El Declive de los Austrias Menores: Validos, Conflictos y Crisis del Imperio Español

La España de los Austrias Menores: Validos y Conflictos Internos

Los validos fueron personajes de la aristocracia en quienes el rey depositaba su total confianza, delegando en ellos las principales decisiones. Esta figura surgió debido a la creciente complejidad de las labores de gobierno y a la falta de interés de los Austrias Menores en estas tareas. Aunque también aparecieron en otras monarquías europeas, como Mazarino o Richelieu en Francia, en España su presencia significó un aumento de la corrupción.

Los validos aprovecharon su poder para obtener cargos, pensiones y mercedes para sus familiares y partidarios, lo que generó críticas, especialmente entre los letrados de los Consejos y la aristocracia no favorecida. Algunos de los validos más destacados fueron:

  • Felipe III: Duque de Lerma y Duque de Uceda.
  • Felipe IV: Conde-Duque de Olivares y Luis de Haro.
  • Carlos II: Padre Nithard, Fernando Valenzuela (durante la Regencia de Mariana de Austria), Duque de Medinaceli y Conde de Oropesa.

Otro fenómeno de la época fue la venta de cargos, práctica que se extendió con Felipe III. Estos cargos se convirtieron en hereditarios, lo que implicó una cesión de poder de la Corona a quienes los detentaban.

En 1609, Felipe III decretó la expulsión de los moriscos. Además, la rebelión catalana impulsó a las Cortes portuguesas a proclamar rey al duque de Braganza, con el apoyo de Francia e Inglaterra. Mariana de Austria, madre-regente de Carlos II, reconoció la independencia de Portugal en 1668. También hubo levantamientos separatistas en Andalucía, Aragón y Nápoles.

La Crisis de 1640

La entrada de España en la Guerra de los Treinta Años y la ruptura de la Tregua de los Doce Años con Holanda evidenciaron la necesidad de nuevos recursos económicos. El Conde-Duque de Olivares propuso que todos los territorios de la Monarquía Hispánica contribuyeran al mantenimiento del Imperio, a través de la Unión de Armas, que incluía la creación de un ejército permanente.

Cataluña y Portugal se negaron a colaborar, lo que provocó el fracaso de la Unión de Armas. El envío de tropas castellanas a la frontera con Francia durante la guerra desató la revuelta de los campesinos catalanes, que ocuparon Barcelona y asesinaron al virrey. Los rebeldes no reconocieron a Felipe IV, establecieron una república y se unieron a la corona de Francia. Aunque Olivares envió tropas y logró recuperar Barcelona en 1652, el conflicto dejó una profunda huella.

Simultáneamente, estalló el conflicto en Portugal. Los portugueses, descontentos con la defensa de sus intereses comerciales y negándose a la Unión de Armas, nombraron rey al Duque de Braganza. Tras un conflicto armado que culminó con la derrota española en Villaviciosa, en 1668 se firmó la paz de Lisboa, reconociendo la independencia de Portugal.

El Ocaso del Imperio Español en Europa

La Paz de Westfalia de 1648 puso fin a la Guerra de los Treinta Años, marcando el triunfo de una “Europa horizontal” basada en monarquías independientes y el equilibrio diplomático y militar. Este tratado supuso el fin de la hegemonía de los Habsburgo en Europa.

El reinado de Felipe III fue pacífico, pero el fin de la Tregua de los Doce Años reavivó los conflictos. Aunque inicialmente hubo victorias de los Habsburgo, las derrotas se sucedieron, como en Rocroi ante Francia. La impotencia de los Habsburgo llevó al Tratado de Westfalia (1648), donde España reconoció la independencia de Holanda.

La guerra continuó contra Francia hasta la Paz de los Pirineos (1659), donde Felipe IV cedió territorios como Rosellón y Cerdaña. La débil monarquía de Carlos II no pudo frenar el expansionismo francés de Luis XIV, cediendo más territorios en las Paces de Nimega, Aquisgrán y Ryswick. Su muerte sin descendencia provocó la Guerra de Sucesión (1701-1713), que culminó con la Paz de Utrecht en 1713, marcando el fin del imperio español en Europa.

Evolución Económica y Social

La primera mitad del siglo XVII estuvo marcada por serios problemas demográficos. Las epidemias de peste, las carestías y el hambre se repitieron periódicamente. La expulsión de los moriscos en 1609 supuso una pérdida del tres por ciento de la población, especialmente grave en Valencia y Aragón. Las guerras y el aumento del clero también contribuyeron al descenso de la natalidad.

La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos. La decadencia de la agricultura y la ganadería lanar, junto con la incapacidad de la industria para competir con las producciones extranjeras, agravaron la situación. La competencia francesa en el Mediterráneo y la inglesa y holandesa en el Atlántico, junto con el autoabastecimiento de las Indias y el agotamiento de las minas americanas, llevaron a una disminución de la circulación monetaria.

La sociedad estamental española se polarizó, con un campesinado empobrecido, una burguesía débil y un crecimiento de los grupos sociales improductivos como la nobleza y el clero, así como de los marginados.