De la Restauración a la II República Española: Crisis, Dictadura y Caída de la Monarquía

De la Restauración a la II República Española (1917-1931)

La Crisis de la Restauración

A partir de 1917, España se enfrentó a una profunda crisis que puso en jaque al régimen de la Restauración. Los problemas que no se habían resuelto durante este periodo se agudizaron: inestabilidad política, el auge del movimiento obrero y la lucha sindical, y los fracasos coloniales en Marruecos.

Los intentos de formar gobiernos de concentración resultaron efímeros e ineficaces. A pesar del fraude electoral, ningún partido dinástico logró la mayoría parlamentaria necesaria. El gobierno recurrió a medidas de excepción, la suspensión de garantías constitucionales y la clausura del Parlamento. El ejército ganó un protagonismo creciente.

La oposición afianzó su programa político alternativo, mientras que los sindicatos, especialmente la CNT, aumentaron su afiliación. En Andalucía, la miseria campesina derivó en el llamado “trienio bolchevique“, con revueltas campesinas impulsadas por anarquistas que fueron reprimidas por el ejército.

El movimiento huelguístico se extendió, alcanzando su mayor dimensión en Barcelona con la huelga de La Canadiense en 1919. A pesar de un acuerdo inicial, el incumplimiento patronal provocó la reanudación del conflicto y una fuerte represión.

En este contexto, se produjo una escisión en el PSOE, dando lugar a la creación del PCE en 1921. Algunos grupos anarquistas llevaron a cabo acciones violentas, como el asesinato de Eduardo Dato. Los empresarios, por su parte, crearon la Federación Patronal, recurriendo a la violencia para contrarrestar el poder sindical.

El Pistolerismo y el Desastre de Annual

El periodo entre 1917 y 1923 se caracterizó por el “pistolerismo“, con más de 800 atentados y 226 muertos. A esta situación se sumó el desastre de Annual (casi 13.000 bajas), que desencadenó un proceso parlamentario para investigar las responsabilidades políticas y militares (Expediente del general Picasso).

El Golpe de Estado de Primo de Rivera

Antes de que el Expediente Picasso llegara a las Cortes, el general Primo de Rivera dio un golpe de estado el 13 de septiembre de 1923. En un manifiesto, propuso un Directorio militar para la “salvación de la patria”. Alfonso XIII, ante la delicada situación política, lo nombró presidente del Consejo de Ministros con plenos poderes.

Aunque aparentemente se mantenía la Constitución de 1876, la suspensión de garantías constitucionales, la declaración del estado de guerra y el relevo de autoridades civiles por militares marcaron el fin de la Restauración y el inicio de la dictadura de Primo de Rivera.

La Dictadura de Primo de Rivera

El Directorio militar suprimió las instituciones constitucionales (excepto la Corona) y suspendió la actividad de partidos y sindicatos. Se persiguió a grupos extremistas y se combatió la violencia. Se destituyeron autoridades locales y se elaboraron nuevos estatutos municipales y provinciales. En Marruecos, se priorizó la liquidación del conflicto.

La dictadura se caracterizó por:

  • Éxitos en el orden público y Marruecos
  • Expansión económica favorecida por el proteccionismo y la coyuntura internacional
  • Creación de la Asamblea Nacional Consultiva
  • Organización Corporativa del Trabajo, reconociendo la libertad sindical
  • Grandes obras públicas e infraestructuras
  • Política económica expansiva e intervencionista

A pesar de estos logros, la oposición creció. Se produjeron intentos de golpe de estado (la Sanjuanada en 1926) y conflictos internos. La CNT se recuperó clandestinamente, y el socialismo y la UGT rompieron su colaboración con el régimen a partir de 1928.

La Caída de Primo de Rivera y el Camino a la República

La política económica expansiva se vio afectada por el crack de 1929, que cortó los créditos norteamericanos. La situación se volvió insostenible, y Primo de Rivera, tras perder el apoyo militar, dimitió el 30 de enero de 1930.

El general Dámaso Berenguer intentó restablecer la normalidad constitucional, pero su gobierno (“dictablanda“) fue insuficiente para calmar el descontento.

La oposición, integrada por republicanos, catalanistas, gallegos, socialistas y monárquicos, firmó el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), comprometiéndose a establecer una alternativa republicana.

Un intento de sublevación militar en Jaca (diciembre de 1930) fracasó. El gobierno de Berenguer dimitió tras la negativa de los partidos a participar en elecciones legislativas.

El último gobierno de la monarquía, presidido por el almirante Juan Bautista Aznar, convocó elecciones municipales para abril de 1931, que se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. La victoria republicana en las grandes ciudades llevó a la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931, y al exilio de Alfonso XIII.