1. La Posguerra Inmediata: Exaltación y Represión
Franco fue un dictador que detentó un poder sin paralelo en la historia de España, consecuencia de la manera como se desarrollaron los acontecimientos en la España sublevada durante la Guerra Civil. La exaltación febril de su persona como caudillo nacional contribuyó a situarlo por encima de todas las tendencias políticas del régimen. Esta situación se vio reforzada por una represión brutal de la oposición, relegada al exilio, los campos de concentración, las guerrillas de ejecución y el silencio más absoluto por medio de una fuerte censura.
1.1. La Exaltación de Franco como Caudillo
Franco, como generalísimo de los tres ejércitos y como jefe del partido único, había cohesionado a los rebeldes al proporcionarles un liderazgo claro. El 9 de agosto de 1939 se publicó una nueva ley sobre la organización del Estado que aumentaba los poderes de Franco. Los estatutos de la FET incrementaron aún más su control directo sobre el partido oficial. Este control absoluto del poder ejecutivo se extendió hacia el poder legislativo, al gobernar a base de decretos en asuntos trascendentales y crear unas Cortes que necesitaron siempre su aprobación personal para la tarea legislativa que llevaban a cabo. Tutelaba indirectamente el poder judicial. Contribuyó a ello con fuerza la desmesurada propaganda laudatoria que se desató en la posguerra. La figura de Franco se fue rodeando de una serie de símbolos y lemas que señalaban su idoneidad para el mando y su religiosidad.
1.2. La Anulación de la Oposición
El nuevo régimen se fundamentaba en la subordinación absoluta de los vencidos en la guerra. Los vencedores aplicaron una política de terror en las zonas donde se sabían más rechazados. El principal objetivo político en la posguerra fue la eliminación de cualquier vestigio de oposición como garantía de la propia supervivencia del nuevo régimen. Fue así como se convirtió en imposible organizar una oposición eficaz, aún más si se tenía en cuenta que buena parte de esta oposición estaba en un exilio forzoso.
La España en el Exilio
Una ola de pánico llevó a casi medio millón de personas a buscar refugio en el exilio ante la sistemática política de ejecución de desafectos practicada por el franquismo en las zonas que iban quedando bajo su control. En un primer momento, la mayoría atravesó la frontera francesa y siguieron caminos diferentes. Una parte volvieron rápidamente por Hendaya. Fue el caso de la mayoría de los soldados que habían salido de España encuadrados en sus unidades militares. Fueron recluidos en campos de concentración y tuvieron que pasar por largos procesos de investigación sobre su colaboración con la República. Otros fueron recluidos por las autoridades francesas en improvisados campos para refugiados, en unas condiciones infrahumanas. Cuando Francia declaró la guerra a Alemania, muchos de estos exiliados se incorporaron a la lucha contra el nazismo. Más tarde, al ser ocupada Francia por los alemanes, los combatientes antifascistas españoles fueron perseguidos por la policía política alemana (la Gestapo) y algunos fueron deportados a los campos de concentración nazis.
La Represión en la Posguerra
El nuevo régimen adquirió las características de un Estado policial militarizado. Una vez acabada la guerra, las fuerzas de orden público se duplicaron, pasando de 298.000 a 658.000 efectivos en la década de los cuarenta. Los tribunales de justicia se militarizaron y se aplicó el Código de Justicia Militar, que preveía condenas más duras que el Código Penal Civil. La pena de muerte, suprimida por la legislación republicana, fue restablecida. Unos 400.000 españoles pasaron por la dramática experiencia de ser detenidos, torturados y sometidos a juicios sumarísimos.
2. Los Años Azules del Franquismo
Durante los años 40, el régimen franquista adoptó la retórica y la imagen fascista del falangismo español. Sus uniformes azules, sus desfiles marciales, como el yugo y las flechas, inundaron todos los rincones de España. Los falangistas tuvieron que compartir la dirección del nuevo Estado con el ejército, la Iglesia y otros sectores políticos de la derecha conservadora. En estos años se hizo patente la clara voluntad de Franco de perpetuarse al frente del Estado y cuando puso las bases políticas e ideológicas de su autocracia, dictando leyes antidemocráticas y creando instituciones de cierta inspiración fascista.
2.1. Familias Políticas y Principios Ideológicos
La política aplicada por Franco se caracterizó por la adaptación pragmática a los acontecimientos que se iban produciendo en el contexto internacional y en la misma sociedad española. Sin aptitudes para grandes planteamientos políticos, Franco se limitó a adoptar los principios de las instituciones y formaciones políticas y sociales que lo habían encumbrado a las más altas magistraturas del nuevo Estado: el ejército, la Iglesia y la Falange, junto con los tradicionalistas y los monárquicos, formaban las llamadas familias del régimen. Procuró dividir las familias y tendencias y enfrentarlas para contrarrestar su influencia, a fin de que nadie ni ningún grupo acaparara tanto poder que pudiera llegar a cuestionarlo. Su dictadura mantuvo siempre una serie de principios que le dieron sus señales de identidad. Destacaron tres: el nacionalpatriotismo, el nacionalsindicalismo y el nacionalcatolicismo.
El Ejército y el Nacionalpatriotismo
La principal aportación ideológica de los militares al régimen fue el nacionalpatriotismo, una visión unitaria y tradicionalista de España que Franco asumía como propia, dada su trayectoria personal y su formación exclusivamente militar. Se trataba de una concepción de España en la que la defensa de la integridad territorial de la patria debía ser objetivo prioritario del gobierno.
3. La Depuración de Funcionarios
La depuración de funcionarios fue otro recurso clave para proporcionar consistencia al Estado naciente. Los funcionarios que se consideraban opuestos o poco afines al régimen franquista eran apartados de sus puestos. Durante toda la década de los cuarenta se mantuvo un ambiente de recelo, delación y persecución en todo el país. La red de jefes de barrio y de casa establecida por la Falange se encargaba de captar adeptos para el régimen al tiempo que extendía la influencia del partido único mediante la expedición de certificados de buena conducta y recomendaciones de todo tipo. La libertad de expresión quedaba reducida a cero debido a la presencia abrumadora de la censura, controlada en gran parte por los eclesiásticos. Se destruyeron libros y archivos considerados peligrosos; se prohibieron autores, obras y temas [ni huelgas, ni accidentes…].
3.1. La Represión en Cataluña
El régimen aplicó una política severa de descatalanización y de reespañolización de Cataluña, con el objetivo de hacer desaparecer la identidad nacional. Cataluña perdió sus líderes políticos e intelectuales y sus instituciones políticas y culturales. Se prohibieron y persiguieron las organizaciones políticas, sindicales y cívicas, especialmente las que fueran obreras, democráticas o de carácter nacionalista. El régimen franquista persiguió activamente la lengua catalana, que fue expulsada de todos los ámbitos públicos y circunscrita exclusivamente a los espacios domésticos privados. Se prohibieron los símbolos de identidad catalanes o los actos que pudieran tener un sentido catalanista.