Cronología y Análisis de las Desamortizaciones y el Movimiento Obrero en España (Siglo XIX)

Cronología de las Desamortizaciones y el Movimiento Obrero en España (Siglo XIX)

  • 1766: Revueltas en Extremadura y entrega de tierras municipales a campesinos desfavorecidos.
  • 1767: Expulsión de los jesuitas por Carlos III y venta de sus bienes.
  • 1798: Primera desamortización de bienes eclesiásticos durante el reinado de Carlos IV (conocida como “desamortización de Godoy”).
  • 1813: Nacionalización de bienes raíces de afrancesados, jesuitas, Órdenes Militares, conventos, monasterios suprimidos, y bienes de la Corona.
  • 1814: Fernando VII invalida las leyes desamortizadoras.
  • 1820-1823: Trienio Liberal, con medidas desamortizadoras tímidas.
  • 1833: Muerte de Fernando VII, inicio de la regencia de María Cristina de Borbón.
  • 1835: Real Orden de Exclaustración Eclesiástica (julio) y decreto de Mendizábal (11 de octubre) para suprimir monasterios.
  • 1836: Decreto de Mendizábal (19 de febrero) para la nacionalización y venta de bienes eclesiásticos.
  • 1837: Desamortización de bienes del clero secular (julio); Ley de Señoríos (agosto); Ley de desvinculación de los mayorazgos.
  • 1841-1843: Regencia de Espartero y puesta en práctica de la desamortización del clero secular (septiembre de 1841).
  • 1844-1854: Década Moderada, paralización de las desamortizaciones.
  • 1848: Primera línea ferroviaria Barcelona-Mataró.
  • 1854-1856: Bienio Progresista, reactivación de las desamortizaciones.
  • 1855: Ley de Desamortización General de Pascual Madoz (mayo).
  • 1856: Fundación del Banco de España; creación de las Sociedades de Crédito.
  • 1868: Creación de la peseta; Decreto de libertad de asociación y reunión; llegada de las ideas anarquistas a España con Giuseppe Fanelli; Ley de Minas.
  • 1868-1874: Internacional Obrera en España (disuelta en 1872).
  • 1870: Primer Congreso de la Federación Regional Española (FRE) en Barcelona (junio).
  • 1871: Llegada de las ideas marxistas con Paul Lafargue; revolución de la Comuna de París (marzo-mayo).
  • 1872: Disolución de la Internacional española.
  • 1874: Disolución de la Internacional tras el gobierno de Serrano.
  • 1879: Fundación del PSOE por Pablo Iglesias y Jaime Vera.
  • 1881: Recuperación de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).
  • 1887: Promulgación de la Ley de Asociaciones.
  • 1888: Fundación de la UGT.
  • 1890: Primera celebración del 1 de mayo; Ley del Sufragio Universal.
  • 1891: Arancel proteccionista para el trigo.
  • 1895: Inicio de la guerra en Cuba.
  • 1898: Desastre del 98.
  • 1910: Fundación de la CNT.
  • 1914: Fin del auge minero extranjero.
  • 1924: Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo, derogando las leyes sobre desamortización de bienes comunales.

Análisis de Documentos Históricos

Documentos sobre Desamortización

PREGUNTA 1: Doc 1: “Señora: Vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado, no es tan solo cumplir una promesa solemne…cuya existencia se apoye principalmente en el triunfo completo de nuestras actuales instituciones…” doc 2 Atendiendo a la necesidad y conveniencia de disminuir la deuda pública […] conformándome con lo propuesto por el Consejo de Ministros, art1/2 doc 3 “I.- Se declaran en estado de venta, con arreglo a las prescripciones de la presente ley, y sin perjuicio de las cargas III/VI doc 4 barras doc 5 tabla doc 6 “Puestos en venta simultáneamente todos los bienes nacionales […], calculada la baja
extraordinaria que ha de resultar de su valor en venta con respecto… doc 7 “Con el sistema enfitéutico, es decir, reservándose el Estado la propiedad de la tierra y
entregando en arriendo las tierras desamortizadas a las familias de la clase proletaria

