Nos encontramos ante varios fragmentos del llamado Manifiesto de los Persas, un texto de tema político-doctrinal y de naturaleza circunstancial, en tanto que forma parte e influye en el contexto histórico en el que se enmarca. Su autor es colectivo, se trata de un grupo de diputados absolutistas contrarios a la obra legislativa de Cádiz y al régimen liberal que surgió de dichas Cortes, y que fueron llamados “serviles”. Su destino es el rey Fernando VII, que en ese momento había retornado a España tras la derrota de las tropas napoleónicas a manos del ejército anglo-español dirigido por Wellington en Arapiles, Vitoria y San Marcial. Nos encontramos, pues, en el final de la Guerra de la Independencia y el comienzo efectivo del reinado de Fernando VII, que ya había accedido al trono en marzo de 1808.
Ideas Principales y Secundarias del Manifiesto
Entrando en el análisis, diremos que la idea principal del texto está contenida en el último párrafo y es la propuesta para restablecer el absolutismo en España, para lo cual desarrollan una argumentación teórica en defensa de la legitimidad de la monarquía absoluta. Para ello, proponen la supresión de la Constitución de Cádiz de 1812, que los autores de este texto consideran ilegítima por no haber sido aprobada por el rey ni por el pueblo (“las provincias”), solicitando, en todo caso, la convocatoria de Cortes conforme a la tradición del Antiguo Régimen (por estamentos). Como ideas secundarias nos encontraríamos con las que se recogen en cada uno de los artículos que contiene:
- Aluden los firmantes al caos reinante en ausencia del Rey durante el periodo de 1808 a 1814, que comparan con la supuesta costumbre en el antiguo imperio persa de tolerar un tiempo de anarquía a la muerte del Rey. De ahí proviene la denominación del documento.
- Los firmantes se consideran a sí mismos representantes de la nación en minoría dentro de las Cortes liberales.
- En el artículo 134 desarrollan una argumentación teórica en defensa de la legitimidad de la monarquía absoluta. Acuden a la teoría vigente en el Antiguo Régimen según la cual el poder legítimo viene de Dios y se adquiere por derecho de conquista o por la sumisión original de los primeros hombres que eligieron a sus reyes. Precisamente, por su propia naturaleza, el poder real tiene unas limitaciones que no encontramos en el poder ostentado por un gobierno republicano. El gobierno absoluto es el único que garantiza la libertad de las personas, el derecho de propiedad y las garantías de la ley para todos, incluso frente al interés del soberano.
Contexto Histórico: Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Entrando en el comentario propiamente dicho, decir que mientras gran parte de la sociedad española se enfrentaba con las armas a los franceses y a sus ideas, unos pocos ilustrados pretendían implantarlas para realizar, como en Francia, una verdadera revolución burguesa. La gran oportunidad llegó cuando las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central, que, refugiada en Cádiz, dio paso en enero de 1810 a una Regencia colectiva, una especie de gobierno provisional compuesto por cinco miembros muy conservadores, pero sometidos a la presión ambiental de la ciudad, que era sede de una nutrida burguesía mercantil y de importantes colonias de comerciantes extranjeros.
Aunque la idea de una reunión de Cortes Generales para reorganizar la vida pública en tiempos de guerra y de vacío de poder ya había sido debatida en la Junta Central, la Regencia no se decidió a convocarlas hasta que llegó a Cádiz la noticia del establecimiento de poderes locales en distintas ciudades americanas que podían poner en peligro el imperio español. Después de cien años en los que los Borbones habían gobernado sin reunirlas, las Cortes inauguraron sus reuniones en septiembre de 1810 con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nación española, y prolongaron su actividad hasta la primavera de 1814. Un conjunto de decretos y, sobre todo, la Constitución de 1812 manifiestan su deseo de trasformación del país mediante la aplicación de importantes reformas que debían convertir España en una monarquía liberal y parlamentaria.
Composición y Tendencias de las Cortes
Los integrantes de las Cortes formaban un grupo heterogéneo en el que figuraban muchos burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales procedentes de otras ciudades tomadas por el ejército del rey José, y miembros de las Juntas, que, huyendo de la guerra, se habían concentrado en Cádiz, ciudad-refugio protegida por la marina británica.
A causa de las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la jerarquía de la Iglesia apenas estuvieron representadas en Cádiz. Tampoco asistieron los delegados de las provincias ocupadas, (la mayoría), a los que se buscó suplentes gaditanos, lo mismo que a los representantes de los territorios españoles de América. Predominaban en las Cortes las clases medias con formación intelectual, eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares y catedráticos, aunque no faltaban tampoco miembros de la burguesía industrial y comercial. No había, en cambio, representación alguna de las masas populares: ni un solo campesino tuvo sitio en la Asamblea de Cádiz; y tampoco hubo mujeres, carentes todavía de todo derecho político. Las primeras sesiones de las Cortes congregaron a un centenar de diputados, pero su número fue aumentando hasta llegar a los trescientos.
