Invitación a Jovellanos para Colaborar con José I
Es un texto primario que presenta la forma de carta enviada a Jovellanos en 1809 para solicitar la colaboración con el gobierno de José I Bonaparte. Se trata de un documento de carácter privado en cuanto que es una carta, pero también se puede considerar público porque fue publicada en la Gaceta del Gobierno, órgano de prensa de la Junta Central Suprema, en 1809. Su contenido es puramente político, pues su autor expone en él las razones por las que Jovellanos debería aceptar la invitación a formar parte del gobierno de José I.
En cuanto al autor, se trata de un personaje próximo a José I al que se refiere como “rey justo e ilustrado”. El destinatario, Jovellanos, fue el personaje más importante dentro de la administración durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, además de un importante hombre de cultura ilustrada española y que formó parte de la Junta Suprema Central. La fecha, mayo de 1809, nos sitúa en el primer año de la Guerra de Independencia.
Contexto Remoto
Para entender este texto es importante hacer referencia a la Ilustración, ya que tanto José I como Jovellanos pertenecían a esta corriente ideológica que a lo largo del siglo XVIII se había difundido entre una minoría culta de la sociedad española. Fue durante el reinado de Carlos III cuando se llevaron a cabo la mayoría de las reformas ilustradas impulsadas desde el entorno del propio rey.
Además se debe tener en cuenta otro aspecto, es el referido a las relaciones internacionales entre España y Francia, desde la llegada de los Borbones a España las relaciones entre ambos países eran de alianza y apoyo mutuo (los Pactos de Familia). La Revolución Francesa puso fin a estos acuerdos, el gobierno de Carlos IV, ante el temor al contagio revolucionario, decidió paralizar las reformas emprendidas y además los ilustrados fueron apartados del gobierno a favor de Godoy, y algunos de ellos, como el propio Jovellanos, pagaron con el alejamiento de la corte o la cárcel. En 1793 España declaró la guerra a Francia (Guerra de la Convención).
Años más tarde, con la llegada de Napoleón al poder, cambió el signo de las relaciones internacionales y el gobierno español, dirigido por Godoy, firmó una alianza con el emperador, que llevó a España al enfrentamiento con Gran Bretaña (Batalla de Trafalgar) y a su aliado Portugal. Precisamente para la invasión de este país se firma el Tratado de Fontainebleau en 1807, por el que las tropas francesas podían entrar en la península para invadir a Portugal. El texto hace referencia a la implicación de otras potencias como Inglaterra (línea 4) enemiga de Napoleón y que por tanto, apoyará sin duda la sublevación contra José I. También se hace alusión a Gibraltar (línea 14), ya que pertenecía a Gran Bretaña desde el Tratado de Utrecht, 1713, tras la Guerra de Sucesión.
Contexto Inmediato
En el año 1808 la presencia de las tropas francesas en España genera cierto malestar entre la población que recela de los acuerdos con Francia y desconfía de Godoy. En marzo de 1808 se produce un incidente importante, Fernando, el príncipe de Asturias, encabeza un motín antigodoyista (Motín de Aranjuez) que conseguirá la destitución de Godoy y la abdicación del rey Carlos IV en su hijo. Napoleón, consciente de la debilidad de la monarquía española, consigue en mayo de 1808 las abdicaciones de Bayona poniendo en el trono de España a su hermano José. Al mismo tiempo, un levantamiento popular en Madrid, el 2 de mayo, que fue respondido por una dura represión francesa (fusilamientos el 3 de mayo) será el desencadenante del conflicto. A partir de este momento, el enfrentamiento se extiende a todo el país que se divide en dos bloques: los afrancesados, partidarios de José I y los patriotas, contrarios a la presencia francesa.
José I se presenta como un rey moderno (“rey justo e ilustrado” en la línea 4), hace redactar la Constitución de Bayona y promete la puesta en marcha de algunas reformas como la libertad constitucional, libertad religiosa, la regeneración del país, es decir la modernización (línea 8-11), y todo esto, se debe al emperador Napoleón (línea 4). Su régimen traerá la felicidad, esta palabra se repite constantemente (línea 2, 6, 11, 16…). Además intenta atraerse a personalidades importantes de la política e intelectualidad españolas, y Jovellanos es el personaje de más prestigio de ambos campos.
