El Conflicto Hispano-Estadounidense de 1898: Causas, Desarrollo y Consecuencias

Antecedentes

La Guerra Hispano-Estadounidense se desató entre España y los Estados Unidos de América en 1898, durante la infancia del rey Alfonso XIII. En ese momento, la reina María Cristina ejercía la regencia, viuda del rey Alfonso XII. El presidente del gobierno español era Sagasta y el presidente de Estados Unidos, William McKinley. Los principales resultados de este conflicto fueron la independencia de Cuba y la pérdida, por parte de España, del resto de sus colonias en América y Asia, cedidas a Estados Unidos.

Causas de la Guerra

Tras la expansión e invasión de los Estados Unidos en los antiguos territorios de México durante la primera mitad del siglo XIX, las grandes potencias mundiales competían por obtener colonias por razones económicas.

Las prósperas economías experimentaban en el último tercio del siglo una crisis de crecimiento al quedar inundados los mercados internos, por lo que intentaban buscar nuevos mercados. Existía la necesidad de abrir nuevas rutas comerciales e incorporar nuevos territorios que absorbiesen la producción industrial y produjesen materias primas a las nuevas industrias.

En la Conferencia de Berlín de 1884, las potencias europeas decidieron repartirse sus áreas de expansión en el continente africano, con el fin de no llegar a la guerra entre ellos. Otros acuerdos similares buscaban diseñar un plan para repartirse China, que no pudo llevarse a cabo al estallar la Primera Guerra Mundial.

Los acuerdos no acabaron por eliminar completamente las rivalidades entre las potencias. A finales del siglo XIX, se sucedieron las disputas por determinados puertos y fronteras cuya delimitación no estaba clara, sobre todo en África.

Los Estados Unidos fijaron su área de expansión inicial en la región del Caribe y en el Pacífico, donde su influencia ya se había dejado sentir en Hawái y Japón. Tanto en una zona como en otra se encontraban valiosas colonias españolas que resultarían una presa fácil debido a la fuerte crisis política que sacudía su metrópoli desde el final del reinado de Isabel II. En Cuba, su fuerte valor económico, agrícola y estratégico ya había provocado numerosas ofertas de compra de la isla por parte de varios presidentes estadounidenses, pero el gobierno español siempre las rechazó. Cuba se trataba de uno de sus territorios más ricos y el tráfico comercial de su capital, La Habana, era muy importante.

A esto se le añade el nacimiento del sentimiento nacional en Cuba, influido por las revoluciones francesas y estadounidenses, el nacimiento de una burguesía local y las limitaciones políticas y comerciales impuestas por España, que no permitía el libre intercambio de productos. Las presiones de la burguesía textil catalana habían llevado a la promulgación de una ley de impuestos (aranceles) que garantizaban el monopolio del textil barcelonés gravando los productos extranjeros. La extensión de estos privilegios al mercado cubano fue un estímulo esencial de la revuelta.

La primera sublevación desembocaría en la Guerra de los Diez Años (1868-1878) bajo el liderazgo de Carlos Manuel de Céspedes. La guerra culminó con la firma de la Paz de Zanjón, que no sería más que una tregua. Si bien este pacto hacía algunas concesiones en materia de autonomía política y se logró la abolición de la esclavitud en Cuba, la situación no contentaba completamente a los cubanos debido a su limitado alcance. Por ello, los rebeldes volvieron a sublevarse entre 1879 y 1880 en la llamada Guerra Chiquita.

Por otra parte, José Martí, pensador y líder independentista cubano, fue desterrado a España a causa de sus actividades políticas. Martí, en un principio, tenía una posición pacifista, pero con los años se radicalizó. Es por esto que convoca a los cubanos a la guerra necesaria por la independencia de Cuba. Con tal fin, crea el Partido Revolucionario Cubano.

