Conquista y Romanización: La Persistencia del Legado Cultural Romano en la Cultura Hispánica
En el 218 a. C., los romanos desembarcaron en Ampurias durante la 2ª Guerra Púnica, comenzando la conquista y prolongando su presencia hasta el siglo V d. C. La primera etapa de la conquista y ocupación generó la resistencia de íberos, celtíberos y turdetanos (descendientes de los tartesos) con un precario dominio de Roma.
Ya en la segunda etapa, que se inicia en el 178 o 179 a. C. con la destrucción de Numancia y el asesinato del caudillo lusitano Viriato, se inicia el avance hacia el noroeste ocupando Gallaecia en el siglo I a. C. Sin embargo, las provincias hispánicas no quedaron al margen de las guerras civiles del final de la República, jugando un papel importante.
Ya en la 3ª etapa, con el emperador Octavio Augusto, tuvieron lugar las guerras cántabras y astures, personándose el emperador y siendo definitivamente derrotados en el año 19 a. C. por los romanos. La presencia romana dejó una huella profunda en Hispania, convirtiéndose en una clave del desarrollo económico gracias a la explotación de sus abundantes recursos minerales y agrícolas, lo que provocó la expansión del urbanismo e infraestructuras que componen un importante legado histórico.
La Romanización
Se conoce con el nombre de romanización al proceso por el que los pueblos invadidos por Roma adoptan su forma de vida, legislación, mentalidad, cultura, organización, economía y lengua. Fue un vehículo de unidad cultural y social y un agente de civilización que cambió la vida de los habitantes de la península, perdurando hasta hoy en día. Cabe destacar el latín, el derecho romano y el cristianismo como agentes romanizadores, aunque la culminación sería cuando el emperador Caracalla en el 212 d. C. extiende la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio.
El Legado Cultural
En cuanto al legado cultural, la asimilación de los rasgos culturales romanos por la población hispánica indica el grado de romanización al que se llegó. El latín se impuso como lengua hablada y escrita, retrocediendo el uso de las demás lenguas prerromanas. El idioma fue extendido por el ejército y por la población itálica que se estableció en Hispania. La cultura de Roma se difundió a partir de las ciudades, donde se reproducía el modo de vida romano que pronto fue asimilado por las clases altas, educadas por pedagogos, libertos o esclavos. Las ciudades, con sus templos, foros, teatros y edificios públicos, reproducían el modo de vida romano. En ellas quedaron huellas de su arquitectura en diversos edificios públicos y en sus obras de ingeniería, que respondían a las necesidades militares y urbanas, al tiempo que servían como propaganda de su poder.
La base del legado cultural fueron las ciudades, integradas en la división territorial provincial de Hispania. Estas provincias estaban dirigidas por gobernadores bajo la supervisión de un vicarius. Todas tenían una red de comunicaciones a través de las calzadas; un sistema de abastecimiento de agua a través de los acueductos y un sistema de alcantarillado. En las ciudades se construyeron todo tipo de monumentos públicos: termas, teatros, templos, etc. Socialmente, los habitantes se diferenciaban entre libres y esclavos y también según el derecho de ciudadanía (romana, latina, peregrino, liberto y esclavo).
La asimilación de los rasgos culturales romanos indicaba el alto grado de romanización logrado por Hispania, que se integró en las estructuras imperiales aportando personajes importantes como los emperadores Trajano y Adriano y los escritores Séneca, Marcial y Quintiliano.
Las Invasiones Bárbaras. El Reino Visigodo: Instituciones y Cultura
Coincidiendo con la descomposición del imperio romano en el siglo IV, llegaron a la Península diversos pueblos de origen germánico, entre los que destacan los suevos, que se instalaron en Galicia y el norte de Portugal, perviviendo hasta el año 585; los vándalos, que se dirigieron al norte de África; y los alanos, que se instalaron en el sur, aunque después se perdió su rastro.