Sin embargo Jovellanos que ya se había opuesto a Godoy, rechazó esta invitación y se unió al grupo de los patriotas que actuaban en nombre de Fernando VII, entrando a formar parte de la Junta Central, órgano que se encargó de la dirección de la guerra y de la convocatoria de Cortes Constituyentes, a cuyas sesiones iniciales asistió antes de morir. En el texto se hace una presentación partidista del conflicto que vive España para conseguir el apoyo de Jovellanos y atraerlo al bando de los afrancesados. José Bonaparte representa el Nuevo Régimen y se encuentra ideológicamente más cerca de Jovellanos y por eso, se extraña que lucha junto a los partidarios del Antiguo Régimen, que son los que apoyan la Inquisición (línea 3), el interés de los grandes y la aristocracia (línea 4), y “solo traerán desgracia a España” (línea 5). El símbolo de la resistencia contra José I es Cádiz (línea 14), porque esta ciudad, a salvo de las tropas francesas. La guerra se prolongará hasta 1813 en que tras las derrotas francesas, José abandonará España. A finales del mismo año, Napoleón, en el Tratado de Valencay, reconocerá a Fernando VII como rey de España.
Como conclusión se puede destacar que la carta no logró su propósito, ya que Jovellanos no se unirá al gobierno de José I, sino todo lo contrario, fue un activo miembro del bando patriótico, participando en las Cortes de Cádiz de 1810. Estas serán las que iniciarán la crisis del Antiguo Régimen y el comienzo de la revolución liberal en España. Jovellanos murió sin poder ver ni la derrota francesa ni los frutos de Cádiz.
Composición Social de las Cortes de Cádiz
Se trata de una gráfica de barras horizontales en la que se muestra la estructura profesional de los diputados en las Cortes de Cádiz que tuvieron lugar entre 1810 y 1812. Su naturaleza es sociopolítica (las Cortes llevan a cabo una auténtica revolución política que se explica, en parte, por el origen social de los diputados). En el eje horizontal o de abscisas aparecen el número de diputados en intervalos de 10 unidades, mientras que en el vertical o de ordenadas se indican los diferentes agrupamientos profesionales en los que se dividen los diputados (296 en total), ordenados de mayor a menor número, desde las cifras más altas (90 eclesiásticos) hasta las más bajas (1 médico, 1 bachiller, 1 arquitecto). El contexto histórico corresponde al período de la Guerra de Independencia.
Contexto
Las Cortes de Cádiz tuvieron un carácter de “Extraordinarias” por las circunstancias históricas del momento. El país estaba en plena Guerra de la Independencia (1808-1813) contra el trono de José Bonaparte. La resistencia popular se organizaba a través de las Juntas Locales y Provinciales, dirigidas y coordinadas por la llamada Junta Suprema Central, órgano encargado de dirigir la guerra contra los franceses. Esta Junta, presidida por el Conde de Floridablanca, estaba integrada por unas 30 personas entre las que se puede destacar al también anciano político ilustrado Jovellanos.
La derrota de las tropas españolas en Ocaña (noviembre de 1809) lleva a la Junta a refugiarse en Cádiz huyendo de las tropas francesas. Uno de sus objetivos era convocar unas Cortes extraordinarias para que los representantes de la Nación organizasen las directrices políticas del rey Fernando VII. Ya en la convocatoria quedaron establecidos tres principios fundamentales que serán las bases de la Constitución de 1812:
- Soberanía Nacional: los poderes residen en la nación, por lo tanto los diputados serán sus legítimos representantes.
- Separación de Poderes: quedaba así abolido el Absolutismo.
- Cámara Única (influencia de la Constitución francesa de 1791).