La desconfianza entre los gobiernos de Estados Unidos y España fue en aumento, mientras en la prensa de ambos países se daban fuertes campañas de desprestigio contra el adversario. En América se insistía en la valentía de los héroes cubanos, se les mostraba como unos libertadores luchando por liberarse del yugo de un gobierno y un país descrito como tiránico, corrupto, analfabeto y caótico. Los españoles no tenían ninguna duda de la intención de Estados Unidos por robarles la isla; dibujaban a unos hacendados avariciosos y arrogantes, sostenidos por ladrones indisciplinados, sin historia ni tradición militar, a los que España debería dar una lección.

Cada vez parecía más inminente el desencadenamiento del conflicto entre las dos potencias. Los líderes estadounidenses vieron en la disminuida protección de las colonias, producto de la crisis económica y financiera española, la ocasión de presentarse ante el mundo como la nueva América. Esta guerra fue el punto de inflexión de Estados Unidos como poder mundial, pero para su antagonista significó una crisis que no se resolvería hasta que España lograra finalmente recomponerse.

Antecedentes del Conflicto

El de Cuba no era el primer conflicto internacional desatado por el control de las colonias españolas. En 1885, el Imperio alemán intentó extender su dominio sobre las islas del Pacífico, donde se preveía establecer un protectorado debido a su valor estratégico. La intentona fue duramente combatida por España. La mediación del Papa León XIII terminó con el reconocimiento de la soberanía española, a cambio de ventajas comerciales para Alemania y un depósito de carbón en una de las Carolinas.

En Cuba, la situación militar era complicada. Los mambises (revolucionarios cubanos que luchaban contra España por la independencia de Cuba), dirigidos por Antonio Maceo y Máximo Gómez, controlaban el campo cubano, quedando sólo bajo control español las zonas fortificadas y las principales poblaciones. El Capitán General Weyler decidió recurrir a la política de Reconcentración, que consistía en concentrar a los campesinos en reservas vigiladas (campos de concentración).

Con esta medida, se pretendía aislar a los rebeldes y dejarlos sin suministros. Sin embargo, provocó que empeorara la situación económica del país, que dejó de producir alimentos y bienes agrícolas. Alrededor de 200.000 cubanos murieron a causa de estas medidas. Esta situación hizo que se radicalizara aún más el proceso independentista. En La Habana se sucedían manifestaciones y enfrentamientos entre los sectores independentistas y españolistas. Muchos cubanos influyentes reclamaban en Washington la intervención estadounidense. El gobierno de los Estados Unidos, que anhelaba derrocar finalmente al español y con ello tener la posibilidad de controlar la isla, se decide a intervenir.

El Hundimiento del Maine

El gobierno estadounidense envió a La Habana el acorazado de segunda clase Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España, que se mantenía firme. A comienzos de 1898, el Maine hacía su entrada en La Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas, tanto de la época como actuales. A causa de esto, el gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de Nueva York.

A pesar de la visita, la población habanera permanecía tranquila y parecía que el capitán general, Ramón Blanco, controlaba perfectamente la situación. Aunque el Maine tuvo un frío recibimiento por parte de las autoridades españolas, Ramón Blanco y el capitán del navío, Charles Sigsbee, simpatizaron desde el primer momento y se hicieron amigos.

Sin embargo, una explosión ilumina el puerto de La Habana. El Maine había saltado por los aires.

Sin esperar el resultado de una investigación, la prensa sensacionalista publicaba: “El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del enemigo”. Es decir, afirmaban que España era la causante de la explosión del barco.

A fin de determinar las causas del hundimiento, se crearon dos comisiones de investigación, una española y otra estadounidense. Los estadounidenses sostuvieron desde el primer momento que la explosión había sido provocada y externa. La conclusión española fue que la explosión se debió a causas internas. Los españoles argumentaron que no podía ser una mina, pues no se vio ninguna columna de agua y, además, no tendrían que haber estallado los pañoles de munición.

Algunos estudios actuales apuntan a una explosión accidental, mientras que otros estudios recientes han señalado que ésta habría hecho al barco saltar del agua. Algunos de los documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos sobre la Operación Mangosta sugieren que la explosión fue causada en realidad por el propio gobierno de Estados Unidos como pretexto para declarar la guerra a España.