Para echarlos, Roma buscó la alianza con los visigodos, pueblo con el que estableció un foedus (tratado de federación) en el año 416. Después de la caída de Roma en el 476, los visigodos fijan su monarquía en el reino de Aquitania (Septimania – siete provincias) con capital en Toulouse a cambio de la defensa del territorio de Hispania de los demás pueblos godos. Esto durará hasta que los francos llegan a Aquitania y expulsan a los visigodos en el 507, penetrando éstos en Hispania y fijando su capital en Barcelona. Poco a poco, a pesar de ser una minoría, se hacen con el poder y avanzan conquistando todo el territorio y fijando su capital en Toledo.
La presencia visigoda en la Península se vio amenazada por las aspiraciones de Justiniano (emperador de Bizancio) que quería reconstruir el imperio romano; pero fue Leovigildo quien consolidó el control visigodo al derrotar a los suevos y anexionarse las conquistas de los bizantinos en la península.
Instituciones Visigodas
En cuanto a las instituciones, los visigodos tenían como sistema político la monarquía y subdividieron la Península en ducados, poniendo al frente de las ciudades a condes, todos ellos subordinados al poder del rey. El monarca era elegido por magnates y prelados que constituían el Aula Regia, institución consultiva que asesoraba al rey y ayudaba a elaborar las leyes. De entre estos nobles, los más cercanos al rey formaban el Oficio Palatino, que se encargaba de cuestiones administrativas y domésticas. Las leyes se elaboraban tomando como base el derecho consuetudinario. La monarquía era electiva, aunque se intentó que fuera hereditaria sin imponerse.
La sociedad funcionaba de forma separada, por lo que para conseguir la unificación peninsular se tomaron una serie de medidas entre las que destacan las de los siguientes reyes:
- Leovigildo, para crear un Estado fuerte, permitió los matrimonios mixtos.
- Recaredo, para unificar religiosamente la Península, se convirtió al cristianismo en el III Concilio de Toledo.
- Recesvinto, unificó jurídicamente la Península al establecer el Fuero Juzgo (sustituyendo al Derecho Romano y al Código de Eurico).
La monarquía visigoda acabará debido al enfrentamiento por el trono, a la muerte de Witiza en el 710, entre don Rodrigo y Agila II; éste último pidió ayuda a los musulmanes del norte de África que penetraron en la Península y derrotaron a don Rodrigo en la batalla de Guadalete; con ello se inició la conquista de la Península por el islam, prolongada hasta el año 1492.
Cultura Visigoda
En cuanto a la cultura, la figura más destacada fue San Isidoro de Sevilla, cuya producción literaria abarcó desde la teología a la historia, pasando por el derecho, gramática y astronomía; su obra rescató el legado romano para la cultura visigoda. Este autor tuvo gran influencia sobre la corte toledana de Recaredo. En arquitectura sobresalieron los edificios religiosos, con nave única terminada en un ábside y con arcos de herradura, que inspiró al arte prerrománico peninsular. También destaca la orfebrería, tanto en objetos religiosos como en abalorios de nobles y reyes.
Los Primeros Núcleos de Resistencia
Núcleo Asturiano
Surge en el siglo VIII como reacción a la batalla de Covadonga (722) contra los musulmanes, acaudillados por Don Pelayo (primer rey astur). A éste le sigue su hijo Favila, que morirá joven, por lo que hereda la corona su cuñado Alfonso I, al ser conde de Cantabria unirá ésta a Asturias; éste hará las primeras incursiones al valle del Duero. Ya en el siglo IX, con Alfonso II, aparece el neogoticismo imponiéndose el Fuero Juzgo; este rey se relacionará con Carlomagno y, durante su mandato, se descubre la sepultura del apóstol Santiago con gran repercusión internacional. Ya en el siglo X, con García I, se traslada la capital y sede episcopal de Oviedo a León (reino Astur-Leonés). En este mismo siglo, Fernán González creará el condado de Castilla, adquiriendo posteriormente importancia de reino.
Núcleo Franco
Surge a finales del siglo VIII como consecuencia de la llegada y avance de los francos hacia la zona de lo que…