Crisis de 1898: El Fin del Imperio Español y sus Consecuencias

Guerra Colonial y Crisis de 1898

1- Planteamiento de la Cuestión

Durante el Sexenio Revolucionario se produjeron levantamientos en las Antillas:

  • El Grito de Lares en Puerto Rico, rápidamente pacificado.
  • El Grito de Yara en Cuba, que condujo a la Guerra de los Diez Años, terminada con la Paz de Zanjón.

Entre la Paz de Zanjón y el inicio de la última guerra cubana (1895), los gobiernos españoles tuvieron 17 años para atender a las reformas demandadas por los isleños. La falta de un proceso descentralizador y la política proteccionista causaron nuevas revueltas que condujeron a Cuba a la independencia.

Ópticas del conflicto:

  • Española: Cuba era la “perla del Caribe” y una de las primeras posesiones en América. En ella había grandes plantaciones de caña de azúcar, tabaco y café, y era un mercado para los productos españoles.
  • Americana: Cuba estaba cerca de Florida, tenían importantes relaciones comerciales e intereses económicos, y el imperialismo llevaba a EE.UU. a buscar zonas de influencia en el área del Caribe. En 1853 ya llegaron a ofrecer 120 millones de dólares por la isla, dando por sentado que alentaban al independentismo.
  • Cubana: La población se dividía entre unionistas e independentistas. Los asalariados del azúcar nutrieron las filas del independentismo. Surge el Partido Autonomista de Rafael Montoro.

La política española en Cuba:

El período idóneo para atender a las demandas cubanas fue el Gobierno largo de los liberales. Lo único que se consiguió fue la abolición de la esclavitud y su transformación en asalariados. La propuesta de autonomía y el proyecto de reforma del estatuto colonial de Cuba fueron rechazados por las Cortes. La tensión aumentó debido a los fuertes aranceles proteccionistas para dificultar el comercio con EE.UU., alcanzando su máximo con el arancel de 1891, que provocó un gran malestar en Cuba y en EE.UU. McKinley amenazó con cerrar las puertas del mercado estadounidense a los principales productos cubanos si España no modificaba la política arancelaria. Al temor de España a una nueva insurrección se sumaba el temor a que esta pudiera contar con el apoyo de EE.UU.

2- La Guerra de Cuba

  • En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, protagonista del Grito de Baire. La insurrección comenzó en la parte oriental de la isla y sus dirigentes, Antonio Maceo y Máximo Gómez, la extendieron a la parte occidental.
  • El gobierno, presidido por Cánovas, mandó un ejército encabezado por el general Martínez Campos. La falta de éxitos militares decidió su relevo por el general Valeriano Weyler, que pretendía acabar con la insurrección por la fuerza. Este concentró a los campesinos en aldeas cerradas para aislarlos de las tropas insurrectas, pero la falta de medios provocó la muerte de muchos civiles y soldados. La guerra provocó la destrucción de ingenios, de plantaciones y de muchas vías férreas, afectando a la economía cubana.
  • Tras el asesinato de Cánovas (1897), el gobierno liberal decidió probar la estrategia de conciliación: Relevó a Weyler por el general Blanco y concedió a Cuba la autonomía (noviembre de 1897), el sufragio universal, la igualdad entre insulares y peninsulares, y la autonomía arancelaria. Las reformas llegaron demasiado tarde, ya que los independentistas, apoyados por EE.UU., se negaron a terminar con las hostilidades.

La Guerra de Filipinas

Coincidió con la insurrección cubana (1896-1897). En Filipinas, la presencia española era más débil y se limitaba a órdenes religiosas, a la explotación de recursos y al comercio con China. El levantamiento filipino fue reprimido y su líder, José Rizal, acabó siendo ejecutado. La intervención de EE.UU. provocó un nuevo alzamiento que terminó con la expulsión de los españoles.

En 1898, EE.UU. declaró la guerra a España por el hundimiento de su buque de guerra, el Maine, que estaba anclado en La Habana. La prensa amarilla crispó los ánimos de la opinión pública y el presidente se vio forzado al ataque. El 18 de abril intervinieron en Cuba y en Filipinas, lo que terminó con la derrota de la escuadra española al mando de Montejo en Cavite (Filipinas) y de Cervera en Santiago (Cuba).