Documentos sobre Industrialización y Movimiento Obrero

PREGUNTA 2: doc 1 “De 1833 a 1930, las transformaciones asociadas a la industrialización no han
alcanzado, en España, ni la profundidad ni el significado que en otros lugares… doc 2: “La fábrica Bonaplata y Cía. empezó a montarse en 1832; es la primera que armó telares de tejer mecánicamente… doc 3 “El mineral del Pedroso (Sevilla) es rico, y en mi opinión, más fácil de fundir que el de Marbella… doc 4 “España, que solo consume tres millones de quintales de hierro, recibe del extranjero 1800000. doc 5 “Habiendo demostrado la experiencia que varios fabricantes tienden a sacrificar el precioso sudor de los trabajadores, rebajando los jornales hasta el deplorable -/-/- doc 6 “Art. 1. Quedan disueltos todos los montepíos y asociaciones entre individuos de la clase obrera que existan en Cataluña… art 4/5 doc 7 “Hemos dicho que somos internacionales; que deseamos la abolición de la propiedad individual; que deseamos que los instrumentos del trabajo… doc 8 “Hasta hoy la Internacional en España ha querido vivir en paz con los poderes constituidos; es más, lo quiere aún, y por eso intentaremos el último esfuerzo.

Análisis Detallado de las Desamortizaciones

El Discurso de Mendizábal (1836)

PREGUNTA 1: Doc 1: El discurso de Juan Álvarez de Mendizábal del 19 de febrero de 1836 fue muy importante para entender las desamortizaciones en España durante el siglo XIX. Mendizábal, líder liberal, explicó que la venta de las tierras que antes eran de la Iglesia y que ahora pertenecían al Estado tenía dos objetivos principales. Por un lado, quería reducir la deuda pública. España estaba pasando por una grave crisis económica, agravada por las guerras carlistas y la pérdida de las colonias americanas. Las tierras de la Iglesia, conocidas como “riqueza muerta” porque no se podían vender ni repartir, se convertirían en dinero para el Estado a través de su venta.
Por otro lado, Mendizábal afirmaba que esta medida ayudaría a crear una nueva clase social: pequeños propietarios que apoyarían el régimen liberal. La idea era que, al repartir las tierras, surgiría una “copiosa familia de propietarios” que defendería las instituciones liberales y frenaría a los carlistas, que querían volver al absolutismo. Sin embargo, este plan no funcionó como se esperaba. Aunque la intención era repartir las tierras de forma más justa, en la práctica solo las personas ricas pudieron comprarlas. Los campesinos, que no tenían dinero, quedaron fuera de las subastas. Así, en lugar de crear pequeños propietarios, las tierras acabaron en manos de nobles y burgueses adinerados. En resumen, Mendizábal presentó la desamortización como una solución económica y social: reducir la deuda y fortalecer el liberalismo. Pero en realidad, no benefició a los más pobres, sino que consolidó las grandes propiedades. Aunque la venta de tierras ayudó temporalmente a las finanzas del Estado, no logró cambiar la estructura agraria de España.

El Decreto de Desamortización de Mendizábal (1836)

Doc 2: El decreto publicado en la Gaceta de Madrid el 21 de febrero de 1836 oficializa la desamortización de Mendizábal. En este documento, se ordena la venta de todos los bienes raíces que habían sido expropiados a las comunidades religiosas y otras propiedades que ahora pertenecían a la nación. El principal objetivo era disminuir la deuda pública, que era muy alta debido a las guerras carlistas y la mala situación económica. La venta de estas tierras permitiría al Estado recaudar dinero rápidamente para amortizar esa deuda. El decreto también menciona algunas excepciones. No todas las propiedades serían vendidas. Quedarían fuera de las subastas aquellas que el gobierno considerara útiles para el servicio público, como los edificios destinados a conservar monumentos artísticos o recordar hazañas nacionales. Aunque esto parecía proteger el patrimonio cultural, en la práctica muchos conventos y monasterios fueron derribados o convertidos en edificios civiles, perdiéndose parte de la historia y el arte del país. Más allá de lo económico, este decreto también tenía un propósito político: debilitar a la Iglesia, que había sido un gran apoyo del absolutismo. Al quitarle sus propiedades, los liberales intentaban restar poder a una institución que se oponía a sus ideas. A pesar de que se hablaba de dar acceso a la propiedad a más personas, lo cierto es que las tierras fueron compradas por quienes tenían dinero: burgueses, nobles y especuladores. Los campesinos, sin recursos, no pudieron participar en las subastas. Como resultado, las tierras quedaron concentradas en pocas manos y no se logró formar esa clase media de propietarios que prometía el gobierno. En conclusión, este decreto refleja las contradicciones de las reformas liberales: aunque buscaba reducir la deuda y repartir las tierras, terminó beneficiando a las clases altas y dejando a los más pobres aún más desprotegidos.

