Alfonso XIII y la Regeneración Política en España (1902-1914): Desafíos y Reformas

Alfonso XIII y los Intentos de Regeneración del Sistema Político (1902-1914)

1.1 Los Grandes Problemas de España

España enfrentó varios problemas tras la crisis del 98. Uno de los principales fue la descomposición de los partidos dinásticos, ya que, tras la muerte de Cánovas y Sagasta, sus sucesores lucharon por el liderazgo, lo que debilitó el sistema del turno pacífico. A partir de 1917, ningún partido podía gobernar en solitario, lo que llevó a la formación de gobiernos de concentración.

La conflictividad social aumentó con la proliferación de huelgas y la creciente fuerza del movimiento obrero, reflejada en la mayor afiliación a sindicatos socialistas y anarquistas.

También resurgió la cuestión religiosa, con socialistas, republicanos y algunos liberales queriendo limitar el poder de la Iglesia, mientras el clericalismo avanzaba con fuerza desde la Restauración. Esto provocó un crecimiento del anticlericalismo, sobre todo en las ciudades y entre las clases populares.

Otro problema fue el descontento militar. La derrota de 1898 evidenció la necesidad de reformas en el Ejército, que tenía un exceso de oficiales y pocos recursos. Muchos militares culpaban a los políticos del fracaso y querían recuperar su papel dominante, lo que chocó con sectores antimilitaristas y la prensa crítica.

El problema regional también se agudizó con el auge del nacionalismo en Cataluña, País Vasco y Galicia. En Cataluña, el movimiento autonómico tuvo mayor impacto en la política nacional, mientras que en Madrid y entre los militares se veía el nacionalismo como una amenaza de separatismo.

Por último, la cuestión de Marruecos surgió tras la repartición colonial de 1912, cuando España obtuvo el protectorado del Rif en el norte del país. Para los militares, esto era una oportunidad para restaurar su prestigio, pero el terreno montañoso y la resistencia de las tribus bereberes obligaron a enviar tropas. Las derrotas militares en Marruecos generaron crisis políticas internas en España.

1.2 Evolución Política entre 1902 y 1914: La “Revolución desde Arriba”

Inestabilidad del Turnismo y el Auge del Catalanismo (1902-1906)

Alfonso XIII accedió al trono en 1902, y en los primeros años de su reinado hubo una gran inestabilidad política, con cinco gobiernos conservadores y cinco liberales en solo cinco años. Esta fragmentación dentro de los partidos impidió llevar a cabo reformas regeneracionistas.

Mientras tanto, el catalanismo ganaba fuerza con la fundación en 1901 de la Lliga Regionalista, liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó. De ideología conservadora, el partido recibió un fuerte apoyo de la burguesía catalana, logrando un gran éxito electoral en las elecciones municipales de 1905 en Barcelona.

El Regeneracionismo de Maura (1907-1909)

El rey nombró jefe de gobierno al conservador Antonio Maura en 1907, quien intentó llevar a cabo reformas regeneracionistas con la idea de que “hagamos la revolución desde arriba o nos la harán desde abajo”.

Su programa incluyó:

  • Reformas económicas y sociales, como la Ley de Protección de la Industria Nacional (1907) y la creación del Instituto Nacional de Previsión (1908), antecedente de la Seguridad Social. También se reguló el descanso dominical y la jornada laboral de mujeres y niños.
  • Reformas políticas, como la Ley Electoral de 1907, que buscaba acabar con el caciquismo, aunque sin lograrlo del todo.
  • Reforma de la administración local, con la propuesta de una Ley de Administración Local, que daba mayor autonomía a los municipios y permitía la formación de mancomunidades provinciales, un primer paso hacia el autogobierno regional.

Sin embargo, esta reforma encontró resistencia dentro de su propio partido y aún no se había aprobado cuando ocurrió la Semana Trágica de Barcelona (1909), lo que provocó la caída de Maura.

La Semana Trágica de Barcelona (1909)

En Barcelona, el clima de regionalismo, activismo obrero y republicanismo crecía. El recién creado Partido Republicano Radical, liderado por Alejandro Lerroux, promovía un discurso populista, anticlerical y españolista (anticatalanista), lo que aumentaba la tensión social.

