En el siglo XIX, Nietzsche lanzó una crítica radical al platonismo, argumentando que el cristianismo no es más que platonismo al servicio del pueblo. Para Nietzsche, Platón es responsable de invertir la metafísica, inventando el mundo de las “ideas” y afirmando que este es el único mundo real, cuando en realidad es solo un invento que ha falsificado el único mundo que existe: aquel en el que vivimos. El método de Nietzsche implica devolver su valor al devenir, al cambio, a la realidad física y, en última instancia, a la vida. La mentira de la dialéctica reside en menospreciar la vida y en considerar la razón como la fuerza más reaccionaria del hombre. Esto sería una referencia a la metafísica o filosofía platónica general. Sin embargo, podemos estar seguros de que, aunque Platón escribió su obra y sus fragmentos hace más de dos mil años, no ha perdido ni un ápice de actualidad. La utopía platónica revela una forma de entender la organización política que comienza por afirmar que la política no debe ser un juego de poder, ni prevalecer el hambre de poder para enriquecerse y alcanzar la gloria (recordemos que a Platón se le ocurrió un “comunismo” para la clase gobernante). Los gobernantes filosóficos deben aspirar a instaurar la justicia en la ciudad, a la que deben confiar su educación y su vida. Tal vez hoy en día pensemos que, como lo entendía Platón, esto debería ser muy sumiso y desagradable, pero no estaría de más que los gobernantes leyeran su obra. Sin embargo, el filósofo contemporáneo Karl Popper, en su libro *La sociedad abierta y sus enemigos* (1945), señala que cuando Platón habla del filósofo gobernante, está pensando en sí mismo. Según Popper, Platón era un oligarca ambicioso: “El Rey Filósofo era el propio Platón y la república es una reivindicación de su soberanía”. Platón, en este sentido, es uno de los primeros teóricos en oponerse a lo que llamó una “sociedad abierta”, es decir, una sociedad democrática que acababa de terminar un enfrentamiento sangriento (II Guerra Mundial) contra los regímenes autocráticos y dictatoriales del fascismo y el nazismo, con consecuencias tan nefastas para la humanidad.
El periodo histórico que le tocó vivir a Platón se desarrolla en la ciudad de Atenas y es bastante agitado, tanto a nivel político como social. El sistema oligárquico conducirá a la democracia a una auténtica crisis de fundamentos. A nivel cultural, a pesar de la crisis política, se produce el esplendor del clasicismo griego con tres fenómenos decisivos:
- El apogeo de la literatura dramática ateniense, cuyos principales representantes son: Sófocles y Eurípides.
- De forma espectacular, florece la plástica griega y la arquitectura cívico-religiosa.
- La culminación de la Retórica con Lisias, la comedia de Aristófanes y el género histórico con Heródoto y Tucídides.
El contexto filosófico se caracteriza por:
- La influencia de los pitagóricos.
- La apuesta por la vía de identidad (pensar igual que ser), característica de Parménides, y la crítica del pensamiento de Heráclito.
- La crítica al relativismo-escepticismo de los sofistas.
- La influencia decisiva de su maestro: Sócrates.
Platón nace en Atenas en el 427 a.C., procedente de una familia aristocrática. A los 18 años participó como soldado en la última etapa de la guerra del Peloponeso. Tras la muerte de Sócrates, acaecida en 399 a.C., se refugió en Megara y allí entabló los primeros contactos con las colonias de pitagóricos y eleáticos. Además, conoce a Dión, cuñado del tirano Dionisio I de Siracusa. Platón se dedica a expresar públicamente sus opiniones políticas, hecho que enfada notoriamente al tirano, quien acabará vendiéndolo como esclavo. Por suerte, en la subasta, un amigo lo reconoce, compra su libertad y Platón consigue volver a Atenas. En 387 fundó la Academia, en la que permanecerá 20 años enseñando. En 367, Dión invita a Platón a volver a Siracusa. El tirano ha muerto y a este le sucede su hijo Dionisio el Joven. El nuevo gobernante parece más dispuesto a dejarse aconsejar. Surgen, sin embargo, enfrentamientos entre Dión y la retención de Platón en Sicilia. Una vez que consigue salir de Sicilia, volverá a Atenas de forma definitiva.