El Decreto de Desamortización General de Madoz (1855)

Doc 3: El Decreto Real de 1 de mayo de 1855, impulsado por Pascual Madoz durante el Bienio Progresista (1854-1856), fue una continuación de las desamortizaciones iniciadas por Mendizábal. Este decreto amplió las propiedades a expropiar y vender, incluyendo no solo las tierras de la Iglesia, sino también las de las órdenes militares, cofradías, obras pías y los bienes de los ayuntamientos, como las tierras comunales usadas por los pueblos. El objetivo principal era económico: reducir la deuda pública y obtener dinero para financiar proyectos importantes, como la construcción de ferrocarriles. Esta infraestructura era clave para fortalecer el mercado nacional tras la pérdida de las colonias. El decreto establecía que las tierras se venderían en subastas públicas, pero con una condición: los compradores debían pagar en metálico, es decir, con dinero al contado. Esto limitó mucho quiénes podían participar, ya que la mayoría de los campesinos no tenían recursos para comprar las tierras. Así, las ventas beneficiaron sobre todo a los terratenientes ricos y a la burguesía, que aumentaron sus propiedades. Un aspecto negativo fue la venta de las tierras comunales, que antes eran usadas por los vecinos de los pueblos para pastos o cultivos compartidos. Al privatizarse, muchas comunidades rurales perdieron una fuente importante de recursos, lo que empobreció aún más a los jornaleros y pequeños agricultores. En resumen, aunque este decreto pretendía mejorar la economía del país, terminó empeorando la situación de las clases más bajas. Los beneficios fueron para las élites económicas, mientras que los campesinos quedaron aún más empobrecidos y sin acceso a las tierras.

Desamortización Eclesiástica vs. Desamortización Civil

Doc 4: El proceso de desamortización en España durante el siglo XIX se dividió en dos grandes fases: las desamortizaciones eclesiásticas y las civiles. La desamortización eclesiástica comenzó con fuerza en 1836 bajo el gobierno liberal de Juan Álvarez de Mendizábal. Consistió en expropiar las tierras y propiedades que estaban en manos de la Iglesia, especialmente las de las órdenes religiosas, con el objetivo de venderlas y recaudar dinero para reducir la deuda pública. Esta medida no solo tenía un fin económico, sino también político, ya que debilitaba a la Iglesia, que había sido un gran apoyo del absolutismo, mientras reforzaba al Estado liberal.
Por otro lado, la desamortización civil fue impulsada por Pascual Madoz en 1855. En este caso, no solo se afectó a las propiedades de la Iglesia, sino también a las de las órdenes militares, cofradías, obras pías y, sobre todo, a los bienes comunales y de propios de los municipios. Las tierras comunales eran aquellas que usaban los vecinos para pastos o cultivos compartidos, mientras que las tierras de propios eran alquiladas por los ayuntamientos a cambio de rentas que se usaban para pagar servicios públicos. El objetivo económico de la desamortización civil era doble: seguir reduciendo la deuda pública y financiar infraestructuras, como el ferrocarril, para modernizar el país y fortalecer el comercio nacional tras la pérdida de las colonias americanas. Sin embargo, en ambos casos, las consecuencias sociales fueron negativas para los más pobres. Aunque el gobierno prometía que las ventas crearían una clase media de pequeños propietarios, la realidad fue que solo las personas ricas —burgueses, terratenientes y especuladores— pudieron comprar las tierras, ya que los campesinos no tenían dinero suficiente para participar en las subastas. Además, con la desamortización civil, muchas comunidades rurales perdieron las tierras comunales que antes compartían, empobreciéndolas aún más. También los ayuntamientos, al perder las tierras de propios, se quedaron sin ingresos y tuvieron que aumentar los impuestos locales, lo que causó más malestar popular. En resumen, aunque las desamortizaciones eclesiásticas y civiles buscaban mejorar la economía y fortalecer el Estado liberal, terminaron beneficiando a las élites económicas, perjudicando a los campesinos y consolidando un modelo de grandes propietarios que aumentó las desigualdades sociales en España.

