El Reinado de Felipe II
2.- La Política Interior de Felipe II
Los aspectos más significativos de la política interior de Felipe II fueron:
- La consolidación de la Monarquía de los Austrias.
- La defensa del catolicismo.
- La defensa de la unidad territorial peninsular y el problema del príncipe Carlos.
2.a) La Consolidación de la Monarquía de los Austrias
Con Felipe II se consolidó el modelo de Monarquía autoritaria forjada por los Reyes Católicos. Este modelo evolucionó hacia el absolutismo más rápidamente en Castilla que en la Corona de Aragón. El Rey era la cabeza del gobierno y de la administración (Felipe II, ejemplo de rey burócrata). Su mano derecha eran los secretarios. Aumentó el número de Consejos y, además del Consejo Real, base del Estado, se crearon otros como el de Italia, el de Flandes, el de Aragón o el de Indias, o aún más especializados como el de Hacienda, el de Órdenes Militares o el de Guerra.
Las Cortes seguían siendo estamentales, cada reino tenía las suyas y acabaron por convertirse en reuniones de los representantes de las ciudades. La administración municipal estaba en manos de los Concejos o cabildos (concejales y alcaldes) y había un representante de la Corona (corregidor). Estos cargos estaban en manos de las oligarquías urbanas. La Justicia seguía en manos de las Audiencias y cada vez tuvo más poder el Tribunal de la Inquisición. En cada territorio (excepto en Castilla) el poder supremo lo tenía el virrey como representante del monarca. Esta figura fue muy importante en América.
Finalmente, el rey completaba su poder con un ejército profesional, que en el siglo XVI era una mezcla de soldados procedentes de los distintos territorios y que estaba organizado en tercios de infantería muy eficaces.
2.b) La Defensa del Catolicismo
La defensa del catolicismo fue una constante en el reinado de Felipe II. Su intransigencia religiosa le llevó a perseguir cualquier brote de protestantismo o herejía, prohibiendo la entrada de libros a sus reinos o pidiendo a la Inquisición el control de bibliotecas. Entre las medidas más significativas podemos señalar:
- La publicación en 1564 de una Pragmática por la que se declaraban obligatorios en todo el territorio peninsular los principios religiosos católicos.
- La prohibición a los castellanos de estudiar en el extranjero.
- La publicación de un Índice de libros prohibidos.
2.b.1) La Sublevación de los Moriscos de las Alpujarras
El principal conflicto que tuvo que afrontar Felipe II, y que está relacionado con su política religiosa, fue la sublevación de los moriscos de las Alpujarras. La tendencia a la unidad religiosa en tiempos de los Reyes Católicos había llevado a la conversión en masa de los musulmanes que quedaban en la Península. Estos moriscos se habían sublevado ya en 1505, y durante el reinado de Felipe II se sublevaron nuevamente.
Felipe II prohibió todas sus costumbres y actos que tuvieran origen en su anterior religión. Los moriscos despertaban recelos por su lengua, su forma de vestir o sus costumbres, y porque se les acusaba de ayudar a los berberiscos para atacar las costas mediterráneas. En 1566, se promulgó un decreto prohibiéndoles el uso de la lengua árabe, sus vestidos o sus tradiciones. Los moriscos intentaron negociar con el rey un pago de dinero a cambio de conservar su cultura, pero la Corona rechazó la oferta.
En respuesta, los moriscos andaluces, dirigidos por Fernando de Córdoba, que volvió a usar su nombre árabe de Aben Humeya, se sublevaron con apoyos del norte de África. Fue una guerra que comenzó con incursiones y emboscadas, pues sorprendió a Felipe II con la mayoría de sus tercios en los Países Bajos. Los moriscos sublevados no consiguieron tomar Granada, pero controlaron la Alpujarra. Ante el peligro de extensión de la revuelta, un ejército liderado por D. Juan de Austria acabó con la resistencia, y ya en época de Felipe III se decretó la expulsión definitiva que se produjo entre 1610 y 1614.
2.c) La Defensa de la Unidad Territorial (La Revuelta Aragonesa de 1591) y el Problema del Príncipe Carlos
2.c.1) La Revuelta de Aragón
Otro de los grandes problemas que tuvo que afrontar el rey en el interior fue la revuelta de Aragón o el caso de Antonio Pérez.
En el complicado entramado de la corte castellana (enfrentados dos grupos, el del duque de Alba y el del príncipe de Éboli), Antonio Pérez, secretario del rey, fue acusado de dar muerte a un colaborador de D. Juan de Austria y de conspirar contra el rey. Huyó a Aragón, de donde era originario, y reclamó la protección del Justicia Mayor, Juan de Lanuza. Éste se negó a entregarlo a Felipe II cuando el rey lo reclamó, aduciendo que los ciudadanos de Aragón tenían el derecho a ser juzgados por los tribunales de ese reino. Antonio Pérez se convirtió en el símbolo de la resistencia de las libertades aragonesas frente al centralismo castellano.
Para poder juzgarlo, Felipe II lo acusó de herejía ante la Inquisición, único tribunal común a todos los reinos. Aún así, el Justicia, apoyado por las autoridades de Zaragoza, enfrentadas al rey por la constante violación de sus leyes, se negó a entregarlo y Felipe II envió un ejército que puso fin a la sublevación, ajustició a Juan de Lanuza y restringió parcialmente los fueros aragoneses. Pérez consiguió huir a Francia, pasando antes por Inglaterra. Una vez en territorio galo, Antonio Pérez recibió el apoyo de Enrique IV, al poner en manos de éste atractivos proyectos desestabilizadores para España. El fracaso de los intentos de invasión francesa motivó el traslado de Pérez a Inglaterra, donde también contó con importantes ayudas, ofreciendo a cambio importante información que sirvió para el ataque inglés a Cádiz en 1596. Este caso puso de manifiesto el conflicto entre la legalidad foral y la voluntad centralizadora del monarca y supuso el inicio de la Leyenda Negra.
