El Mito de Pandora: Creación, Engaño y Esperanza en la Mitología Griega

El Origen del Mito: La Creación del Hombre

A continuación, se presenta uno de los mitos griegos más conocidos y referenciados. Sin embargo, el mito debe comenzar a relatarse desde la creación misma del hombre, ya que es de mucha importancia para el desarrollo y significado de la aparición del bello mal: Pandora.

La creación del hombre, según la mitología griega, se dio luego de que los dioses dominaran sobre todo lo existente, es decir, después de haber derrotado a los Titanes en la gran guerra de la Titanomaquia. Durante mucho tiempo, únicamente los dioses habitaban el mundo, hasta que en cierto momento, liderados por Zeus, decidieron crear criaturas que llenaran el vacío de la tierra.

La Tarea de Prometeo y Epimeteo

Entonces, encomendaron a los hijos del Titán de primera generación JápetoEpimeteo y Prometeo— realizar la delicada e importante obra de dar dones, habilidades, fortalezas y debilidades a los seres creados.

El primero de estos, Epimeteo, se dio a la tarea de brindar habilidades únicas a los animales, dividiendo el mundo animal en:

  • Seres carnívoros: los depredadores, de menor número.
  • Seres herbívoros: de mayor número, que servirían como presa de los primeros.

Esta desproporción serviría para que una especie no desapareciera a causa de otra. A los animales, además, les dotó de diversas características según sus necesidades:

  • Gruesos pelajes, plumas o escamas.
  • Formidables armaduras o astas.
  • Formidables garras, pezuñas o aletas.
  • Filosos colmillos o gran agilidad.
  • Grandes o pequeños tamaños.

La labor fue hecha con gran diligencia y meticulosidad para que ninguna de las especies tuviera una total ventaja sobre otra, pues los que eran grandes y fuertes eran lentos y toscos en comparación con los pequeños, que eran rápidos y habilidosos.

Mientras Epimeteo realizaba esta labor, Prometeo dedicó gran tiempo a moldear al hombre de un trozo de arcilla, cuidando de hacerlo a imagen y semejanza de los dioses, pues pretendía que fuese el ser más admirado por estos.

Cuando Epimeteo completó su labor, Prometeo le solicitó algún don para el hombre, pero Epimeteo había entregado ya todos los dones a los animales, por lo que el hombre quedaría desnudo, desarmado e indefenso.

La Intervención de Zeus y el Primer Fuego

Prometeo, preocupado por su creación, pidió ayuda a los dioses, ya que si su creación vagaba por el mundo desprotegida, seguro moriría. Zeus accedió a ayudar al hombre, por lo que mandaba eventualmente rayos a la tierra que provocaban incendios, de donde el hombre podía tomar el fuego para su defensa y ayuda.

Cabe destacar que, hasta ese momento, los hombres eran solamente de género masculino, ya que la feminidad era solamente expresada en la divinidad de las diosas.

El Engaño de Prometeo y la Ira de Zeus

Durante un tiempo, los hombres dependieron de los dioses para su supervivencia gracias al fuego. Era una relación de interés por parte de ambos bandos, ya que los hombres, agradecidos por la protección del fuego, realizaban sacrificios dedicados a los dioses para agradarlos.

Prometeo, el amigo de la humanidad, harto de ver a su creación en un estado dependiente, sumiso y hasta esclavizante, decidió llevar a cabo un acto insospechado, un acto que ningún otro hubiera podido hacer. Se hizo cargo de uno de los holocaustos ofrecidos a Zeus, en donde, según la tradición, separó el cuerpo de un enorme buey, colocando los huesos de un lado y la carne del otro. Pero en esta ocasión, cubrió los huesos con una apetitosa y brillante grasa blanca, y la carne y vísceras (es decir, lo comestible) lo ocultó bajo la piel del animal.

Una vez convocado Zeus al holocausto, Prometeo le dio a elegir al poderoso dios qué parte deseaba. Zeus fijó su mirada en la ostentosa grasa, pues pensó que bajo ella se encontraba la jugosa carne, así que eligió esta.

