Constitución de 1812, Manifiesto de Manzanares y Crisis del 98: Análisis Histórico
1. CONSTITUCIÓN DE 1812.
❖ NATURALEZA.
El texto es un extracto de la Constitución de 1812, redactada y promulgada por las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de ese mismo año. Se trata de un documento de carácter jurídico-legal y de contenido político, siendo una fuente histórica primaria.
Toda Constitución representa la norma suprema de un Estado, encargada de definir los fundamentos sobre los cuales se construirá su legislación y la estructura del país. Esta Constitución tiene además el mérito de ser la primera en nuestra historia constitucional. Con ella se implantaron en España los ideales del liberalismo, un movimiento que, iniciado con la Revolución Francesa, se expandió por Europa durante el siglo XIX.
❖ IDEAS:
– PRINCIPAL: La Constitución de Cádiz, promulgada en 1812, supone el fin del Antiguo Régimen y la instauración de un régimen político basado en los principios del liberalismo político (libertad individual, igualdad jurídica, soberanía nacional y separación de poderes), manteniendo la monarquía como forma de Estado.
SECUNDARIAS:
- El artículo 1 equipara los territorios peninsulares y coloniales, afirmando que la nación española está compuesta por todos los españoles de los territorios de la monarquía.
- El artículo 3 reconoce la soberanía nacional, según la cual el poder reside en los ciudadanos, rompiendo con la legalidad del Antiguo Régimen, donde la soberanía era de origen divino y residía únicamente en el monarca.
- El artículo 4 garantiza la libertad civil, el derecho a la propiedad y los derechos individuales.
- El artículo 12 establece un Estado confesional, donde solo se permite la religión católica, excluyendo otras. Este artículo refleja el compromiso entre la burguesía liberal y los absolutistas, quienes no aceptaban la libertad religiosa ni la pérdida del estatus oficial de la religión católica.
- Los artículos 14 a 17 definen el régimen político: una monarquía constitucional y hereditaria, limitada por la división de poderes (art. 14). El artículo 15 establece que el poder legislativo reside en las Cortes con el Rey (las Cortes elaboran y aprueban las leyes, y el Rey interviene mediante la iniciativa, la sanción y el veto suspensivo). El artículo 16 señala que el poder ejecutivo reside en el Rey, quien dirige el gobierno, aunque su autoridad está limitada por las Cortes. El artículo 17 establece que la administración de justicia (poder judicial) corresponde exclusivamente a los tribunales, independientes de los otros poderes.
- Los artículos 27 y 34 regulan el sistema electoral. Los diputados a Cortes (unicamerales) son representantes de la Nación y son elegidos por sufragio universal masculino e indirecto (juntas de parroquia, de partido y de provincia).
- El artículo 258 establece códigos únicos (civil, penal, de comercio) para todos los territorios de la monarquía, eliminando los privilegios territoriales (fueros), al igual que la igualdad jurídica acabó con los privilegios estamentales.
❖ CONTEXTO HISTÓRICO:
- El proceso que llevó a la convocatoria de las Cortes de Cádiz se enmarca en la transición entre el Antiguo Régimen y los primeros cimientos del liberalismo en España, durante la Guerra de Independencia (1808-1814). El levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 en Madrid marcó el inicio de la resistencia contra la invasión francesa. La mayoría de España no reconoció a José I como rey legítimo, y en ausencia de Fernando VII, se formaron Juntas locales que asumieron la soberanía. Estas se coordinaron mediante Juntas Provinciales y una Junta Central Suprema, que dirigió la guerra y promovió reformas para acabar con el Antiguo Régimen.
- En 1810, la Junta Central Suprema, trasladada a Cádiz por el avance francés, cedió sus poderes a un Consejo de Regencia y convocó las Cortes. Estas no siguieron el modelo tradicional estamental, sino que fueron una asamblea representativa elegida por sufragio universal masculino (mayores de 25 años). Debido a la guerra, muchos diputados fueron elegidos entre quienes estaban en Cádiz, lo que favoreció el predominio de ideas liberales. Las Cortes iniciaron sus sesiones en septiembre de 1810 y funcionaron hasta 1813, trasladándose a Madrid en 1814 tras la expulsión de los franceses.
- Las Cortes de Cádiz destacaron por su labor legislativa y la redacción de la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa”. Este texto estableció principios liberales como la soberanía nacional, la separación de poderes, la igualdad ante la ley y la libertad de imprenta. Sin embargo, también hubo divisiones entre liberales, que defendían estas reformas, y absolutistas, partidarios de mantener la monarquía absoluta.
- La Constitución de 1812 fue derogada en 1814 con el regreso de Fernando VII, quien restauró el absolutismo. No obstante, la obra de las Cortes de Cádiz sentó las bases del liberalismo en España y tuvo influencia en otros movimientos constitucionales en Europa y América. La Constitución de 1812 estuvo vigente durante el Trienio Liberal (1820-1823) y entre 1836 y 1837, cuando fue reemplazada por la Constitución de 1837. Este periodo marcó el inicio de la lucha entre liberalismo y absolutismo en España.
MANIFIESTO DE MANZANARES (7 de julio de 1854)
❖ NATURALEZA.
El texto es un extracto del Manifiesto de Manzanares, publicado por Leopoldo O ́Donnell en el Cuartel General de Manzanares el 7 de julio de 1854, y cuya autoría se atribuye a Antonio Cánovas del Castillo. Se trata de un documento de carácter político, específicamente un manifiesto y una fuente histórica primaria.
