El Nuevo Régimen
Al concluir la Guerra Civil, Franco creó y extendió a toda España un nuevo Estado, incipiente durante la contienda en el bando sublevado. En los primeros años, la dictadura franquista se vistió con ropajes fascistas prestados por la Falange, pero en realidad fue una dictadura militar, de carácter conservador, apoyada en la derecha política y social española: católicos y la Iglesia, monárquicos, carlistas y falangistas.
El nuevo Régimen se articuló en torno a una dictadura personalizada en Franco. El dictador, que concentraba todo el poder (los tres poderes, la Jefatura del Estado y del ejército, la jefatura del partido) asumió la función constituyente. Poco a poco, el Régimen fue aprobando diversas Leyes Orgánicas, que configuraron lo que se vino a llamar las Leyes Fundamentales del Movimiento u orgánicas:
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El Fuero del Trabajo (1938). Realizado durante la guerra, se inspira en la Carta di Lavoro del fascismo italiano. El fuero articulaba las relaciones del mundo laboral (patronos y obreros) y establecía las bases sobre las que se organizaba la economía del Régimen. De él, podemos destacar:
- Aseguraba al Estado el poder de determinar las condiciones de trabajo en las empresas.
- Prohíbe los sindicatos de clase, ya que en la nueva España no tenían cabida la confrontación entre los agentes socioeconómicos (patronos y obreros) y creaba un nuevo modelo de sindicatos, los sindicatos verticales, integrados por obreros y empresarios. Todos dependen de un sindicato único, la Organización Sindical, totalmente controlado por los miembros de Falange. Posteriormente, se haría obligatoria la pertenencia a la Organización Sindical de todos los obreros y empresarios. Las elecciones de los delegados e integrantes de estos sindicatos no eran libres, ya que los candidatos eran elegidos por los Jefes de la Organización Sindical, nombrados, a su vez, directamente por Franco.
- Se negaban libertades sindicales, sobre todo del derecho a la huelga.
- Ley de Cortes (Julio de 1942). Promulgada como consecuencia de la evolución de la II Guerra Mundial que empezaba a decantarse a favor de las democracias occidentales. Con esta ley, el Régimen convocaba a la participación del pueblo en el gobierno de la Nación, en teoría, a través de la creación de las Cortes. Las Cortes estuvieron formadas por una cámara única, llamada de Procuradores, formada por los representantes de los sindicatos, de las familias y de los municipios. Estas Cortes no tuvieron potestad legislativa que siguió en manos de Franco.
- El Fuero de los Españoles (1945). Finalizada la II Guerra Mundial con la derrota de los regímenes totalitarios, el Régimen franquista trata de adaptarse a las nuevas circunstancias con la promulgación del Fuero de los Españoles. El Fuero es una aparente declaración de derechos de los ciudadanos. Reconocía derechos como la libertad de reunión, de asociación, expresión, así como todo tipo de garantías civiles, procesales y penales. Sin embargo, todos quedaban limitados ya que no podían ir contra los principios del Régimen. Así, por ejemplo, se reconocía a los españoles a expresar libremente sus ideas, pero siempre que estas no fueran contra los principios fundamentales del Estado. Además, el gobierno se reservaba el derecho de suspenderlos total o parcialmente siempre que lo considerase necesario.
- Ley de Referéndum Nacional (1945). Completa al Fuero de los Españoles y pretende mostrar que en España estaba reconocido el Sufragio Universal y que los ciudadanos participaban activamente en el desarrollo legislativo del Régimen. Esta ley permite recurrir a consulta directa de los ciudadanos mayores de 21 años cuando la importancia de determinadas leyes o asuntos lo aconseje, siempre determinadas por Franco.
- Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947). Promulgada en el momento en que la autoridad de Franco era reconocida por todos los grupos vencedores de la guerra. En ella, se aborda el problema de la continuidad del Franquismo sin Franco. En esta ley se define a España como un Reino, como una monarquía católica, social y representativa. Aunque a Franco se le reconocía como Jefe vitalicio del Estado y se le reservaba el derecho a nombrar a su sucesor. Él habría de jurar las Leyes Fundamentales de la nación y los principios del Movimiento Nacional.
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). Supone la institucionalización de la doctrina falangista y el reconocimiento de Falange como partido único. Fue promulgada directamente por Franco en las Cortes mediante aclamación de los procuradores y sin ninguna discusión.
- Ley Orgánica del Estado (1967). Las leyes anteriores, promulgadas en el primer franquismo, se completan en 1967. Aprobada por aclamación en las Cortes y por referéndum nacional, es el código político más importante del Franquismo y se presenta como una refundición de las leyes anteriores.