De inmediato surgieron dos grandes tendencias en la cámara gaditana. Los liberales (por vez primera se emplea este término como etiqueta política) eran partidarios de reformas revolucionarias, mientras que los absolutistas, llamados despectivamente “serviles”, pretendían mantener el viejo orden monárquico. La prensa de Cádiz estuvo mayoritariamente del lado de los liberales, que siempre dominaron los debates de las Cortes, en tanto que los púlpitos de las iglesias se mantuvieron al servicio de la ideología absolutista. No obstante, algunos clérigos apoyaron con fuerza las reformas políticas de Cádiz.
La Revolución Liberal y la Obra Legislativa de las Cortes
Desde su comienzo, las Cortes demostraron que en nada se parecían a las antiguas. Al declararse Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional, los diputados gaditanos ponían en marcha la revolución liberal, que contaba ya con el precedente de la Francia de 1789. Asimismo, con la concesión de iguales derechos a todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían España y sus colonias en una única nación repartida a ambos lados del océano. Además, desarrollaron una obra legislativa tendente al desmantelamiento del Antiguo Régimen: abolición de señoríos, derogación de los gremios, aprobación del decreto de libertad de imprenta, abolición de la Inquisición, etc.
El Retorno de Fernando VII y la Restauración Absolutista
Cuando Fernando VII, tras la derrota de las tropas napoleónicas a manos del ejército anglo-español dirigido por Wellington en Arapiles, Vitoria y San Marcial, regresó a España procedente del castillo de Valençay, donde había sido recluido durante la guerra tras firmar un acuerdo con Napoleón (Tratado de Valençay) por el que éste le devolvía la corona de España, lo hizo dirigiéndose en primer lugar hacia Valencia, donde se puso de acuerdo con algunos generales absolutistas como Elío, y después de haber recibido este documento que comentamos, tomó la determinación de restaurar el absolutismo y abolir toda la legislación de las Cortes de Cádiz.
Esta restauración supuso la vuelta al Antiguo Régimen en todos sus aspectos: derogación de la obra de Cádiz, restauración de la Inquisición y de los señoríos, derogación de la desamortización, etc. Todo esto trajo consigo la persecución encarnizada de liberales de cualquier signo. En 1814 se produjo el primer gran exilio de la España contemporánea; salieron del país no menos de quince mil personas hacia Inglaterra y Francia.
Los Pronunciamientos y la Lucha por el Liberalismo
Desde la vuelta de Fernando VII, muchos militares que lucharon contra los franceses se opusieron a la restauración del Antiguo Régimen y algunos de ellos conspiraban por el restablecimiento de las leyes de Cádiz con la ayuda de las sociedades patrióticas o de la masonería. La reacción de 1814 había cortado de raíz los primeros brotes de modernización de un ejército en el que habían alcanzado graduaciones muchos paisanos ascendidos de la guerrilla junto a generales aristocráticos y absolutistas.
Se produjeron numerosos pronunciamientos, intentonas golpistas encaminadas a liquidar el absolutismo de Fernando VII y a poner en vigor la Constitución de Cádiz, que fracasaron hasta que en 1820 el comandante Riego dirigió una sublevación en Cabezas de San Juan (Sevilla) que fue logrando la adhesión de otras guarniciones y forzó a Fernando VII a jurar la Constitución, dando así paso a tres años de gobierno liberal (1820-1823).
Los pronunciamientos fueron en estos años la expresión de la protesta popular por la situación calamitosa en que se encontraba España después de la Guerra de la Independencia. La restauración de los señoríos y del antiguo régimen fiscal hizo empeorar las condiciones de vida del pueblo. La Hacienda pública estaba en bancarrota, la lucha por la independencia de América estaba mermando los ingresos del Estado y la actividad comercial, y las personas más cualificadas –liberales y afrancesados- estaban exiliados, encarcelados o muertos. En esta situación, los pronunciamientos eran la expresión del descontento de la población urbana y del Ejército, que ponía sus esperanzas en la vuelta del liberalismo como vía de modernización del país.
Consecuencias Económicas y Sociales de la Restauración Absolutista
Nada de lo legislado en Cádiz en materia económica sobrevivió a la restauración absolutista de 1814. Fernando VII volvió al régimen fiscal anterior hasta comprobar que en menos de dos años la deuda pública se había incrementado enormemente, por lo que se restableció la contribución general aprobada en Cádiz.
En contraste con el estancamiento de la industria, que retrasaba la consolidación de una clase burguesa en España, la agricultura tuvo cierta expansión. Aumentaron las tierras labradas debido a la presión demográfica del campo y de la consiguiente búsqueda de alimentos de primera necesidad como el trigo. Pero también en este ámbito, el desarrollo español se veía entorpecido por la restauración absolutista de Fernando VII, quien, al liquidar las reformas de Cádiz, devolvía a la Mesta sus privilegios tan perjudiciales para la agricultura.
Conclusión: La Importancia del Manifiesto de los Persas
Como conclusión, diremos que el texto es de gran importancia porque se trata de una fuente primaria y directa para el conocimiento del pensamiento reaccionario y absolutista en los tiempos de la crisis del Antiguo Régimen en España. El documento presenta una serie de enunciados que pretenden vincular las aspiraciones sociales de aquella época (libertad personal, negación del despotismo y la arbitrariedad, derecho de propiedad y garantías jurídicas) a la institución de la monarquía absoluta.