Esta proclama logró unir a los progresistas al movimiento de rechazo contra el gobierno moderado, facilitó el éxito de la insurrección y, en consecuencia, contribuyó a terminar con la Década Moderada y al ascenso al poder de los progresistas durante un breve período (dos años), conocido como el Bienio Progresista, en el cual no hubo tiempo para promulgar una nueva Constitución, pero sí para aprobar un conjunto de leyes cruciales para el desarrollo económico del país.
❖ IDEAS
– PRINCIPAL: El Manifiesto de Manzanares reivindica una serie de principios para el cambio de la situación del régimen político con vistas a una regeneración liberal, como reacción a la evolución del régimen moderado hacia el autoritarismo.
– SECUNDARIAS:
- Los insurrectos se autodenominan “Ejército Liberal” o “Ejército Constitucional”, presentándose como defensores de la libertad, del régimen representativo y del cumplimiento de las leyes fundamentales (Constitución de 1845), frente al gobierno autoritario de Sartorius.
- Se menciona el enfrentamiento con las tropas gubernamentales en Vicálvaro y el entusiasmo con el que la población acogió el movimiento insurreccional.
- Defienden un sistema representativo.
- Declaran su lealtad a la monarquía de Isabel II, pero buscan acabar con la camarilla que rodeaba a la reina y que ejercía una influencia política significativa.
- Intentan atraer a los progresistas a la insurrección, prometiendo una reforma de la ley electoral, de la ley de imprenta y de los impuestos, así como acabar con la centralización administrativa, restaurar la Milicia Nacional, reducir los impuestos y descentralizar el poder municipal.
- Dejan en manos de las Juntas Revolucionarias y posteriormente de las Cortes la tarea de garantizar la regeneración liberal que pretenden imponer mediante la fuerza de las armas, asegurando el cumplimiento de la voluntad nacional.
❖ CONTEXTO HISTÓRICO:
- El texto se sitúa al final de la Década Moderada (1844-1854), durante el reinado de Isabel II. En los últimos años de este período, el régimen político derivó hacia el autoritarismo. Bravo Murillo impulsó una reforma política que prácticamente eliminó la vida parlamentaria, lo que desencadenó la crisis del moderantismo. Aunque el proyecto de reforma fracasó y este dimitió, quedó en evidencia la división entre los moderados que apoyaban el giro autoritario y aquellos que defendían el sistema liberal y parlamentario. La sucesión de gobiernos cada vez más ineficaces y autoritarios motivó a un grupo de generales moderados, como Dulce y O’Donnell, a recurrir al pronunciamiento para derrocar al gobierno de Sartorius, que a finales de 1853 había disuelto las Cortes y gobernaba de manera dictatorial. Este pronunciamiento buscaba un cambio de gobierno para acabar con el autoritarismo antiparlamentario y retomar el espíritu de la Constitución de 1845, marcando el inicio de la “Revolución de 1854”.
- La insurrección comenzó con el pronunciamiento de los generales moderados Dulce y O’Donnell, quienes se enfrentaron a las tropas gubernamentales en Vicálvaro, en un episodio conocido como “la Vicalvarada”. Este enfrentamiento no tuvo un resultado definido, y los sublevados, al no poder tomar la capital, se retiraron hacia el sur. En su trayecto hacia Andalucía, en Manzanares, los insurrectos publicaron un manifiesto, el “Manifiesto de Manzanares”, redactado por el joven Cánovas del Castillo y firmado por O’Donnell el 7 de julio de 1854. Este documento tenía como objetivo sumar a los progresistas al movimiento insurreccional. Su difusión y la participación de los progresistas permitieron que la sublevación militar se convirtiera en una revolución popular, generando una serie de levantamientos urbanos en apoyo de la insurrección que contribuyeron a su radicalización y facilitaron el triunfo de la “Revolución”.
- Finalmente, el 26 de julio de 1854, Isabel II encargó la formación de gobierno al general progresista Espartero, con O’Donnell como ministro de Guerra. Este hecho marcó el inicio de un período de gobiernos progresistas que retomaron aspectos del programa más radical del liberalismo, conocido como el Bienio Progresista (1854-1856). Este período representó un intento de restaurar las libertades políticas y parlamentarias que habían sido socavadas durante los últimos años de la Década Moderada.
LAS LIGAS DE MI MORENA
1. CLASIFICACIÓN
Naturaleza: El documento iconográfico que analizamos es una caricatura histórica; se trata de una fuente primaria, al ser contemporánea a los eventos que critica; de tono satírico y con un contenido político-social.
Período: final del Sexenio Revolucionario, durante el reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873).
Es una caricatura creada por el barcelonés Tomás Padró, publicada en la revista satírica *La Flaca*, de tendencia liberal, anticarlista y republicana federal, editada en Barcelona, durante el Sexenio Democrático, cuando la libertad de prensa permitió este tipo de publicaciones. Lleva el título “Las ligas de mi morena”, fue publicada el 16 de enero de 1873 (antes de la abdicación de Amadeo I) y su destinatario es el público general, los lectores de la revista.
2. IDEAS
El tema central de esta caricatura es una crítica a la persistencia anacrónica de la esclavitud en las colonias españolas de Cuba y Puerto Rico, haciendo especial referencia al debate generado en España por la “ley de vientres” de Segismundo Moret y al proyecto de abolición de la esclavitud de Ruiz Zorrilla.
