El Fin del Imperio Español: La Guerra Hispano-Estadounidense y la Crisis del 98

La Guerra Colonial y la Crisis del 98

En el último tercio del siglo XIX, los restos del imperio español ultramarino en el Caribe y el Pacífico se independizan de España. Esto, por una parte, pone de manifiesto la debilidad y el escaso peso de España en el contexto internacional y, por otra parte, fue una de las causas de una profunda crisis ideológica y moral en la sociedad española de finales de siglo, denominada Crisis del 98.

La Relación Colonial y los Factores de la Insurrección

Los restos del imperio español, tras la pérdida de América continental a finales del siglo XIX, consistían en dos grandes islas del Caribe, Cuba y Puerto Rico, y en el Pacífico, las islas Filipinas, y un conjunto de islotes y pequeños archipiélagos dispersos por este océano. La situación de Cuba y Puerto Rico presentaban unos rasgos coloniales muy peculiares: ambas islas tenían una vida basada en la agricultura de exportación, con el azúcar de caña y el tabaco como principales productos, que aportaban a la economía española un flujo de beneficios. La dependencia de España se mantuvo únicamente por el papel que cumplía la metrópoli, que se aseguraba, con sus tropas y su administración, la explotación esclavista en beneficio de una reducidísima oligarquía. Pero las relaciones hispano-cubanas fueron enturbiándose progresivamente por motivos de diversa índole:

  • Económicos: Por una parte, España sometía a Cuba a un fuerte control comercial en beneficio de la industria textil catalana, que perjudicaba a los intereses cubanos. Por otra, los cubanos estaban sometidos a un fuerte sistema de impuestos y tributos que, además, no revertían en inversión en la colonia.
  • Políticos: En Cuba existía una importante restricción de libertades y la imposibilidad de los cubanos de ocupar altos cargos en la administración.
  • Sociales: La reclamación sobre la abolición de la esclavitud.

En el archipiélago de Filipinas, en cambio, la población española era escasa y los capitales invertidos no eran importantes. Durante tres siglos, la soberanía se había mantenido gracias a una fuerza militar, no muy amplia, y a la presencia de varias órdenes religiosas. La relación entre la metrópoli y el archipiélago se había centrado, sobre todo, en la explotación de recursos agrarios monopolizados por la vieja Compañía de Tabacos de Filipinas y en la presencia de clérigos y misioneros.

Conflictos Armados

Las relaciones hispano-cubanas estarán marcadas por tres conflictos armados que terminarían con la independencia de la colonia: la Guerra Larga (1868-1878), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la Guerra del 95. En 1868, comenzaron en Cuba los movimientos autonomistas, cuando se prohibió una sublevación popular dirigida por Manuel Céspedes, que dio comienzo a la lucha por la abolición de la esclavitud en las plantaciones y por la autonomía política. Otro factor era el ejemplo y estímulo de Estados Unidos, donde, tras la Guerra de Secesión, había sido abolida la esclavitud. Asimismo, el proyecto hegemónico de Estados Unidos sobre el Caribe implicaba el desplazamiento de España del área como potencia de segundo orden. La Guerra de los Diez Años concluyó con la Paz de Zanjón, por la que el general Martínez Campos se comprometió a conceder a Cuba cierto autogobierno. En Puerto Rico se produjo un proceso similar. Los resultados de la Paz de Zanjón fueron escasos: solamente se había conseguido la abolición formal de la esclavitud en 1873. El retraso o incumplimiento de los acuerdos hizo que, solo un año después, en 1879, estallara la Guerra Chiquita. En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, partidario de la independencia, y, en Filipinas, José Rizal fundó la Liga Filipina. La propuesta de una nueva ley de autonomía para Cuba de 1895 llegó tarde y, a partir de este año, la guerra se recrudeció. En 1897, se produjeron cambios importantes: desaparición de Cánovas, cambio en la presidencia de Estados Unidos (Cleveland fue sustituido por McKinley), y los líderes independentistas de Cuba y Filipinas ya estaban en estrecho contacto con los norteamericanos. En esos momentos, se produjo la implicación directa de Estados Unidos en el conflicto. En 1898, Estados Unidos se decide a declarar la guerra a España; el pretexto fue el hundimiento, tras una explosión, del buque de guerra norteamericano Maine, anclado en el puerto de La Habana. En abril, los americanos intervienen en Filipinas y Cuba, desarrollando una rápida guerra que termina con la derrota de la escuadra española, con las batallas de Cavite (Filipinas) y Santiago (Cuba), y la entrada de las tropas norteamericanas en Puerto Rico y Manila. El 10 de diciembre de 1898 se firmó la Paz de París, por la que España reconocía la independencia de Cuba y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos. El resto de las posesiones fueron vendidas a Alemania. Las negociaciones fueron muy duras para España, ya que en ellas se puso de manifiesto la superioridad estadounidense. El tratado se firmó sin la presencia de los representantes de los territorios invadidos por Estados Unidos, lo que provocó un gran descontento entre la población de esas ex colonias, especialmente en el caso de Filipinas, que acabaría enfrentándose contra Estados Unidos en la guerra filipino-americana.