Descolonización Africana: Causas, Desarrollo y Consecuencias

La Quiebra de África: La Herencia Colonial

La Colonización Africana en el Siglo XIX

La colonización africana se inició a comienzos del siglo XIX como consecuencia de los deseos expansionistas de Francia, Inglaterra, Holanda y Bélgica, entre otras naciones. Para evitar conflictos entre las potencias europeas, se llegó a un acuerdo por el cual todas las penetraciones de la costa hacia el interior africano debían de ir precedidas por equipos científicos y misiones que justificaran, ante la comunidad internacional, la seriedad de dichas incursiones colonizadoras.

España contaba con Guinea Ecuatorial, colonia española desde 1750 por el Tratado del Pardo, cedida por Portugal. La presencia de Inglaterra se estableció en Nigeria, Ghana, Sierra Leona, Sudáfrica y otros ámbitos de África Oriental. Guinea Ecuatorial se configuró como minúscula colonia española, mientras que Angola y Mozambique pasaban a depender de Portugal.

Como caso excepcional de territorio libre en África, hay que mencionar a Liberia, que se formó como república independiente en 1822 cuando llegaron a este territorio miles de esclavos negros huidos de Norteamérica. En cuanto a Abisinia, actual Etiopía, resistió todos los intentos de conquista a los que le sometieron los italianos, que no pudieron controlar en su totalidad el territorio pues encontraron una resistencia feroz. Libia, en cambio, cayó en poder de Italia, y el Congo Belga pasó a ser patrimonio personal del rey de los Belgas.

El Magreb

La primera característica de este conjunto del norte de África es la temprana colonización a que fue sometido, en la Edad Media por los árabes y a comienzos del siglo XIX por los franceses y españoles. Por su parte, italianos e ingleses conquistaron Libia, Mauritania y Egipto respectivamente. El Magreb es una de las pocas zonas africanas en las que la presencia europea continuada ha permitido el desarrollo de las estructuras necesarias para el avance hacia la economía moderna.

La industrialización se dinamizó a partir de la Segunda Guerra Mundial, aunque después de esta fecha la industria magrebí tampoco dejó de tener carácter colonial, pues ha seguido estando dominada por industrias de extracción y transformación de productos mineros y agrícolas. En el Magreb, también la infraestructura viaria representa una clara herencia colonial, pues las regiones mejor comunicadas son las costeras, que es donde se establecieron los colonos.

Concepciones Nacionalistas y Descolonización

Una de las consecuencias más significativas acontecidas tras la Segunda Guerra Mundial tiene que ver con el proceso de descolonización que va a tener lugar en África. Lo cierto es que los países europeos, y especialmente Francia e Inglaterra, habían padecido tanto en la contienda que, tras su final, buscaban la necesaria paz y quietud para la reconstrucción y la organización política de sus nuevos Estados postbélicos. Por este motivo, dotar de independencia a las colonias africanas parecía una razón de lógica política exterior.

Pero hemos de añadir a esta consideración el hecho de que la recién configurada ONU propugnaba el derecho de autodeterminación de los pueblos para generar sus propias estructuras de Estado-nación. En 1945, tan sólo eran naciones independientes en África: Sudáfrica, Etiopía y Liberia, además de Egipto. Tras la Segunda Guerra Mundial, casi todos los pueblos de África dejaron de vivir bajo el gobierno imperial occidental.

En la década de los 50 del siglo XX hubo áreas geográficas pioneras en el continente negro a la hora de organizar movimientos opositores a los gobiernos blancos coloniales. Así, en el dominio británico de Costa de Oro, después Ghana, en África Occidental, tuvo lugar el primer proceso independentista desde dentro del territorio.

El Modelo Revolucionario Egipcio

Los antecedentes más claros de las independencias africanas hay que verlos en la revolución egipcia de 1952 que destronó al rey Farouk, proclamándose una república de orientación marxista. Después de la Primera Guerra Mundial, el país se vio agitado por movimientos nacionalistas. En 1922 Gran Bretaña declaró la independencia de Egipto, pero en 1936 fue firmado un tratado de reconocimiento de la independencia en el que Gran Bretaña se reservaba la facultad de mantener fuerzas armadas en el canal de Suez y en Alejandría.

La generalización de la doctrina marxista entre las nuevas clases medias, rebozada de nacionalismo historicista fruto del orgullo del pasado nacional, llegó también a la oficialidad del ejército. Pronto se vio que la figura del rey Farouk no encajaba en los nuevos planes de modernización del Egipto independiente, por lo que estalló finalmente un golpe de estado militar que propició el fin de la monarquía, proclamándose la República de Egipto.

El poder quedó en manos de un Consejo Revolucionario a cuyo frente estaba el coronel Naguib. El coronel Gamai Abdel Nasser se hacía con el control del ejecutivo nacional, iniciando un modelo político y de organización socioeconómico filomarxista. Inició una general reforma agraria, que se caracterizó por:

  • Expropiación de los latifundios.
  • Prohibición a los extranjeros de poseer tierras.
  • Redistribución de campos y limitación del número de hectáreas por campesino.

En defensa del nacionalismo, su principal conquista fue el Tratado de 1954 con Gran Bretaña, por el cual las fuerzas armadas de este país habrían de retirarse de Egipto dentro del lapso de 20 meses a partir de la fecha de dicho acuerdo. Al iniciarse su gobierno, mantenía las mayores vinculaciones con las democracias occidentales, recibiendo asistencia económica de EE.UU. Sin embargo, compró armas en Checoslovaquia y recibió luego la ayuda soviética.

Nasser dirigió el dogma filosófico-político del panarabismo, aunque se encontró dificultades para crear grandes naciones arabistas. Países como Jordania o Arabia Saudita mantenían fórmulas gubernamentales monárquicas de raigambre antigua, frente a estructuras socialistas como las de Egipto o Siria. Además, las alianzas zonales con Occidente variaban según intereses nacionales y específicamente petroleros. Nasser, con el apoyo de la URSS, optaría, a partir de los inicios de la década de los 70 del siglo XX, por ayudar a los movimientos políticos republicanos y marxistas del Oriente Medio. Su política “antiimperialista” le llevó a capitanear la animadversión total y el no reconocimiento del Estado de Israel y a apoyar la causa palestina.