La ilustración se sitúa en una isla caribeña, en clara alusión a Cuba y Puerto Rico. En el centro aparece una mujer mulata semidesnuda, que combina atributos indígenas (desnudez, plumas y carcaj) con símbolos de la esclavitud (cadenas y tez oscura). Esta figura adopta la pose del famoso cuadro de Delacroix *La Libertad guiando al pueblo*, con el pecho descubierto y portando una bandera que proclama la libertad.
La mujer representa una alegoría de la libertad, pero también simboliza la esclavitud, que divide a dos grupos enfrentados. En su pierna derecha lleva cadenas, de las que tiran varios personajes antiabolicionistas, vestidos con ropas antiguas que denotan su carácter retrógrado (carlistas, alfonsinos, militares). Estos sujetan una bandera con la palabra “esclavitud” y se identifican con la Liga Nacional Antiabolicionista.
En el lado contrario, el bando abolicionista (la otra “liga de la morena”) intenta liberar a la mujer de sus cadenas. Aparecen figuras como Emilio Castelar, republicano y miembro de la Sociedad Abolicionista Española, reconocible por su mostacho y gorro frigio, y Zorrilla, quien tiene un libro donde se proclama la abolición de la esclavitud. Estos personajes representan el progreso y la lucha por la libertad bajo el sol republicano de la Verdad y el Progreso.
La finalidad de la viñeta es claramente reivindicativa: el autor apoya la abolición total de la esclavitud en las colonias. Esta caricatura es un manifiesto visual abolicionista, parte de la campaña mediática impulsada por los medios republicanos y abolicionistas de la prensa catalana en respuesta a la propaganda esclavista de la época.
3. CONTEXTO HISTÓRICO
La obra se enmarca en el contexto del Sexenio Democrático (1868-1874), un período de grandes cambios políticos en España que comenzó con la revolución de septiembre de 1868, conocida como la “Gloriosa”, que derrocó a la reina Isabel II. Durante el reinado de Amadeo I (1871-1873), el país enfrentó la oposición de carlistas, republicanos y alfonsinos, así como una creciente conflictividad social y el auge del movimiento obrero.
Uno de los principales conflictos de la época fue la Guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878), un levantamiento nacionalista y antiesclavista que comenzó con el grito de “¡Viva Cuba libre!” (el grito de Yara). La esclavitud en las colonias españolas de América, arraigada desde los inicios de la colonización, persistía en el siglo XIX debido a su importancia económica en las plantaciones de azúcar, café y tabaco.
Aunque la trata de esclavos se prohibió en 1820, la esclavitud continuó mediante la reproducción de los esclavos. En 1870, con presión de los abolicionistas, se aprobó la ley de Libertad de Vientres, que declaraba libres a los hijos de esclavos, aunque con condiciones. En 1872, Zorrilla presentó un proyecto para abolir la esclavitud en Puerto Rico, lo que generó una fuerte oposición de los esclavistas, organizados en la Liga Nacional Antiabolicionista.
Finalmente, en marzo de 1873, ya bajo la Primera República, se abolió la esclavitud en Puerto Rico. En Cuba, la esclavitud no se abolió definitivamente hasta 1886, tras la Paz de Zanjón (1878), que puso fin a la Guerra de los Diez Años. Sin embargo, las promesas de reformas y autogobierno para Cuba no se cumplieron, lo que, sumado a la influencia económica y geoestratégica de Estados Unidos, llevó a la Guerra de Independencia de Cuba (1895-1898) y a la posterior derrota española.
Este contexto histórico explica la relevancia de la caricatura como herramienta de crítica y reivindicación durante un período de intensos debates políticos y sociales en España.
VIÑETA “EL TURNO PACÍFICO DE LOS PARTIDOS”
1. CLASIFICACIÓN
La imagen que analizaremos es una viñeta titulada “El turno pacífico de los partidos”. Es un documento histórico y, en cuanto a su origen, constituye una fuente primaria, al ser contemporáneo a los hechos que relata, y su contenido es político, vinculado al modelo establecido por Cánovas del Castillo durante la Restauración.
Se trata de una caricatura, publicada en la revista *El Buñuelo*, una publicación satírica, de corte político y antimonárquico, de breve duración (solo se editaron 53 números entre 1880 y 1883), donde destacan las caricaturas de figuras del régimen de la Restauración Borbónica. Cronológicamente, esta obra se sitúa en el reinado de Alfonso XII, durante el período de la Restauración (1875-1902).
El autor es anónimo, firmando como Demócrito. Fue publicada el 30 de septiembre de 1880, y su destinatario es el público en general, especialmente quienes compraban la revista; más concretamente, se dirigía a los sectores opositores al sistema de la Restauración (en particular, los republicanos).
2. ANÁLISIS / IDEAS
La caricatura critica la realidad política española durante la Restauración, satirizando el inmovilismo del sistema y el turno pacífico de los partidos, un mecanismo ideado por Cánovas del Castillo, quien gobernaba de forma continua desde 1875. La escena se desarrolla en un ambiente rural, con un molino de viento al fondo y, en primer plano, un caballo flaco que acciona mecánicamente una noria para extraer agua. En los cangilones aparece repetidamente la cabeza de Cánovas, que se sumerge y emerge cargada de agua, simbolizando el turnismo y su papel central en el sistema político. El caballo flaco y el entorno rural representan al cacique, cuya influencia era clave en las zonas rurales.