La Desamortización Eclesiástica (1834-1856)

Doc 5: La desamortización eclesiástica en España, entre 1834 y 1856, fue un proceso clave para entender los cambios agrarios del siglo XIX. El primer intento serio comenzó en 1834, durante la regencia de María Cristina, aunque fue el gobierno liberal de Mendizábal en 1836 el que impulsó la primera gran desamortización. El objetivo era expropiar las tierras y propiedades de las órdenes religiosas y venderlas en subasta pública. El dinero recaudado se usaría principalmente para reducir la enorme deuda pública y financiar la guerra carlista. Esta primera fase afectó sobre todo a los bienes de las órdenes monacales, como conventos, monasterios y sus tierras. Mendizábal también defendía la idea de que, al vender estas tierras, se crearía una clase media de pequeños propietarios que apoyaría el régimen liberal frente a los absolutistas. Sin embargo, la realidad fue muy diferente. Aunque el discurso oficial hablaba de repartir las tierras de forma más justa, en la práctica solo las élites económicas —burgueses adinerados, nobles y grandes terratenientes— pudieron participar en las subastas, ya que las tierras solo podían comprarse en metálico o con títulos de deuda pública. Los campesinos, sin recursos para competir, quedaron fuera de este reparto. El proceso continuó en 1855 con la Ley de Desamortización General de Pascual Madoz, que amplió la expropiación a los bienes del clero secular (catedrales, iglesias y parroquias). Esta fase también incluyó las propiedades de órdenes militares y cofradías. Para la Iglesia, las consecuencias fueron devastadoras: perdió alrededor del 60% de sus propiedades y dejó de recibir el diezmo, lo que la obligó a depender del Estado mediante la “dotación de culto y clero”, un sistema por el que el gobierno pagaba los sueldos de sacerdotes y obispos. Además, unos 30.000 frailes quedaron sin hogar tras la exclaustración. En resumen, la desamortización eclesiástica entre 1834 y 1856 tuvo dos grandes efectos: por un lado, ayudó a reducir la deuda pública temporalmente y a financiar las guerras, pero, por otro lado, enriqueció a las élites, empobreció a los campesinos y debilitó a la Iglesia, dejando a muchos religiosos sin recursos y provocando tensiones entre el Estado y la Santa Sede.

Críticas a la Desamortización: Álvaro Flórez Estrada

Doc 6:  El discurso de Álvaro Flórez Estrada en 1836 ofrece una crítica directa al sistema de desamortización impulsado por el gobierno de Mendizábal. Aunque las desamortizaciones se presentaban como una forma de reducir la deuda pública y crear una clase media de pequeños propietarios, Flórez Estrada advertía que vender todas las tierras al mismo tiempo causaría problemas graves. En primer lugar, explicó que al sacar tantas propiedades a la venta de golpe, su valor bajaría mucho. Al haber más oferta que demanda, las tierras perderían precio, por lo que el Estado recaudaría menos dinero del esperado y no podría pagar correctamente la deuda pública. Además, señaló que este sistema fomentaría fraudes, ya que los más ricos aprovecharían la oportunidad para comprar grandes extensiones a precios muy bajos. Flórez Estrada proponía una alternativa: el arrendamiento enfitéutico. Este sistema consistía en que el Estado seguiría siendo el dueño de las tierras, pero las arrendaría (alquilaría a largo plazo) a los campesinos. Así, las familias podrían cultivar las tierras, obtener beneficios y pagar una renta fija al Estado. Con el tiempo, las tierras aumentarían su valor gracias al trabajo de los agricultores, y el Estado, al final del contrato, tendría propiedades más valiosas. Según Flórez Estrada, este método no solo evitaría la especulación de los ricos, sino que también ayudaría a los campesinos, dándoles la oportunidad de mejorar sus condiciones sin necesidad de comprar las tierras, algo imposible para ellos. En resumen, Flórez Estrada criticó las desamortizaciones porque enriquecían a las élites y empobrecían a los campesinos. Propuso un modelo más justo, donde el Estado mantendría las tierras, mientras los agricultores las trabajarían, promoviendo la riqueza colectiva en lugar del beneficio individual de unos pocos.

