El Problema Agrícola en la España del Siglo XVIII
Desde el siglo XVIII, España arrastraba un grave problema agrícola en cuanto a la estructura de la propiedad. Por un lado, las zonas donde predominaban los minifundios se caracterizaban por la pobreza, ya que los terrenos eran demasiado pequeños y se destinaban únicamente al autoconsumo. Por otro lado, las zonas latifundistas concentraban la mayoría de la propiedad en pocas manos, principalmente de la nobleza y el clero. En estos casos, la propiedad era vinculada, amortizada o en “manos muertas”, por lo que no podía ser vendida.
Este problema fue reflejado más tarde en el Informe de Jovellanos, quien abogaba por una ley agraria que promoviese la desamortización y la creación de una clase media de campesinos. Esto se veía como un ataque a la base del sistema absolutista, dado que este se basaba en el poder del rey, apoyado por la nobleza y el clero, cuyo poder y riqueza provenían de la propiedad de la tierra.
La Necesidad de una Clase Media Campesina
Una clase media de campesinos era necesaria para activar el sistema económico del país, que permanecía asentado en un estilo económico principalmente agrario, con una mínima importancia del sector industrial. Al no haber una clase media de campesinos con poder adquisitivo que moviese el mercado, el sistema permanecía estancado.
Los Intentos de Desamortización
- Godoy (Carlos IV): El primer intento desamortizador vino de la mano de Godoy, ministro de Carlos IV, quien propuso su utilización con el fin de sanear la Hacienda pública. Sin embargo, la fuerte oposición de la aristocracia y el clero impidieron que esta medida se llevara a cabo.
- Cortes de Cádiz (1812): Las Cortes de Cádiz incluyeron en la Constitución la abolición de los mayorazgos y del régimen señorial, aunque casi no estuvo en vigor debido a la situación política y a la posterior abolición de la Constitución por Fernando VII.
- Trienio Liberal: Durante el Trienio Liberal, el gobierno intentó restablecer las medidas resueltas por las Cortes de Cádiz en 1812, pero sin éxito.
- Mendizábal (Regencia de María Cristina): Mendizábal desamortizó los bienes eclesiásticos, entre los que se encontraban innumerables terrenos.
- Década Moderada: Se publicó una Real Orden que legalizaba, a la vista del partido conservador, la desamortización que había hecho Mendizábal. Sin embargo, esto no tuvo ningún efecto práctico, dado que no era ninguna nueva desamortización, sino un reconocimiento de la hecha anteriormente.
- Madoz (Bienio Progresista, 1855): Pascual Madoz promulgó una nueva ley desamortizadora mucho mayor que las anteriores, atacando incluso a los bienes comunales, lo cual levantó gran recelo en la población campesina.
Efectos de la Reforma Agraria Liberal
Los efectos de la reforma agraria liberal fueron destacados y, tal vez, devastadores: los señores pasaron a ser propietarios de la tierra, con derecho a expulsión de los jornaleros, que quedaron libres de rentas, pero se convirtieron en asalariados.
Con las desamortizaciones, el reparto territorial cambió, pero la tierra seguía en manos de la aristocracia, aunque ahora también en manos de la burguesía industrial, que era el único sector con dinero que podía comprar terrenos. Por ello, no se consiguió la creación de una clase media de campesinos con poder adquisitivo para impulsar el movimiento económico y el mercado industrial. No obstante, el Estado sí consiguió recursos para financiar la guerra, fomentar la creación de las vías ferroviarias, paliar el déficit público, etc.
La Tierra como Fuente de Riqueza y los Obstáculos para su Desarrollo
La tierra se veía a principios del siglo XIX como la principal fuente de riqueza, y para fomentar su desarrollo se encontraba un gran obstáculo: la estructura de la propiedad, como era la propiedad amortizada y latifundista. Los dueños de estos territorios no querían invertir en la modernización de cultivos, pues esto requería una inversión inicial, y solo les interesaba la obtención rápida de beneficios.
Este problema fue reflejado por primera vez en el Informe de Jovellanos, donde se informa sobre el expediente de una ley agraria, se diagnostican los problemas de la agricultura española y se propone el reparto equitativo de la propiedad.
Crecimiento Demográfico y Necesidad de Aumento de la Productividad
Un aumento de la productividad en la agricultura era necesario para el país, debido a que, de 1808 a 1935, la población aumentó de once a veinticuatro millones de habitantes, un crecimiento demográfico rápido para ser un país pobre. Con esta nueva densidad de población crítica, se necesitaba una adaptación de la técnica y la economía.
Con la reforma agraria, se consiguió aumentar el territorio cultivado de 10 a 16 millones de hectáreas, lo que no suponía un problema mientras el aumento de cultivo precediese al crecimiento demográfico. Esto, además, permitió prescindir de las importaciones regulares de cereales.
Industrialización y Capital Extranjero
La industrialización habría sido ventajosa para el país, que contaba con minas y gran cantidad de mano de obra, pero fallaba en que no tenía capitales, y se vio superada por capital extranjero, que optaba por la exportación en bruto a sus países, con la consecuente pérdida de riqueza para España.
El uso del instrumental industrial no se llevaba a cabo, pues estaba en un círculo vicioso. Para comprar ese material, se requería capital, y para obtener ese capital, hacía falta el instrumental. Así, el tendido ferroviario se creó principalmente con capital extranjero, y estableciendo el tendido radial desde la capital: Madrid.
A la llegada del automóvil, en lugar de complementar ese tendido, se crearon unas carreteras que hacían la competencia al ferrocarril, por lo que se estableció un sistema productivo poco eficiente, y además extranjero. Solo había unos esbozos de industria nacional en Cataluña, que salió a flote con capitales familiares de tipo medio, y apoyaron a la industria textil. Sin embargo, los catalanes se volcaron al proteccionismo, se ensalzaron debido a su orgullosa industria, y esto sería fuente de problemas políticos entre la España agraria y Cataluña.
Los Límites del Crecimiento Agrario
Los límites del crecimiento agrario los marcó la estructura de la propiedad, que no permitía la mejora de la técnica, debido al antes mencionado carácter de los dueños latifundistas, cuyo único objetivo era la obtención rápida de beneficios. Esto propició un crecimiento de extensión de cultivo, y no en modernización, que aumentase su producción.
Por otro lado, el pequeño campesinado, propietario de minifundios, solo ganaba para la subsistencia, como economía de autoconsumo, por lo que no podían innovar aunque quisiesen. Esta situación frenó y provocó el descontento, pues estas diferencias de rentas y un nulo reparto de las tierras para los que las trabajaban serían fuente de conflicto a lo largo de todo el siglo XIX.