Conflicto y Revolución en España: La Guerra Civil (1936-1939)

La Guerra Civil Española: Causas, Desarrollo y Consecuencias (1936-1939)

1. Contexto y Antecedentes

La Guerra Civil Española se inscribe en un contexto internacional muy polarizado entre países con regímenes fascistas y la Unión Soviética, donde se había establecido un régimen comunista. Desde un punto de vista interno, desde la llegada del Frente Popular al poder, se observa un aumento de la conflictividad y la violencia: se incendian iglesias, se ocupan tierras y, en abril, se produce un atentado contra el socialista Jiménez de Asúa. La Falange, por su parte, organiza cuadrillas de pistoleros que se enfrentan con grupos socialistas y comunistas.

En junio de 1936, la política española parece irreconciliable, y las sesiones parlamentarias son cada vez más tensas. Paralelamente, desde la llegada del Frente Popular, se está gestando un golpe militar. Las masas católicas y las oligarquías españolas no hubieran acabado con la República sin el apoyo del ejército. La Unión Militar Española (UME) y algunos generales de extrema derecha son los que organizan el golpe de Estado. El gobierno republicano intentó neutralizar la conspiración cambiando de capitanías a algunos militares: Franco es enviado a Canarias, Mola a Navarra y Goded a Baleares. Sin embargo, estas medidas fueron insuficientes y, en algunos casos, contraproducentes. Emilio Mola, apodado “el Director”, lidera la planificación del golpe. La idea es una sublevación conjunta de todas las guarniciones militares con el apoyo de carlistas y falangistas, y con el ejercicio de una acción violenta contra políticos, sindicalistas y el propio ejército. No obstante, el futuro político tras el golpe no está del todo claro. El 17 de julio, la guarnición militar de Marruecos se subleva, dando comienzo a la Guerra Civil.

2. Desarrollo Inicial y Apoyos

En los tres días siguientes de julio, se produce la continuación del golpe de Estado y su fracaso en muchas zonas, como Madrid y Barcelona. También fracasa en la cornisa cantábrica, en el País Vasco (donde el PNV se posiciona a favor de la República), en gran parte del arco mediterráneo y en Castilla-La Mancha y Extremadura. Por el contrario, el golpe militar triunfa en la zona central (Castilla, Galicia, Aragón), así como en Sevilla y Canarias. Los sublevados contaron con el apoyo de grandes latifundistas, pequeños propietarios agrícolas y sectores capitalistas. Políticamente, había monárquicos, católicos y la Falange, siendo este último el grupo más hegemónico. Todos estaban de acuerdo en destruir las reformas de la República, pero había menos consenso sobre el futuro político, que iba desde la vuelta a la monarquía hasta la creación de un estado fascista. La zona republicana cuenta con el apoyo de obreros, jornaleros, sindicatos y partidos obreros. El problema es que, desde la sublevación militar, el estado republicano queda extraordinariamente debilitado, lo que propicia que el poder se diluya en múltiples comités y organizaciones, dando comienzo a un proceso de revolución social.

3. Repercusión Internacional

La Guerra Civil tuvo una gran repercusión internacional, pues fue vista como una confrontación entre las fuerzas democráticas y revolucionarias, y los regímenes fascistas. Muchos temían que este enfrentamiento se extendiera a escala mundial. Sin embargo, prevalecen las cuestiones internas de España: el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la Restauración y los grupos emergentes, obreros y burgueses, que aspiraban a un sistema democrático. Esta situación cristalizó en el golpe de Estado.

La internacionalización de la guerra hizo que los diferentes países se situaran en un bando u otro. La República fue apoyada por la opinión democrática progresista mundial y por partidos obreros de todo el mundo. Tanto el bando sublevado como el gobierno legítimo de la República pidieron apoyos en el exterior. Se creó el Comité de No Intervención, por el cual Inglaterra, Francia y otros 25 países se comprometían a no intervenir en la guerra española. Esta postura perjudicó gravemente a la República, pues suponía negar a un Estado soberano y legítimo el derecho a adquirir armas para defenderse de una insurrección.

A pesar de todo, el gobierno consiguió comprar armas a la Unión Soviética a cambio de las reservas de oro del Banco de España. Esta ayuda hizo que el Partido Comunista adquiriera gran importancia. Por otra parte, las Brigadas Internacionales fueron muy relevantes: más de 60.000 brigadistas prestaron gran ayuda a las tropas de la República, en su mayoría de ideología progresista o de izquierdas.