El Modelo Enfitéutico de Flórez Estrada (1839)

Doc 7:  En su obra Del uso que debe hacerse de los bienes nacionales (1839), Álvaro Flórez Estrada sigue criticando las desamortizaciones liberales por venta directa y expone un modelo alternativo para el reparto de tierras. Flórez Estrada plantea que, en lugar de vender las tierras a las élites económicas, el Estado debería mantener la propiedad de estas y arrendarlas a las familias campesinas a través del sistema enfitéutico. En este modelo, las familias no serían dueñas de las tierras, pero tendrían el derecho a trabajar y aprovecharlas, pagando al Estado una renta anual. Así, aunque las tierras siguieran siendo del Estado, los campesinos podrían vivir de ellas y mejorar su situación económica.
El autor destaca que este sistema permitiría que las clases populares, especialmente los campesinos pobres, apoyaran las reformas liberales. Al tener garantizado el acceso a las tierras, aunque fuera como arrendatarios, las familias tendrían interés en que el nuevo régimen funcionara, ya que su bienestar dependería de las reformas. Esto fortalecería el sistema liberal al contar con el respaldo de las clases bajas. Por el contrario, Flórez Estrada advierte que vender las tierras solo beneficiaría a los ricos, dejando a los campesinos sin ninguna opción. Si las élites compraban todas las propiedades, los trabajadores del campo quedarían más empobrecidos y resentidos, lo que haría que vieran las reformas liberales como algo injusto y “odioso”, al no aportarles ningún beneficio. En resumen, Flórez Estrada defiende un modelo más social y justo, donde el Estado mantuviera la propiedad de las tierras, arrendándolas a los campesinos. Así, los agricultores podrían prosperar sin necesidad de comprarlas, mientras que el Estado seguiría recibiendo ingresos. Para él, este sistema era la única forma de evitar que las desamortizaciones reforzaran las desigualdades y de asegurar el apoyo popular al régimen liberal.

Análisis Detallado de la Industrialización y el Movimiento Obrero

La Industrialización Lenta en España (1833-1930)

PREGUNTA 2: Doc 1: El documento de Jordi Nadal analiza el proceso de industrialización en España entre 1833 y 1930, destacando que este proceso fue mucho más lento y débil que en otros países europeos. Durante la primera etapa de la industrialización española, entre 1833 y 1874, uno de los problemas más importantes fue la concentración de la riqueza. La oligarquía terrateniente —formada por antiguos nobles y nuevos propietarios burgueses enriquecidos con las desamortizaciones— dominaba el poder económico. En lugar de invertir en fábricas o industrias, prefirieron gastar su dinero en comprar tierras o bienes raíces, lo que limitó el desarrollo industrial. Además, la falta de un mercado interior fuerte fue otro obstáculo. La mayoría de la población vivía en condiciones muy pobres, por lo que apenas podían comprar productos industriales. Sin consumidores suficientes, las fábricas españolas no podían crecer ni modernizarse. A esto se sumaba la pérdida de las colonias americanas, lo que redujo aún más las posibilidades de exportación. El documento también resalta cómo la debilidad de la “revolución burguesa” en España tuvo un impacto directo en la industria. A diferencia de otros países, donde la burguesía luchó por un cambio político y económico profundo, en España muchos empresarios prefirieron aliarse con las élites tradicionales, frenando así las reformas necesarias para crear un mercado dinámico. En resumen, Nadal explica que la industrialización española fue lenta porque el dinero estaba en manos de una élite que no apostó por la industria. Además, la pobreza de la mayoría de la población impidió que hubiera un mercado interno fuerte. Esta combinación de factores dejó a España rezagada respecto a otros países europeos, con una economía estancada y sin grandes avances industriales durante el siglo XIX.