España negó desde el principio que tuviera algo que ver con la explosión del Maine. Sin embargo, los periódicos convencieron a la mayoría de los estadounidenses de la culpabilidad de España.

Estados Unidos declaró un ultimátum en el que se le exigía a España la retirada de Cuba y comenzó a movilizar voluntarios. El gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum, declarándole la guerra a Estados Unidos en caso de invasión de sus territorios. No obstante, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense.

Comenzaba así la Guerra Hispano-Estadounidense.

Desarrollo del Conflicto

Estados Unidos ordenó a su flota del Pacífico que hiciera ejercicios de tiro hasta que recibiera la orden de dirigirse a las Filipinas y a la Isla de Guam.

Tres meses antes, se había decretado el bloqueo naval a la isla de Cuba sin que mediara declaración de guerra alguna, y se hizo con efectos retroactivos al comienzo del bloqueo.

Las tropas de Estados Unidos llegaron rápidamente a Cuba y, cuando estaban siendo derrotadas en la batalla terrestre, la Armada de los Estados Unidos destruyó dos flotas españolas: una en la Batalla de Cavite y otra en la Batalla naval de Santiago de Cuba, cuando la flota española intentaba sin éxito escapar a mar abierto. El gobierno español pidió negociar la paz.

Poco después, Santiago de Cuba se rindió. La guerra fue ganada por el apoyo de los mambises, pero los americanos impidieron la entrada victoriosa de los cubanos en Santiago de Cuba bajo el pretexto de “posibles represalias”. A continuación, los americanos comenzaron el ataque a Puerto Rico, donde al principio encontraron resistencia.

Consecuencias

Mediante los Acuerdos de París, se acordó la futura independencia de Cuba, y España cedió Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos. Las restantes posesiones españolas en Asia fueron vendidas a Alemania en el Tratado Germano-Español.

Al terminar la guerra, surgió una polémica al interior de los Estados Unidos respecto al destino de las colonias recientemente adquiridas. Hubo quien sostuvo el argumento de preparar a las naciones subdesarrolladas para la democracia y quienes defendían el principio de autodeterminación nacional (que fueran los cubanos quienes decidieran su futuro y no los Estados Unidos), que figura en la Declaración de Independencia estadounidense. En Filipinas, los insurgentes que habían peleado contra el colonialismo español pronto empezaron a luchar contra las tropas de Estados Unidos.

Pese a las críticas de los antiimperialistas, Estados Unidos comenzó a gravitar con cada vez más fuerza en toda el área del Caribe. El presidente Theodore Roosevelt propuso construir un canal en Centroamérica, y en 1903 ofreció al gobierno colombiano comprar una franja de tierra de lo que hoy es Panamá.

En 1914, el Canal de Panamá se abrió al tráfico marítimo.

El Congreso de los Estados Unidos aprobó para el territorio no incorporado de Puerto Rico un gobierno propio limitado.

Consecuencias a Nivel Nacional

Las consecuencias de la derrota fueron de diverso tipo, pero en su conjunto supusieron un golpe a la conciencia nacional, que comenzó a plantearse la necesidad de un cambio profundo en las estructuras sociopolíticas y económicas del país:

  • La primera consecuencia fue el regeneracionismo político, cuyo representante fue Francisco Silvela. Intentó varias reformas que no pudo llevar a efecto, excepto la de Hacienda, que dejó saneada para años posteriores. Su espíritu lo recogió Antonio Maura, que presidió el gobierno. Todos eran ya regeneracionistas, aunque el efecto político real del regeneracionismo fue muy limitado.
  • El regeneracionismo intelectual dio lugar a un nutrido grupo de escritores que elaboraron todo un diagnóstico de la situación de la España del tránsito del siglo XIX al XX, la Generación del 98.
  • Otra de las consecuencias fue el auge de los nacionalismos, que solo habían surgido tímidamente en la última década del XIX. Este crecimiento fue especialmente relevante en Cataluña y en el País Vasco.
  • La última consecuencia se produjo en las masas populares, con el desarrollo del movimiento obrero, tanto de orientación anarquista como socialista.