Fundamentos Ideológicos del Régimen Franquista
Franco carecía de un programa político claro sobre cómo se iba a organizar el Nuevo Estado español surgido tras la guerra. El Franquismo debe entenderse más que como una ideología, como un modo (el que empleó Franco) de ejercer el poder político y mantenerlo en sus manos. El Régimen dictatorial integró elementos ideológicos dispares (carlismo, catolicismo, falangismo, tradición monárquica) combinados según fuera útil a su mantenimiento. El periodo fundante del Régimen, al cual siempre se recurre para justificar y motivar la adhesión al mismo, fue la Guerra Civil, llamada también la Cruzada o la Victoria.
No existe un sistema ideológico, pero sí una serie de principios en los que se asentó el Régimen y en cuya defensa coincidieron tanto Franco como los distintos grupos sociopolíticos vencedores de la guerra. Las características se pueden sintetizar en las siguientes:
Autoritarismo
La concentración del poder político en Franco y la “adhesión inquebrantable” al Caudillo constituyeron la clave de todo el edificio político del franquismo. Autoritarismo necesario para luchar contra los enemigos de España y alimentado en la exaltación continua de la figura de Franco, que se presenta como el Caudillo, y que guía a la patria con mano firme. La “adhesión inquebrantable” al Caudillo fue el elemento clave de todo el edificio político del franquismo.
Antiliberalismo
El Franquismo se declaró contrario a las ideas e instituciones del liberalismo político y de la democracia parlamentaria, que serán identificados por el Régimen como la Masonería. El sistema liberal y los partidos políticos liberales fueron señalados como los causantes de la decadencia de España. Este antiliberalismo trae como consecuencia:
- La negación del principio de la División de Poderes y la defensa del Autoritarismo, es decir, de la concentración de todo el poder en la persona de Franco.
- La negación de la participación libre y directa de los ciudadanos en los asuntos del Estado a través del Sufragio. Fue Franco quien eligió siempre a los puestos políticos más importantes. Con el tiempo, se concedió el voto a los ciudadanos para elegir a parte de sus representantes en las Cortes o para decidir sobre asuntos importantes mediante referendos.
- La negación de los derechos y libertades individuales de los ciudadanos. Éstos quedan supeditados al Estado, que para los teóricos del franquismo es el representante de los intereses supremos de la patria y en el que confluyen los intereses y deseos de la sociedad y de las regiones.
- La negación de un sistema político multipartidista. Los partidos políticos fueron prohibidos y se estableció un Régimen de partido único, la Falange, identificada luego con el Movimiento Nacional a cuyo frente estuvo Franco como líder indiscutible y que era de pertenencia obligatoria entre los funcionarios.
Anticomunismo
En el que se engloban no sólo a los comunistas, sino a todas las fuerzas defensoras del movimiento obrero, es decir, socialistas, anarquistas, ugetistas. Además, cualquier tipo de expresión, movimiento progresista o democrático fue inmediatamente identificado con el comunismo y, por tanto, duramente reprimido. Por último, este anticomunismo militante ayudará al Franquismo a romper su aislamiento internacional a partir de los años 50 con el desarrollo de la Guerra Fría.
Nacionalismo Español: Centralismo, Tradicionalismo y Nacional-Catolicismo
La España una, grande y libre. Un nacionalismo que presenta tres características básicas:
Nacionalismo Centralista
Negativa a cualquier autonomía política de las regiones y fomento del castellano como única lengua española. La prohibición de las otras lenguas peninsulares fue estricta en los primeros momentos para, posteriormente, evolucionar hacia una cierta tolerancia. La defensa de la “unidad de la Patria”, pasó a ser parte esencial del mensaje político del Régimen.
Tradicionalismo
La idea de España que defendió la dictadura se basó en raíces históricas de la antigua grandeza de España a menudo adulteradas (La Reconquista, Los Reyes Católicos, el Imperio, Defensa del Catolicismo).
Nacional-Catolicismo
La religión católica se convirtió en la religión oficial del Estado y se la consideraba como parte esencial del alma española. Así, la ideología religiosa impregnó la política y social española: los actos civiles y militares estuvieron acompañados de una fuerte simbología religiosa, la Iglesia tenía grandes poderes en materia de censura y una presencia constante en los medios de comunicación; se impuso una estricta moral católica, pública y privada, cuyo incumplimiento era castigado por el código penal; la Iglesia contó con un presupuesto pagado por el Estado y sus altas jerarquías fueron miembros natos de las Cortes y del Consejo del Reino.