La Fábrica Bonaplata y el Inicio de la Industrialización Textil

Doc 2: El Informe de la Comisión de Fábricas de 1833 explica el inicio de la industrialización en España, destacando el papel pionero de la fábrica Bonaplata y Cía. en Barcelona. Esta fábrica fue muy importante porque introdujo por primera vez en España las máquinas de vapor aplicadas a la industria textil, lo que permitió modernizar la producción de tejidos de algodón. Además, fue la primera en usar telares mecánicos y máquinas para pintar telas, facilitando el proceso de fabricación desde la llegada del algodón en bruto hasta su transformación en telas listas para la venta. El documento señala que la Bonaplata no solo producía tejidos, sino que también fabricaba sus propias máquinas, algo clave para el desarrollo industrial, ya que reducía la dependencia tecnológica de otros países, como Inglaterra. Tener la capacidad de crear sus propias herramientas industriales fue un primer paso hacia una industria más independiente. En cuanto a los trabajadores, la fábrica empleaba entre 600 y 700 personas, lo que la convertía en una de las empresas más grandes de la época. Sin embargo, a pesar de ser un avance importante, esto no significaba que la industrialización estuviera extendida en todo el país. En realidad, el desarrollo industrial estaba concentrado principalmente en Cataluña, mientras que otras regiones, como Andalucía o Castilla, apenas contaban con industrias modernas. El informe refleja un momento crucial para España, donde se empezaban a dar los primeros pasos hacia una industria moderna, aunque de forma tardía y limitada. A pesar del esfuerzo de algunas fábricas como la Bonaplata, el país todavía dependía de tecnología extranjera y carecía de una infraestructura sólida, como buenas comunicaciones o un mercado interno fuerte, para avanzar rápidamente. En resumen, este documento muestra que, aunque hubo intentos de modernizar la industria textil, estos avances fueron lentos y localizados, con pocos cambios profundos en la economía del país.

Dificultades en la Industria Siderúrgica (1831)

Doc 3:  La carta de F. A. de Elorza, escrita en 1831, describe las dificultades que enfrentaba la industria siderúrgica en España durante sus primeros años.
Elorza compara dos importantes zonas mineras del país: El Pedroso en Sevilla y Marbella en Málaga. Destaca que el mineral de hierro del Pedroso era de buena calidad y más fácil de fundir que el de Marbella. Sin embargo, había un problema clave: el alto coste del carbón necesario para los altos hornos. En El Pedroso, el carbón se encontraba relativamente cerca, a solo cuatro leguas, lo que hacía que el transporte fuera más barato (entre tres y cuatro reales el quintal). En cambio, en Marbella, el carbón tenía que ser traído desde Asturias, lo que duplicaba su precio a ocho reales el quintal. Esta diferencia encarecía mucho la producción de hierro en la región malagueña. Elorza deja claro que, aunque España tenía recursos minerales, la falta de fuentes de energía baratas y accesibles dificultaba el crecimiento de la siderurgia. Este problema era aún más grave si se compara con otros países, como Inglaterra, donde el acceso al carbón era más fácil y los costes de producción, más bajos.
Además, la mala comunicación entre las regiones mineras y las zonas industriales empeoraba la situación. La ausencia de un buen sistema de transporte encarecía aún más los productos, haciendo que el hierro español fuera caro y poco competitivo en comparación con el extranjero. En resumen, la carta de Elorza refleja las dificultades de la industria siderúrgica española: a pesar de tener buenos minerales, los costes de producción eran altos debido a la falta de carbón cercano y las malas comunicaciones. Esto explica por qué la industrialización del hierro en España avanzó tan lentamente y dependió tanto de factores externos.

