El cambio pacífico: los gobiernos de Cánovas y Sagasta
Cánovas del Castillo, inspirado en el modelo inglés, buscaba la estabilidad política a través de la creación de dos grandes partidos realistas que se alternaran pacíficamente en el poder. Con el apoyo de Práxedes Mateo Sagasta, logró unir a las diferentes facciones políticas en dos grandes partidos:
- Partido Conservador: Liderado por Cánovas, agrupaba a los antiguos moderados y a la Unión Liberal.
- Partido Liberal: Encabezado por Sagasta, reunía a los progresistas y a antiguos demócratas y republicanos.
Estos dos partidos se conocen como:
- Partidos dinásticos: Porque defendían la monarquía de los Saboya.
- Partidos de gobierno: Porque eran los únicos que gobernaban durante la Restauración.
- Partidos de turno: Porque se turnaban en el gobierno.
Cánovas y Sagasta diseñaron un sistema para evitar que una sola fuerza política se perpetuara en el poder. El sistema funcionaba así: cuando un gobierno se desgastaba o enfrentaba una crisis, el rey nombraba presidente del Gobierno al líder de la oposición. Para que este pudiera gobernar con el apoyo parlamentario necesario, el rey disolvía las Cortes y el nuevo gobierno convocaba elecciones que, mediante la manipulación electoral, le garantizaban la mayoría parlamentaria.
Entre 1875 y 1902, el Partido Conservador, a menudo con Cánovas como presidente del Gobierno, y el Partido Liberal, casi siempre con Sagasta al frente, se alternaron en el poder. Se distinguen los siguientes períodos:
Reinado de Alfonso XII
- 1875-1881: Primeros gobiernos conservadores de Cánovas. Se caracterizaron por una interpretación restrictiva de los derechos y libertades, como la reducción del derecho al voto.
- 1881-1885: Inicio del turno. Sagasta fue nombrado jefe de gobierno en 1881. Inició una apertura del régimen con una nueva ley de prensa y la legalización de la oposición republicana. Las disensiones internas de su partido, el malestar social y el auge del republicanismo, llevaron al rey a llamar de nuevo a Cánovas en 1884. Los líderes de los partidos dinásticos pactaron en el Pacto del Pardo el relevo pacífico en el gobierno a la espera de la mayoría de edad del heredero al trono. Para ratificar el acuerdo, Cánovas dimitió y Sagasta fue llamado a formar gobierno.
- 1885-1890: Reformas de Sagasta. El gobierno liberal, sin alterar los principios básicos del sistema, llevó a cabo una serie de reformas que recogían algunos de los ideales de la Revolución de 1868, como la Ley de Asociaciones, la Ley del Jurado, la abolición de la esclavitud y el sufragio universal masculino para mayores de 25 años.
- 1890-1902: El turno se consolida. Ambos líderes se alternaron pacíficamente en el gobierno, pero surgieron nuevas dificultades: el auge de los regionalismos y nacionalismos, el aumento de los conflictos sociales con frecuentes huelgas y protestas obreras, y los atentados anarquistas que perturbaban gravemente el orden público. El asesinato de Cánovas en 1897 fue un duro golpe para el sistema, aunque los mecanismos constitucionales siguieron funcionando con Sagasta al frente del gobierno.
El desastre del 98 y el final del reinado de Alfonso XIII
El desastre del 98
La principal crisis de la Regencia de María Cristina fue la insurrección en Cuba y Filipinas.
La promesa de autonomía a Cuba no se cumplió. Los problemas políticos generaron una fuerte tensión entre la colonia y la metrópoli, a lo que se sumaba una política económica proteccionista que convertía a Cuba en un mercado cautivo para los productos españoles, dificultando el comercio con Estados Unidos, principal comprador de productos cubanos a finales del siglo XIX.
En Filipinas también se inició una revuelta. La rebelión fue duramente reprimida, pero el movimiento independentista, liderado por el Katipunan, no se rindió. El gobierno español reforzó su presencia militar enviando un gran contingente de soldados. El ejército español, escasamente modernizado, estaba formado por soldados mal preparados. Por su parte, los insurgentes contaban con el apoyo de Estados Unidos, que en plena expansión imperialista, veía con buenos ojos la expulsión de España del Caribe y el Pacífico.
En 1898, la explosión del crucero estadounidense Maine, anclado en La Habana, desató una campaña de prensa en Estados Unidos que, inventando un sabotaje español, sirvió de excusa para que el gobierno estadounidense enviara un ultimátum a España exigiendo su retirada de Cuba. La negativa española llevó al presidente de los Estados Unidos a declarar la guerra a España.
La guerra fue rápida y se saldó con la victoria de Estados Unidos tras la destrucción de la flota española. El gobierno español solicitó el armisticio y en el Tratado de París cedió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam a Estados Unidos a cambio de una compensación económica.
La derrota y la pérdida de las últimas colonias, el desastre del 98, causaron una profunda conmoción en la opinión pública española.