3.- La Política Exterior de Felipe II (El Imperio Hispánico)
La política exterior de Felipe II estuvo condicionada tanto por la amplitud de su imperio (“en sus dominios no se ponía el sol”), aún mayor tras la incorporación de Portugal y sus colonias, como por la tradicional rivalidad de la monarquía española con el resto de las potencias europeas y con los turcos. Vamos a analizar lo más significativo de esta política exterior:
3.a) La Unidad Ibérica (La Anexión de Portugal)
En 1578 moría sin descendencia el rey de Portugal, Sebastián. Varios candidatos aspiraban al trono que detentaba la dinastía Avis. Felipe II, tío del fallecido y descendiente directo del rey Manuel I de Portugal por línea directa, vía su madre Isabel de Portugal, reclamó sus derechos al trono. Parte importante de la nobleza y los grandes comerciantes portugueses favorecía la pretensión española. La unión podía traerles importantes beneficios políticos y económicos. Las clases populares portuguesas, sin embargo, no veían con buenos ojos la anexión a España.
Finalmente, Felipe II decidió la invasión de Portugal, que encargó al Duque de Alba. Las tropas castellanas llegaron a Lisboa sin encontrar apenas resistencia y las Cortes portuguesas proclamaron rey a Felipe II. La anexión se produjo respetando las leyes e instituciones del país y reservando los principales cargos a portugueses. Se creó un Consejo de Portugal y se suprimieron las aduanas con Castilla.
La anexión significó la unión de dos enormes imperios. Las posesiones portuguesas en Brasil, África y Asia pasaron al Imperio de Felipe II. Un imperio “en donde nunca se ponía el sol”.
Sus sucesivos matrimonios fueron parte importante de su política exterior. Se casó con María de Portugal en 1543 y, tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra, en 1554 (fue brevemente rey consorte de Inglaterra). La pronta muerte de la reina, que trató de volver al catolicismo en la isla, llevó a que Felipe se casara con la francesa Isabel de Valois en 1559. Al quedarse nuevamente viudo y sin herederos varones, se casó por cuarta vez, en 1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al trono español, Felipe III.
3.b) La Rivalidad con Francia
El enfrentamiento con Francia es en realidad la continuación del proceso iniciado por los Reyes Católicos y continuado por Carlos V. El apoyo francés a los flamencos y la rivalidad en Italia fueron los motivos de sus guerras con el país vecino.
El primer episodio bélico fue la victoria de San Quintín en 1557, en conmemoración de la cual levantó el Escorial. Francia firma la paz de Cateau-Cambresis (1559) en la que reconoce los intereses españoles en Italia y se concertó el matrimonio con Isabel de Valois con el fin de optar al trono francés para su hija Isabel Clara Eugenia, opción que se frustró al convertirse el rey de Francia, el hugonote Enrique IV, al catolicismo (“París bien vale una misa”).
3.c) La Lucha contra los Turcos
Felipe II se alió con Venecia y con el papa en la Santa Liga contra los turcos (Solimán el Magnífico), que avanzaban por el Mediterráneo y apoyaban a los piratas berberiscos. La victoria de Lepanto (1571), en las costas de Grecia, fue un éxito personal de D. Juan de Austria y detuvo de momento el avance turco, cuyo interés se concentró en la parte oriental del Mediterráneo.
3.d) La Rebelión de los Países Bajos
El problema de los Países Bajos era cada vez más grave. Se trataba de un territorio muy alejado de Castilla, con una burguesía que se quejaba de la excesiva presión fiscal por parte de Felipe II y con una extensión del calvinismo cada vez mayor en el Norte (Holanda). Realmente chocaban dos mentalidades distintas: la centralista, casi absolutista y católica del rey, y la parlamentaria y calvinista de los burgueses flamencos. La sublevación se inició en 1566; los rebeldes, dirigidos por Guillermo de Nassau, contaron con el apoyo de los príncipes alemanes, Inglaterra y Francia. Para reprimirlos, el rey mandó a sus mejores generales: el duque de Alba, que ejerció una dura represión, y D. Juan de Austria.
La rebelión nunca fue completamente controlada y Felipe II acabó designando a su hija Isabel Clara Eugenia gobernadora con derecho a sucesión, pero al no tener hijos, los Países Bajos volvieron a la Corona española y se reabrió el conflicto, que duró hasta el siglo XVII.
3.e) La Rivalidad con Inglaterra
Tras la muerte de su esposa María Tudor, las relaciones se hicieron cada vez más hostiles con Inglaterra, que apoyaba a los protestantes de los Países Bajos y fomentaba la piratería contra las posesiones en América y contra los navíos españoles. Empezó la lucha con Isabel I para defender los intereses de María Estuardo, reina católica de Escocia, que finalmente fue ejecutada. Este acontecimiento le decidió a enviar la llamada Grande y Felicísima Armada (llamada “Invencible” en la Leyenda Negra), en 1588, una flota que, partiendo de España, Italia y los Países Bajos, debía invadir Inglaterra. Las tormentas y la descoordinación, unidas a la superioridad artillera y la maniobrabilidad de los buques ingleses, ocasionaron el desastre que inició el declive del poder naval español en el Atlántico y posibilitó una mayor libertad al comercio inglés y holandés, un mayor número de ataques a los puertos españoles, como el de Cádiz, y la colonización inglesa de Norteamérica.