Políticas Gubernamentales y la Industria del Hierro (1862)

Doc 4:  El documento de 1862 refleja las quejas de los fabricantes de hierro en España, quienes denunciaban las dificultades que enfrentaba su industria debido a las políticas gubernamentales. Uno de los problemas más graves era que el gobierno permitía a las compañías ferroviarias importar hierro extranjero sin pagar impuestos. Esta medida, que buscaba abaratar la construcción del ferrocarril, perjudicaba a las fábricas nacionales, ya que los empresarios ferroviarios preferían comprar hierro más barato de otros países, como Inglaterra, en lugar de adquirir el que se producía en España. Según el documento, esto hizo que las fábricas españolas vieran reducido su mercado a solo una tercera parte de lo que podría haber sido. En vez de impulsar la producción nacional, la política de aranceles bajos debilitó aún más la industria siderúrgica española, que ya tenía dificultades por el alto coste del carbón y las malas comunicaciones. Los fabricantes advertían que, si la situación continuaba, la industria nacional del hierro nunca podría crecer. No solo perdían clientes, sino que también se frenaba cualquier intento de modernización, ya que sin ingresos suficientes no podían invertir en mejorar sus fábricas. En resumen, este documento muestra cómo las decisiones políticas afectaron negativamente a la siderurgia española. Aunque el gobierno intentaba impulsar el ferrocarril, lo hizo a costa de perjudicar a las fábricas nacionales, provocando que la industria del hierro siguiera siendo débil y poco competitiva frente a las extranjeras.

La Sociedad de Protección Mutua de los Tejedores del Algodón (1843)

Doc5: El documento de 1843 recoge los estatutos de la Sociedad de Protección Mutua de los Tejedores del Algodón en Barcelona. Este texto es clave para entender cómo los obreros comenzaron a organizarse en el siglo XIX para defender sus derechos. La Sociedad de Protección Mutua fue creada por un grupo de tejedores de algodón para hacer frente a los abusos de algunos empresarios. Los trabajadores estaban preocupados porque los dueños de las fábricas bajaban sus salarios a niveles tan bajos que apenas podían cubrir sus necesidades básicas. Por eso, decidieron unirse para apoyarse mutuamente. El documento establece normas claras para la organización. Por ejemplo, cada miembro debía aportar una pequeña cantidad de dinero cada semana —24 maravedís— a un fondo común. Este dinero serviría para ayudar a aquellos trabajadores que fueran despedidos o que, al negarse a aceptar una rebaja salarial, dejaran sus puestos como forma de protesta. Además, si un empresario intentaba bajar los sueldos, todos los miembros de la sociedad que trabajaran en esa fábrica estaban obligados a actuar juntos y abandonar el trabajo si era necesario. Esta fue una de las primeras formas de huelga organizada en España. El objetivo principal de esta sociedad no era revolucionario, sino práctico: proteger a los trabajadores de las decisiones arbitrarias de los patrones y garantizar que, si alguien perdía su empleo por luchar por sus derechos, tendría el apoyo económico del resto. En resumen, este documento muestra cómo, a pesar de las dificultades y las prohibiciones legales que existían entonces, los obreros comenzaron a unirse para defenderse. Estas primeras asociaciones sentaron las bases para el futuro movimiento obrero en España, que poco a poco se iría fortaleciendo y politizando.

