Auge y Caída de las Democracias y el Ascenso de los Totalitarismos (1919-1939)

Los Desequilibrios Económicos y Políticos de Entreguerras (1919-1939)

La Frágil Recuperación de los Años 20

Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como la principal potencia económica mundial, en gran parte debido a que su territorio no sufrió daños durante el conflicto. Inicialmente, se experimentó un auge del consumo impulsado por la escasez de productos de la posguerra.

Sin embargo, en los años siguientes, el consumo y la producción disminuyeron, provocando un aumento del desempleo y una crisis económica. Esta situación se agravó cuando Estados Unidos redujo la ayuda económica a Europa.

Los países, en respuesta a la crisis, adoptaron políticas proteccionistas que obstaculizaron el comercio internacional. Esto condujo a una disminución de la producción y a un aumento del desempleo y el malestar social. Alemania y Austria, obligados a pagar altas indemnizaciones de guerra según el Tratado de Versalles, fueron los más perjudicados. La crisis económica en Alemania llegó a tal punto que, en 1923, el país dejó de pagar las indemnizaciones, de las cuales dependía Francia.

La situación mejoró temporalmente en 1924 con el Plan Dawes, promovido por Estados Unidos. Este plan proporcionó ayuda económica a Europa, favoreciendo el desarrollo de nuevos sectores industriales como el petróleo y la electricidad, creando empleos y estimulando el consumo.

Esta recuperación económica dio origen a la moderna sociedad de consumo, y este período de prosperidad se conoció como “los felices años 20”. Sin embargo, esta prosperidad fue efímera, y una serie de desequilibrios condujeron a la profunda y prolongada crisis de 1929.

La Crisis de las Democracias Liberales

El período de entreguerras (1919-1939) fue extremadamente inestable. Las dificultades económicas posteriores a la Primera Guerra Mundial propiciaron el surgimiento de movimientos políticos totalitarios, como el Fascismo italiano y el Nazismo alemán, que lograron imponerse en sus respectivos países.

La desaparición de los Imperios Alemán, Austrohúngaro y Otomano dio lugar a la creación de nuevos países que adoptaron sistemas políticos liberales y democráticos, estableciendo repúblicas como Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia y Rumanía.

En Europa, se produjo un fuerte enfrentamiento político entre la izquierda y la derecha. La izquierda, inspirada en la Revolución Bolchevique rusa, buscaba implementar cambios revolucionarios. La derecha, por su parte, defendía la monarquía (en los países donde existía), el orden social, la unidad nacional y los valores religiosos. Esta polarización condujo a una intensa lucha política.

En países con una larga tradición democrática, como Francia y Gran Bretaña, las tendencias autoritarias no lograron imponerse.

El Caso Alemán: La República de Weimar

La derrota del Imperio Alemán en la Primera Guerra Mundial provocó la abdicación del Kaiser Guillermo II y la proclamación de la República en Alemania, en noviembre de 1918, en la ciudad de Weimar.

El primer gobierno de la República estuvo compuesto por socialdemócratas, quienes enfrentaron la oposición tanto de la izquierda (que buscaba una revolución bolchevique) como de la derecha (nacionalistas y conservadores que se oponían a cualquier cambio revolucionario).

En este contexto de lucha y descontento, una parte significativa de la clase media alemana comenzó a apoyar las posturas totalitarias del nacionalismo radical. En 1919, Anton Drexler, un obrero ferroviario, fundó el Partido de los Obreros Alemanes (DAP), con una ideología de extrema derecha.

En 1920, Adolf Hitler se unió al DAP y lo transformó en el Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes (NSDAP). Hitler asumió la jefatura del partido y, finalmente, llegó al poder en enero de 1933.

La Gran Depresión de los Años 30

La caída de la Bolsa de Nueva York en 1929 marcó el inicio de una crisis económica mundial que puso en tela de juicio el sistema capitalista.

El Crack del 29

La crisis del 29 sorprendió a una sociedad que vivía una aparente prosperidad, resultado de un sistema industrial sostenido por créditos bancarios. Estos créditos fomentaban la circulación del dinero y la creencia en una economía sólida. Sin embargo, la demanda del mercado era inferior a la producción. Hacia 1928, inversores y especuladores comenzaron a invertir masivamente en bolsa, obteniendo grandes beneficios. Esto infló artificialmente el precio de las acciones, creando una burbuja bursátil.

El 24 de octubre de 1929, conocido como el “Jueves Negro”, se produjo el estallido de la crisis. Un gran número de acciones se pusieron a la venta en la Bolsa de Nueva York, pero la demanda fue mínima. Esto provocó una caída en picado de los precios, arruinando a pequeños y medianos inversores.