Militarismo
El ejército se convirtió en la salvaguardia del Régimen, garante de la unidad nacional y en institución intocable y modélica: del espíritu militar provienen las ideas de jerarquía, disciplina, austeridad, autoritarismo. La preponderancia social del estamento militar (desfiles, uniformes, himnos, bandera) se mantuvo hasta el final de la dictadura.
Bases sociales del Régimen. La Dictadura contó también con el apoyo de amplios sectores sociales identificados con el nuevo Régimen (por su defensa de los valores tradicionales de la sociedad o por su autoridad y restablecimiento del orden público): pequeños y medianos propietarios; clases medias de las pequeñas y medianas ciudades y de las capitales de provincia; oligarquía agraria, industrial y financiera; pequeños y medianos empresarios; Ejército y clero.
Represión, Guerrilla y Exilio durante el Franquismo
La Represión Franquista
La represión se ejerció sobre todos los ámbitos: la ideología, la libertad de expresión y asociación, las costumbres, libertad de movimientos, y el uso de las lenguas. El final de la guerra no abrió paso a la reconciliación, sino que adoptó la forma de violencia de Estado, de los vencedores sobre los vencidos.
Con anterioridad al fin de la guerra, el gobierno nacionalista de Salamanca declaró fuera de la ley todos los partidos, asociaciones y sindicatos que habían apoyado al gobierno republicano. De igual forma, se impuso una estricta censura de prensa (1938, Ley de Prensa vigente hasta 1966), se prohibió toda manifestación de la diversidad cultural y lingüística del estado y se persiguió cualquier tipo de disidencia política, religiosa o ideológica.
Al final de la guerra y en los años siguientes la legislación fue completada con la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley de Represión de la Masonería y Comunismo de (1940), que extendían su jurisdicción a todas las formas de colaboración con el bando republicano de forma retroactiva hasta octubre de 1934; la Ley de Seguridad del Estado (1943): calificaba de rebelión militar cualquier infracción del orden público. Al seguir en vigor el estado de guerra hasta 1948, se mantuvieron los tribunales militares con juicios sin garantías procesales, y las fuerzas de seguridad continuaron sometidas a disciplina militar.
La población reclusa -cientos de miles- fue distribuida en campos de concentración y en cárceles saturadas, con pésimas condiciones de vida (hambre, enfermedades), y miles de presos fueron utilizados como mano de obra forzada en la construcción de obras públicas (campos de trabajo). Así, por ejemplo, en la construcción del Valle de los Caídos.
Sin embargo, la persecución se fue haciendo selectiva, apuntando a los principales responsables de las organizaciones e instituciones republicanas y la dureza de la represión, en cuanto a ejecuciones y población reclusa fue amortiguándose con el paso del tiempo.
La Oposición al Régimen en la Posguerra: El Maquis
Tras la guerra, la oposición apenas se dejó sentir. Fue más relevante la interior que la exterior. La guerrilla antifranquista, integrada por los llamados maquis que permanecieron emboscados en lugares poco accesibles, hostigó a las fuerzas de seguridad del Régimen en los Pirineos, el Sistema Ibérico, Sierra Morena y la cordillera Cantábrica. Sin armas pesadas, sus acciones no supusieron una verdadera amenaza y se prolongó hasta mediados de la década de los 50.
La intervención militar más importante de la oposición se realiza desde Francia, una vez liberado de presencia alemana, a través del valle de Arán en 1944, con el objetivo de promover un levantamiento general antifranquista. Fracasó.
El Exilio Republicano
Para escapar de la represión muchos de los que se habían comprometido con la causa republicana tomaron la vía del exilio.
Los lugares de exilio fueron principalmente:
- Francia: después de la campaña de Cataluña, donde los exiliados fueron agrupados en campos de concentración, con más trato de prisioneros que de refugiados. Buena parte de los exiliados republicanos padecieron en Europa los efectos de la Segunda Guerra Mundial.
- Hispanoamérica: especialmente México, donde las instituciones de la República se reorganizaron, con la reunión de los restos de las Cortes y con la elección de Diego Martínez Barrio como presidente de la República del exilio.
Además de la cantidad de exiliados, también fue muy relevante para el desarrollo y reconstrucción de posguerra el exilio de intelectuales: científicos, literatos, políticos y artistas.
La represión afectó también a las costumbres con la imposición de un código rígido de moral pública conformada por la Iglesia y el Movimiento (en especial la Sección Femenina).