Represión de las Asociaciones Obreras (1857)

Doc 6: El Bando contra las asociaciones obreras de 1857 deja claro el rechazo del gobierno hacia las organizaciones de trabajadores. En este documento, las autoridades ordenan la disolución de todas las asociaciones obreras en Cataluña, prohibiendo cualquier intento de reunir dinero para apoyar a los trabajadores despedidos o en huelga. El gobierno consideraba que estas asociaciones eran peligrosas porque creía que fomentaban la rebelión y alteraban el orden público. Por ello, se exigía a los empresarios que vigilaran a sus empleados y denunciaran cualquier actividad relacionada con la recaudación de fondos obreros. El bando iba aún más lejos, amenazando con castigos graves. Aquellos que continuaran reuniéndose o colaborando con estas asociaciones serían acusados de “rebelión a mano armada”, lo que implicaba juicios militares y penas muy duras. Esta respuesta tan violenta por parte del gobierno muestra el miedo de las autoridades a que el movimiento obrero creciera y cuestionara el poder establecido. Las huelgas y protestas ya no eran vistas solo como problemas laborales, sino como amenazas políticas. El documento refleja también las enormes dificultades que enfrentaban los trabajadores para organizarse. A pesar de la represión, muchos obreros continuaron formando sociedades secretas y buscando formas de resistir. En resumen, el bando de 1857 demuestra cómo el gobierno usó la represión para frenar el naciente movimiento obrero. Consideraban a los trabajadores organizados como una amenaza, respondiendo con leyes duras y control policial. Sin embargo, estas medidas solo aumentaron la rabia y la determinación de los obreros, que seguirían luchando por sus derechos.

El Congreso Obrero de Barcelona (1870)

Doc 7: El Congreso Obrero de Barcelona de 1870 fue un momento clave para el movimiento obrero español. En este congreso, los trabajadores dejaron claro que no confiaban en los partidos políticos tradicionales y que querían seguir su propio camino para luchar por sus derechos. En el documento, los delegados obreros afirman que son internacionales, lo que significa que comparten las ideas de la Primera Internacional, una organización que reunía a trabajadores de distintos países con el objetivo de acabar con las injusticias del capitalismo.
Los delegados explican que desean abolir la propiedad privada de las fábricas y que los medios de producción —como las herramientas y las máquinas— deberían pertenecer a las asociaciones obreras, no a los empresarios. También rechazan el derecho a la herencia, porque creen que perpetúa las desigualdades al permitir que las riquezas pasen de padres a hijos, manteniendo así a las mismas familias en el poder económico. El congreso deja claro que los obreros no confían en ningún partido político, ya que ninguno apoyaba realmente sus ideas. Por eso, deciden mantenerse independientes y luchar por sus objetivos sin aliarse con partidos burgueses. En resumen, el Congreso Obrero de Barcelona de 1870 refleja cómo el movimiento obrero español empezaba a adoptar ideas revolucionarias, influenciadas por el anarquismo y el socialismo. Los trabajadores ya no solo pedían mejores salarios o jornadas más cortas; ahora querían un cambio profundo en la organización económica y social del país.

El Manifiesto de la Federación Regional Española (FRE) (1872)

Doc 8: El Manifiesto de la Federación Regional Española (FRE) de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), publicado en 1872, expone las ideas más radicales del movimiento obrero español en el siglo XIX. En el texto, la FRE defiende la justicia social y la igualdad como sus objetivos principales. Rechazan las diferencias de clase y proponen acabar con las estructuras sociales que mantienen a los ricos en el poder y a los obreros en la pobreza.
El manifiesto deja claro que el trabajo debe ser la base sobre la que se organice la sociedad. Según la FRE, solo a través del esfuerzo colectivo se podrá garantizar una vida digna para todos. Por eso, quieren que los instrumentos de producción —las fábricas, las tierras, las herramientas— pertenezcan a los trabajadores, no a los empresarios o terratenientes. Otro punto importante es su apuesta por la educación integral. No solo piden que la enseñanza sea para todos, sin importar el género, sino que también proponen un modelo educativo que forme a las personas en valores de igualdad y cooperación, no solo en habilidades laborales. El manifiesto refleja una postura claramente anarquista: rechazan cualquier colaboración con partidos políticos, pues creen que la verdadera revolución no vendrá desde las instituciones, sino desde la acción directa de los trabajadores organizados. En resumen, el documento muestra cómo el movimiento obrero español, influenciado por las ideas anarquistas, defendía la igualdad, la justicia social y la propiedad colectiva de los medios de producción. Más allá de simples demandas laborales, proponían un cambio total en la forma de organizar la economía y la sociedad.