El reinado de Fernando VII: Restauración y conflictos

El reinado de Fernando VII (1814-1833)

Tras las guerras napoleónicas se inició en Europa el periodo conocido como la Restauración: desde 1814, los monarcas absolutistas fueron restableciéndose en el trono destituidos por la oleada revolucionaria de 1789. En España también se produjo la restauración del Antiguo Régimen tras la revolución política impulsada por la Guerra de la Independencia. El retorno de Fernando VII a España supuso la anulación de las reformas liberales y de los principios revolucionarios emanados de las Cortes de Cádiz y el restablecimiento de la monarquía absoluta.

3.1 El Sexenio Absolutista (1814-1820)

En 1814 el rey Fernando VII regresó a España proclamado por el pueblo español, lo que le dio el sobrenombre de El deseado ya que simbolizaba la vuelta a la normalidad después de años de conflicto armado.

El monarca, de carácter absolutista, empezó a recibir muestras de apoyo a favor de volver a una política conservadora. La acción más importante fue el Manifiesto de los Persas, firmado por varios diputados realistas mostrando su apoyo a la vuelta al absolutismo. Junto al carácter conservador que se daba en Europa, la falta de tradición constitucional en España que evidenciaba el escaso apoyo a la Constitución y la propia actitud del monarca, Fernando VII promulgó en mayo de 1814 un decreto por el que anulaba todas las reformas aprobadas por las Cortes de Cádiz, incluida la Constitución. Al decreto siguió la detención de los políticos liberales más importantes la disolución de las Cortes. El Rey procedió a reestablecer las instituciones monárquicas de 1808: los consejos, la Inquisición, la jurisdicción señorial y paralizó la desamortización. Sin embargo, el restablecimiento de la monarquía absoluta se enfrentó a una serie de problemas.

  • Inestabilidad en el Gobierno, sucediéndose gran cantidad de destituciones de ministros, manifestando la incapacidad de gobernar con un sistema político obsoleto.
  • Crisis en la Hacienda, agravada por la Guerra de la Independencia y por la emancipación de las colonias americanas. Además, las clases más adineradas gozaban del privilegio de la exención de impuestos por lo que la mayoría recaían en una población pobre carente de recursos para el pago.
  • La emancipación de la América española que se desarrolló entre 1808 y 1825, y que provocó gastos económicos y mostró la debilidad política tanto interna como a nivel internacional de España.
  • La oposición liberal política, que recurrieron a la conspiración a la rebelión militar por medio de pronunciamientos militares, frecuentes a lo largo del siglo XIX. Muchas de ellas fracasaron como los pronunciamientos de Porlier, Espoz y Mina y Lacy, hasta que en enero de 1820 la sublevación protagonizada por Rafael Riego triunfó y desencadenó un cambio político en España.

3.2. Trienio Constitucional (1820-1823)

Tras el pronunciamiento de Riego, Fernando VII firmó un decreto en el que prometía jurar la Constitución de 1812, iniciándose un periodo conocido como Trienio Liberal. Se restablecieron las leyes aprobadas en Cádiz; se limitó de manera definitiva la Inquisición, se redujo el número de monasterios y órdenes religiosas, se aprobó el primer código penal y se creó la Milicia Nacional tal y como se recogía en la Constitución.

En primer lugar, por la actitud del rey que veta algunas leyes y nombra ministros absolutistas. Al poco tiempo empezó a pedir secretamente la intervención extranjera para volver al poder absoluto.

En segundo lugar, por la división de los liberales: – Moderados o doceañistas. Defienden un sistema bicameral, sufragio restringido (censitario) y representan los intereses de la burguesía de negocios. – Exaltados o veinteañistas. Defienden un sistema unicameral, sufragio universal y representan los intereses de las clases medias y populares.

La tercera y última etapa del complejo reinado de Fernando VII, la llamada “Década ominosa” se inició con la anulación de todos los actos del gobierno constitucional. En esta segunda restauración del absolutismo la represión llevada a cabo fue más dura, si cabe, que en 1814. Fernando VII no consiguió restablecer la Inquisición, pero dispuso de los “voluntarios realistas”, especie de policía que creó un verdadero clima de terror. El inmovilismo y la represión pueden darse como características de estos años. Fernando VII se planteó la necesidad de asumir experiencias anteriores y no mantener un absolutismo cerrado a toda reforma. Esto puede aplicarse desde 1826 en que se restablece de nuevo el Consejo de ministros que hace al rey la propuesta de una política de reconciliación de todos los españoles, y la creación de un Ministerio del Interior. La presencia de moderados hace pensar en un cambio de orientación, pero los pequeños avances y reformas no son aceptados por los grupos privilegiados, que se consideran perjudicados, ni por los realistas más radicales, los “apostólicos”, partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, (hermano y, antes de 1830, heredero de Fernando VII), que iniciaron una sublevación en Cataluña (1827), la “revuelta de los malcontents o agraviados”.