La Coyuntura Internacional y su Influencia en el Franquismo
El variante contexto internacional durante el primer franquismo condicionó la evolución del Régimen más que ningún otro factor interno. Por una parte, haciendo necesarias adaptaciones para sobrevivir tras el desmoronamiento de los totalitarismos del Eje; por otra, el establecimiento de la Guerra Fría, permite al franquismo asentarse definitivamente. En este proceso de ajuste del Régimen al contexto internacional pueden distinguirse tres momentos:
El Régimen durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
- La neutralidad de 1939. Recién acabada la guerra, Franco hizo pública su adhesión al Pacto Antikomintern, el acuerdo anticomunista que asociaba a la Alemania nazi, la Italia fascista y Japón. Cuando en septiembre de 1939 comienza la guerra mundial, España declara oficialmente su neutralidad, pero una España empobrecida y endeudada, acabando de salir de su propio conflicto armado desaconsejó la incorporación a la guerra. Es la posición más conveniente para un país con grave crisis alimentaria y necesitado de las importaciones francesas e inglesas.
- La no beligerancia de 1940. La ocupación de Francia por Alemania replantea la situación. Franco mantiene una entrevista en 1940 con Hitler en Hendaya sin llegar a un acuerdo para la entrada de España en la guerra. Sin embargo, España pasa de la neutralidad a la no beligerancia favorable a Alemania e Italia. Ocupa la zona internacional de Tánger y lleva a cabo actividades a favor del Eje, identificándose ideológicamente con él, suministra al Eje materias primas de carácter estratégico, y coopera en la invasión de la URSS a través de la División Azul.
- La vuelta a la neutralidad de 1943. Dos factores propician el cambio: Franco y su gobierno empiezan a considerar que Alemania puede perder la guerra; la amenaza de supresión del suministro de petróleo por parte de Estados Unidos. Esto supone la disolución de la División Azul en ese mismo año.
El Régimen tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1950)
En 1946, las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial deciden el aislamiento del Régimen de Franco, acusado de alianza con el Eje, y que toma carácter institucional en la declaración de las Naciones Unidas acordando la ruptura de las relaciones con la dictadura franquista y el apoyo a las fuerzas democráticas españolas para establecer un Régimen que respondiese a la voluntad popular. Tras el dictamen de la ONU se retiran los embajadores.
Franco reacciona a las medias de la ONU convocando manifestaciones de apoyo popular y organizando un referéndum que institucionaliza el Régimen. Mientras, las fuerzas del orden público acaban con la oposición interior. La Argentina de Perón es el único país que envía en estas circunstancias una importante ayuda económica a España.
Por otra parte, finalizada la guerra y con las potencias liberales vencedoras, Franco redujo o eliminó símbolos y directrices políticosociales que recordaban claramente a los regímenes fascista y nazi, tales como el saludo con el brazo en alto y la Falange. A partir de ese momento la identificación del Régimen con el falangismo, se sustituyó por la identificación con el catolicismo, pasando de la época azul al nacionalcatolicismo.
De 1947 a 1950 comienza la Guerra Fría. La España de Franco deja de ser un Estado al que derrumbar para convertirse en un aliado útil. En 1947, España firma un acuerdo comercial con Gran Bretaña y, un año después, Francia abre la frontera y firma un acuerdo comercial con España. En 1949, los países occidentales se unen en la OTAN, alianza políticomilitar concebida como un pacto de defensa militar para hacer frente a una revolución comunista en Europa. En 1950, las autoridades norteamericanas aprueban la concesión de un crédito a España. Finalmente, en noviembre de 1950, la Asamblea General de la ONU aprueba una nueva resolución para derogar las cláusulas de la resolución de diciembre 1946. El aislamiento diplomático del Régimen finaliza con la llegada de los embajadores de EE.UU., Francia y Gran Bretaña, aunque no se le admite en la OTAN, ni recibe ayuda económica del Plan Marshall.
La Consolidación del Régimen (1951-1959)
Con el final del aislamiento internacional, la España de Franco se consolida. Comienza una etapa caracterizada por una política de apertura al exterior y un inicio de liberalización económica, que abrirá un proceso de crecimiento industrial, inscrito dentro de la onda general de expansión económica occidental. La incorporación de España a organismos internacionales comienza a finales de 1950 – Organización Mundial de la Salud, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)-.
