El Reinado de Isabel II: Moderados, Progresistas y la Construcción del Estado Liberal (1833-1868)

Reinado de Isabel II (1833-1868): Moderados, Progresistas y la Construcción del Estado Liberal

1. Moderados y Progresistas

Con el reinado de Isabel II se instauró en España la monarquía liberal. Mientras se libraba la Guerra Carlista, la monarquía implantó el régimen liberal. Sin embargo, con el establecimiento del Estado liberal surgieron diferencias entre los propios liberales, como ya se comprobó en las Cortes del Trienio Liberal.

Por una parte, estaban los moderados y, por otra, los progresistas. Ambos defendían el sistema político liberal, pero presentaban profundas diferencias ideológicas:

  • Moderados: Defendían la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, unas Cortes bicamerales con un Senado de nombramiento regio, una organización administrativa uniforme y centralizada para toda España (dividida en provincias), el nombramiento de los alcaldes por el gobierno, y un sufragio censitario restringido a las clases propietarias y a las “capacidades” (individuos a los que por su profesión o cargo se les reconocía el derecho a votar). Esto impedía el acceso de las clases populares a la política.
  • Progresistas: Partidarios de un liberalismo más amplio, defendían la soberanía nacional, la limitación del poder de la corona, la Milicia Nacional, ayuntamientos electivos, y un sufragio más amplio (aunque no universal). El partido progresista se apoyaba en las clases medias y artesanos de las ciudades, parte de la oficialidad del ejército y de los profesionales liberales.

2. La Regencia de María Cristina (1833-1840)

a) Los Comienzos Moderados de la Revolución Liberal. El Estatuto Real de 1834

Tras la muerte de Fernando VII, María Cristina fue nombrada regente. Al frente del gobierno seguía Cea Bermúdez, que presidió el último gobierno de Fernando VII. Sin embargo, para la nueva etapa, este no era el político adecuado, ya que su programa consistía en oponerse tanto a los carlistas como a los liberales. La regente pronto comprobó que el cambio de gobierno era necesario.

En enero de 1834, fue llamado para formar gobierno Martínez de la Rosa, antiguo doceañista y jefe de gobierno durante el Trienio Liberal. Ya inclinado hacia un liberalismo moderado, Martínez de la Rosa buscó una fórmula de equilibrio entre las tendencias liberales y el carlismo. El resultado fue la aprobación del Estatuto Real, firmado por la regente en abril de 1834.

Para proceder a la convocatoria electoral para la elección del Estamento de Procuradores, en mayo de 1834 se aprobó una ley electoral con un sufragio muy restringido (solo podían votar unos 16.000 varones sobre una población de 12 millones de habitantes). La División provincial de Javier de Burgos de 1833, consolidada con el gobierno moderado, sigue vigente con pocas diferencias.

Aislado y falto de apoyos, Martínez de la Rosa dimitió en junio de 1835, siendo sustituido por el conde de Toreno, también del sector moderado. El nuevo gobierno solo duró cuatro meses. No lograba imponerse en la Guerra Carlista, mientras los liberales extremistas promovían amotinamientos populares, con asaltos y quema de conventos (a los frailes se les acusaba de estar del lado de los carlistas) en ciudades como Zaragoza, Valencia, Cádiz, Málaga y Barcelona (donde también se prendió fuego a la fábrica de tejidos de Bonaplata). El resultado fue la formación de Juntas revolucionarias de signo progresista en varias capitales, que Toreno intentó disolver, pero al fracasar presentó su dimisión. La regente, entonces, llamó a Mendizábal, un liberal progresista, para formar gobierno en septiembre de 1835.

b) La Fase Progresista de la Revolución Liberal (1835–1837). Mendizábal y la Desamortización Eclesiástica. El Motín de La Granja. La Constitución de 1837

El nuevo gabinete de Mendizábal (septiembre de 1835 a mayo de 1836) se formó con una Hacienda prácticamente sin fondos y ante una guerra que necesitaba un giro a favor de los isabelinos. Se amplió el alistamiento de hombres para el ejército y, como vía para obtener fondos, se aprobó la desamortización de bienes eclesiásticos del clero regular, el 19 de febrero de 1836. Con ella, se buscaba contar con recursos para la Hacienda, eliminar o disminuir la deuda pública, hacer frente al carlismo y atraer a las filas liberales a los compradores de bienes desamortizados.

La regente no se encontraba a gusto con Mendizábal. En mayo de 1836, Mendizábal decidió dimitir ante las diferencias con la regente a la hora de nombrar determinados cargos militares. El programa del gobierno consistió en acabar con las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal con una monarquía constitucional. Convocadas elecciones a Cortes, la nueva Cámara tuvo mayoría progresista. Un conjunto de leyes permitieron la disolución del régimen señorial y el mayorazgo, y la supresión de los privilegios gremiales, reconociéndose la libertad de industria y comercio.

Este proceso culminó con la promulgación de la Constitución de 1837, mucho más breve que la de 1812 (77 artículos y dos adicionales frente a los 384 de la de Cádiz). Fue aprobada con la idea de fijar un texto estable que pudiera ser aceptado tanto por progresistas como por moderados.

c) La Vuelta de Gobiernos Moderados (1837-1840). La Ley de Ayuntamientos

Una vez aprobada la Constitución, se convocaron elecciones para octubre de 1837, que fueron ganadas por los moderados. Los gobiernos de esta etapa se vieron influidos por dos militares que marcarían el curso político de España en los años siguientes: Baldomero Fernández Espartero, que, tras sus éxitos en la Guerra Carlista, se convirtió en cabeza de los progresistas, y Ramón María Narváez, líder de los moderados.

Tras el final de la Guerra Carlista, el gobierno se propuso aprobar una Ley de Ayuntamientos, donde las diferencias entre progresistas y moderados eran muy marcadas. Los primeros defendían la elección del alcalde por los votantes, mientras que los moderados pretendían que fuese designado por el gobierno de entre los concejales elegidos. Las Cortes aprobaron la polémica ley y los progresistas decidieron movilizarse contra ella. Espartero, entonces en la cúspide de su popularidad, apoyó las protestas.

d) El Problema Carlista y la Primera Guerra (1833-1839). Análisis de los Dos Bandos Enfrentados

Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833. Dos días después, su hermano, Carlos María Isidro, a través del Manifiesto de Abrantes, reclamaba el trono desde Portugal. En distintos puntos de España hubo levantamientos a favor de don Carlos, pero la guerra que se desató no fue solo una guerra dinástica, sino un enfrentamiento entre los partidarios del Antiguo Régimen y los que querían convertir a España en un Estado liberal.

La regente María Cristina buscó el apoyo de los liberales, única fuerza capaz de defender los derechos al trono de Isabel II.

Bando Carlista:

  • Ideología: Absolutismo monárquico, defensa de la religión y de los fueros (identificados con el Antiguo Régimen). La defensa foral atrajo a las provincias vascas y a Navarra a la causa carlista.
  • Apoyos sociales: Miembros del ejército, la mayor parte del clero regular y del bajo clero secular (para quienes el liberalismo representaba la expropiación y venta de sus bienes), parte de la nobleza y del campesinado (influenciado por los sermones del clero contra el liberalismo, cuyas normas beneficiaban a los propietarios y empeoraban sus condiciones de vida).
  • Zonas de implantación: Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra, el Maestrazgo, el Pirineo catalán.