Las causas principales del estallido de la crisis fueron:

  • La sobreproducción industrial.
  • La crisis de liquidez de los bancos.
  • La caída del consumo.

La crisis se extendió rápidamente a otros sectores económicos de Estados Unidos y, posteriormente, al resto del mundo. Estados Unidos se vio obligado a suspender los préstamos a países como Alemania, Italia y Austria, que a su vez adoptaron medidas proteccionistas. Las consecuencias políticas y sociales fueron devastadoras: aumentó el desempleo, la población se empobreció y se generó una desconfianza generalizada en el sistema político y en los partidos tradicionales. Los ciudadanos comenzaron a depositar su confianza en partidos antidemocráticos y antiliberales, a quienes consideraban responsables de la crisis.

El Fin del Liberalismo Clásico y el “New Deal”

La crisis del 29 evidenció el fracaso del capitalismo clásico y motivó la búsqueda de soluciones por parte de los Estados. Las reformas más exitosas fueron las implementadas en el “New Deal”, propuesto en 1932 por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt. Este plan incluía una serie de medidas que promovían la intervención del Estado en la economía y la mejora de las infraestructuras, con el objetivo de incentivar el consumo, la producción y la creación de empleo.

El Fascismo Italiano

Orígenes del Fascismo

El Fascismo, en sentido estricto, se refiere al movimiento político surgido en Italia en los años 20, como consecuencia de la crisis posterior a la Primera Guerra Mundial. Benito Mussolini, en su libro “La doctrina del Fascismo” (1932), expuso las bases teóricas de esta doctrina política.

El origen del Fascismo se encuentra en el trato desfavorable que recibió Italia en los tratados de paz posteriores a la Primera Guerra Mundial. A pesar de haber estado en el bando vencedor, Italia no vio recompensadas sus aspiraciones territoriales como sí lo hicieron otros países como Francia y Gran Bretaña. Este hecho se conoció como la “Victoria mutilada”.

El malestar social causado por este descontento se agravó con la crisis económica, llevando a Italia al borde de una revolución comunista. En 1919, Mussolini fundó los Fascios Italianos de Combate, escuadras paramilitares cuyo objetivo era impedir las actividades revolucionarias de la izquierda. Mussolini logró evitar las revueltas comunistas y recibió el apoyo de la clase media y la burguesía italiana. En 1921, se fundó el Partido Nacional Fascista, en el que se integraron los Fascios.

Fundamentos Teóricos del Fascismo

  • Antiparlamentarismo y antimarxismo: El fascismo culpaba a la democracia liberal de ser incapaz de solucionar la crisis económica.
  • Rechazo de la igualdad: Negaba la igualdad entre los individuos y, por lo tanto, rechazaba el modelo de gobierno democrático basado en el sufragio universal.
  • Élite y líder carismático: Consideraba que las sociedades debían ser dirigidas por una élite preparada y un líder carismático.
  • Exaltación de los valores nacionales: Se oponía a las corrientes internacionalistas del comunismo y la izquierda, realzando todo lo que contribuyera al engrandecimiento de la patria.
  • Uso de fuerzas paramilitares: Se utilizaban para eliminar la oposición y mantener el régimen. En Italia, estas fuerzas se denominaron “camisas negras”.
  • Rechazo del racionalismo ilustrado: Se oponía al parlamentarismo democrático, considerado el origen de los partidos del sistema liberal.

La Llegada al Poder y el Estado Fascista

Tras la Primera Guerra Mundial, la inestabilidad social, la crisis económica, el desempleo y las frecuentes huelgas desestabilizaron Italia. En octubre de 1922, los sindicatos y los partidos de izquierda convocaron una huelga general para derrocar al gobierno. Mussolini organizó a sus “camisas negras” para impedir que la izquierda tomara el poder. El 28 de octubre de 1922, los camisas negras, liderados por Mussolini, realizaron la “Marcha sobre Roma”, una demostración de fuerza para presionar al rey Víctor Manuel III. El rey, cediendo a la presión, nombró a Mussolini primer ministro.

El Nazismo Alemán

Orígenes del Nazismo

El Nazismo tiene sus raíces en el pensamiento y los escritos de Adolf Hitler, plasmados en su libro “Mein Kampf” (Mi Lucha). El Partido Nacional Socialista de los Obreros Alemanes (NSDAP) fue fundado en 1920 por Hitler, tras unirse al Partido Obrero Alemán (DAP). Hitler rápidamente se convirtió en el líder del NSDAP, aumentando el número de afiliados y convirtiéndolo en una de las principales fuerzas políticas alemanas a principios de los años 30.

