La oratoria, entendida como el arte de crear discursos persuasivos, representa una fusión entre la belleza literaria y la eficacia práctica. A menudo se confunde con la retórica, pero hay una diferencia clave: mientras que la retórica es el estudio teórico de los recursos del discurso, la oratoria es su puesta en práctica, su ejecución real ante un público.
Hoy en día, la oratoria ha perdido el estatus de género literario que tuvo en la Antigüedad e incluso suele verse con cierto escepticismo o connotaciones negativas. Sin embargo, en la antigua Grecia, especialmente a partir del siglo V a. C., la oratoria se convirtió en un verdadero género literario, incluso con aspiraciones de sustituir a la poesía como medio de expresión privilegiado. Al igual que la poesía, la oratoria se dirigía al oyente, buscando convencerlo no solo con argumentos racionales, sino también mediante recursos estéticos y emocionales.
Orígenes y Evolución Histórica
No obstante, los orígenes de la oratoria se remontan a épocas anteriores. Desde los tiempos más antiguos, la literatura griega valoró el arte del discurso. En la Ilíada de Homero, por ejemplo, los héroes no solo se destacaban en la batalla, sino también en la capacidad de hablar con elocuencia ante la asamblea. El respeto hacia los oradores queda claro en la figura del anciano Néstor, quien, a pesar de su vejez, es recordado por su habilidad para hablar. También en el Himno a Hermes se observan elementos retóricos bien definidos. El teatro griego, con autores como Esquilo y especialmente Eurípides, incorpora discursos cargados de argumentación y persuasión, anticipando lo que más tarde sería la oratoria formal.
Si bien hay múltiples antecedentes, el verdadero origen de la oratoria griega está estrechamente ligado a la estructura de la polis. La vida cívica en Grecia exigía la participación de los ciudadanos en el gobierno, ya fuera a través de la asamblea o en los tribunales. Atenas, por ser la ciudad con mayor desarrollo político y social, se convirtió en el centro de este arte. Sin embargo, cuando Grecia fue unificada por Filipo y luego por Alejandro Magno, el uso práctico de la oratoria decayó, quedando reducida a una actividad meramente literaria o pedagógica.
El desarrollo de la oratoria también estuvo impulsado por el auge del pensamiento racionalista, promovido por la filosofía, la medicina y la historiografía. Los sofistas, especialmente, jugaron un papel fundamental en su expansión. Ellos ofrecían una formación intelectual basada en la enseñanza de cómo hablar en público con eficacia, lo que tenía un valor muy alto: un curso podía costar lo mismo que el salario de uno o dos años de un artesano. Enseñaban no solo a estructurar un discurso, sino también a utilizar los recursos necesarios para emocionar, razonar y convencer.
Tipos de Oratoria Griega
La oratoria griega puede dividirse en tres grandes tipos según su finalidad:
Oratoria forense (δικανική)
Se utilizaba en los tribunales. En Atenas, no existían abogados como hoy los conocemos: los ciudadanos debían defenderse a sí mismos. Por ello, la capacidad de hablar bien en público podía marcar la diferencia entre ganar o perder un juicio. Los que no tenían habilidades retóricas contrataban a logógrafos, que escribían discursos que luego memorizaban. La estructura básica de estos discursos constaba de: prólogo (prooímion), exposición (diégesis), prueba (písteis) y epílogo (epílogos). Además, se aplicaban los tres elementos clásicos de la persuasión: ethos (credibilidad del orador), pathos (apelación a las emociones) y logos (argumentos racionales).
Oratoria política (συμβουλευτική)
Se empleaba en la asamblea para deliberar sobre asuntos públicos. Era fundamental porque todos los ciudadanos participaban en la vida política, ya fuera por sorteo o elección. En este contexto, la capacidad de expresarse con claridad y eficacia era indispensable para influir en las decisiones colectivas.
Oratoria de exhibición (ἐπιδεικτική)
Esta modalidad era más teórica o ceremonial. Se utilizaba en discursos públicos durante festividades o banquetes, y con el tiempo derivó en un estilo pomposo y literario. Alcanzó su apogeo durante la llamada Segunda Sofística en época romana. Algunos discursos eran tan triviales que llegaron a tratar sobre temas como los elogios a la calvicie o a las moscas.
Figuras Clave de la Oratoria Griega
Entre las figuras más destacadas de la oratoria griega encontramos a Gorgias, Isócrates, Demóstenes y Lisias.
Gorgias de Leontinos
Gorgias de Leontinos, llegado a Atenas en el 427 a. C., fue uno de los primeros sofistas que deslumbró a los atenienses con su estilo brillante y florido, dejando una profunda huella en el arte del discurso.
Isócrates
Isócrates, nacido en 436 a. C., pertenecía a una familia acomodada. A pesar de su timidez y débil voz, se convirtió en un influyente educador. En su escuela de oratoria enseñaba una formación literaria y política centrada en el ideal panhelénico: la unidad de Grecia.
Entre sus obras destacan Contra los sofistas, Antidosis, Busiris, Helena y el Panegírico. Escribió discursos ficticios, como forma de influir en la política desde la escritura.
Demóstenes
Demóstenes, nacido en 384 a. C., es considerado el mayor orador de la Antigüedad. A pesar de una infancia difícil y una voz poco favorable, trabajó duramente su técnica, incluso entrenando con piedras en la boca y hablando frente al mar para mejorar su dicción. Su carrera política estuvo marcada por su oposición a Filipo de Macedonia, a quien dirigió sus famosas Filípicas. Su discurso Contra la corona, en respuesta a Esquines, se considera una obra maestra. En total, se conservan 61 discursos atribuidos a él, aunque algunos son de dudosa autoría.
Lisias
Lisias, por su parte, fue un orador especializado en escribir discursos judiciales para otros. De los 425 que se le atribuyen, se conservan 35. Su estilo es claro, sencillo y muy efectivo. Uno de sus discursos más famosos es Contra Eratóstenes, en el que acusa a uno de los Treinta Tiranos del asesinato de su hermano.
Conclusión
En resumen, la oratoria griega no fue solo un arte del discurso, sino una herramienta esencial para la vida política, judicial y cultural de la polis. Su legado ha influido profundamente en la tradición occidental, y figuras como Demóstenes o Isócrates siguen siendo referentes en el estudio del arte de hablar en público.