El Franquismo en España: Dictadura, Transformación y Oposición (1939-1975)

El Franquismo, dictadura personalista instaurada por Francisco Franco tras el golpe de Estado de 1936 y el final de la Guerra Civil Española, se convirtió en el único sistema político de España. Este régimen, que atravesó diversas etapas y evolucionó en función del contexto internacional, llegó a su fin con la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975, dando paso a la transición hacia un sistema democrático.

El Poder Absoluto de Franco y la Naturaleza del Régimen

Franco concentraba en sus manos todo el poder: era Generalísimo de los tres ejércitos, Jefe de Estado, líder del partido único (Falange Española Tradicionalista y de las JONS) y presidente del gobierno durante gran parte del período. Bajo su control estaban los tres poderes políticos y se consideraba que solo respondía ante Dios y la Historia. El régimen adaptaría su naturaleza en función de las condiciones internacionales, aunque siempre mantuvo su carácter personalista.

Existe un debate sobre si el Franquismo fue un sistema totalitario o autoritario. En sus primeros años, en el contexto de la crisis de las democracias liberales, se asemejaba a los estados totalitarios y podía ser comparado con otras dictaduras, como la portuguesa. Un sistema totalitario se define por ser un régimen autoritario en el que un líder carismático controla el poder absoluto mediante un sistema de partido único, y la economía y la sociedad están sometidas a su voluntad. Ejemplos de ello son la URSS de Stalin, la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini.

Durante la Guerra Civil y la posguerra de los años 40, el Franquismo se asemeja a estos sistemas: Franco adopta el título de Caudillo, concentra todas las fuerzas políticas bajo la Falange, somete a los vencidos a una dura represión y hace ostentación de elementos de corte fascista. Sin embargo, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial y derrotadas las potencias del Eje, Franco abandona muchos elementos fascistas para poder ser aceptado por los países europeos y Estados Unidos.

El Franquismo como Sistema Autoritario

Desde los años 50, en el contexto de la Guerra Fría, se puede considerar el Franquismo como un sistema autoritario. El autoritarismo se caracteriza por un gobernante o déspota que gobierna para las clases dominantes, las cuales le brindan su apoyo. Posee una fachada ideológica, un pluralismo político muy reducido y limitado a las élites, y se apoya en colectivos que obedecen al líder (policía, clero, ejército…) mientras que la mayoría social está sometida a una obediencia pasiva.

A nivel ideológico, Franco estableció un sistema basado en el nacionalcatolicismo, una doctrina que unía elementos nacionalistas centralistas basados en la unidad de España y el concepto falangista de unidad histórica y de destino, al ideario católico, pues se consideraba que ser español estaba unido a ser católico. El Franquismo también era militarista, debido al destacable papel del Ejército en la Guerra Civil. Además, era antiliberal, anticomunista y rechazaba los separatismos y la democracia.

Franco optó por lo que denominó la “democracia orgánica”, un sistema en el que la sociedad estaba representada por las unidades orgánicas: familia, municipio y sindicato. Se apoyó en los pilares de la familia tradicional, la propiedad privada y la religión. La oposición política fue duramente reprimida, especialmente en los primeros periodos del Franquismo. Los vencidos y opositores políticos fueron encarcelados en cárceles o campos de concentración, enviados al exilio o fusilados.

El Franquismo se asentó en varios grupos ideológicos: Ejército, Iglesia y Falange. Estos grupos, conocidos como las “familias del régimen”, eran utilizados por Franco para mantener el equilibrio en el sistema, haciéndolas rivalizar entre sí.

La Institucionalización del Régimen: Leyes Fundamentales

Tras la Guerra Civil se estableció en España una dictadura militar en la que Franco asumió todo el poder, quedando eliminada toda legislación previa y la Constitución de 1931. El dictador se negó a establecer una nueva constitución, pero el régimen se institucionalizó a lo largo de los años, gradualmente y atendiendo a las necesidades de cada momento a través de las Leyes Fundamentales.