Al darse cuenta del engaño —el primer gran engaño contra Zeus** y los dioses—, estalló en ira y, a la vez, surgieron en su corazón maldiciones y deseos de venganza contra los autores del engaño. Pero su cólera aún incrementaría, pues los hombres que presenciaron el acto tomarían la nueva tradición de comer la carne y ofrecer los huesos como ofrenda a los dioses, ya que vieron cómo el máximo de ellos, **Zeus**, los había elegido por sobre lo comestible.

El Robo del Fuego Divino

Indignado, Zeus arrebató el fuego del mundo, prohibiendo que cualquier dios volviera a entregarlo a los desagradecidos hombres. Esto, desde luego, resultó fatal para los hombres, ya que no tenían manera de defenderse contra los depredadores o de calentarse en el frío.

Prometeo, que amaba a la humanidad, decidió ir al Olimpo, por donde paseó como un viajero. Algunos relatos cuentan cómo entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto, en el que practicaban juntos sus artes. Aprovechando la soledad del taller, arrebató el arte del fuego de Hefesto y las demás artes de Atenea, y se las dio al hombre junto con el fuego. Debido a esto, los hombres adquirieron los recursos necesarios para la vida. Este fuego divino proveyó a los hombres de artes y dones que los distinguieron del resto de los seres.

La Venganza de Zeus: La Creación de Pandora

Al darse cuenta y para vengarse de esta nueva ofensa, Zeus mandó a Hefesto a fabricar de arcilla a la primera doncella, misma que tendría una belleza semejante a la de las inmortales. Luego del modelaje de la arcilla, Zeus ordenó a:

  • Afrodita: que le otorgara la sensualidad.
  • Hermes: el ánimo, la seducción, las mentiras y un carácter volátil.
  • Atenea: darle el dominio de las artes.

Todo lo anterior con el fin de realizar una amalgama de males que fuera bella, para que los hombres se alegraran al recibirla, sin que sospecharan las desgracias que venían con ella. Zeus se encargó, al último, de insuflar vida en la figurilla de arcilla.

La Caja (Pithos) de Pandora

Una vez terminada la mujer, llamada Pandora (‘la que tiene todos los dones’), Zeus la envió a Epimeteo para que se casaran. El temor de afrontar la voluntad de Zeus llevó a Epimeteo a aceptarla como su mujer, a pesar de las advertencias de Prometeo de no aceptar ningún regalo de Zeus.

En su boda, Pandora recibió un curioso regalo: una caja (en algunas versiones, una jarra o pithos) con las instrucciones de no abrirla bajo ningún concepto. Pandora, que había recibido de los dioses una gran curiosidad (otorgada por Hermes), terminó abriendo la caja.

Todos los males que se contenían dentro (enfermedades, sufrimiento, vejez, vicios, etc.) escaparon y se esparcieron por el mundo. Al darse cuenta de lo que había hecho, Pandora forzó el cierre de la caja, quedando en el fondo de esta solamente un ser: Elpis, el espíritu de la Esperanza. Siendo este el único bien que los dioses habían depositado en la caja. De esta historia surgió la expresión «La esperanza es lo último que se pierde».

Consecuencias: El Castigo y el Diluvio

Después de esto, Prometeo fue castigado severamente por Zeus (un relato que se detalla en otras narraciones).

Pandora y Epimeteo tuvieron una hija llamada Pirra, esposa de Deucalión (hijo de Prometeo). Estos se convertirían más tarde en los únicos supervivientes del gran diluvio que Zeus mandó sobre la humanidad, decidido a terminar con la Edad de Bronce (la tercera edad para la humanidad). Se salvaron, claro está, por la ayuda de Prometeo, que les advirtió de los planes de Zeus.

Deucalión, entonces, creó un arca que le sirvió a él y a Pirra como resguardo de las intensas lluvias e inundaciones. Luego del diluvio, ambos empezaron a arrojar piedras sobre sus hombros, siguiendo las instrucciones de un oráculo. Las piedras que arrojaba Deucalión se convertían en hombres y las que arrojaba Pirra se convertían en mujeres, repoblando así el mundo.

El Legado de Pandora

Pandora es una figura de gran importancia en la mitología griega, ya que, aunque fue creada como un castigo para los hombres, a través de ella y su descendencia, el género humano permaneció en la tierra a pesar de la furia de los dioses. Un bello mal, Pandora.