Aunque el pie de la imagen dice “El turno pacífico de los partidos”, este sistema aún no se había implementado en el momento de la publicación. El turnismo se consolidaría unos meses después, en febrero de 1881, cuando Sagasta formaría su primer gobierno al frente del Partido Liberal. Cánovas, líder del Partido Conservador, estaba en el poder, y se esperaba que, siguiendo el modelo inglés, los partidos Conservador y Liberal se alternaran para garantizar estabilidad y evitar la intervención militar en política.
El propósito de la publicación es claramente crítico, ofreciendo una visión burlesca del régimen de la Restauración. A través de la sátira, se denuncia la falta de dinamismo y la marginación de otras fuerzas políticas, reflejando el descontento con un sistema que perpetuaba el control de un reducido grupo de poder.
3. CONTEXTO HISTÓRICO
-La obra se enmarca en el contexto de la Restauración borbónica en España (1875-1902), instaurada tras el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto en diciembre de 1874, que llevó a la proclamación de Alfonso XII como rey. Ese mismo año, se estableció el ministerio-regencia de Antonio Cánovas del Castillo, quien gobernó desde 1875 hasta 1880 para consolidar el nuevo régimen. La Restauración implantó un sistema liberal y conservador, no democrático, cuyo principal arquitecto fue Cánovas, un historiador y político que había liderado el partido alfonsino durante el Sexenio Democrático. Tras la restauración de Alfonso XII, Cánovas atrajo a las élites políticas y sociales contrarias a la república y al absolutismo, buscando un nuevo modelo político que no replicara el de Isabel II.
-El régimen se basó en la Constitución de 1876, una carta magna moderada y flexible diseñada para integrar a todas las ramas del liberalismo, evitar pronunciamientos militares y mantener un orden político estable. Sus principales características incluían soberanía compartida, amplias atribuciones del monarca, un sistema bicameral, un Estado centralizado, tolerancia religiosa y una amplia declaración de derechos individuales. Para garantizar la estabilidad, Cánovas diseñó un sistema bipartidista inspirado en el modelo inglés, basado en dos grandes partidos: el Conservador, liderado por él mismo, y el Liberal, encabezado por Práxedes Mateo Sagasta. Ambos partidos, compuestos por minorías y notables, se alternaban en el poder mediante un “turno pacífico”, excluyendo a otras fuerzas políticas y con la intervención de la Corona para asegurar este acuerdo.
-El turno pacífico se sustentaba en un sistema electoral fraudulento. Cuando el partido en el gobierno perdía apoyo político, el monarca llamaba al líder de la oposición a formar gobierno, quien luego disolvía las Cortes y convocaba elecciones para obtener una mayoría parlamentaria. En la práctica, este sistema se mantuvo gracias a la corrupción electoral y al caciquismo, donde los caciques, pertenecientes a la oligarquía terrateniente, controlaban la vida política, económica y social, especialmente en las zonas rurales. Las elecciones se manipulaban mediante el encasillado y el pucherazo. Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, su esposa María Cristina asumió la Regencia, y el turno de partidos continuó gracias al Pacto de El Pardo entre Cánovas y Sagasta, prolongándose este sistema, aunque con dificultades, hasta principios del siglo XX.
TEMA 1: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA REVOLUCIÓN LIBERAL (1788-1833)
3. EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833): SUS ETAPAS
Tras las guerras napoleónicas, Europa entró en un período conocido como la Restauración, en el que los monarcas legítimos recuperaron sus tronos y reinstauraron los regímenes absolutistas que habían sido derribados por la Revolución Francesa. En España, este proceso se materializó con el retorno de Fernando VII, quien anuló las reformas liberales emanadas de las Cortes de Cádiz y restableció la monarquía absoluta. El reinado de Fernando VII puede dividirse en tres etapas principales: la restauración del absolutismo (1814-1820), el Trienio Liberal (1820-1823) y la década absolutista u “ominosa” (1823-1833).
3.1 La restauración del absolutismo (1814-1820)
Tras la firma del Tratado de Valençay, Fernando VII, conocido como “el Deseado”, regresó a España en 1814. Aunque las Cortes le exigieron jurar la Constitución de 1812, el rey buscó el apoyo de los absolutistas, quienes le instaron a restaurar el Antiguo Régimen. Este proceso se consolidó con el Manifiesto de los Persas, un documento firmado por 69 diputados absolutistas que justificaba la vuelta al absolutismo. El 4 de mayo de 1814, Fernando VII promulgó un decreto en Valencia que derogaba todas las reformas de las Cortes de Cádiz, incluida la Constitución de 1812, y restablecía la monarquía absoluta. Esto implicó la detención de líderes liberales, la disolución de las Cortes y la represión de cualquier vestigio del liberalismo.
Fernando VII restauró las instituciones del Antiguo Régimen, como los consejos, la Inquisición, el régimen señorial y los gremios, y anuló la libertad de prensa. La represión política fue feroz: muchos liberales y afrancesados fueron encarcelados, exiliados o ejecutados, lo que provocó el primer exilio masivo de la España contemporánea. Sin embargo, el gobierno de Fernando VII se caracterizó por su ineficacia. La Hacienda estaba en bancarrota, y la pérdida de las colonias americanas agravó la crisis económica. Los intentos de reforma fiscal, como el propuesto por Martín de Garay, fracasaron debido a la oposición de la nobleza y el clero.
Durante este período, los liberales, muchos de ellos en el exilio, organizaron conspiraciones y pronunciamientos militares para derrocar el absolutismo. Aunque estos intentos fracasaron inicialmente, en 1820 el levantamiento del teniente coronel Rafael del Riego en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) triunfó, obligando a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 y dando inicio al Trienio Liberal.