  • Fuero del Trabajo (1938): Legislación de inspiración fascista que regulaba las relaciones laborales, los fundamentos de la economía y prohibía las huelgas.
  • Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Respondía al concepto totalitario de representación, rechazando el sufragio y los partidos políticos, y sustituyéndolos por los elementos corporativos y orgánicos de la sociedad: familia, municipio y sindicato. Dieron lugar a unas Cortes unicamerales.
  • Fuero de los Españoles (1945): Limitada declaración de derechos, únicamente para los partidarios del régimen.
  • Ley de Referéndum Nacional (1945): Reconocía el voto plebiscitario de los españoles sobre ciertas cuestiones de Estado.
  • Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947): Reconocía a Franco como gobernador vitalicio, siendo el único responsable de la designación de su sucesor, y declaraba a España como reino. Fue la reacción al Manifiesto de Lausana (1945) de Juan de Borbón.
  • Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958): Institucionalizaba los principios de la Falange y su instauración como único partido.
  • Ley Orgánica del Estado (1966): Separaba las figuras de Jefe de Estado y de Gobierno.

El Franquismo en el Contexto Internacional

Segunda Guerra Mundial y Aislamiento Internacional

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Franco se declaró neutral, aunque en 1940 el estatus del país cambió a no beligerante. Esto se produjo después de la reunión del dictador con Hitler en Hendaya: España no entraba en guerra, pero sí envió una unidad de voluntarios, la División Azul, que lucharía en el frente ruso al iniciarse la Operación Barbarroja. En 1943, ante la derrota de los nazis, Franco volvió a la neutralidad.

Sin embargo, la afinidad con las potencias del Eje provocó que Franco fuese rechazado por los vencedores y quedase aislado de la nueva realidad internacional. España no fue admitida en la ONU en su creación. La Organización condenó al régimen en 1946 y recomendó la salida de todos los embajadores del país. Ello conllevó una manifestación multitudinaria en la Plaza de Oriente de Madrid en favor de Franco. La situación significó el aislamiento internacional y un boicot económico y político que impediría la llegada del Plan Marshall. El régimen se vio escasamente apoyado por la Argentina peronista.

Guerra Fría y Apertura al Exterior

En los años 50 la situación internacional cambia debido a la Guerra Fría. El presidente estadounidense Eisenhower comenzó a considerar a Franco como un aliado por su marcado anticomunismo, lo que facilitó la apertura de España al exterior. En 1950 se revocó la condena de la ONU y cinco años después se reconocía al país dentro de la organización, mientras los embajadores regresaban. En 1953 se firmó un nuevo concordato con la Santa Sede y el Tratado de Ayuda Mutua con Estados Unidos, lo que permitía el establecimiento de bases militares a cambio de ayuda económica. El régimen era reconocido internacionalmente, aunque en Europa seguían existiendo reticencias hacia Franco, lo que impidió su entrada en la CEE.

Transformaciones Sociales Durante el Franquismo

Posguerra: Hambre, Miseria y Sociedad Tradicionalista

El Franquismo experimentó una serie de importantes transformaciones sociales que evolucionaron a lo largo de la dictadura. Durante la posguerra el nivel de vida de los españoles disminuyó debido a la inflación y la bajada de los salarios, algo que no cambiaría hasta los años 50. La situación económica derivó en hambre y miseria, escaseando productos básicos de primera necesidad. Enfermedades que se creían superadas, como la tuberculosis, reaparecieron debido a la precaria situación del país. La mortandad aumentó, incluyendo la mortandad infantil.

La población activa se centró mayoritariamente en las actividades agrarias (cerca del 50%), mientras que las actividades urbanas se convirtieron en minoritarias. La sociedad se polarizó entre la clase alta y la baja, mientras la clase media era muy reducida. La posguerra supuso un periodo en el que se estableció una dicotomía entre vencedores y vencidos. Eran años de miedo, silencio, represión y censura. Los valores imperantes eran tradicionalistas, religiosos, de obediencia ciega al líder y al superior jerárquico. La mujer vivió un retroceso en sus libertades, quedando sometida jurídica y socialmente al hombre, relegada al matrimonio y al cuidado del hogar y los hijos.

