El gobierno de Napoleón (1799-1815) encarnó la consolidación del nuevo estado francés heredero de la Revolución. Se asentó sobre un régimen personalista y autoritario que sin embargo difundiría los ideales revolucionarios mediante la ocupación de numerosos estados de Europa.
4.1. Napoleón. Plano interno
A nivel ideológico: Napoleón mantuvo muchos de los principios de la Revolución: liberalismo, soberanía nacional garantizada por sufragio universal, separación de poderes, subordinación del clero al Estado, fomento de la educación, etc.
Pero por otro, desvirtuó el sufragio universal, entorpeció la acción del cuerpo legislativo, la educación fue utilizada como un medio de control moral y político, los tribunales sufrieron una depuración (imposición de magistrados afectos al régimen), la libertad de prensa y de palabra se recortaron y la etiqueta cortesana al estilo de las monarquías absolutas fue recuperada. Finalmente, en materia religiosa Napoleón restableció las relaciones con el Vaticano (Concordato de 1801) y todos los obispos juramentados afectos a la Revolución fueron destituidos.
Napoleón. Plano internacional
Napoleón persiguió la idea de una Europa unida bajo un mismo orden, caracterizado por la abolición de la sociedad estamental. Para poner en práctica dicho proyecto se embarcó en una política imperialista que liquidó bruscamente los reductos del Antiguo Régimen.
La política imperialista: Resultó en la formación de un extenso imperio bajo el liderazgo de Francia, organizado y regido personalmente, a través de familiares o militares de confianza, con la colaboración de las clases ilustradas de los países conquistados, en los que se promulgaron constituciones y códigos similares al francés. Y para ello se valió de un moderno ejército que utilizando tácticas revolucionarias venció a deferentes coaliciones dirigidas por Inglaterra.
La caída de Napoleón
Llevó consigo la restauración de los Borbones en Francia en la persona de Luis XVIII, interrumpida por el corto regreso del emperador al poder (Imperio de los Cien Días). Tras ser derrotado en Waterloo (1815), fue desterrado a la isla de Santa Elena (en el Atlántico) donde murió en 1821.
El legado napoleónico
En el campo político-social y militar Supuso la extensión de las formas revolucionarias, del liberalismo (Código de 1804) y la quiebra definitiva de las estructuras feudales. Concretadas en:
- El nacimiento de una serie de constituciones de signo liberal moderado (Ej. el Estatuto de Bayona de España, 1808).
- El ascenso de la burguesía como nueva clase dominante frente a la nobleza y el clero.
- La puesta en práctica del Derecho moderno.
- La innovación de los ejércitos y las tácticas militares.
En el campo económico: Consolidó las reformas agrarias llevadas a cabo durante la Revolución y propició la formación de un campesinado de clase media que transmitió a Francia estabilidad política. Aunque una significativa parte de las tierras expropiadas a la nobleza fueron devueltas a sus antiguos dueños, la operación se materializó bajo las formas jurídicas y de explotación capitalistas. Además se sentaron las bases para que Francia iniciara su industrialización.
En el aspecto ideológico: El imperialismo napoleónico fomentó los nacionalismos, tanto el francés como el de los estados que fueron ocupados por sus ejércitos. También aseguró las bases de la enseñanza laica plasmada en la reforma de la Enseñanza Secundaria (Bachillerato) que gozaría de gran prestigio internacional y subsiste aún en nuestros días.