En diciembre de ese mismo año se firmó la Paz de París:

  • España renuncia a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.
  • EE.UU. se asegura el control de estos territorios, en especial el cubano.
  • EE.UU. paga 20 millones de dólares tres meses después del canje del tratado.

En junio de 1899, España cede sus posesiones pacíficas de Palaos, Las Carolinas y Las Marianas al Imperio Alemán a cambio de 25 millones de pesetas.

En un futuro, España debía conformarse únicamente con sus posesiones menores en África: El Sahara Español, Guinea Ecuatorial y el Protectorado en Marruecos.

3- Las Consecuencias del 98

La derrota del 98 sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado de frustración por la caída del mito del imperio español y el paso de España a una posición secundaria en el contexto internacional. La prensa extranjera describía a España como una nación moribunda, con un ejército ineficaz, un sistema corrupto y unos políticos incompetentes. Esa visión cuajó en la opinión pública española.

Repercusiones económicas y políticas:

Sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo esperado. Los conservadores y liberales se adaptaron a los nuevos tiempos y a la regeneración, pero el turno dinástico consiguió mantenerse y el régimen mostró una gran capacidad de recuperación. Tampoco hubo crisis económica. En los primeros años del nuevo siglo se produjo una inflación baja, una reducción de la Deuda Pública y una inversión proveniente de capitales repatriados. De esta forma, la crisis del 98 fue fundamentalmente moral e ideológica.

Los movimientos nacionalistas se extendieron por el País Vasco y Cataluña que, aprovechando la debilidad del país, reivindicaban la autonomía y prometían una política nueva y modernizadora de la estructura del Estado.

El regeneracionismo:

La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos como los regeneracionistas, que estaban respaldados por las clases medias y sus ideales se resumen en el pensamiento de Joaquín Costa: la necesidad de modernizar la economía y alfabetizar a la población, organizando los sectores productivos al margen del turno dinástico.

El desastre dio cohesión a un grupo de intelectuales (Generación del 98) con un profundo pesimismo y que criticaban el atraso peninsular.

La derrota supuso un cambio en la mentalidad de los militares, los cuales culpaban a los políticos y al parlamentarismo de la derrota y se inclinaban hacia posturas autoritarias e intransigentes.

El gobierno Silvela-Polavieja

: El gobierno de Sagasta estaba desgastado y desprestigiado. En 1899, la reina regente, entregó su confianza al líder conservador Silvela, que convoco elecciones y mostró una gran voluntad de renovación, dando entrada al general Polavieja y a Manuel Durán y Bas. Se inició una política reformista, se esbozaron proyectos de descentralización administrativa y aumentaron los tributos de productos de primera necesidad. Se crearon nuevos impuestos para hacer frente a las deudas contraídas durante la guerra. Las Cámaras de Comercio criticaron éstas medidas y los comerciantes cerraron los establecimientos para no pagar los nuevos tributos. La huelga sólo cuajó en Barcelona, donde duró más de 6 meses. El gobierno se dividió: Polavieja dimitió por las restricciones presupuestarias y Manuel Durán y Bas por no estar conforme con la limitación de las medidas descentralizadoras y con la amenaza de embargo contra los comerciantes huelguistas. El gobierno se mantuvo en el poder hasta 1901, momento en el que Mª Cristina otorgó el poder a los liberales. El turno de partidos y las viejas prácticas políticas eran inmunes a cualquier intento de cambio y de regeneración. La Generación del 98: España vivió una eclosión de talento calificada como la 2ª Edad de Oro de las letras españolas. Los intelectuales reflexionan sobre los males de España y se enlazan con las generaciones del 14 y del 27. Destacan los campos de literatura (Pérez Galdós y Pío Baroja), filosofía (Unamuno y Ortega y Gasset), música (Manuel de Falla), ciencia (Ramón y Cajal) y arquitectura