El detonante de la revuelta fue el envío de reservistas catalanes a la guerra en Marruecos, lo que generó protestas con lemas como “que vayan los ricos a la guerra”.

El 26 de julio de 1909, una huelga general convocada por Solidaridad Obrera derivó en una insurrección violenta con más de 200 barricadas, ataques a conventos e iglesias, y enfrentamientos con la policía y el Ejército. Barcelona quedó aislada y el gobierno declaró el estado de guerra.

El balance fue de más de 100 muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Se produjeron detenciones masivas, destacando la ejecución del pedagogo anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna, acusado sin pruebas. Su ejecución provocó un rechazo internacional.

Las consecuencias fueron significativas:

  • Dimisión de Maura, perdiendo el respaldo del rey.
  • Formación de la Conjunción Republicano-Socialista, que en 1910 consiguió un gran éxito electoral, permitiendo la entrada de Pablo Iglesias en el Congreso.
  • Disolución de Solidaridad Obrera, aunque en 1910-1911 surgió la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que se convertiría en el sindicato anarquista más influyente de España.

El Gobierno de Canalejas y el Fin del Regeneracionismo (1910-1912)

Entre 1910 y 1912, el liberal José Canalejas lideró el último intento regeneracionista con reformas clave:

  • Reformas económicas y sociales, como la eliminación de los impuestos sobre el consumo y la sustitución por un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas.
  • Reforma militar, estableciendo el servicio militar obligatorio, aunque permitiendo una reducción a cinco o diez meses mediante el pago de una cantidad económica.
  • Ley del Candado (1911), que prohibía la creación de nuevas órdenes religiosas durante dos años.
  • Cuestión de Marruecos, con la ocupación militar del Rif en 1911, consolidando el protectorado español en Marruecos (1912), tras un acuerdo con Francia.

Además, Canalejas impulsó la Ley de Mancomunidades (1912), permitiendo la coordinación de las Diputaciones Provinciales y dando un primer paso hacia el autogobierno en Cataluña.

Sin embargo, el 12 de noviembre de 1912, Canalejas fue asesinado en Madrid por un anarquista. Su muerte marcó el fin del regeneracionismo y reabrió las divisiones dentro del Partido Liberal.

Tras un breve gobierno de Romanones, el rey volvió al sistema de turnos, llamando a los conservadores. En 1913, Eduardo Dato asumió el poder y aprobó definitivamente la Ley de Mancomunidades (1914), permitiendo a Cataluña desarrollar un órgano de coordinación provincial, impulsando el progreso cultural y material de la región.

1.3 La Expansión del Sindicalismo y la Fundación de la CNT

A principios del siglo XX, el movimiento obrero en España se desarrolló en dos corrientes principales:

  • Socialista (UGT): ligada al PSOE, con mayor presencia en Madrid, Asturias y Vizcaya. Defendía la negociación antes de recurrir a la huelga.
  • Anarquista (CNT): más fuerte en Cataluña. Rechazaba la mediación del Estado y promovía la acción directa y la huelga como herramienta clave de lucha.

En 1910, los anarcosindicalistas fundaron la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en Barcelona, celebrando su primer congreso en 1911. La CNT se declaró apolítica, rechazó cualquier relación con partidos y promovió la acción directa contra la patronal.

Aunque UGT y CNT diferían en sus métodos, en algunos momentos unieron fuerzas, especialmente entre 1917 y 1920, en un contexto de crisis política y social.

1.4 El Impacto de la Primera Guerra Mundial en España

Aunque España se mantuvo neutral en la Primera Guerra Mundial, la sociedad se dividió entre aliadófilos y germanófilos, generando intensos debates en la prensa y en las Cortes.

A nivel económico, la guerra provocó un boom a partir de 1915, ya que España se convirtió en proveedora de alimentos, materias primas y productos industriales para los países en conflicto. Esto generó un superávit comercial (1915-1919) y grandes beneficios para las empresas.

Sin embargo, la falta de importaciones y el aumento de las exportaciones causaron desabastecimiento interno, disparando los precios (1916-1918) y generando un fuerte malestar social. Esto favoreció el crecimiento del movimiento obrero, que intensificó sus reivindicaciones por mejores salarios y condiciones de vida.