Bienio Progresista 1854-1856: Revolución, Reformas y Tensiones Políticas en España

La Revolución de 1854 y el Ascenso del Bienio Progresista

El Pronunciamiento de Vicálvaro y el Manifiesto de Manzanares

La crisis de 1854 se inició por el conflicto entre el Senado y el Gobierno, y derivó en una sublevación militar y en la vuelta, por un breve espacio de tiempo, de los progresistas al poder. Con el pretexto de la inestabilidad política y de las continuas disputas, un grupo de militares, liderado por los generales Dulce y O’Donnell, se pronunció el 28 de junio. Aunque iniciado en Madrid, fue en Vicálvaro donde tuvo lugar el enfrentamiento militar del día 30. De ahí el nombre de Vicalvarada con que se conoce este pronunciamiento.

Para la batalla, los sublevados se retiraron a Manzanares, en La Mancha, donde se les unió el general progresista Serrano, quien sugirió que el pronunciamiento tuviera un giro civil. Para ello, encargaron a Antonio Cánovas del Castillo la redacción del Manifiesto de Manzanares, cuya difusión fue rápida gracias al uso del telégrafo. En él se pedía una regeneración liberal, el régimen representativo, la supresión de la camarilla palaciega, la mejora de las leyes de imprenta y electoral, la reducción de impuestos, una nueva Milicia Nacional, la descentralización municipal y unas Cortes Constituyentes. Un programa propio del partido progresista.

Las Jornadas de Julio y la Formación de la Junta de Salvación

El pronunciamiento clásico había derivado en una revolución, un reflejo tardío de la revolución de 1848. Los sucesos del 17 y 19 de julio en Madrid recordaban las jornadas gloriosas de París en febrero de 1848. La batalla urbana del 19 de julio dejó un centenar de muertos y varios centenares de heridos. Se formó una Junta de Salvación, presidida por Evaristo San Miguel, quien fue nombrado ministro universal de un gobierno provisional. Por primera vez aparecieron en las revueltas populares lemas e ideas democráticas y republicanas.

El 26 de julio la situación se calmó, se creó la Junta Superior de Madrid, se formó la Milicia Nacional y la ciudad se mantuvo a la espera de Espartero, quien llegó a Madrid triunfante desde el exilio.

El Gobierno del Bienio Progresista (1854-1856)

Coalición y Primeras Medidas

Esta etapa estuvo dirigida por dos caudillos militares: Espartero, líder de los progresistas, y O’Donnell, de la Unión Liberal, agrupación política formada por moderados y progresistas eclécticos. De hecho, hubo durante esta etapa una coalición entre ambos partidos, aunque hasta julio de 1856 predominaron los progresistas, y desde ese mes hasta octubre, los unionistas.

El primer gobierno, presidido por Espartero, con O’Donnell y Pacheco como ministros, adoptó decisiones significativas: el ascenso de los militares que habían participado en la revolución, cambios en el gobierno de la diputación, cambio de embajadores y gobernadores civiles, convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes, libertad de prensa y tolerancia religiosa, además del exilio forzado de María Cristina, madre de la reina.

Desafíos y Conflictos: Desamortización y Deuda Pública

Los gobiernos de la primera etapa del Bienio tuvieron que hacer frente a un nuevo levantamiento carlista y a la oposición a las medidas desamortizadoras. La Ley de 1 de mayo de 1855, que tomó el nombre del ministro de Hacienda Pascual Madoz, fue el segundo gran proceso desamortizador de bienes de la Iglesia, a lo que se sumó la venta de bienes municipales, cuya venta dejó sin tierra a muchos campesinos. Esta nueva ley planteó serios problemas con la Santa Sede, después del Concordato de 1851, al entender el Estado español que tenía derecho sobre los bienes eclesiásticos. Incluso la reina se opuso a la ley, aunque la firmó a regañadientes. Su aplicación inmediata provocó levantamientos carlistas, empujados por el clero, y la Santa Sede rompió relaciones con España.

La otra gran cuestión era la deuda pública, que impedía al Estado pagar a funcionarios y militares. Al descontento de estos se sumó el de las clases populares por el elevado costo de la vida.

La Caída de Espartero y el Ascenso de O’Donnell

Las protestas populares forzaron la dimisión de Espartero, y la reina llamó a O’Donnell para formar gobierno. A partir de ese momento, Espartero se retiró de la primera línea de la vida pública.

La Constitución de 1856 y el Panorama Político

La Constitución Non Nata

Las elecciones de septiembre de 1854 habían formado un Congreso con mayoría progresista, un grupo de moderados, pequeños grupos de neocatólicos, demócratas y algún carlista, con predominio de la clase media. La tarea legislativa de las Cortes Constituyentes de 1854 se prolongó durante todo el Bienio y fue muy intensa, pues se llegaron a elaborar 200 leyes.

La Constitución de 1856 es conocida como non nata (no nacida), porque no entró en vigor. Era de carácter progresista: defendía la soberanía popular, recuperaba la Milicia Nacional, establecía un Parlamento bicameral, defendía la libertad de imprenta, la elección directa de alcaldes, la libertad religiosa, etc.

La Unión Liberal y el Fin del Bienio

El panorama político se amplió por estas fechas. La Unión Liberal se formó durante esta etapa y se consolidó con el ascenso a la presidencia del gobierno de O’Donnell en julio de 1856. Su perfil político era de centro, entre progresistas y moderados, hasta el punto de que a finales de la legislatura llegaron a denominarse centro parlamentario. La derecha estaba representada por neocatólicos y carlistas; la izquierda, por los demócratas, partido fundado en 1849 como una escisión del partido progresista.

El malestar social, provocado por los impuestos de consumos y las quintas, dio lugar a la intervención de O’Donnell, que rodeó con tropas el Congreso y disolvió el Parlamento. Finalizaba así el Bienio Progresista y comenzaba otra etapa de hegemonía moderada con predominio de la Unión Liberal de O’Donnell.