Características esenciales de la Constitución de 1812
Durante la guerra se reunieron las Cortes de Cádiz, iniciándose un proceso revolucionario que supuso la ruptura con el absolutismo y la aceptación del pueblo de la soberanía nacional. En estas Cortes aparecieron tres tendencias: los liberales, los absolutistas y los reformistas. La obra legislativa de las Cortes de Cádiz fue muy importante, proclamando a Fernando VII legítimo rey y planteando dos objetivos: reformar las instituciones y redactar una constitución.
Reforma de las instituciones
Se llevó a cabo mediante una serie de leyes y decretos que afirmaron la soberanía nacional, la separación de poderes, la libertad de imprenta, la abolición de los señoríos jurisdiccionales, la supresión de la Inquisición, la Mesta y la tortura. Se aprobó la Constitución de 1812 con cuatro principios fundamentales: soberanía nacional, división de poderes, nuevo derecho de representación y derechos de los ciudadanos.
Derechos de los ciudadanos
La declaración de igualdad ante la ley puso fin a los privilegios estamentales. Se reconocieron derechos individuales como la libertad, inviolabilidad de domicilio, igualdad y derecho de propiedad. La Constitución proclamaba el catolicismo como única religión permitida y creaba una milicia nacional para defender el régimen liberal.
La Ilustración
La Ilustración es el movimiento intelectual y cultural que surge en Francia en el siglo XVIII, basado en la razón y la confianza en el progreso. Destaca por la fe en el progreso, la tolerancia religiosa y el derecho del hombre a ser feliz en este mundo. En España, la Ilustración llega con los Borbones y destaca por su esfuerzo por hacer compatible la crítica y la razón con la tradición cristiana.
Principales ilustrados
Montesquieu, Voltaire y Roseau son algunos de los principales ilustrados que defendían la división de poderes, criticaban el monopolio cultural de la iglesia y cuestionaban el origen divino.
Despotismo ilustrado
Es el sistema de gobierno propio de la segunda mitad del siglo XVIII, caracterizado por la aplicación de ideas ilustradas para impulsar el desarrollo económico sin mermar el poder absoluto de los monarcas. En España, Carlos III llevó a cabo reformas económicas, sociales y culturales para fomentar la felicidad del pueblo dentro del espíritu ilustrado.