3.2 El Trienio Liberal (1820-1823)
El Trienio Liberal comenzó con la jura de la Constitución de 1812 por parte de Fernando VII, quien formó un gobierno liberal. Sin embargo, el rey utilizó sus poderes constitucionales, como el veto suspensivo, para obstaculizar las reformas. Los liberales se dividieron en dos facciones: los moderados, que buscaban un compromiso con el rey y las clases tradicionales, y los exaltados, más radicales. Los moderados dominaron el gobierno durante la mayor parte del Trienio, impulsando reformas como la abolición de la Inquisición, la desamortización de bienes eclesiásticos y la creación de la Milicia Nacional.
No obstante, el régimen liberal enfrentó numerosas dificultades. La oposición de los absolutistas, la resistencia del rey y la falta de apoyo popular, especialmente entre el campesinado, debilitaron al gobierno. En 1822, los absolutistas organizaron la Regencia de Urgel y conspiraron con Fernando VII para derrocar el régimen liberal. Finalmente, en 1823, las potencias de la Santa Alianza, lideradas por Francia, invadieron España con los Cien Mil Hijos de San Luis, restaurando el absolutismo de Fernando VII.
3.3 La década absolutista u “ominosa” (1823-1833)
La última etapa del reinado de Fernando VII, conocida como la “década ominosa”, se caracterizó por una brutal represión contra los liberales. Aunque se restauraron las instituciones del Antiguo Régimen, el gobierno evolucionó hacia un reformismo moderado. La represión incluyó la ejecución de líderes liberales como Rafael del Riego y el establecimiento de un aparato represivo que incluía la Superintendencia General de Policía y los tribunales de justicia.
Durante esta década, se llevaron a cabo reformas técnicas en la Hacienda y la Administración, como la creación del Consejo de Ministros y el Banco de San Fernando. Sin embargo, la crisis económica se agravó debido a la pérdida de las colonias americanas, lo que obligó al gobierno a recurrir a empréstitos extranjeros.
El problema sucesorio marcó el final del reinado de Fernando VII. En 1830, el rey promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica y permitía a su hija Isabel II heredar el trono. Esto provocó el descontento de los partidarios de su hermano, Carlos María Isidro, quienes se organizaron en torno al carlismo. La muerte de Fernando VII en 1833 desencadenó la Primera Guerra Carlista, un conflicto que enfrentó a los partidarios de Isabel II con los de Carlos María Isidro.
3.4 La emancipación de la América española
La independencia de las colonias americanas fue un proceso que se desarrolló entre 1810 y 1824, coincidiendo con el reinado de Fernando VII. Los factores que impulsaron la emancipación incluyeron el descontento de los criollos, la influencia de las revoluciones americana y francesa, y los intereses comerciales de potencias como el Reino Unido.
El proceso independentista estuvo liderado por figuras como Simón Bolívar y José de San Martín, quienes lograron la independencia de gran parte de América del Sur. En 1824, la batalla de Ayacucho marcó el fin del dominio español en el continente, con excepción de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
La pérdida de las colonias tuvo graves consecuencias para España, que vio reducido su poder internacional y su capacidad económica. Para los nuevos Estados americanos, la independencia no significó una mejora inmediata, ya que el poder quedó en manos de las élites criollas, mientras que las clases populares continuaron marginadas.
TEMA 2: LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)
2. LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)
La década moderada fue un período de la historia de España que abarcó desde 1844 hasta 1854, durante el reinado de Isabel II. Este período se caracterizó por el predominio político del Partido Moderado, que gobernó durante la mayor parte de estos años, consolidando un Estado centralizado y conservador. La etapa comenzó con la declaración de la mayoría de edad de Isabel II en 1843, cuando solo tenía 13 años, y finalizó con la Revolución de 1854, que devolvió el poder a los progresistas.
Las primeras reformas moderadas
El general Ramón María Narváez, líder del Partido Moderado, fue la figura central de esta década. Narváez llegó a la presidencia del gobierno en mayo de 1844 y promovió un sistema político basado en el orden y la estabilidad, priorizando el control social sobre las libertades individuales. Entre sus primeras medidas destacó la creación de la Guardia Civil en 1844, un cuerpo armado destinado a mantener el orden público, especialmente en las zonas rurales, donde combatía el bandolerismo. Además, se suprimió la Milicia Nacional, un cuerpo de carácter liberal que había sido creado durante el Trienio Liberal.
Otra reforma importante fue el control de la prensa. Se eliminó el jurado para los delitos de imprenta, lo que permitió al gobierno ejercer un mayor control sobre los medios de comunicación. En el ámbito educativo, se implementó el Plan Pidal (1845), que organizó la instrucción pública en España, estableciendo un sistema nacional de enseñanza que regulaba los niveles elemental, secundario y universitario. Este plan sentó las bases para la posterior Ley Moyano de 1857, la primera gran ley de educación del país.
La Constitución de 1845
La Constitución de 1845 fue el texto legal que definió el régimen político de la década moderada. Aunque se presentó como una reforma de la Constitución de 1837, en realidad fue un texto nuevo que reflejaba los principios conservadores del Partido Moderado. La Constitución de 1845 estableció que la soberanía era compartida entre el rey y las Cortes, en lugar de residir únicamente en la nación, como defendían los progresistas. Esto reforzó el poder de la Corona, otorgándole amplias prerrogativas, como el nombramiento de ministros, la disolución de las Cortes y el derecho de veto.