Análisis e Interpretación
A la hora de analizar e interpretar esta gráfica hay que tener en cuenta un aspecto previo, es la forma que se llevó a cabo la convocatoria de Cortes y el sistema de elección de los diputados. En cuanto a la convocatoria, debemos recordar que las Cortes fueron convocadas por la Junta Central, no convocó ni el clero ni la nobleza. En lo referente al sistema de elección, a finales de enero de 1810 se inició el proceso electoral mediante el sufragio universal indirecto, primero por parroquias, después partido judicial y finalmente capitales de provincias.
No se sabe cómo se realizaron estas elecciones en un país ocupado en su mayor parte por los franceses, probablemente tendrían un carácter clandestino y la participación sería muy baja. Los diputados fueron llegando a Cádiz muy lentamente y hubo que recurrirse al sistema de “suplentes” o “sustitutos” entre los oriundos de cada región de Cádiz. Este fue el caso de los representantes americanos e hizo que el número de diputados variase a lo largo de las sesiones. Por lo que se refiere a los resultados cabe resaltar las siguientes consideraciones:
- El elevado número de los eclesiásticos (90) que representan casi el tercio del total. Esto no tiene nada de extraño si tenemos en cuenta el enorme peso de la religión entre la sociedad española y su utilización como vínculo de unión para derrotar a los franceses. A pesar de pertenecer a un estamento privilegiado no actuaron como tales, sino que fueron elegidos en el proceso electoral como titulares o como suplentes. La mayoría representaba al clero urbano e ilustrado porque los obispos no se preocuparon de presentarse a las elecciones, ya que esperaban una convocatoria estamental. Por lo tanto no todos defendieron el absolutismo. Esa alta representación eclesiástica explica el tratamiento que se dio al tema de la religión católica en la Constitución.
- El pequeño número de nobles (14) se explica porque esperaban, como el alto clero, una convocatoria estamental. A ellos podían añadirse alguno de los 30 militares y de los 9 marinos que por su origen aristocrático podrían sumarse al grupo nobiliario.
- Más de la mitad de los diputados pertenecían al Tercer Estado, vinculados a profesiones liberales y a la función pública (abogados, funcionarios). Sin embargo, la burguesía comercial está poco representada (8). Por último los 20 diputados agrupados bajo el epígrafe de “sin profesión” indica que no todos los diputados habían sido identificados individualmente. Se ha considerado que los diputados de Cádiz representan la “irrupción de la minoría urbana ilustrada” en una España mayoritariamente rural.
- Llama la atención que no hubiese ningún artesano, obrero, o campesino (salvo que estuviesen en los 20 sin identificar).
- Los diputados se suelen agrupar en 3 tendencias políticas: la absolutista o conservadora, opuesta a todo plan de reformas; la renovadora siempre dentro de la tradición (ilustrados); la innovadora o liberal que pretende aprovechar la situación bélica para poner en práctica el programa político del liberalismo, lo que les permitió llevar en todo momento la iniciativa desde las primeras sesiones y sus criterios prevalecieron frente a una mayoría amorfa y silenciosa. Así se pudo aprobar la Constitución de 1812, que puso el final del Antiguo Régimen.
Conclusiones
- Los partidarios de las reformas formaron una amplia mayoría de diputados, lo que les permitió llevar la iniciativa política. Así se explica los profundos cambios de carácter político, social y económico. Las reformas culminaron con la aprobación de la Constitución de 1812, la primera Constitución española, en la que los liberales hicieron concesiones y llegaron a acuerdos con los absolutistas en algunos aspectos fundamentales como la religión. Así el artículo 12 deja muy en claro que “la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica y romana, única verdadera… y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.
- La composición social de las Cortes no refleja la realidad social de España caracterizada por el predominio de la población rural, casi un 70% del total. Esta circunstancia significa que el pueblo quedó al margen y sintió que la labor de las Cortes era obra de una minoría. Por otra parte, debido a la guerra, la mayoría desconocía lo que se estaba realizando en Cádiz y se mostró indiferente o, por influencia de la Iglesia, abiertamente hostil a los cambios.
- No obstante los principios de la Revolución no desaparecieron y volverán a resurgir unos años más tarde por la vía del Pronunciamiento (Riego en 1820). En realidad esta pugna entre el Antiguo y Nuevo Régimen será constante en todo el reinado de Fernando VII (1814-1833).