Este rápido ascenso se debió a la estructura jerárquica y militar que Hitler impuso al partido, creando secciones paramilitares como las SA (Sturmabteilung) y las SS (Schutzstaffel), que actuaban como ejércitos armados del partido. En 1925, Hitler asumió el título de *Führer*, convirtiéndose en el líder indiscutible.

Durante los primeros años 20, el Partido Nazi se dio a conocer a través de mítines, manifestaciones y concentraciones, en las que destacaba la personalidad y el carisma de Hitler. En 1923, los nazis intentaron un golpe de Estado, conocido como el “Putsch de Múnich”, que fracasó. Los principales líderes nazis, incluyendo a Goebbels, Göring, Hess y Rosenberg, fueron encarcelados. Durante su estancia en prisión, Hitler escribió “Mein Kampf”, donde expuso su ideología.

El ascenso electoral del partido llegó a finales de los años 20, cuando, como consecuencia de la crisis del 29, los descontentos de la sociedad alemana se sintieron atraídos por los mensajes y el programa de Hitler. Gran parte de la clase media alemana, que veía en Hitler al defensor del orden social amenazado por la izquierda, apoyó al Partido Nazi. En 1930, los nazis obtuvieron 107 escaños en el Parlamento. En 1932, alcanzaron los 230 escaños, superando a otras fuerzas políticas, y llegaron al poder en enero de 1933.

La Llegada al Poder y la Formación del Estado Nazi

En enero de 1933, los nazis llegaron al poder tras obtener su máximo apoyo electoral. El presidente Hindenburg nombró a Hitler canciller. A partir de este momento, se inició la formación de un Estado totalitario que eliminó a la oposición y consolidó a Hitler como líder indiscutible.

En febrero de 1933, se produjo un incendio en el Reichstag (Parlamento), y Hitler acusó a los comunistas, lo que le permitió ilegalizar el Partido Comunista. Este hecho sirvió como excusa para limitar las garantías constitucionales. En marzo de 1933, con el permiso de Hindenburg, Hitler promulgó la Ley de Plenos Poderes, que le permitía disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. El gobierno nazi prohibió la libertad de prensa y los partidos opositores.

Este proceso de concentración de poder culminó en 1934, tras la muerte de Hindenburg. Hitler unificó en su persona la Presidencia y la Jefatura del Estado, así como las funciones de primer ministro. Proclamó el Tercer Reich y se convirtió en el *Führer* del pueblo alemán. Alemania se transformó en un Estado totalitario.

Se suprimieron todos los partidos y sindicatos, y Hitler eliminó la poca oposición interna dentro del partido, asesinando a los principales líderes de las SA el 30 de junio de 1934, durante la “Noche de los cuchillos largos”.

Política Económica Nazi

La política económica nazi se caracterizó por el control estatal y la autarquía (autosuficiencia). Se implementó una política destinada a producir las materias primas que Alemania no poseía en cantidad suficiente.

El desarrollo económico se basó en la industria pesada y la construcción de infraestructuras. Destacó la producción de armamento para la remilitarización alemana y la construcción de aviones militares. Se construyeron autopistas y carreteras, convirtiendo a Alemania en el país europeo con mayor número de kilómetros de autopistas.

Como resultado de esta política económica, Alemania alcanzó el pleno empleo y se convirtió en la segunda potencia económica mundial, solo por detrás de Estados Unidos.

Política Social Nazi

La política social se centró en la consecución de la “pureza racial”, basada en el predominio de la raza germánica. El Ministerio de Propaganda, dirigido por Goebbels, desempeñó un papel fundamental en este objetivo. Se crearon instrumentos como las Juventudes Hitlerianas para difundir los objetivos del partido entre los jóvenes.

Para lograr la “pureza racial”, se utilizaron las Leyes de Núremberg de 1935, que consideraban ciudadanos alemanes solo a aquellos de raza germana. Los judíos quedaron al margen de la ley y fueron perseguidos gradualmente, culminando en la “Noche de los cristales rotos” en noviembre de 1938, la primera gran persecución contra los judíos.

Política Exterior Nazi

La política exterior de la Alemania nazi se caracterizó por su expansionismo y su intención de revisar los Tratados de Versalles.

Esta política expansionista pretendía reunir a todas las personas de raza germana en una sola nación, formando un gran Reich. Se basaba en la teoría del *Lebensraum* (espacio vital), que proponía la creación de un espacio vital alemán que agrupara a todos los germanos.