Las Cortes se dividían en dos cámaras: el Senado, cuyos miembros eran nombrados por el rey, y el Congreso de los Diputados, elegido por sufragio censitario muy restringido (solo el 1% de la población tenía derecho a voto). Además, la Constitución declaró que la religión católica era la única oficial del Estado, en contraste con el texto de 1837, que simplemente reconocía que la mayoría de los españoles eran católicos.
Las reformas de la administración
Durante la década moderada, se llevaron a cabo importantes reformas administrativas con el objetivo de centralizar el Estado y modernizar la administración pública. Se consolidó la división provincial de Javier de Burgos (1833), y se estableció una estructura jerárquica en la que cada provincia dependía directamente del Ministerio de Gobernación en Madrid. La Ley de Ayuntamientos de 1845 eliminó la autonomía municipal, ya que los alcaldes de las ciudades más importantes eran nombrados por la Corona, mientras que en los municipios menores eran designados por el gobernador civil.
En el ámbito judicial, se promulgó el Código Penal de 1848, que unificó la legislación en esta materia. También se creó la Comisión Nacional de Codificación, encargada de elaborar los códigos fundamentales del Estado, como el Código Civil y el Código de Comercio. Además, se adoptó el sistema métrico decimal como único sistema de pesos y medidas.
La reforma fiscal: Ley Mon-Santillán
Una de las reformas más importantes de la década moderada fue la reforma fiscal, conocida como Ley Mon-Santillán (1845), llevada a cabo por los ministros de Hacienda Alejandro Mon y Ramón Santillán. Esta ley modernizó el sistema tributario español, simplificando los impuestos y estableciendo principios de igualdad y proporcionalidad. Se crearon impuestos indirectos, como los “consumos”, que gravaban productos básicos y afectaban principalmente a las clases populares. A pesar de estas reformas, el Estado siguió enfrentándose a un déficit crónico, que se financiaba mediante la emisión de deuda pública.
La segunda guerra carlista (1846-1849)
La década moderada también estuvo marcada por la **segunda guerra carlista**, conocida como la **guerra dels matiners** (guerra de los madrugadores). Este conflicto enfrentó a los partidarios de **Carlos VI**, hijo de Carlos María Isidro, con las fuerzas gubernamentales. Aunque menos intensa que la primera guerra carlista, la contienda se desarrolló principalmente en Cataluña y finalizó con la derrota de los carlistas en 1849. La guerra se desencadenó tras el fracaso de un plan para casar a Isabel II con el pretendiente carlista, lo que habría resuelto el conflicto dinástico.
El Concordato de 1851
En 1851, el gobierno moderado firmó el **Concordato con la Santa Sede**, que restableció las relaciones con la Iglesia católica, deterioradas tras la desamortización de Mendizábal. El Concordato estableció la suspensión de la venta de bienes eclesiásticos desamortizados y el retorno de los no vendidos. A cambio, la Iglesia reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de sus bienes, mientras que el Estado se comprometió a financiar el culto y el clero. Además, la Iglesia recuperó su influencia en el ámbito educativo.
El fin de la Década Moderada
A partir de 1848, el gobierno moderado se volvió más autoritario, lo que generó descontento entre los progresistas, los demócratas y un sector del propio Partido Moderado. En 1852, el presidente del gobierno **Juan Bravo Murillo** propuso una reforma constitucional que habría convertido al Estado en una dictadura tecnocrática, permitiendo gobernar por decreto y suspendiendo las Cortes indefinidamente. Sin embargo, esta reforma fracasó debido a la oposición de amplios sectores políticos y sociales.
La década moderada terminó en 1854, cuando una revolución liderada por los progresistas, conocida como la **Vicalvarada**, obligó a Isabel II a destituir al gobierno moderado y llamar a los progresistas al poder. Este hecho marcó el inicio del **Bienio Progresista** (1854-1856), que puso fin a diez años de gobierno conservador.
TEMA 3: EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874). ECONOMÍA Y SOCIEDAD ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XIX
1. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL SEXENIO DEMOCRÁTICO
El **Sexenio Democrático** (1868-1874) fue un período de profundos cambios políticos en España, caracterizado por la búsqueda de un nuevo orden basado en la democracia y el sufragio universal masculino. Este período comenzó con el derrocamiento de Isabel II y finalizó con la restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII. Durante estos seis años, España experimentó diversos regímenes políticos: una regencia, una monarquía, una república y, finalmente, una dictadura que condujo a la restauración monárquica. Fue una etapa de intensa experimentación política, pero también de inestabilidad y conflictos sociales, que reflejó las tensiones entre las fuerzas tradicionales y las emergentes en la sociedad española.
La Revolución de Septiembre de 1868 y el Gobierno Provisional
El Sexenio Democrático se inició con la **Revolución de Septiembre de 1868**, conocida como la **Gloriosa**, que puso fin al reinado de Isabel II. El malestar político, económico y social acumulado durante su reinado había llevado a la firma del **Pacto de Ostende** en 1866 entre progresistas y demócratas, a los que se unió la Unión Liberal en 1868. Este pacto buscaba acabar con el régimen isabelino y establecer un nuevo orden político mediante la convocatoria de Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal. La revolución triunfó rápidamente, y el 19 de septiembre de 1868, el almirante **Topete** y los generales **Prim** (progresista) y **Serrano** (unionista) lideraron un pronunciamiento en Cádiz que se extendió por toda España con el apoyo de **Juntas Revolucionarias**. Estas juntas demandaban libertades, sufragio universal, y el fin del reinado de Isabel II. Tras la derrota del general Novaliches en el puente de Alcolea, Isabel II partió al exilio en Francia, marcando el fin de su reinado.
