El Sexenio Revolucionario (1868-1874): Intentos Democratizadores
El Sexenio Revolucionario constituye una etapa de profundos y acelerados cambios en la historia de España, marcada por la última revolución democrática liderada por la burguesía. Sus características principales son:
- Influencia intelectual: Mayor participación de los intelectuales en la política.
- Renovación política: Cambio generacional, con menor presencia de periodistas y militares en la política.
- Descentralización: Crisis del poder central y auge de la regionalización, con Barcelona como nuevo centro de gravedad, destacando el movimiento democrático federalista y la actividad obrera industrial.
La Revolución de 1868: “La Gloriosa”
La Revolución de 1868, también conocida como “La Gloriosa”, fue causada por el exclusivismo político respaldado por la reina Isabel II y la crisis económica. Los progresistas, con amplio apoyo popular, adoptaron las bases del partido demócrata, cuya ideología se basaba en el krausismo, una corriente filosófica alemana que enfatizaba la dignidad, la conciencia y la educación.
Los demócratas se caracterizaban por:
- Ser republicanos.
- Defender el sufragio universal.
- Promover los Derechos Humanos.
En 1866, progresistas, demócratas y unionistas firmaron el Pacto de Ostende para destronar a Isabel II y convocar Cortes mediante sufragio universal. La compleja situación social, marcada por las desamortizaciones, las difíciles condiciones del campo y la industrialización, generó un proletariado urbano que, al tomar conciencia de clase, protagonizaría futuras revoluciones.
La crisis de 1868, con quiebras de empresas y despidos, provocó un descontento generalizado que culminó en la revolución. Esta fue iniciada por el almirante Topete y secundada por los generales Serrano (unionista) y Juan Prim (progresista). El enfrentamiento con el gobierno en la Batalla de Alcolea resultó en la derrota y exilio de la reina.
Fases de la Revolución
La sublevación se extendió por España, dando lugar a dos fases políticas:
1. Gobierno Provisional (1868-1869):
La junta revolucionaria encargó a Serrano la formación de un gobierno provisional con figuras como Figuerola, Ruiz Zorrilla y Sagasta. Prim, encargado de los asuntos de guerra, tuvo un papel tan relevante como Serrano. El 10 de octubre de 1868 estalló la guerra de Cuba (“Grito de Yara”).
2. Cortes Constituyentes y Constitución de 1869:
El gobierno provisional, tras apartar a los demócratas, convocó Cortes Constituyentes mediante sufragio universal. Se aprobó la Constitución de 1869, que establecía una monarquía, soberanía nacional, democracia parlamentaria y bicameralismo. Este gobierno consolidó la revolución y desplazó a los demócratas.
Monarquía Democrática de Amadeo I (1870-1873)
La búsqueda de un nuevo rey fue compleja, optándose finalmente por Amadeo de Saboya, duque de Aosta. Su principal apoyo, Juan Prim, fue asesinado en Madrid en 1870. El principal desafío de Amadeo I fue su condición de demócrata en un contexto donde los monárquicos no lo eran y los demócratas eran republicanos. Además, enfrentó la falta de apoyo de los numerosos partidos políticos (32 en total).
Amadeo I propuso un gobierno de coalición presidido por Serrano, pero la falta de entendimiento entre los líderes políticos lo impidió. La muerte de Prim debilitó al partido progresista, que se dividió en:
- Partido Constitucional (Sagasta).
- Partido Radical (Ruiz Zorrilla).
La falta de cohesión entre ambos líderes generó gobiernos inestables. Además, estalló la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). Los carlistas, defensores de una monarquía tradicional y renovadora, lograron victorias en el Norte, aunque no amenazaron seriamente al gobierno.
Diversos conflictos internos debilitaron al monarca. Su caída se precipitó por un problema con el arma de artillería. El gobierno disolvió el cuerpo de artillería tras un conflicto, y el rey, al firmar el decreto, abdicó y se exilió el 10 de febrero de 1873.
La Primera República Española (1873-1874)
Paradójicamente, unas Cortes monárquicas proclamaron la República ante la falta de alternativas. Cinco ministros del reinado de Amadeo I permanecieron en el gobierno republicano, presidido por Estanislao Figueras. La República era una minoría, requiriendo una alianza entre radicales y republicanos, lo que generó una composición mixta (monárquica y republicana) en el gobierno, el Parlamento y la Constitución.
Para lograr la unidad, se hicieron promesas inviables, como la abolición del impuesto de consumo y del servicio militar obligatorio, en plena guerra carlista. En marzo se convocaron Cortes para elaborar una nueva Constitución, pero la coalición se rompió y aumentó la anarquía, llevando a Figueras a abandonar el poder.
Las elecciones a Cortes fueron un fracaso, con solo un 39% de participación. Francisco Pi y Margall, defensor del federalismo político, asumió la presidencia. Intentó una Constitución de consenso, pero fue imposible en las Cortes de verano de 1873. La Constitución federalista no se promulgó, aunque destacó por su coherencia doctrinal y neutralidad religiosa.
A partir de junio, se produjeron movimientos cantonales en la periferia, que, junto con la guerra carlista, obligaron al gobierno a recurrir al ejército. Las insurrecciones de protesta social, apoyadas por las masas, y la guerra entre Madrid y Cartagena, llevaron a la dimisión de Pi y Margall.
Nicolás Salmerón lo sucedió, recurriendo al ejército para sofocar los cantones. Dimitió por su negativa a apoyar la pena de muerte, pero sin desacreditar a los militares.
Emilio Castelar asumió la dirección del gobierno, restableciendo la pena de muerte y gobernando por decreto. Restableció la disciplina militar, aplastó las insurrecciones cantonales, enfrentó la guerra carlista y la insurrección cubana. Actuó con energía y reabrió las Cortes el 2 de enero de 1874. Los republicanos se unieron contra él en una moción de censura. La República terminó con el golpe de Estado del general Pavía, amigo de Castelar.
El Régimen Presidencialista de Serrano (1874)
Este fue el primer golpe de Estado militar sin respaldo político específico. El general Serrano asumió el poder ejecutivo, actuando con energía para sofocar la insurrección cantonal, las protestas sociales y el carlismo. Estabilizó la guerra de Cuba y mejoró la economía.
El principal problema era la indefinición del sistema político. Se optó por la Restauración borbónica, liderada por Cánovas del Castillo, que buscaba restablecer la dinastía con Alfonso XII, hijo de Isabel II, mediante un consenso. Sin embargo, el 27 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos se pronunció, apoyado por la mayoría del ejército, proclamando rey a Alfonso XII y marcando el retorno de los Borbones.