoria ateniense, puesto que era la πόλις donde más y mejor se mostraba el nuevo espíritu griego. Sin embargo, sus creadores no fueron atenienses. El primero de ellos fue Gorgias de Leontinos, que dejó tan impresionados a los atenienses por su elocuencia, que se dedicó a enseñar el nuevo arte.

Parece que ejerció una gran influencia en autores como Tucídides y, sobre todo, Isócrates. Recorrió luego toda Grecia dando conferencias que le reportaron merecida fama.

El Canon de los Diez Oradores Áticos

En el periodo helenístico se confeccionó un canon de los diez mejores oradores, con los siguientes nombres:

  1. Antifonte
  2. Andócides
  3. Lisias
  4. Isócrates
  5. Iseo
  6. Esquines
  7. Licurgo
  8. Demóstenes
  9. Hipérides
  10. Dinarco

Vamos a referirnos a los más relevantes.

Lisias (c. 445 – c. 380 a. C.)

Por su procedencia extranjera (meteco), Lisias no tuvo la ciudadanía ateniense. Esta situación le impedía pronunciar personalmente discursos políticos o epidícticos, y por eso tuvo que centrar su actividad retórica en la composición de discursos para otros, es decir, discursos forenses (logografía). Según las fuentes antiguas, se le atribuyen 425 discursos, de los que se consideraban auténticos unos 230. Se conservan 35, en los que de modo sencillo y con el lenguaje coloquial de las gentes con las que convivía demuestra un gran talento narrativo que desvela con bastante nitidez el ambiente de la Atenas de su época.

Debemos destacar su capacidad para retratar el carácter (ethopoiia) de los implicados, su estilo simple, claro y sencillo y su vivacidad. El más importante de ellos es el titulado Contra Eratóstenes, que él mismo presentó como acusador de uno de los Treinta Tiranos, a quien hizo responsable del asesinato político de su hermano y de la confiscación de la fábrica familiar de armas que tenían. En Roma los discursos de Lisias fueron tenidos como ejemplos del estilo aticista en el que destacaron C. Licinio Calvo y M. Junio Bruto.

Isócrates (436 – 338 a. C.)

Fue discípulo de Pródico, Protágoras y Gorgias. Tenía una voz débil y gran timidez, por lo que influyó en la política mediante la composición de discursos escritos ficticios. A partir de 392 a. C. ofreció una formación política y literaria en su escuela.

La mayoría de sus escritos están relacionados con su pensamiento pedagógico, ya que su objetivo era asegurar la supervivencia y, a ser posible, la mayor difusión de los valores culturales griegos. Se han conservado en total 25 obras suyas, entre discursos y cartas. Sus ideas pedagógicas están esbozadas en un temprano ensayo, Contra los sofistas, y elaboradas después en la Antídosis, obra en gran parte autobiográfica. El Busiris y Helena son ejercicios escolares en el tratamiento de los temas legendarios. El Panegírico es seguramente la obra fundamental para conocer el pensamiento político de Isócrates, en la que trató el tema de la unidad griega bajo el mando de Filipo II de Macedonia, en clara oposición a Demóstenes. Conservamos 9 cartas.

La prosa de Isócrates se distingue por su laborioso equilibrio de pensamiento, frase, ritmo y sonido. Tiene un sentido del ritmo sumamente refinado. Isócrates hace todo lo posible por alejarse del artificio literario, aunque en ocasiones se deja llevar por los periodos excesivamente largos.

Demóstenes (384 – 322 a. C.)

Considerado el más importante orador de la Antigüedad. Ejerció como logógrafo (compositor de discursos judiciales para otros). Su compromiso político se centró toda su vida en una feroz oposición a las pretensiones expansionistas de Filipo II de Macedonia. Contra esta intención lanzó sus más encendidos discursos: las tres Filípicas. Fue un encarnizado adversario de Esquines, quien dirigió contra él su discurso titulado Contra Ctesifonte. Demóstenes, por su parte, atacó a su rival con el titulado Sobre la corona, considerada desde siempre como una obra maestra de la oratoria.

Ya los antiguos reconocieron las cualidades oratorias de Demóstenes como excepcionales y tuvieron sus discursos por modelos para cualquiera que pretendiera iniciarse en el arte de la oratoria. Su éxito oratorio se debía a la percepción intelectual que tenía de las complejidades de cada asunto y a sus formidables dotes de exposición y argumentación, basadas en una apasionada idea del estado ateniense libre y en el perfecto dominio de todos los recursos del idioma. Una gran armonía, en suma, entre pasión y estética oratoria.

Se conservan 61 discursos de Demóstenes, de los que no todos son auténticos. De los discursos forenses destacan el pronunciado Contra Androción y Contra Timócrates. De los de temática política, Sobre la agrupación de los contribuyentes y Sobre la libertad de los rodios. De los discursos sobre las pretensiones de Macedonia, además de las cuatro Filípicas (incluyendo la considerada apócrifa), podemos destacar los Olínticos, Sobre la paz, Sobre la embajada y Sobre la corona, su mejor obra.

Las Filípicas

En la Primera Filípica, Demóstenes incita a los atenienses a movilizarse y detalla las medidas que deberían tomar. La Segunda Filípica es la respuesta de Demóstenes a las protestas de Filipo; expone los planes imperialistas de Filipo y le propone que haga su réplica. Con la Tercera Filípica, pretende unir a las ciudades griegas contra Filipo; intenta avisar a los atenienses de la inminencia del peligro y propone el envío inmediato de fuerzas.

Esta última es considerada uno de los mejores discursos, si no el mejor, de Demóstenes, marcado por la gravedad y por una profunda ansiedad; en un pasaje muy famoso compara el antiguo espíritu de Atenas con su actual degeneración.