Años 50 y 60: Cambios Económicos y Demográficos

La situación se mantuvo con la llegada de los años 50, pero se produjeron cambios a lo largo de la década. El cambio económico y la apertura internacional provocaron una reorientación de la economía, lo que conllevó el inicio de un éxodo rural hacia las ciudades. Ya en los años sesenta los cambios económicos tuvieron un impacto considerable en la demografía. La precaria situación alimenticia se revirtió, lo que supuso un descenso de la mortandad. La natalidad se mantuvo elevada, lo que derivó en el baby boom: un crecimiento que aumentó significativamente la población de España (de 25 millones en 1940 a 35 en 1975).

El éxodo rural aumentó, provocando la migración de más de 6 millones de personas a las ciudades. Esto supuso, en algunas ocasiones, un crecimiento urbano descontrolado, con bloques de viviendas con condiciones deficientes y el surgimiento de barrios de chabolas. También se produjo un aumento de migraciones a países de Europa occidental. Los cambios económicos aumentaron la renta de los españoles, lo que supuso la reaparición de la clase media y el impulso de la sociedad de consumo.

Años 60 y 70: Cambio de Mentalidad y Protestas Sociales

La juventud comenzó a entrar en contacto con el extranjero a través de la cultura o con los turistas, lo que supuso un cambio de mentalidad que chocaba con la mentalidad tradicional del régimen. Esto afectó a la mujer, ya que comenzó a incorporarse progresivamente a la universidad y al mundo laboral, aunque su situación de dependencia no se modificó. Estas transformaciones sociales se alejaron del inmovilismo del régimen, lo que se tradujo en protestas y huelgas que demandaban la apertura política. El apoyo social a la dictadura disminuyó considerablemente, lo que provocó que el Franquismo no sobreviviera a la muerte de Franco.

Economía Durante el Franquismo

Posguerra: Autarquía y Escasez

A nivel económico el régimen experimentó varias etapas a lo largo de su historia. En la posguerra se desarrolló un periodo de hambre, miseria, racionamiento de alimentos y estraperlo. La guerra destruyó una parte importante de las estructuras productivas, lo que supuso una reducción de la producción. Esto también se vio afectado por la política intervencionista del Gobierno, que estableció cupos a la producción, fijó precios y salarios.

Se adoptó una política autárquica que pretendía conseguir la autosuficiencia económica, limitando al máximo las importaciones, algo que se vio condicionado por el aislacionismo internacional. La consecuencia de estas medidas fue la carestía y un aumento de precios que no fue acompañado de un aumento salarial. En 1941 se creó el INI (Instituto Nacional de Industria) que intentaba potenciar sectores industriales claves, como la siderurgia, regenerando el tejido industrial. Aún así, predominó el sector primario en la economía.

La Represión Franquista: Instrumentos y Consecuencias

El régimen franquista aplicó una dura represión contra sus opositores, incluyendo republicanos, demócratas, socialistas, comunistas y nacionalistas, con el objetivo de mantenerse en el poder. La represión comenzó durante la guerra civil y continuó a lo largo de la dictadura, organizada mediante instrumentos políticos y legales. La intensidad varió a lo largo del período franquista, siendo la posguerra el momento de mayor violencia. Hasta 1963, los juicios a los represaliados fueron militares, pero luego se creó el Tribunal de Orden Público, un tribunal civil para juzgar a los condenados.

Ley de Responsabilidades Políticas y Ejecuciones

En 1939, Franco promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas, que persiguió y encarceló a quienes apoyaron o fueron sospechosos de apoyar la causa republicana, con efecto retroactivo hasta 1934, lo que implicaba la condena de personas relacionadas con la revolución de octubre. Durante los primeros años del régimen franquista, las ejecuciones fueron frecuentes, llevadas a cabo en juicios militares sin garantías procesales. Se estima que alrededor de 50.000 personas fueron ejecutadas durante la posguerra, incluyendo figuras prominentes como Lluís Companys, las Trece Rosas y miembros de los gobiernos republicanos.

