La Construcción de la España Liberal (1833-1837)
Tras la muerte de Fernando VII y el inicio de la guerra civil por su sucesión, se da paso a la construcción de la nueva España liberal. La regente María Cristina de Borbón, buscando un equilibrio entre carlistas y liberales, inicia una serie de reformas.
1. Moderados y Progresistas
El espectro liberal se dividía en dos tendencias principales: moderados y progresistas, marcando el juego político hasta 1868. Ambas facciones compartían bases comunes, como la aceptación de una Constitución y órganos representativos basados en el sufragio censitario, pero diferían en sus enfoques.
Moderados
El modelo moderado buscaba un equilibrio entre el Antiguo Régimen y las ideas liberales. Priorizaban la estabilidad y el orden, defendiendo un sufragio censitario restringido a las clases propietarias e ilustradas. Buscaban un estado unitario y centralizado.
Progresistas
El modelo progresista, con mayor apoyo de las clases medias e intelectuales, abogaba por una ampliación del sufragio censitario y reformas más profundas. Defendían la soberanía nacional y el papel central de las Cortes. Inicialmente, contaron con apoyo popular, dándole al movimiento un carácter populista en los núcleos urbanos.
2. El Estatuto Real de 1834
Tras la muerte de Fernando VII, María Cristina, nombrada regente, llama a gobernar a Cea Bermúdez. Javier de Burgos realiza una importante reforma administrativa, creando la división provincial actual. En 1834, el ministro Martínez de la Rosa, en un intento de conciliar moderados y radicales, promulga el Estatuto Real.
El Estatuto Real, una carta otorgada similar a la francesa de 1814, pretendía ser una transición entre el Antiguo y el Nuevo Régimen. Sin embargo, era una “constitución” incompleta, sin regular los poderes del rey o del gobierno, ni declarar derechos individuales. El sufragio era muy restringido, limitándose a unos 16.000 votantes de una población de 12 millones.
3. La Reacción Progresista (1835-1837)
La guerra carlista radicalizó el liberalismo. En 1836, la situación de la Hacienda era desastrosa y el clima político tenso. El conde de Toreno, sucesor de Martínez de la Rosa, implementa reformas importantes, como la desamortización de los bienes del clero y la disolución de la Compañía de Jesús, lo que lleva a la ruptura de relaciones con la Santa Sede.
El motín de los sargentos de La Granja en 1836 obliga a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y nombrar a José María Calatrava jefe de gobierno. Este acto fue un paso para convocar Cortes Constituyentes que redactarían una nueva Constitución.