La Obra de Platón
Dividiremos el análisis de la obra platónica en cinco periodos que se corresponden con otros tantos momentos de su biografía. Hay que señalar que todos sus libros están escritos en forma de diálogo, que el interlocutor principal de los mismos es Sócrates y que hay temas que se repiten a lo largo de toda su obra. Este último aspecto pone de manifiesto el carácter abierto de la obra platónica y de su propia teoría filosófica, siempre en permanente diálogo con sus discípulos, de los que estuvo aprendiendo hasta el final de sus días.
Platón desarrolló sus ideas filosóficas en Atenas a finales del siglo V a.C. y durante la primera mitad del siglo IV a.C., en una época de agitación y crisis política y económica. La gloria del Imperio Ateniense será recordada, pero su caída será para siempre. El siglo V fue el apogeo de la cultura ateniense, que se convirtió en la capital intelectual del mundo griego, un fenómeno conocido por los historiadores como la “Ilustración griega”. Florecieron el arte, la literatura y la filosofía. La democracia ateniense abogaba por la participación de todos los ciudadanos en el progreso cultural, educando el gusto estético y ofreciendo obras maestras en monumentos públicos, grandes obras que inspiran el aprecio por la tragicomedia. La Acrópolis de Atenas, que los persas destruyeron en el 482 a.C., fue reconstruida y engrandecida bajo el gobierno de Pericles. También el siglo V a.C. representa en Atenas la culminación de la tragedia griega y del género histórico. La tragedia se originó en torno al culto a Dionisos, cuya evolución, ya con Sófocles y Eurípides, adquiere la forma clásica de personajes y coro con que la conocemos hoy. Además, el apogeo de la literatura dramática supuso llevar a la escena las inquietudes personales y políticas del momento. Platón tampoco fue ajeno a estos hechos, ya que, por primera vez en la historia de la filosofía griega, nos encontramos con un autor que escribe admirablemente y en cuyos diálogos, repletos de mitos e imágenes poéticas, se pretende también representar la «batalla de las ideas», es decir, los diálogos platónicos pretenden trasladar al campo de la escritura la viveza y contradicción del debate oral. Sócrates, debían poseer una existencia independiente de la razón humana que los concibe y conoce. Así es posible la coincidencia humana tanto en el lenguaje como en la vida social. Platón toma de Sócrates, y también del orfismo-pitagorismo, la firme convicción de que es posible conocer los principios últimos de lo real, ya que, en última instancia, conocer es despertar las verdades adormecidas que llevamos impresas en nuestra alma.
Platón continuó la crítica al relativismo y al convencionalismo sofístico iniciada por Sócrates, que contenía un individualismo radical que imposibilitaba el conocimiento y la comunicación. Platón creía en seres autónomos, no sólo valores, sino también ideas, considerando el modelo de la composición del mundo sensible, y la función del intelecto para llegar a su comprensión efectiva para nuestra vida social y moral. Expandir la realidad en dos reinos, el ideal y el sensual, supone la síntesis de Platón del pensamiento griego anterior. Según Heráclito, que aplicó las características contradictorias y cambiantes de la realidad a una realidad imperfecta, las cosas sensibles nunca pueden ser objeto del verdadero conocimiento, sino sólo opiniones. Asimismo, la dialéctica de Platón (aunque se encuentran indicios de ella en Heráclito y el Zenón de Elea) se desarrolló a partir de la filosofía de Sócrates. Por otro lado, la preocupación de Sócrates por la virtud y el intelectualismo moral es la principal forma de afirmar que el conocimiento de la idea del bien es una condición necesaria e indispensable para un bienestar, de gobierno justo y correcto de la Ciudad. La influencia del pensamiento de Platón lo aludió directamente discípulos de la Academia (entre ellos Aristóteles, quien desarrollaría un sistema sustituto de su maestro), gran parte de la filosofía cristiana, de la cual, desde S. Agustín sacaría aspectos importantes de Platón para racionalizar su doctrina, Neoplatónicos del Renacimiento, las interpretaciones estéticas de las obras literarias son culpables de las obras de Platón y conceptos como “Amor Platónico” para todos aquellos autores como Plotino, Tomás Moro o Tomasso Campanella, que beben de la fuente de La República trató de desarrollar un modelo utópico similar al platonismo.