La Restauración Monárquica (1875-1898)
1. El sistema político de la Restauración
Tras el fallido intento de instaurar un régimen democrático durante el Sexenio, se instauró la monarquía borbónica y España volvió al liberalismo censitario. La Restauración duró más de 50 años, desde 1874 hasta 1931, con la proclamación de la 2ª República, con una parada en 1898 (pérdida de las últimas colonias españolas, Cuba y Filipinas, lo que llevó a la Restauración a una gran crisis política y moral, “el desastre”). A partir de este momento se realizarán unas reformas que darán lugar a una nueva etapa: el regeneracionismo.
Este período comprende los reinados de Alfonso XII, la regencia de Mª Cristina de Habsburgo y Alfonso XIII. Se consolidó un régimen constitucional y parlamentario, pero a pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, el régimen político de la Restauración nunca llegó a ser plenamente democrático, pues estuvo dominado por una burguesía oligárquica.
Con el paso del tiempo, los dos partidos hegemónicos, ambos liberales (el liberal conservador y el liberal fusionista), se fueron descomponiendo y no fueron capaces de dar entrada a fuerzas como el obrerismo, el republicanismo (posibilistas, Castelar; progresistas, Zorrilla; unitarios, Salmerón; y federales, Pi y Margall), nacionalistas (catalanes y vascos) y ultracatólicos (carlistas, integristas y Unión Católica).
1.1 Un nuevo sistema político
El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874, que significó la proclamación de Alfonso XII como rey de España (restauración de la monarquía), fue aceptado por la mayoría de los españoles.
La Restauración, preparada por el político Cánovas del Castillo, no significaba ni pretendía la vuelta al sistema isabelino, sino establecer en España un régimen constitucional, pero respetando la tradición española (monarquía y religión católica) y superar algunos de los problemas del liberalismo precedente.
Cánovas tenía dos objetivos:
- Elaborar una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo.
- Pacificar el país (poner fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista).
Su primera medida política fue la convocatoria de elecciones para unas Cortes constituyentes (primeras elecciones por sufragio universal, a pesar de que Cánovas no era partidario; por ello, posteriormente se volvió al sufragio censitario, hasta 1890, fecha en la que se aprobó el universal).
- Constitución de 1876: De gran duración, pues llega hasta la Dictadura de Primo de Rivera en 1923.
- La monarquía como institución superior, incuestionable y permanente.
- Las Cortes bicamerales (Senado y Congreso); la organización política debe partir de la soberanía popular.
- Importancia del diálogo entre los partidos, hay que ponerse de acuerdo con lo que tienen en común.
- La facultad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
- Amplia declaración de derechos (de propiedad, de libertad de reunión, de expresión).
- Respecto al derecho al voto, salvo la excepción inicial comentada anteriormente: primero censitario, a partir de 1890, universal.
- En cuestión religiosa: confesionalidad católica, pero se toleran las demás.
1.2 El fin de los conflictos bélicos
Uno de los resultados más positivos de la Restauración fue terminar con los conflictos bélicos y obtener el reconocimiento del nuevo sistema por la opinión liberal.
Cánovas introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia en el poder de los dos grandes partidos, que renunciaban a los pronunciamientos para acceder al gobierno. Se aceptaba el turno pacífico de partidos, lo que aseguraría la estabilidad institucional y pondría fin a la intervención del ejército en la vida política. El ejército quedó subordinado al poder civil; en contrapartida, se les otorgaba cierta autonomía para sus asuntos y se les daba un presupuesto.
La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlistas y cubana.
La Restauración borbónica hizo que los defensores de la causa carlista acabaran reconociendo a Alfonso XII como rey. Además, los militares del gobierno hicieron posible la reducción de los núcleos carlistas en Cataluña, Aragón y Valencia. El conflicto duró algo más en el País Vasco y Navarra, donde el ejército gubernamental consiguió debilitar la resistencia navarra y vasca hasta su rendición en 1876. En ese año, Carlos VII huye a Francia exiliado.
La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral. De esta manera, los territorios vascos quedaron sujetos al pago de impuestos y al servicio militar, pero en 1878 se estipularon conciertos económicos que otorgaban un grado de autonomía fiscal a las Provincias Vascas.
El final de la guerra carlista permitió acabar con la insurrección cubana (1868-1878) con la Paz de Zanjón, en la cual se incluían una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud, reformas políticas y administrativas por las que Cuba tendría representantes en las Cortes españolas. El retraso o incumplimiento de estas reformas provocaría el inicio de un nuevo conflicto en 1879, “Guerra Chiquita”, y la insurrección en 1895.
2. La vida política y la alternancia en el poder
El turno de partidos diseñado por Cánovas se cumplió hasta finales del siglo XIX, cuando la crisis del 98 puso en jaque al sistema.
2.1 Los partidos dinásticos
Cánovas había sido el dirigente del Partido Alfonsino durante el Sexenio. Tras el regreso de Alfonso XII, lo transformó en el Partido Liberal-Conservador, que aglutinaba a los partidos más conservadores (excepto carlistas e integristas) y acabó llamándose Partido Conservador.
El proyecto de Cánovas requería otro partido de carácter más progresista, la izquierda dinástica, y él mismo propuso a Sagasta. Estaba formado por unionistas, progresistas y algunos republicanos moderados. Nació así el Partido Liberal-Fusionista, más tarde Partido Liberal.
Ambos debían aceptar la monarquía alfonsina y la alternancia de poder, de ahí el nombre de dinásticos.
Conservadores y liberales coincidían en:
- Defensa de la monarquía.
- La Constitución.
- La propiedad privada.
- El Estado liberal, unitario y centralista.
- Formados por clases elitistas económicamente y una clase media acomodada (eran partidos de minorías).
Diferencias escasas
Conservadores: Tendían al inmovilismo político, sufragio censitario, defensa de la Iglesia y el orden social.
Liberales: Defendían el sufragio universal masculino, inclinados a un reformismo social progresista y laico.
La alternancia regular en el poder tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional.
2.2 Falseamiento electoral y caciquismo
Cuando el partido en el gobierno sufría un desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno. Este convocaba elecciones con el objetivo de conseguir el número de diputados suficiente para formar una mayoría parlamentaria que le permitiese gobernar.
El turno pacífico pudo mantenerse por la corrupción electoral y el uso de poder de determinados individuos sobre la sociedad, “caciques”.
El caciquismo se dio especialmente en Andalucía, Galicia y Castilla. Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, con gran influencia en la vida local, social y política; también podían ser abogados, profesionales o funcionarios. Estos manipularon las elecciones de acuerdo con las autoridades. Esa adulteración de los resultados electorales recibe el nombre de pucherazo. Se llegaba a manipular el censo, incluyendo a personas muertas o impidiendo votar a las vivas.
2.3 El desarrollo del turno de partidos
Entre el 76 y el 98, el turno funcionó con regularidad, hasta el desastre del 98.