El Reinado de Isabel II (1843-1868): La Construcción del Estado Liberal
Elementos Constitutivos del Sistema Político durante la Época de Isabel II
Durante el reinado de Isabel II, la Corona disfrutó de amplios poderes. Debido a la juventud y escasa formación de la reina, las camarillas de palacio ejercían una gran influencia sobre ella.
Los partidos políticos:
- Partido Moderado: Formado por terratenientes, grandes comerciantes, alta nobleza, alto clero y altos mandos militares. Defendía la propiedad como garantía del orden social, la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona (con amplios poderes para esta última), un sufragio muy censitario, la limitación de los derechos y la gran influencia de la Iglesia Católica en la sociedad.
- Partido Progresista: Predominaba la mediana burguesía y sectores de la burguesía industrial y financiera. Defendía la plena soberanía nacional, el predominio de las Cortes en el sistema político (limitando la intervención directa de la Corona), ayuntamientos libremente elegidos, la ampliación de los derechos individuales y el sufragio censitario (pero aumentando el cuerpo electoral).
- Unión Liberal (1858): Escisión de los moderados, que atrajo a los más conservadores de los progresistas.
- Partido Demócrata (1849): Separado del progresismo, defendía el sufragio universal y la ampliación de las libertades.
El ejército, debido a la Guerra de la Independencia, contaba con una oficialidad proveniente de sectores medios, proclives al liberalismo. Las guerras carlistas lo convirtieron en garante del trono de Isabel II. Durante su reinado, en general, el ejército mantuvo su apoyo a los moderados. Sin embargo, para acceder al poder, los progresistas tuvieron que recurrir a levantamientos populares (con la consiguiente formación de juntas) y a pronunciamientos militares protagonizados por militares progresistas, con el apoyo de la Milicia Nacional, cuya formación defendían. La intervención militar fue constante, y los jefes de los partidos eran altos cargos militares. No obstante, no se trataba de un sistema político militar, sino que el ejército actuaba como ejecutor de una conspiración civil, lo que evidenciaba la debilidad del sistema de partidos.
Los Moderados en el Poder: La Constitución de 1845 y la Década Moderada
Tras la proclamación de Isabel II como reina, los moderados se hicieron con el poder, con el general Narváez al frente del gobierno.
El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente, surgida de la fusión de los antiguos señores y los grandes propietarios rurales beneficiados por las desamortizaciones. Para estos grupos, era fundamental consolidar un nuevo orden social (liberalismo doctrinario) que protegiese las conquistas de la revolución liberal frente a la reacción carlista y, simultáneamente, contra el peligro revolucionario de las clases populares, limitando las libertades en defensa del orden y la propiedad.
La Constitución de 1845 recogió las ideas del moderantismo:
- Rechazo de la plena soberanía nacional.
- Defensa de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
- La Corona (poder ejecutivo) nombraba a los ministros y disolvía las Cortes.
- Ampliación de los poderes legislativos de la Corona (derecho de veto absoluto sobre las leyes).
- Disminución de las atribuciones de las Cortes bicamerales (legislativo).
- La Cámara baja era elegida por sufragio muy censitario.
- El Senado era nombrado por la reina entre la élite del país.
- Se mantenían muchos derechos de la Constitución de 1837, pero leyes posteriores los restringieron.
- Se establecía la confesionalidad católica.
- Se suspendía la Milicia Nacional.
Los moderados mejoraron sus relaciones con la Iglesia, perjudicada por la desamortización y la abolición del diezmo. Se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851), que suspendió la venta de los bienes eclesiásticos, devolvió los no vendidos y fijó la financiación pública del culto y el clero.
El liberalismo moderado construyó la estructura del Estado liberal en España, bajo los principios de centralismo y uniformidad. Se destacan las siguientes medidas:
- Reforma fiscal y de Hacienda de 1845 (Mon y Santillán): Estableció la contribución directa, aunque seguían primando los impuestos indirectos (los consumos).
- Código Penal (1851).
- Reorganización de la Administración (Ley de Funcionarios de Bravo Murillo).
- Administración provincial centralista: Reforzamiento de una estructura basada en los Gobiernos Civiles y Militares.
- Ley de Administración Local (1845): Los alcaldes de municipios de más de 2.000 habitantes y de las capitales de provincia serían nombrados por la Corona, y los de los demás municipios por el Gobernador Civil. Solo el País Vasco y Navarra conservaron sus antiguos fueros.
- Ley Moyano de Instrucción Pública (1857): (Aprobada por los moderados después del Bienio Progresista). Colocó la enseñanza local y provincial bajo el control de alcaldes y gobernadores, dependiendo del Ministerio de Fomento.
- Creación de la Guardia Civil (1844): Cuerpo armado con finalidades civiles, pero con estructura militar, encargado de mantener el orden público y la propiedad privada, especialmente en el medio rural.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El gobierno moderado de Bravo Murillo (1851-52) intentó reformar la Constitución para fortalecer aún más los poderes del ejecutivo, pero no lo logró. Los posteriores gobiernos moderados (con un partido muy dividido) se caracterizaron por la corrupción y el escaso respeto al orden constitucional. En junio de 1854, se produjo el pronunciamiento en Vicálvaro del general O’Donnell (futuro líder de la Unión Liberal), militar moderado crítico con la acción de gobierno. Un sector de los moderados (los “puritanos” o “moderados puros”) y los progresistas elaboraron el Manifiesto de Manzanares (redactado por Cánovas), que demandaba el cumplimiento de la Constitución y la reforma de la Ley Electoral. En apoyo a estas demandas, se produjeron levantamientos populares. Isabel II llamó a formar gobierno al progresista general Espartero y nombró a O’Donnell ministro de la Guerra.
Los partidarios de la coalición de gobierno (puritanos y progresistas) obtuvieron una amplia mayoría en las elecciones a Cortes Constituyentes. Durante dos años (Bienio Progresista), el gobierno restauró la Constitución de 1837. Se elaboró una nueva Constitución, la de 1856, que no llegó a entrar en vigor. Se emprendió un ambicioso plan de reformas económicas:
- Ley desamortizadora de Madoz (1855).
- Ley de Sociedades de Crédito.
- Ley de Ferrocarriles: Reguló la construcción de la red ferroviaria.
Las medidas reformistas del Bienio no mejoraron las condiciones de vida de las clases populares ni tuvieron en cuenta sus demandas, lo que generó un clima de grave conflictividad social. En 1856, se produjeron motines populares. La situación provocó una crisis en el gobierno: Espartero dimitió y la Reina confió el gobierno a O’Donnell, quien reprimió duramente las protestas.
La Crisis del Moderantismo (1856-1868)
O’Donnell restauró el régimen moderado, restableciendo la Constitución de 1845. En octubre de 1856, el partido moderado volvió al poder (gobierno Narváez). De 1858 a 1863, gobernó la Unión Liberal, fundada en 1858, con O’Donnell como jefe de gobierno. Esta etapa se caracterizó por la estabilidad política y las intervenciones militares exteriores en busca de prestigio (en Indochina en apoyo de Francia; guerra contra Marruecos; intento fallido de recuperación de Santo Domingo; expedición a México junto a Gran Bretaña y Francia; guerra del Pacífico contra Perú y Chile). Entre 1863 y 1868, el gobierno estuvo, la mayor parte del tiempo, en manos de los moderados. Se gobernó de forma autoritaria, al margen de las Cortes, ejerciendo una fuerte represión en un contexto de crisis económica.