4. La República: Revolución y Guerra

Para atajar la sublevación, el gobierno de José Giral armó a las milicias de los partidos y sindicatos. Entre el verano y el otoño de 1936, el Estado se desplomó y fue sustituido por consejos, comités y juntas. En algunas zonas, los comités se unificaron para formar Consejos Regionales. En Cataluña se creó el Comité Central de Milicias Antifascistas.

El elemento más significativo fue la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. Los comités obreros se hicieron con el control de los transportes, servicios urbanos, suministros militares, fábricas, talleres y empresas. En ocasiones, tras hacerse con el control de las empresas, decidieron explotarlas en régimen de autogestión. Entre julio y septiembre, una serie de decretos dieron cobertura legal a las incautaciones de industrias y tierras efectuadas por los organismos populares.

Al comienzo de la guerra, la Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de una fuerte represión republicana. Tuvieron lugar asesinatos, detenciones ilegales, saqueos e incendios de iglesias y conventos, y requisas de bienes y propiedades particulares. Los incidentes más graves fueron los asesinatos de presos políticos de derechas en las cárceles Modelo de Barcelona y de Madrid. A finales del verano de 1936, Francisco Largo Caballero formó un gobierno de republicanos, socialistas y comunistas con el fin de crear una “gran alianza antifascista” para ganar la guerra. Además, se nombraron cuatro ministros anarcosindicalistas y se trasladó el gobierno a Valencia.

Sin embargo, una serie de fracasos militares volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas. Los republicanos, los comunistas y parte de los socialistas eran partidarios de centrar sus esfuerzos en ganar la guerra, mientras que los anarquistas y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) abogaban por simultanear la guerra y la revolución. Estas disidencias estallaron en Barcelona cuando el gobierno de la Generalitat intentó desalojar a los anarquistas del edificio de Telefónica, que habían ocupado. Se produjo un enfrentamiento entre militantes que acabó con muchos muertos y la derrota de los anarquistas y poumistas.

El nuevo gobierno estaba formado por los partidos del Frente Popular, pero sin la UGT ni la CNT. Indalecio Prieto asumió el Ministerio de la Guerra, que se basó en la prioridad del esfuerzo militar. Se trasladó el gobierno a Barcelona. Ante la dificultad de frenar el avance de las tropas franquistas, el gobierno, sin cesar en la persistencia del esfuerzo militar y en la resistencia a ultranza, intentó buscar una salida negociada a la guerra. Para ello, Negrín propuso el programa de los Trece Puntos, que fue tajantemente rechazado por Franco. En septiembre de 1938, tuvo lugar el Pacto de Múnich, por el que Gran Bretaña y Francia reconocían la ocupación de los Sudetes por Hitler. Negrín, con casi la única ayuda de los comunistas, insistía en la resistencia militar. La pérdida de Cataluña (febrero de 1939) significó el exilio para los gobiernos de la República, Cataluña y País Vasco. A finales de febrero, Gran Bretaña y Francia reconocieron el gobierno de Franco y, a primeros de marzo, Manuel Azaña presentó su dimisión en París. La República tenía los días contados.

5. El Bando Sublevado y la Instauración del Franquismo

La zona sublevada siempre tuvo un mando único que provenía del ejército. Primero fue la Junta de Defensa Nacional, que prohibió la actividad de todos los partidos políticos, suspendió la Constitución y paralizó la reforma agraria. Después, el general Francisco Franco fue nombrado Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos españoles en 1936. Además, en 1937 se unificaron todas las corrientes en un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS, con Franco como Jefe Nacional, concentrando aún más poder. Se reprimieron las disidencias de cualquier otro partido.

En 1938, el franquismo se institucionaliza con la formación del primer gobierno de Franco, a partir de entonces llamado Caudillo de España. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía el conservadurismo y la preeminencia del catolicismo. Se eliminó toda la legislación republicana y se comenzaron a promulgar nuevas leyes, la más importante de las cuales fue el Fuero del Trabajo.

Por otra parte, la Iglesia apoyó a Franco desde el principio, llegando a declarar la guerra como una “cruzada nacional”. Además, la Iglesia desplegó una enorme propaganda. Con la Carta de los obispos españoles, estos tomaron una postura clarísima de apoyo a Franco, que sería recompensada a través de la educación y las normas morales.

6. Represión y Consecuencias

La represión franquista fue siempre sistemática, planificada y ejercida por el ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier sospechoso de simpatizar con las izquierdas. Su intención era imponer un clima de “terror” que impidiese toda contestación.

La guerra comportó miseria y muerte para miles de personas en ambos bandos. A las bajas en los combates y las víctimas de la represión, se añaden las muertes producidas por la grave carestía de alimentos, especialmente en la zona republicana.