Cárceles, Campos de Concentración y Trabajos Forzados

Los condenados también fueron enviados a cárceles o campos de concentración, donde las condiciones eran inhumanas, y muchos murieron, como Julián Besteiro o Miguel Hernández. En 1940, había más de 270.000 presos en las cárceles españolas. Las penas podían reducirse mediante trabajos forzados o destacamentos penales. Alrededor de un millón de condenados pasaron por campos de concentración, como los de Miranda de Ebro, Los Almendros y Barbastro, donde eran vigilados y obligados a trabajar.

El Exilio Republicano

Durante la guerra civil española y la posguerra, aproximadamente medio millón de españoles optaron por el exilio, aunque muchos retornaron después del conflicto o tras la Segunda Guerra Mundial, enfrentando represalias al regresar. Francia fue el destino principal, con exiliados en campos de refugiados o concentración. Algunos se unieron a la resistencia francesa, mientras que otros fueron llevados a campos de exterminio nazis, como Largo Caballero. La URSS acogió a unos 3.000 “niños de Rusia” para protegerlos del conflicto, especialmente comunistas. México también fue destacado, recibiendo intelectuales, artistas, científicos y políticos, estableciendo el Gobierno republicano en el exilio allí, antes de trasladarse a París.

La Oposición al Franquismo

Crecimiento de la Oposición y Movimientos Obreros y Estudiantiles

Desde los años 50, la oposición al régimen franquista creció, marcada por huelgas obreras y protestas estudiantiles y laborales, en busca de un cambio que pusiera fin al régimen. En la década siguiente, esta oposición se intensificó, con sectores de la Iglesia y sacerdotes criticando la dictadura, influenciados por el Concilio Vaticano II. En 1964, se formó el sindicato Comisiones Obreras y desde el exilio destacó el PCE, abogando por la reconciliación nacional. En esta misma época, ETA, un grupo terrorista fundado en 1959, inició sus actividades buscando la independencia del País Vasco.

Años 70: Intensificación de las Protestas y el Terrorismo

Durante los años 70, continuaron las huelgas y protestas, mientras aumentaban los ataques de ETA y de grupos de extrema izquierda como FRAP y GRAPO. Desde el exterior, partidos como el PCE de Santiago Carrillo y el PSOE de Felipe González mantuvieron su actividad opositora y ampliaron su influencia en el país.

La Guerra Civil Española: Desarrollo Político y Apoyo Internacional

Bando Republicano: Divisiones Internas y Apoyo Internacional Limitado

Durante la Guerra Civil Española, ambos bandos experimentaron importantes desarrollos políticos y económicos. En el bando republicano, las diferencias internas se hicieron evidentes desde el golpe de estado, con sindicatos solicitando armamento para enfrentar a los golpistas, lo que condujo a cambios en el gobierno. Largo Caballero asumió la presidencia de la República en septiembre de 1936, formando un gobierno amplio que incluía a diversos grupos políticos. Sin embargo, las disputas internas provocaron su dimisión en mayo de 1937, siendo reemplazado por Juan Negrín, quien centró los esfuerzos en la guerra y buscó apoyo internacional, especialmente de la URSS. A pesar de estos esfuerzos, la derrota en el Ebro y la revuelta de Casado llevaron al colapso de la República en abril de 1939.

Bando Sublevado: Unidad Bajo Franco y Apoyo de las Potencias Fascistas

Mientras tanto, el bando sublevado mantuvo una unidad relativa bajo el liderazgo de Franco, quien consolidó el poder y estableció un régimen personalista basado en los principios de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. El apoyo internacional fue crucial en la guerra, con las potencias fascistas europeas respaldando al bando nacional y la URSS y México asistiendo a la República. Sin embargo, las democracias europeas optaron por no intervenir, temiendo una escalada del conflicto y dejando que el Comité de No Intervención limitara el flujo de armas hacia España. Los Estados Unidos también se abstuvieron de apoyar a la República debido a su asociación con los partidos comunistas. La Sociedad de Naciones no logró mediar efectivamente en el conflicto.