La Dictadura de Primo de Rivera: El Final del Reinado de Alfonso XIII (1923-1931)
En 1923, la sociedad española y la vida política se encontraban en una situación de crisis. El 13 de septiembre, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, proclamó el estado de guerra. El gobierno dimitió y el rey entregó el poder a los sublevados, lo que fue recibido favorablemente por la mayoría de los españoles.
En el manifiesto que Primo de Rivera dirigió a la nación, anunciaba la llegada de un nuevo régimen, provisionalmente en manos de los militares. No pretendía un cambio de gobierno, sino construir una dictadura, puesto que acusaba a los políticos de los partidos liberales tradicionales de todos los males del país. Sin embargo, no pretendía crear un nuevo orden totalitario al estilo del fascismo.
El Directorio Militar (1923-1925)
Tras la disolución de las Cortes, se formó un Directorio Militar, cuyo presidente era Primo de Rivera, y que contó con el apoyo del rey. La reacción popular fue favorable, se pensaba que iba a poner fin a un sistema que se había demostrado incapaz de resolver los problemas del país.
En 1924, se crea el partido de la Unión Patriótica, en el que Primo de Rivera intentaba agrupar a todos aquellos políticos que apoyaban al nuevo régimen. No era propiamente un partido único, ya que los demás partidos no fueron ilegalizados. Tampoco tenía una ideología desarrollada.
El Directorio Civil (1925-1930)
El Directorio Militar se cambió por un Directorio Civil, al nombrar un gobierno formado por antiguos miembros de los partidos turnistas. El régimen intentó institucionalizarse con la creación de la Asamblea Nacional Consultiva, elegida por sufragio indirecto entre los funcionarios del régimen.
La Asamblea debería preparar y presentar una legislación general y completa que regulara el procedimiento para la vuelta a la normalidad. En 1928 se reunió la Asamblea, pero en ningún momento existió acuerdo entre sus miembros respecto al futuro régimen constitucional que tendría el país.
Problemas abordados por la Dictadura
A lo largo de estos años, la dictadura se centró en afrontar los problemas más graves del momento, lo que justificaba su ascenso al poder:
- La cuestión de Marruecos: La primera medida fue resolver el tema del desastre de Annual, echando tierra sobre el Expediente Picasso, y luego resolver el problema de la guerra en Marruecos. Primo de Rivera era partidario de retirar las tropas. En 1924, dio orden de comenzar la retirada, una operación que costó numerosas bajas. El resultado fue la colaboración de España y Francia en una acción conjunta. Los españoles desembarcaron en la bahía de Alhucemas al mismo tiempo que los franceses atacaban desde Fez. El líder árabe quedó acorralado y se entregó a los franceses. La paz llegó en 1926.
- La cuestión social: Primo de Rivera encontró escasas dificultades frente a los movimientos obreros. El PSOE y la UGT consideraban que la dictadura era provisional y no estaban dispuestos al enfrentamiento por la defensa de la Restauración, que ellos mismos querían destruir. Sin embargo, la postura colaboracionista de algunos socialistas creó una división en el PSOE y la UGT. Otra situación fue la de los grupos más radicales. Los anarquistas se aglutinaron y muchos sindicalistas fueron detenidos, mientras que otros se marcharon al exilio. La FAI y el PC no tuvieron demasiado protagonismo durante la dictadura. En 1926, se creó el Consejo de Trabajo con representación de obreros y empresarios, pero bajo control estatal, al estilo del sindicato vertical implantado por Mussolini en Italia, que se ocuparía de la negociación entre patronos y trabajadores. Su misión era reglamentar salarios y evitar huelgas y conflictos. El sindicato UGT se prestó a colaborar en un principio, aunque más tarde se retiró, y la CNT se negó en absoluto a participar, lo que hizo fracasar el proyecto.
- La cuestión catalana: Se convirtió también en un conflicto. Primo de Rivera, enemigo declarado del catalanismo, liquidó la Mancomunidad en 1925, prohibió el uso de la lengua catalana y el baile de la sardana, además de clausurar el campo del F.C. Barcelona.
Política Económica
La política económica de la dictadura fue muy proteccionista e intervencionista, encaminada a la nacionalización de la industria y a la regulación del mercado, limitando la competencia, fijando los precios y limitando la instalación de nuevas fábricas. El gobierno estimuló también las obras públicas para favorecer el desarrollo industrial, construyendo carreteras, centrales hidroeléctricas o invirtiendo en la industria pesada. Aunque a corto plazo fue una política positiva que favoreció el desarrollo industrial, eliminó el paro y ayudó a la paz social, a la larga generó una enorme deuda pública que heredó la II República.
El Fin de la Dictadura y la Llegada de la II República
Ante la falta de apoyo de todos los sectores de la sociedad, incluso del ejército, y del propio rey, Primo de Rivera presentó su dimisión el 27 de enero de 1930, que el rey aceptó de inmediato y comenzó a buscar militares de transición para retornar a la legalidad constitucional. Finalmente, se hizo cargo del gobierno el general Berenguer, que anunció una vuelta al régimen constitucional del 76 y la convocatoria a elecciones generales.
El republicanismo fue avanzando posiciones. Los republicanos, sin esperar a las elecciones, optaron por la conspiración para hacerse con el poder. En agosto de 1930, se firmó el Pacto de San Sebastián en el que participaron Lerroux, líder del Partido Radical, Azaña, procedente del Partido Reformista, y Alcalá Zamora, que se convirtió en el presidente del Comité Revolucionario establecido en San Sebastián. El levantamiento fracasó por falta de coordinación. Los miembros del Comité Revolucionario fueron detenidos y encarcelados, pero una ola de protestas, huelgas y manifestaciones sacudió todo el país. Berenguer presentó su dimisión el 14 de febrero de 1931.
Alfonso XIII encargó formar gobierno al almirante Aznar, que se limitó a convocar elecciones municipales. Aunque tras las elecciones la mayoría de los concejales elegidos eran monárquicos, los republicanos habían ganado en todas las capitales de provincia, donde el sufragio era más limpio. Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, lanzó un manifiesto en el que comunicaba que dejaba el trono. La II República fue proclamada al día siguiente, 14 de abril.