Sin embargo, en 1953, dos acuerdos significaron el respaldo internacional al Régimen:
El Concordato con la Santa Sede. Representó el reconocimiento del Régimen de Franco por el Vaticano. El concordato afirma la confesionalidad de la nación, la presencia de la Iglesia en las instituciones estatales, la dotación económica del clero, las exenciones fiscales, la jurisdicción eclesiástica, y las competencias de la Iglesia en el derecho de familia (matrimonio), en la enseñanza y en el establecimiento de las fiestas. Como contrapartida, la Iglesia mantiene el privilegio de presentación, mediante el cual el gobierno español presenta al Papa candidatos para ocupar obispados y arzobispados vacantes.
El Convenio de Amistad y Cooperación con los EE.UU. El acuerdo se asentaba en el interés estratégico-militar que España tenía para los EE.UU. en una posible confrontación con el bloque comunista, y en el respaldo político en forma de reconocimiento que el franquismo obtenía con él. La importancia de este pacto fue fundamentalmente militar, ya que significó el establecimiento de bases aéreas y navales de utilización conjunta en territorio español, aunque sin incluir el compromiso de seguridad mutua. España recibió a cambio ayuda económica y militar, pero fue escasa. El dinero no se invirtió en el desarrollo industrial, pero sí sirvió para solucionar los problemas de abastecimiento de alimentos y de materias primas. Tenía una vigencia de diez años.
En 1955 ingresa en las Naciones Unidas.
El fin del aislamiento internacional quedó claramente expuesto con la visita del presidente norteamericano Eisenhower a España en 1959. El abrazo entre el general que había intervenido de forma clave en la derrota de Hitler y el dictador que había sido aliado del Führer mostraba como la guerra fría había cambiado la política internacional.
La Autarquía Económica del Primer Franquismo
La Autarquía
En 1939, España era un país arruinado. Diezmada demográficamente, el hambre y la extrema necesidad eran la realidad cotidiana de una gran parte de la población.
La solución que dio el Régimen franquista a la penuria económica estuvo marcada por el modelo creado en la Italia mussoliniana y consolidado en la Alemania de Hitler: la autarquía, una política económica basada en la búsqueda de la autosuficiencia económica y la intervención del estado.
El intervencionismo del Estado se extendió por gran parte de la economía nacional. En este sentido destacaron las siguientes medidas:
- Creación del Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941, organismo económico estatal para impulsar y financiar la creación y el desarrollo de industrias nacionales, dada la falta de iniciativa privada.
- El aprovechamiento de materias primas propias, como el tratamiento de las pizarras bituminosas de Puertollano para la extracción de petróleo.
- La protección de la agricultura con proyectos de colonización de tierras, establecimiento de los precios de garantía e intervencionismo mediante creación de organismos para regular la producción de cereal como el Servicio Nacional del Trigo.
- Fijación de barreras arancelarias para proteger la industria española.
Resultado de la Autarquía: Un Gran Fracaso Económico
Los años de la posguerra marcaron una tremenda regresión en el terreno económico. El hundimiento de la producción agrícola e industrial fue acompañado de una vuelta atrás histórica: el sector primario volvió a superar el 50 por ciento de la renta nacional.
En un contexto de escasez e intervención estatal, el mercado negro, el estraperlo, y la corrupción generalizada (licencias importación y exportación, suministros al Estado…) se apoderaron de la economía del país.
Esta situación se vio fuertemente agravada por la coyuntura internacional. A la segunda guerra mundial, 1939-1945, le sucedió un período de aislamiento por la condena internacional del Régimen de Franco como aliado del Eje.
Los Años 50: El Fin de la Autarquía
El evidente fracaso del modelo autárquico llevó a que desde los inicios de los años cincuenta se produjera un giro en la política económica.
Se aplicó una liberalización parcial de precios y del comercio y la circulación de mercancías. En 1952 se puso fin al racionamiento de alimentos.
Estas medidas trajeron una cierta expansión económica. Finalmente, en 1954 se superó la renta por habitante de 1935. Se ponía fin a veinte años perdidos en el desarrollo económico español.
La guerra fría y el consiguiente cambio en la política internacional norteamericana propiciaron que desde 1951 comenzara a llegar ayuda económica norteamericana. Aunque inferior a la recibida por los países beneficiarios del Plan Marshall, esta ayuda permitió importaciones de bienes de equipo imprescindibles para el desarrollo industrial.
El incipiente desarrollo trajo, sin embargo, una fuerte inflación que propició un fuerte malestar social. La necesidad de reformas estructurales en la economía era evidente.
Finalmente, Franco, tras veinte años de políticas económicas nocivas, permitió la entrada en el gobierno en 1957 de un grupo de tecnócratas del Opus Dei. Estos nuevos ministros diseñaron el giro definitivo en la política económica: el Plan de Estabilización de 1959.