Tras el triunfo de la revolución, se formó un **Gobierno Provisional** presidido por el general Serrano, con participación de progresistas y unionistas, pero excluyendo a demócratas. Este gobierno tomó medidas para estabilizar el país, como la disolución de las Juntas Revolucionarias, la reorganización de la Milicia Nacional y la implementación de reformas como la supresión del impuesto de consumos y la proclamación de libertades de enseñanza e imprenta. También se estableció la peseta como moneda nacional y se adoptó un arancel librecambista para modernizar la economía. En enero de 1869, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino, que dieron una mayoría a progresistas y unionistas, pero con una gran presencia de republicanos. Estas Cortes se encargaron de hacer una nueva Constitución.
La Constitución de 1869 y la Regencia de Serrano
La **Constitución de 1869** fue la más liberal y democrática de las redactadas hasta entonces en España. Proclamaba la soberanía nacional, establecía una monarquía democrática y garantizaba un amplio régimen de derechos y libertades, como la libertad de culto, de expresión y de asociación. Sin embargo, la cuestión de la forma de gobierno no quedó resuelta del todo, ya que muchos diputados defendían la república. Tras la aprobación de la Constitución, se nombró a Serrano como regente mientras se buscaba un nuevo monarca. Este período estuvo marcado por la inestabilidad política, con la oposición de republicanos, carlistas y el incipiente movimiento obrero. Además, España enfrentó la **Guerra de Cuba** (1868-1878), donde los independentistas liderados por Céspedes luchaban por la emancipación de la isla, y el resurgimiento del carlismo, que desembocaría en la **Tercera Guerra Carlista** (1872-1876).
La Monarquía de Amadeo de Saboya (1870-1873)
En noviembre de 1870, las Cortes eligieron a **Amadeo de Saboya**, hijo del rey de Italia, como nuevo monarca de España. Sin embargo, su reinado estuvo plagado de dificultades. La muerte de su principal valedor, el general Prim, poco antes de su llegada, dejó a Amadeo sin apoyo político. Además, enfrentó la oposición de carlistas, alfonsinos (partidarios de la restauración borbónica) y republicanos, así como la inestabilidad gubernamental y las guerras en Cuba y el norte de España. En febrero de 1873, Amadeo abdicó, lo que llevó a la proclamación de la **Primera República**.
La Primera República Española (1873-1874)
La Primera República fue proclamada el 11 de febrero de 1873, pero estuvo marcada por la inestabilidad y los conflictos internos. En menos de un año, tuvo cuatro presidentes: **Estanislao Figueras**, **Francesc Pi i Margall**, **Nicolás Salmerón** y **Emilio Castelar**. Bajo Pi i Margall, se intentó establecer una **República Federal**, pero el movimiento **cantonalista**, que buscaba la autonomía inmediata de municipios y regiones, desbordó al gobierno. Cantones como Cartagena y Málaga se declararon independientes, lo que llevó a una represión militar dirigida por Salmerón y Castelar. Este período estuvo marcado por la división entre republicanos federales y unitarios, así como por la agitación social y las demandas de reformas radicales.
Castelar gobernó con un enfoque autoritario, apoyándose en el Ejército para mantener el orden. Sin embargo, su gobierno fue derrotado en las Cortes el 3 de enero de 1874, lo que llevó al golpe de Estado del general **Pavía**, quien disolvió las Cortes y puso fin a la República. Tras el golpe de Pavía, el general **Serrano** asumió el poder en una **dictadura republicana** que gobernó sin Cortes ni Constitución. Este régimen, aunque provisional, preparó el camino para la restauración de la monarquía borbónica. El 29 de diciembre de 1874, el general **Martínez Campos** se pronunció en Sagunto a favor de **Alfonso XII**, hijo de Isabel II, quien fue proclamado rey. El 14 de enero de 1875, Alfonso XII entró en Madrid, poniendo fin al Sexenio Democrático.
EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN (1874-1902)
3 LA CRISIS DE 1898 Y LA LIQUIDACIÓN DEL IMPERIO COLONIAL.
A finales del siglo XIX, España enfrentó una de las mayores crisis de su historia moderna: la pérdida de sus últimas colonias en América y Asia. Este proceso, conocido como el **Desastre del 98**, marcó el fin del Imperio español y tuvo profundas repercusiones políticas, económicas y sociales en la España de la Restauración. La crisis se desencadenó por una combinación de factores internos y externos, incluyendo el auge del imperialismo estadounidense, la incapacidad del gobierno español para gestionar las demandas de autonomía en las colonias, y la debilidad militar y económica de España frente a las potencias emergentes.
3.1 LA POLÍTICA COLONIAL Y SU FRACASO
Tras la independencia de la mayoría de las colonias americanas a principios del siglo XIX, España conservó solo tres territorios coloniales: **Cuba**, **Puerto Rico** y las **islas Filipinas**. Sin embargo, la política colonial española en estas regiones fue marcada por la explotación económica, la falta de reformas políticas y la resistencia a conceder autonomía, lo que generó un creciente descontento entre las poblaciones locales.
En **Cuba**, la economía dependía principalmente de la exportación de azúcar y tabaco, productos que se vendían en mercados protegidos por aranceles que beneficiaban a los intereses comerciales españoles, especialmente a los textiles catalanes y la harina castellana. Esta política proteccionista perjudicaba a los productores cubanos, quienes podían obtener productos más baratos y de mejor calidad en Estados Unidos. Además, la esclavitud, aunque abolida en 1886, había dejado un legado de desigualdad social y racial que alimentaba el descontento.
En **Puerto Rico**, la situación era menos conflictiva debido a la concesión de autonomía en 1872 y la abolición de la esclavitud. En **Cuba**, las demandas de autonomía y reformas políticas fueron insuficientemente atendidas por los gobiernos españoles. Aunque durante el gobierno liberal de Sagasta (1885-1890) se intentaron algunas reformas, como la abolición de la esclavitud y la representación de Cuba en las Cortes, estas medidas fueron insuficientes para satisfacer las aspiraciones de los autonomistas cubanos. La negativa a conceder una verdadera autonomía y la persistencia de políticas económicas proteccionistas incitaron el movimiento independentista.
En las **islas Filipinas**, la situación era diferente. La presencia española era limitada y se concentraba principalmente en Manila. El descontento entre la población local, especialmente entre los mestizos y nativos, llevó a la formación de movimientos independentistas como la **Liga Filipina**, fundada por **José Rizal** en 1893. Aunque se intentaron algunas reformas autonomistas, fueron rechazadas por los sectores más conservadores, lo que exacerbó las tensiones.
3.2 LA GUERRA DE CUBA Y FILIPINAS
La **Guerra de Cuba** estalló el 24 de febrero de 1895, con el **Grito de Baire**, un levantamiento independentista liderado por el **Partido Revolucionario Cubano**, fundado por **José Martí** en 1892. Martí, junto con líderes como **Antonio Maceo** y **Máximo Gómez**, buscaba la independencia total de Cuba. Aunque Martí murió en combate en mayo de 1895, la insurrección se extendió por toda la isla, llegando a las proximidades de La Habana a principios de 1896.
El gobierno español respondió enviando más de 220.000 soldados a Cuba entre 1895 y 1898, bajo el mando de generales como **Martínez Campos** y, posteriormente, **Valeriano Weyler**. Weyler implementó una política de **reconcentración** de la población rural en campos controlados por el ejército, lo que provocó una crisis humanitaria con miles de muertos debido a las malas condiciones sanitarias y la falta de alimentos. Aunque estas medidas debilitaron militarmente a los independentistas, también aumentaron el apoyo popular a la causa cubana y generaron críticas internacionales, especialmente en Estados Unidos.
En **Filipinas**, la insurrección estalló en agosto de 1896, liderada por organizaciones como el **Katipunan**. Aunque la rebelión fue reprimida inicialmente por el general **Polavieja**, la situación se complicó con la intervención de Estados Unidos en 1898.
LA INTERVENCIÓN DE ESTADOS UNIDOS Y EL DESASTRE DEL 98
La intervención de **Estados Unidos** en el conflicto cubano fue el factor decisivo que llevó a la derrota española. Estados Unidos, que ya era una potencia industrial y militar emergente, tenía intereses económicos y estratégicos en Cuba y el Caribe. La voladura del acorazado **USS Maine** en el puerto de La Habana en febrero de 1898, aunque las causas nunca se aclararon, fue utilizada como pretexto por la prensa y el gobierno estadounidense para declarar la guerra a España en abril de 1898.
La guerra fue breve y desastrosa para España. La flota española, anticuada y mal preparada, fue destruida en las batallas de **Cavite** (Filipinas) y **Santiago de Cuba**. En diciembre de 1898, se firmó el **Tratado de París**, por el cual España renunciaba a Cuba, cedía Puerto Rico y Filipinas a Estados Unidos, y vendía las islas del Pacífico (Carolinas, Marianas y Palaos) a Alemania en 1899. Con esto, el Imperio español llegó a su fin.
3.4 LAS CONSECUENCIAS DEL 98
El **Desastre del 98** tuvo profundas repercusiones en España. A nivel político, aunque el sistema de la Restauración sobrevivió, la derrota generó una crisis moral e ideológica que cuestionó la capacidad de la clase política para gobernar. El ejército, humillado por la derrota, desarrolló un resentimiento hacia los políticos y comenzó a intervenir más activamente en la vida política.
Económicamente, la pérdida de las colonias no provocó una crisis inmediata, pero sí afectó a sectores como el textil catalán, que perdieron sus mercados protegidos. Sin embargo, la repatriación de capitales desde las colonias permitió cierta estabilidad económica en los años siguientes.
A nivel social y cultural, el Desastre del 98 generó un movimiento intelectual conocido como **Regeneracionismo**, que criticaba el atraso de España y proponía reformas para modernizar el país. Figuras como **Joaquín Costa** abogaban por la educación y la reforma agraria, mientras que la **Generación del 98** (Unamuno, Valle-Inclán, Baroja, Azorín) reflexionó sobre la identidad española y el sentido de la nación.
En el ámbito político, el regeneracionismo influyó en líderes como **Francisco Silvela** y **Antonio Maura**, quienes intentaron reformar el sistema desde dentro, aunque con resultados limitados. El sistema de la Restauración demostró una notable capacidad de resistencia, pero el Desastre del 98 dejó una huella profunda en la conciencia nacional y sentó las bases para los cambios políticos y sociales del siglo XX.